A
orillas del Henares.
4.ARTE (III, Edad Media. Románico, I/II).
Al final del mundo antiguo se inició la ruralización de
la cultura, que se consumó con el paso del dominio musulmán al cristiano. La
cultura medieval se consolidó con el
movimiento cluniacense, espíritu
autoritario y militante. Las iglesias serían fortalezas de Dios, grandes,
macizas. La cultura se clericalizó y la misión del arte, como instrumento de
propaganda, era la de inspirar en las masas analfabetas un sentido solemne y
religioso, simbólico. Se adaptó la plástica a la arquitectura y se integró la
escultura con finalidad didáctica: en la entrada principal y en los capiteles
hay relatos gráficos de historia sagrada. Los muros interiores se pintaban al
fresco con escenas que recordaban a los fieles sus obligaciones. La
arquitectura religiosa actuaba como una macroestructura impuesta e inamovible,
símbolo de lo absoluto, mientras que la escultura y la pintura fueron los
medios de comunicación. En la difusión de estas ideas y de este arte tuvieron
mucho que ver los monasterios, unidades autárquicas, pero con relación con el
exterior.
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La manifestación estética de la primera gran corriente
cultural del Occidente cristiano es el románico, con el que la península
Ibérica se incorporó a Europa. La organización carolingia propició la gestación
de la sociedad feudal y la implantación de un sistema de gobierno unitario en
Europa, con la Iglesia como poder paralelo. La iglesia fue utilizada por el
estamento religioso en alianza con las clases dominantes. Las iglesias
románicas se construían orientadas al Este, a Jerusalén. La planta era de cruz latina
rematada por ábsides en la cabecera y representaba a Cristo crucificado. Era un
espacio dinámico dirigido hacia el ábside, lugar donde se manifiesta el poder
de la divinidad y en el que convergen psicológicamente las líneas de fuerza de
la construcción. Desde el punto de vista simbólico, la estructura de la iglesia
respondía a la traslación material de la cristiandad: las naves eran la
multitud de fieles, el crucero es el corazón y lo divino en el ábside.
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En España triunfó un tipo de templo parroquial de
proporciones modestas, al servicio de pequeñas comunidades. Son iglesias
sencillas, pero de gran encanto, con pórticos en el muro meridional, espadaña
triangular a poniente, ábsides semicirculares y poligonales, portadas con
arquivoltas y bellos capiteles, canecillos decorados con temas iconográficos y
claustros. La construcción de piedra y, en el románico mudéjar, de ladrillo. La
parte más cuidada era la fachada, con pórtico abocinado, que contenía el soporte
escultórico de mayor valor, que era atemporal. Al valle del Henares el románico
llegó desde el norte, de las provincias de Soria (arte mozárabe o de
repoblación, pórtico al sur) y Segovia (atrios porticados). No hay un románico
de Guadalajara, sino uno del alfoz de Atienza, del señorío de Sigüenza, etc. No
se hará de la iglesia un uso exclusivamente religioso, sino que será público:
reuniones en los atrios, puestos de guardia en las torres, etc. Hay una fusión
entre lo religioso y lo social, como las iglesias fortificadas como la
catedral
de Sigüenza. Es un arte beligerante.
Con la conquista de Toledo en 1085, la de Atienza y la de
Sigüenza en 1124, se iniciará la repoblación de la zona con gentes del norte,
lo que favorece la introducción del románico. En el reinado de Alfonso VIII se
produce la pacificación territorial necesaria para el desarrollo poblacional,
por eso el románico será tardío, con muchos edificios del siglo XIII,
protogóticos. El establecimiento de la Orden del Cister hará que su influencia
estilística libere al románico de la fuerte carga de mudejarismo con la que
había realizado los primeros edificios de la serranía de Atienza como
Villacadima,
Albendiego (Sta Coloma) y Campisábalos, o de edificios posteriores como las
iglesias de Utande, Muduex, etc.
El modelo más extendido es el que corresponde a las
iglesias con ábside semicircular y nave única: Aldeanueva, la santísima
Trinidad y San Gil en Atienza, Campisábalos, Jodra del Pinar. Es usual que
presente un estrechamiento del presbiterio respecto a la nave, dando lugar a
resaltes en el exterior: Pozancos, Pelegrina, Campisábalos, San Gil en Atienza,
Jodra del Pinar, Castilblanco de Henares. El presbiterio, al exterior, como
prolongación de la nave puede apreciarse en Hijes,
San Bartolomé y Santísima
Trinidad en
Atienza y Cubillas del Pinar. Según las relaciones de medida entre
ábside y presbiterio, la distancia entre el arco triunfal y el extremo este del
ábside es tres veces el radio en Jodra del Pinar, Castilblanco de Henares,
Cubillas del Pinar y Campisábalos; cuatro veces el radio en Santísima Trinidad
de Atienza; entre dos y tres, en Valdeavellano, San Bartolomé y San Gil en
Atienza, Pozancos.
Naves en general de tres tramos y longitud de seis radios
hay en Hijes, Jodra del Pinar, Castilblanco de Henares, Santísima Trinidad y
San Bartolomé en Atienza, Valdeavellano, Pozancos. La excepción es San
Bartolomé de Atienza, con ábside semicircular inscrito, al exterior en cuerpo
cuadrado. Ábside de planta cuadrada hay en Saúca, Carabias, Pinilla de
Jadraque, Santiago y
San Vicente de Sigüenza, Sta María del Rey en Atienza.
Cabeceras cuadradas en Castilblanco de Henares, La Miñosa, Almiruete,
Villacadima, Baides y Palazuelos. Ábside poligonal en Alcuneza, Ntra Señora del
Val en Atienza, Romanillos de Atienza y Beleña de Sorbe.
Acceso generalizado por el sur. Por el norte, Baides
(desaparecido); por el norte y el sur, Stª María del Rey en Atienza; por los
pies, Santiago de Sigüenza (adecuación urbana). En el siglo XII se extiende por
Castilla la tipología de iglesia de una nave con galería porticada adosada al
muro meridional. En la zona entraría por Campisábalos y podemos verla en Jodra
del Pinar, Beleña de Sorbe, Valdeavellano, San Bartolomé de Atienza, Tamajón.
Reformas posteriores han modificado algunas. Al sur y oeste, formando ángulo
como en los modelos segovianos, en Carabias, Saúca, Pinilla de Jadraque. En
algunos casos la portada aparece resguardada por un porche exterior sobre
columnas de piedra (San Gil de Atienza, Bañuelos, Cincovillas,
Guijosa, Las
Inviernas, La Toba, Naharros, Hijes), estructura de madera (La Miñosa,
Palazuelos, Cincovillas, Alboreca), porches cerrados de época posterior
(Alcolea de las Peñas, Santísima Trinidad de Atienza, Rienda, Olmedillas,
Gascueña de Bornova, Casillas, Villaseca de Henares.
La construcción se caracteriza por la irregularidad y
descompensación de espacios. El aprendizaje era práctico, se carecía de estudio
inicial y se hacía sobre el terreno. Se pensó que se construía de este a oeste,
pero quizá se hacía uniformemente. Los materiales iban desde la popular
mampostería con sillarejo hasta el sillar, que, dependiendo de la riqueza,
aparecía en las partes nobles o en todo como en
Campisábalos (San Bartolomé, capilla de San Galindo). Construidas con
piedra arenisca de tonos rojizos y ocres en la zona de Sigüenza, en caliza
blanca en la Alcarria, en cuarcitas y pizarras (arquitectura negra) en las
sierras de Atienza y del Ocejón, con canto rodado o ladrillo en las cercanías
del Henares. Manteniéndose el modelo de iglesia, las variaciones venían por los
materiales utilizados.
A partir del siglo XV, debido a las nuevas necesidades de
espacio, los atrios comenzaron a cerrarse. Se usaron como sacristía o capilla,
adosados en los tramos rectos del presbiterio ocupando el extremo más próximo a
la cabecera: Valdeavellano, San Bartolomé de Atienza, Congostrina, Pelegrina,
Cubillas del Pinar y el singular ejemplo de la capilla de San Galindo en
Campisábalos. Otra solución fue el cerramiento total conservando un pequeño
vestíbulo para el acceso principal: Castilblanco de Henares, Jodra del Pinar,
Carabias. También se usó como segunda nave: Baides, Romanillos de Atienza,
Alcuneza.
La portada tenía una significación simbólica fundamental.
El umbral era el lugar que marcaba el paso de lo profano-exterior a lo
sagrado-interior. En el umbral y al exterior se sitúan escenas como la de los
saltimbanquis de
Stª María del Val de Atienza o el menologio de Beleña de
Sorbe. Las portadas más simples se resuelven mediante uno o dos arcos lisos
apoyando en pilastras: La Miñosa, Cubillas del Pinar, Castilblanco de Henares.
El tipo más generalizado usa varias arquivoltas decoradas. Por Villacadima y
Campisábalos también penetró el mudejarismo en iglesias románicas, con arcos
polilobulados, celosías, motivos geométricos: San Vicente y Santiago en
Sigüenza, Valdeavellano. Decoración historiada con ejemplos importantes como la
arquivolta decorada con contorsionistas, con tocados y ropajes de gusto
mudéjar, en Ntra Sra del Val de Atienza, el mensuario de la portada en Beleña
de Sorbe, el friso de San Galindo de Campisábalos.
En estos dos últimos se representa el calendario agrícola de
los doce meses del año, siendo la figuración de junio y julio idéntica en
ambos. En
Beleña de Sorbe aparece a la izquierda el pecado original y la
condena a los réprobos, continuando con las faenas agrícolas, castigo tras la
expulsión del Paraíso. Era el ciclo inmutable hasta la muerte, por lo que, en
la derecha, el ángel se aparece a las Marías para anunciarles la Resurrección
de Cristo. En la literatura se ofrecen estos trabajos descritos con gran
realismo: “
Estaba don Enero a dos partes mirando /rodeado de encinas, cepas
arreando/ a unas gruesas gallinas las estaba asando /estaba en una percha
longanizas colgando. /Estaba don Febrero sus manos calentando /ora brillaba el
sol, ora estaba nevando /el verano e invierno los iba separando /porque era el
más chico se iba querellando”.
En los atrios porticados la decoración estaba en los
capiteles:
Pinilla de Jadraque, Saúca, Carabias, Beleña de Sorbe. En el de
Pinilla destacan los dos capiteles de la arquería de poniente. El primero
presenta en sus cuatro caras el Cristo en Majestad con mandorla (el tetramorfos
o símbolos de los evangelistas en las esquinas), Descendimiento de la Cruz,
Adoración de los Magos y Nacimiento. El segundo con el ictiomorfo, dentro del
mundo mítico de las nereidas, náyades, tritones y sirenas, de un hombre coronado,
con dos colas, dando peces a dos figuras, de hombre y mujer, que se sitúan a
cada lado y que se visten y tocan con ropajes rayados, a la manera de las dos
figuras de hombre de un capitel de Saúca, podrían ser de tradición romana o
visigótica.
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La decoración también aparece en los arcos, de medio
punto o apuntados, en los capiteles y hasta en las pilas bautismales,
normalmente situadas en cuerpos adosados destinados a baptisterio: Pelegrina.
Eran de piedra, de una pieza en forma de copa, apoyadas en pedestales o basas:
Carabias, Campisábalos, Romanillos de Atienza. Otras estaban decoradas con
gajos: Castilblanco de Henares, Ures, Pinilla de Jadraque. Decoración de
bandas, cenefas, molduras o cordones tienen las de
Cubillas del Pinar,
Aldeanueva de Guadalajara, Guijosa. Decoración de arquerías: Aragosa, Saúca
(réplica del atrio). Decoración combinada: La Cabrera, Valdeavellano, San
Bartolomé, Santísima Trinidad y San Gil de Atienza.
En resumen, puede decirse que, de los tres grandes focos
que existen en Guadalajara (Sigüenza, Atienza y Molina de Aragón), dos
pertenecen al valle del Henares. A Sigüenza pertenecen, además de San Vicente y
Santiago en la propia población, las de Carabias, Pozancos, Pelegrina y
Cubillas del Pinar. Al de Atienza, las iglesias de San Gil, Santísima Trinidad,
San Bartolomé, Stª María del Rey y Ntra Sra del Val, en esa población. En el
bajo Henares, en
Camarma de Esteruelas, hay una magnífica iglesia
románico-mudéjar.
Desde el siglo XII aparece un arte de transición que
desembocará en el gótico en el siglo XIII. Aporta como novedad las bóvedas de
ojiva, decoración vegetal en los capiteles y un nuevo espacio interior de mayor
luminosidad. La que propaga estas nuevas fórmulas es la Orden del Cister, por
lo que este arte recibe el apelativo de cisterciense, a cuyas características
pertenece el crucero y cabecera de la catedral de Sigüenza.
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