lunes, 23 de diciembre de 2024

 El río Dulce.



Nace en Sierra Ministra, cerca del pico Ministra -1.310 m- a unos 1.150 m de altitud. Su curso sigue una orientación SO convergente hacia el Henares. El primer pueblo que encuentra es Bujarrabal y después, tras cruzar la paramera con manchas de encina, llega a Estriégana por un valle ancho. 








No tiene afluentes importantes, únicamente algún pequeño arroyo. Después de Estriégana le llega por la izquierda el arroyo de Saúca. 








El valle se va estrechando y, siguiendo la misma orientación, llega a Jodra del Pinar. 

A partir de aquí tiene que trabajar más para abrirse paso, aunque su profundidad está todavía por los 60-80 m, puesto que las alturas circundantes son pequeñas. Se encañona con espectacularidad en una compleja sucesión de cortaduras y barrancadas, abiertas por la erosión fluvial sobre la áspera piel de la meseta. Nada tiene que ver con los relieves tabulares tan frecuentes en la Submeseta Sur, aquí predominan las formas verticales propias de un cañón cárstico. 


Trazando muchas curvas sigue profundizando en el terreno y cuando lo cruza la carretera Alcolea del Pinar-Sigüenza ya va hundido unos 80-100. En esta carretera se encuentra el mirador Félix Rodríguez de la Fuente, en homenaje al naturalista que rodó aquí inolvidables escenas con lobos y águilas. Justo enfrente del mirador, cae el barranco del Gollorio que forma una espléndida cascada cuando ha llovido. Desde él nos fijamos en la importante ruptura del relieve que supone la incisión del río en las parameras más o menos planas. Los murallones dejan al descubierto su disposición plegada.



El tramo comprendido entre el mirador y el pueblo de Pelegrina es quizá el más conocido de este río. Es un cañón encajado en la caliza que llega a alcanzar los 150 m. Entre las peculiaridades de la hoz destaca el microclima que se crea en el fondo del cañón debido a los murallones que lo protegen de los vientos y del sol, creando un ambiente más húmedo que permite una vegetación totalmente distinta a la de la zona superior.

Durante la era geológica cuaternaria este paisaje empezó a diferenciarse y a tomar un aspecto geomorfológico totalmente distinto al de la comarca, consecuencia de una erosión fluvial y kárstica. Mientras que en el resto de la comarca los valles son amplios porque los ríos circulan por materiales deslizantes y blandos (arcillas y yesos del Keuper), el valle del río Dulce se convierte en excepcional al circular por materiales calcáreos, más resistentes. Los procesos de disolución de las calizas son los que han generado la garganta, proporcionando unas formas típicas como cavidades, peñas horadadas (fruto de la disolución más acentuada en puntos de mayor debilidad de la roca) y los elementos turriculares, torres que quedan separadas de las paredes, como testigo del proceso de ensanchamiento del cañón. El nombre de Dulce, en contraposición al Salado, viene dado por las rocas calcáreas más o menos solubles que proporcionan a sus aguas cierta “dulzura”.

La vegetación que encontramos difiere del resto de la zona, por lo que merece un especial interés. El chopo negro ocupa gran extensión debido a la explotación maderera; hay sauces de dos tipos, el Salix Alba, de porte aéreo, y el Salix Purpúrea, de tipo matorral. Hay cerezos y nogales introducidos, fresnos e incluso un tilo, junto a un molino en ruinas. En las laderas podemos ver arces de Montpelier, quejigos y enebros. En las paredes rocosas crecen el té de roca, el guillomo, el cerezo de Santa Lucía, aliagas, espino albar, majuelo, etc. En las paredes de solana se refugia la sabina mora y el jazmín. 

El castillo de Pelegrina vigila el curso del río, que ahora sigue por un pequeño pero delicioso valle que llega hasta La Cabrera. Este tramo, de poco más de tres kilómetros, es aprovechado en su ensanchamiento para la agricultura y tiene una orientación oeste. Se entremezclan la sabina y encina (umbría) o los quejigos y sabina (solana). Al final de este tramo, en la margen derecha, podemos observar las cuatro variedades de Juníperos: Enebro común, Enebro, Sabina Albar y Sabina Negral o Mora. Es un fenómeno extraño, ya que son especies que necesitan unas condiciones climáticas diferentes.

Las rapaces son abundantes y entre los mamíferos encontramos nutria, gato montés, corzo (el “duende del monte”), que en los amaneceres y anocheceres puede verse pastar en algún sembrado próximo al río. La garza real también hace acto de presencia disfrutando de su plato preferido, la trucha, sobre todo en la parte del coto de pesca sin muerte que hay desde La Cabrera a Aragosa.


Un poco antes de La Cabrera el valle vuelve a encajarse y ya es muy estrecho cuando pasa por este pueblo que cuenta con una piscifactoría de truchas. Desde aquí sigue una orientación SO. El encajonamiento sigue al paso por el caserío de Los Heros (donde se fabricó el papel para imprimir los billetes de curso legal). El hundimiento llega hasta los 150 m en todo este tramo hasta Aragosa.





Después continúa por un valle progresivamente más ancho, y, dejando a la izquierda, al SE, a Mirabueno, llega a Mandayona, donde la anchura del valle se aprecia más. Desde aquí seguirá un curso oeste pasando por Villaseca de Henares, dejando a la izquierda, al sur, a Castejón de Henares. Finaliza su recorrido rindiéndose al Henares cerca de la estación de Matillas, tras un recorrido de unos 49 kilómetros.
















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