Unamuno y la política
La exposición que presenta la
Biblioteca Nacional
trata de reconstruir el recorrido de un ciudadano y escritor libre vinculado a
la denuncia de las injusticias cometidas por la Iglesia, la Monarquía y el
Ejército, por lo que fue censurado y castigado. Comentó la actualidad social y
política en momentos claves de la historia, pero no se conformó con eso.
Desempeñó un papel decisivo en la lucha contra la dictadura del general Primo
de Rivera, denunció los peligros del fascismo y participó en el advenimiento de
la República española, que le “dolió” a la altura de 1933 debido a la violencia
de la vida política. En 1936 se adhirió a los insurgentes, aunque después
confesó que se había equivocado. La exposición muestra, en definitiva, la
coherencia y la fuerza de su pensamiento político.
APRENDIZ DE POLÍTICO
(1874-1891).
En 1874, siendo niño, contempló la entrada de las tropas
liberales en Bilbao, imagen imborrable. La abolición de los Fueros en 1876
despertó su conciencia vasquista y abogó por la unión entre los pueblos. En
1884 leyó su tesis en la Universidad Central de Madrid, en la que reflejaba su
interés por el vascuence. En 1890 confesó su acercamiento al socialismo y fue
sensible a la cuestión social defendiendo a los mineros. Admitió la dificultad
de pertenecer a ningún partido por ser un “díscolo”. En 1891 aprobó la
oposición de catedrático de griego en Salamanca.
La ilustración Española y Americana, 15 de mayo de
1874. 2 de mayo de 1874, entrada de las tropas liberales en Bilbao. Unamuno
tiene diez años y contempla la escena desde un banco del parque del Arenal.
Biblioteca Nacional de España.
LA FORJA DE UN INTELECTUAL
(1891-1899).
Colaboró con la prensa de Salamanca enviando artículos en
favor del liberalismo y contra el alcalde y el obispo. En 1893 también
emprendió polémicas, mediante cartas abiertas, contra el Plan General del
Ensanche de Bilbao y expresando su interés por el socialismo. En 1894 se afilió
a la Agrupación Socialista de Bilbao y defendió el socialismo como remedio al
anarquismo, siendo atacado por el sector integrista. Durante el proceso de
Montjuich -1896-1897- se opuso a las torturas a los condenados junto a otros
intelectuales como Joaquín Costa, Clarín, Francisco Giner de los Ríos, Ramiro
de Maeztu, etc., pidiendo la revisión del juicio y el indulto. Participó en la
recogida de fondos para ayudar a las familias de los soldados en 1896 y en 1898
desmitificó la figura de Don Quijote. Atacó los métodos de la educación en
1899.
Fusilamiento de Rizal.
CRÓNICA DE UNA DESTITUCIÓN
ANUNCIADA (1900-1914).
Fue nombrado rector de la Universidad de Salamanca en
1900, nombramiento muy contestado, especialmente por el obispo Cámara. El
rectorado le ofreció una tribuna para hacer opinión, fue mantenedor de Juegos
Florales por toda España, pronunció “sermones laicos”, incidió en el deber de
apostolado moral e intelectual de la universidad y en el papel político de la
enseñanza, desarrollando el concepto de patria en base a un idioma único, el
castellano. En 1901, en los Juegos Florales de Bilbao, provocó un escándalo al
afirmar que el vascuence había acabado de desempeñar su papel cultural. En los
años 1912 y 1913 denunció la violencia de los terratenientes en el campo y la
despoblación. Se interesó por la clase obrera, por la organización de
sociedades obreras de resistencia y denunció, con motivo de una huelga en
Béjar, a los patrones que no querían reconocerlas.
Protestó contra el asalto de militares de Barcelona a la
redacción del ¡Cu-Cut! Y de “La Veu de Catalunya” en 1905, pero decepcionó en
su conferencia de 1906 al relegar a un segundo plano el proyecto de “La Ley de
Jurisdicciones”. En este mismo año se opuso a José Ortega y Gasset al no
equiparar “europeo” y “moderno”. Criticó al anarquista Francisco Ferrer,
fusilado en 1909 tras los sucesos de la Semana Trágica. En 1914 fue destituido
como rector, suceso debatido incluso en las Cortes. Recibió apoyos de Ortega y
Gasset, intelectuales y socios del Ateneo, pero no solucionó el conflicto.
Comenzó la Gran Guerra.
DE LA GRAN GUERRA AL
DESTIERRO (1914-1923).
Durante la Gran Guerra se declaró aliadófilo y criticó la
neutralidad de Alfonso XIII. Aumentó su rechazo de la monarquía y, durante la
huelga de 1917, criticó el papel del Ejército. Fue condenado a prisión y a una
multa, lo que originó una gran campaña en su apoyo: Antonio Machado, Ateneo de
Madrid, Ayuntamiento de Bilbao, etc. Se negó a pedir el indulto y aumentó sus
ataques a raíz del desastre de Annual, contra la inacción de la comisión
Picasso y contra el rey, con el que se entrevistó en 1922, decepcionando por su
no oposición, aunque lo siguió criticando. En 1923 reducía la situación al
dilema “República o Corona”.
El 27 de mayo de 1917, durante el mitin de los Aliados
en la Plaza de las Ventas de Madrid, ante 25.000 personas, advierte de que, si
el rey persiste en la neutralidad estricta, “muchos que no hemos sido
republicanos ni lo somos hasta ahora, muchos, repito, tendríamos que hacernos
republicanos”. Colección de Francisco Goñi, Archivo Histórico Provincial de
Guadalajara.
CONFINAMIENTO Y AUTOEXILIO:
20 DE FEBRERO DE 1924 – 9 DE FEBRERO DE 1930.
Sus críticas al dictador le llevaron al destierro en la
isla de Fuerteventura, el mismo día que se cerraba el Ateneo. El hecho tuvo
gran repercusión en el extranjero y hubo protestas de estudiantes e
intelectuales en distintas ciudades españolas. La estancia en la isla lo
radicalizó y siguió fustigando al rey y al dictador. Pasó cuatro meses antes de
evadirse y autoexiliarse en París, donde se incorporó a la tertulia de La
Rotonde, donde se le unió Vicente Blasco Ibáñez.
En Francia siguió con su crítica a Primo de Rivera,
vigilado por el embajador, y fue acusado de complicidad en los sucesos de Vera
de Bidasoa, 1924, que terminaron con la condena a tres anarquistas. En 1925, el
homenaje a Ángel Ganivet lo convirtió en figura emblemática de la oposición a
la dictadura. Salió de París hacia Hendaya por unas amenazas y un discurso se
convirtió en un incidente diplomático entre España y Francia por el acuerdo en
el conflicto marroquí. En 1926 siguió participando en mítines de oposición. En
1927, junto con Eduardo Ortega y Gasset, publicó la revista clandestina Hojas
Libres, por lo que se trató de alejarlo de la frontera. No cesaron las
persecuciones y la policía española detuvo a Concha, su mujer en 1928, pero
siguió publicando Hojas Libres, los últimos números en 1929. Con la dimisión
del dictador, entró en España desde Hendaya en 1930.
Con Vicente Blasco Ibáñez
LA EXPERIENCIA REPUBLICANA
(FEBRERO DE 1930-JULIO DE 1936).
Miguel de Unamuno proclama la República desde el
balcón del ayuntamiento de Salamanca. 14 de abril de 1931. Pronuncia un
discurso interrumpido a menudo por los vítores y ovaciones de la multitud. Al
final recomienda serenidad y orden para el mantenimiento de la naciente
República española y lo acompañan vivas al nuevo régimen y a su persona.
Archivo Cándido Ansede. Filmoteca de Castilla y León.
El 1 de mayo de 1931, el rector está en Madrid para
conmemorar la Fiesta del Trabajo. De izquierda a derecha: Pedro Rico, alcalde
de Madrid; Francisco Largo Caballero; Miguel de Unamuno; Indalecio Prieto y
Melie Staal, representante de la OIT. Después del desfile se reúnen para un
homenaje delante del monumento a Castelar. Fundación Largo Caballero / Fondo
Julián Besteiro y Dolores Cebrián.
Tras pasar por Irún y Valladolid, recibió una gran
acogida en Salamanca, pero la censura de la prensa seguía vigente. En 1931
dimitió el general Berenguer y se anunciaron elecciones municipales y a Cortes
Constituyentes. Se opuso a los monárquicos, aunque no se adhirió a la
Agrupación al Servicio de la República capitaneada por José Ortega y Gasset. Fue
elegido concejal y proclamó la República en Salamanca el 14 de abril de 1931.
Pronunció discursos en Madrid -fiesta del trabajo-, Bilbao y Éibar, y fue
elegido de nuevo rector. Reanudó la publicación de artículos, en El Sol. Salió
elegido diputado en una asamblea Constituyente dominada por la Conjunción
Republicano-Socialista, donde comprobó la distancia entre sus ideas y las leyes
que se votaban. Apoyó el idioma castellano, se opuso al federalismo y se mostró
españolista. Se radicalizaron sus posturas acerca de las reformas militares de
Manuel Azaña y del proyecto de Estatuto de autonomía, aunque votó a favor en
1932. Se sirvió más de sus artículos en El Sol que de su escaño en la Asamblea
para exponer su opinión.
En 1932 sus discursos ya evidenciaban su divorcio de la
República, su lamento por sucesos como la quema de conventos. Le dolía la
República. El Sol, cercano a Manuel Azaña, le devolvió un artículo y lo publicó
en Ahora. El drama de Casas Viejas, enero de 1933, empañó la imagen de la
República y empeoró la crisis del Gobierno. Las elecciones municipales de 1933
dieron la ventaja a los partidos de derecha. Firmó manifiestos contra el
hitlerismo y denunció a las JONS. En las elecciones generales de 1933 se
presentó con reticencias por los republicanos radicales, pero no resultó
elegido y triunfaron las derechas. No se alejó de la vida política y pronunció
su última lección en 1934, cuando se jubiló. Firmó una carta abierta contra el
gobierno por la represión en Asturias. Se presentó en un mitin de Falange en
Salamanca, 1935, pero viajó a París para inaugurar el Colegio de España. Avisó
del peligro que representaba la exaltación de una raza y analizó la amenaza de
la teoría del arianismo hitleriano para los judíos. Estaba convencido del
estallido de un conflicto civil en España y abogaba por el diálogo y la
tolerancia.
LA SALVAJE GUERRA INCIVIL.
En 1936 entendió que ya no era un guía espiritual para la
juventud. El 18 de julio, Salamanca pasó a manos de los sublevados, a los que
se adhirió presentándose en las sesiones del Ayuntamiento. El proceso derivaba
de su incomprensión de una ideología de masas contraria al individualismo que
él defendía. Su miedo al desorden y la violencia pareció un elogio al papel
salvador de los militares frente a la anarquía y sus palabras fueron
tergiversadas. Chocaban con su antimilitarismo y sus críticas a la crueldad del
ejército rebelde. Al principio fue benévolo con Franco, aunque luego reconoció
que había sido ingenuo.
Dos hechos le perjudicaron gravemente: una donación a las
fuerzas salmantinas y la publicación de un mensaje de crítica a la República,
desmentido por él. El gobierno de Manuel Azaña lo destituyó, pero fue repuesto
con carácter vitalicio por Franco. Su actitud ambigua inicial pronto cambió en
un rechazo y el 12 de octubre de 1936, su intervención provocó la reacción de
Millán Astray. Fue insultado, se suprimió el título de alcalde honorario
y fue destituido como rector, excluido de la vida pública y vigilado por la
policía. En sus últimos escritos afirmó que los falangistas eran peores que los
marxistas, aceptaba que Franco “nos engañó” y vaticinó la tiranía. El 31 de
diciembre de 1936 murió repentina y misteriosamente. La Falange organizó su
funeral según sus ritos, en contra de las convicciones del difunto.
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