Peggy Guggemheim
La coleccionista Peggy Guggenheim organizó la muestra titulada Exhibition by 31 Women en su galería neoyorquina Art of This Century en el año 1943. Fue una de las primeras dedicadas en Estados Unidos a exponer exclusivamente obra de mujeres, desdeñadas muchas veces por la mirada patriarcal de la época como musas de artistas hombres. Las creadoras seleccionadas provenían de Europa y Estados Unidos y estaban vinculadas, en su mayoría, al surrealismo -movimiento artístico y literario surgido en París, década de 1920, como reacción a los horrores de la Primera Guerra Mundial- o al arte abstracto.La Fundación Mapfre, Madrid, con esta exposición, reconoce dicha iniciativa y le rinde homenaje. Se articula en cuatro secciones que aproximan a los ejes temáticos que exploraron las creadoras para afirmar su independencia releyendo a su manera las aportaciones del surrealismo y del expresionismo abstracto y poniendo de relieve los presupuestos patriarcales en los que se asentaban estos movimientos.
ART OF THIS CENTURY.
Peggy Guggenheim desarrolló su vocación por el arte moderno en Europa, donde se relacionó con destacados representantes de las vanguardias y comenzó su propia colección. Algunas de las personas que influyeron en sus decisiones artísticas fueron Max Ernst y Marcel Duchamp. El primero, uno de los máximos exponentes del surrealismo fue el segundo marido de Peggy, aunque el matrimonio duró poco. El segundo, principal artista del arte conceptual y del arte encontrado (ready-made), fue uno de los mejores amigos de Peggy, asesor y consejero en su colección.Ready-made. Son esculturas realizadas con objetos corrientes (encontrados) a los que se saca de su espacio habitual y priva de su uso cotidiano. Al descontextualizar un objeto que tiene una utilidad muy clara situándolo en un contexto absolutamente distinto, se le arrebata toda posibilidad de uso, y se le otorga la condición de obra de arte. Dalí, que era amigo de Duchamp, también experimentó con los ready-mades y creó su famoso Teléfono Langosta, un ejemplo que muestra cómo dos elementos normales, al combinarlos aparecen como algo insólito y sorprendente.
Durante el principio de la Segunda Guerra Mundial ayudó a numerosos artistas a escapar de la persecución nazi y mantuvo oculta su colección en una granja en el sur de Francia, enviándola finalmente a EE.UU., a donde ella se trasladó en 1941, instalándose en Nueva York donde, desde 1942, dirigió este museo-galería que tuvo un profundo impacto en la escena artística a través del programa de exposiciones individuales que consagró a muchos de los que serían los artistas más célebres y fue punto de encuentro entre las vanguardias europeas y norteamericanas.
EL “YO” COMO ARTE.
Las artistas escapan de las expectativas sociales y los roles de género impuestos por la ideología burguesa a través de disfraces y maquillajes extravagantes que lucen en su vida diaria o en actuaciones improvisadas, dotándose de personalidades inventadas. La sección muestra el importante papel que cumplió la estrategia de la autorrepresentación a través de sus autorretratos, en algunos de los que encontramos desdoblamiento, confusión entre la realidad y su reflejo especular o un juego de máscaras.
Dorothea Tanning, Sin título (Autorretrato), c. 1940, Acuarela, tinta y pastel sobre papel.
En este autorretrato, Dorothea Tanning experimenta con los límites entre representación y realidad: en un estilo próximo a los figurines de moda que solía realizar para revistas femeninas de la época, la artista se retrata en una habitación repleta de marcos vacíos; sus piernas desnudas se reflejan en un vidrio enmarcado y vuelto hacia el espectador, creando un juego de espejos imposible que altera la relación entre la realidad y el reflejo, entre el adentro y el afuera.
LO EXTRAÑAMENTE FAMILIAR.
Géneros tradicionales como el paisaje o el bodegón son reinterpretados por estas artistas en esta segunda sección. Un aura de inquietante extrañeza reviste los objetos y paisajes cotidianos gracias a su imaginación creadora, incluyendo la casa, que deja de ser un refugio vinculado a la feminidad y se convierte en territorio abierto al misterio y a lo desconocido. En 1919, Sigmund Freud propuso el término “lo siniestro” para describir el terror que nos producen las cosas familiares cuando adquieren, de pronto, rasgos desconocidos. Así aparecen dunas con formas antropomórficas, personajes y escenas incongruentes que perturban la placidez de coloridos paisajes, bodegones desconcertantes y oníricos, la casa habitada por figuras fantasmales y sombras alargadas.
Aline Meyer Liebman, Día gris (Dunas), c.1929, gouache sobre tabla.
Estas dunas amarillentas sorprenden por sus formas antropomórficas.
Meret Openheim, Recuerdo del Desayuno con pieles, 1936-1972, tela, papel, piel sintética y flores artificiales bajo vidrio.
Es una reinterpretación de uno de sus trabajos más conocidos, mostrado en 1936 en una exposición dedicada al objeto surrealista. No le gustó a la artista el verse asociada a este trabajo y quiso hacer una versión irónica recreándola con materiales baratos.
Kay Sage, Los catorce puñales, 1942, óleo sobre lienzo.
Representa la culminación de la conversión del espacio doméstico en un territorio insólito. Es un extraño espacio interior que se prolonga, a través de una puerta abierta, por unas escaleras que suben hacia el cielo. La escena está habitada por dos figuras fantasmales cubiertas por tela que, junto a las sombras alargadas que se dibujan en el suelo, acentúan la impresión de misterio.
Jacqueline Lamba, Astros, 1946, óleo sobre lienzo.
En un viaje por el Oeste norteamericano a mediados de los años cuarenta, entró en contacto con el arte y la cosmología de los pueblos originarios de los Estados Unidos. Dominan los colores marrones típicos de las telas amerindias en el paisaje que rodeaba su casa de Roxbury, mostrando una realidad inesperada tras la apariencia de un entorno cotidiano.
Pegeen Vail Guggenheim, El baile, 1945, óleo sobre lienzo.
La iconografía de figuras danzantes de colores intensos sobre fondo plano que habían explorado Henri Matisse o André Derain décadas antes es retomada por esta artista. Pero, mientras en sus antecesores la imagen de la danza se asocia a la alegría de vivir, aquí las personalidades inconexas provocan un sentimiento de extrañeza.
BESTIARIOS.
La tercera sección analiza la importancia de la representación animal en la iconografía de las mujeres vinculadas al surrealismo. Aparece un universo mítico con cuerpos en proceso de transformación en animales, un mundo libre en el que es posible emanciparse de las identidades heredadas, con los límites entre lo humano y lo animal difuminados, todo ello remitiendo a un orden alternativo. Los animales habitan con frecuencia paisajes fantásticos o mundos míticos.
Milena Pavlovic-Barilli, Juno y Vulcano, 1936, óleo sobre lienzo.
La pintura de esta artista se basa en distintas fuentes, desde el manierismo hasta el surrealismo, e incorpora figuras míticas de la Antigüedad clásica, como la diosa Juno y su hijo Vulcano. El uso de colores diluidos, la impresión de que los personajes flotan en el espacio, y la combinación incongruente de elementos diversos dan a la pintura una atmósfera onírica, misteriosa.
Julia Thecia, Cuervo joven, 1943, gouache sobre lienzo.
Leonora Carrington, Los caballos de lord Candlestick, 1938, óleo sobre lienzo.
THE MIDDLE WAY: LENGUAJES DE LA ABSTRACCIÓN.
Las mujeres participantes en 31 Women contribuyeron de forma importante a los lenguajes abstractos, teniendo muchas de ellas un rol protagonista en organizaciones clave en su difusión en Estados Unidos. En su mayoría estuvieron alejadas del expresionismo abstracto, el estilo predominante en el momento, y se sintieron atraídas por las posibilidades creativas de la abstracción, destacando la atención a las artes decorativas. También hay reinterpretaciones del cubismo europeo, combinaciones de pintura y collage, mezcla de símbolos primitivistas.
Suzy Frelinghuysen, Sin título (Brahms abstracto), 1945, óleo y collage sobre Masonite.
Formó parte de un grupo de artista que reinterpretaban, en clave estadounidense, de la herencia cubista procedente de Europa. Combina la influencia del cubismo sintético, que enriquece con tonos azules, lavandas o teja, con referencias al mundo de la música, en el que destacó como cantante de ópera.
Sophie Taeuber-Arp, Composición vertical-horizontal, 1927-1928, óleo sobre relieve de madera montado sobre Pavatex.
Esta composición parece relacionada con los diseños que realizó para el Café Aubette en Estrasburgo. Es una obra de arte total, concebida desde el diálogo de las distintas disciplinas artísticas.
Irene Rice Pereira, Composición tridimensional en azul, 1940, vidrio pintado y estructura de tablas de madera.
Sonja Sekula, Espera de espuma, 1944, óleo sobre lienzo.
Su estilo propio se basa en combinaciones poéticas de formas curvilíneas en tonalidades líricas. Refleja la influencia del cubismo y la técnica del collage, manifestando su interés por la costura y el trabajo con retales, que había aprendido ayudando a su madre, modista.
Buffie Johnson, La vía Media / La Gran Madre gobierna el cielo, 1949-1959, óleo sobre lienzo.
Fue una obra muy importante, un gran mural para decorar el Astor Theatre de Nueva York. En 1982 el teatro fue demolido, pudiéndose rescatar algunos de sus fragmentos, como éste.
La última sala muestra un esquema de relaciones entre las artistas presentes en la muestra de 1943, exponiéndose las múltiples conexiones entre ellas y Peggy Guggenheim, sus redes de colaboración y amistad, al margen de las relaciones con sus colegas masculinos.
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