viernes, 27 de septiembre de 2024

Mérida musulmana (III/III)

La alcazaba es la única edificación de la época musulmana conservada en Mérida, aunque las excavaciones hacen aparecer restos de viviendas e industrias que, con frecuencia, aprovechan materiales constructivos ya utilizados por romanos o visigodos. Se sitúa en el casco histórico de la ciudad, a la orilla del río Guadiana y frente a la desembocadura del puente romano. 

La ocupación de Mérida en el año 713 por el ejército musulmán, al mando del general Musa ibn Nusayr, después de un largo asedio, marcó un nuevo hito en la evolución histórica de la ciudad. El poder político, social y religioso que esta ciudad había detentado durante la dominación romana y visigoda -ahora capital de una cora- hizo que se mantuviera, durante los primeros años de la nueva invasión, en un lugar preeminente con respecto a otros núcleos urbanos y que protagonizara continuos levantamientos frente al poder de Córdoba. Para reducir las sublevaciones de los mozárabes el poder central cordobés realizó sucesivas campañas militares (805-835) y el emir omeya Abderramán II ordenó desmantelar las murallas romano-visigodas y construir la alcazaba.


Como indica el epígrafe conmemorativo fue mandada construir por Abd al-Rahman II tras reprimir un levantamiento que tuvo lugar en el año 828. Según esta inscripción, realizada en una placa de mármol, que se instaló sobre la puerta de acceso a la alcazaba para conmemorar su construcción se ha podido saber que su obra se finalizó en el mes de abril del año 835 de nuestra era por lo que es el primer monumento de esta naturaleza levantado por los musulmanes en España.

 





















Los principales objetivos que al parecer motivaron su construcción fueron los de servir como sede de las dependencias administrativas omeyas y residencia del gobernador local, de protección a sus gobernantes y súbditos durante las constantes sublevaciones emeritenses, acantonamiento de las tropas del emir, además de dominar el paso que proporcionaba el puente sobre el río Guadiana y filtrar el acceso a la ciudad desde el puente. El encargado de trazarla fue el arquitecto Abd Allah y para ejecutarla se inspiró en modelos bizantinos ya desarrollados en el norte de África. 


Mérida siguió siendo sede metropolitana hasta 1119, en que se trasladó a Santiago de Compostela y fue reconquistada por las tropas cristianas del rey Alfonso IX de León en el año 1230. Se acometieron obras en la alcazaba, como la erección de una torre del homenaje en 1480, por encargo del maestre Alonso de Cárdenas. Ya en el siglo XVI, tras establecerse en ella la sede provisional del Priorato de San Marcos de León, se llevan a cabo nuevas intervenciones, entre ellas, la construcción de una iglesia conventual santiaguista dotada de un elegante patio renacentista.

La construcción tiene un perímetro casi cuadrado, de unos 550 m de longitud. Los muros, de 2,70 m de grueso y 10 m de altura, están fabricados fundamentalmente con sillares desiguales y otros materiales reaprovechados de obras romanas y visigodas, que revisten, por sus dos caras un espacio central relleno con tierra, piedras, sillares y argamasa. El del lado suroeste (paralelo al río) se asienta sobre el dique romano de contención de agua. Por excavaciones recientes se ha podido documentar la existencia de un foso que defendía el recinto excepto por el lateral que da al Guadiana, donde el río actuaba de defensa natural. Adosadas a lo largo del paramento, al que sirven de contrafuertes estructurales y como barbacanas estratégicas comunicadas por paseos de ronda, se distribuyen unas 25 torres de base cuadrangular, algunas de origen cristiano, como las albarranas, erigidas por la Orden de Santiago.

El acceso principal hacia el recinto de la alcazaba es una brecha, antaño ocupada por la muralla y una puerta flanqueada por dos torres. Era el cierre de un fortín de planta cuadrada, denominado por las fuentes del siglo XV alcaçarete o alcazarejo, que se cerraba con la puerta del puente. Las dos puertas, la de la alcazaba y la que comunicaba con el interior de la ciudad, se realizaban mediante arcos de herradura. En el patio de este fortín podemos ver restos arqueológicos de época romana: la calzada principal de la ciudad, así como los cimientos de la muralla y de una puerta monumental con dos vanos y dos torres.
 

Sobre la puerta que desde el alcazarejo se accede a la alcazaba se conserva una réplica -la original está en el museo visigodo- de una de las lápidas fundacionales de la fortificación, fechada en abril del año 835 y en la que puede leerse:

"En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso. Bendición de Dios y Su protección para los que obedecen a Dios. Ordenó construir esta fortaleza y servirse de ella como refugio de los obedientes el emir Abd al-Rahman, hijo de al-Hakam -glorifíquele Dios-, por medio de su camil Abd Allah, hijo de Kulayb b. Talaba, y de Hayqar b. Mukabbis, su sirviente [y] Sahib al-bunyan, en la luna del postrer rabi del año doscientos veinte".


En el interior del recinto de la alcazaba existió una mezquita de la que se conservan algunos restos, pero no el tercer piso en el que quizá se ubicara una torre de señales. Se localizaba sobre el
aljibe, también de época musulmana, que se edificó en el subsuelo, junto al río. Lo más destacado es, tras el vestíbulo, la doble escalera que baja hasta el depósito de agua, abastecido por filtraciones del río, y las pilastras reaprovechadas de algún importante edificio visigodo cuya decoración, en relieve, se hace con columnas en sus laterales y con temas vegetales formando círculos que circunscriben racimos y palmetas en sus frentes. La escalera está abovedada con potentes sillares graníticos. Todo está bien conservado, siendo uno de los más importantes de la Península. La estructura externa tiene volumen cúbico y se adorna con pilastras visigodas labradas con tallos ondulantes formando óvalos que encierran grandes hojas y racimos de uvas.



 



 


 

Conventual Santiaguista
. Recuperada la zona de Mérida por los ejércitos cristianos en 1230, los caballeros de la Orden de San Tiago habilitaron en el ángulo norte de la alcazaba una serie de dependencias donde se instaló la Casa de la Orden y Encomienda. Entre los años 1563 y 1600 se efectuaron obras de acondicionamiento para acoger la sede del Priorato de San Marcos de León. De esos momentos data la construcción de la iglesia y del claustro porticado, con una doble galería de arcos, de medio punto, sustentados por columnas. Actualmente es la sede de la Presidencia de la Junta de Extremadura.

 

Otros restos arqueológicos. Debido a su posición estratégica, este espacio ha sido un catalizador de cuantos periodos culturales ha acogido la ciudad.



Además, se puede apreciar una doble calzada (Decumanus Maximus), un tramo perfectamente conservado de una calle romana, la misma que se prolonga en la Zona Arqueológica de Morerías -a esta calle da una vivienda romana urbana en la que se aprecian múltiples reformas- y las bases de la primitiva puerta romana que aislaba la ciudad del puente. 




Existe un tramo de la muralla de época fundacional (s. I a.C., revestida de sillares hacia el s. V) y de construcciones domésticas extramuros. Entre la muralla romana y la calzada, paralela a ella, se encuentran restos de pequeñas dependencias, tal vez tabernae (tiendas), también de época romana.



Delimitada por las dos calzadas, una de época fundacional y otra más tardía, se pueden apreciar los vestigios de una casa fechada en el siglo IV, con peristilo (patio porticado), termas y pavimentada, con mosaicos en pasillos y placas de mármol en una de las principales habitaciones -tablinum-.

Embutidos en el muro perimetral se disponen un buen número de cupae, bloques de granito utilizados en enterramientos romanos.

Son muy abundantes las piezas de origen visigodo, que de forma dispersa han aparecido en todo el solar, y con más abundancia, en la zona del Conventual Santiaguista. Formando parte de los muros exteriores de la alcazaba se halló una inscripción relativa a la consagración de una iglesia -supuestamente visigoda- a Santa María. Además de la inscripción, documentos de la Orden de Santiago la describen junto al aljibe.



Construcciones más recientes son el pórtico neogótico del siglo XIX, que aprovecha columnas visigodas. Así mismo, los jardines de este monumento sirven para exponer piezas de gran tamaño que constantemente se recuperan del yacimiento emeritense.


 



La desnudez interior de partes de la alcazaba se alegra con la instalación de un parque de antigüedades, a partir de restos romanos y visigodos aparecidos tanto en la alcazaba como en el entorno.

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