lunes, 10 de junio de 2024

 A orillas del Henares.

4.ARTE (III, Edad Media. Románico, I/II).

Al final del mundo antiguo se inició la ruralización de la cultura, que se consumó con el paso del dominio musulmán al cristiano. La cultura medieval se consolidó con el movimiento cluniacense, espíritu autoritario y militante. Las iglesias serían fortalezas de Dios, grandes, macizas. La cultura se clericalizó y la misión del arte, como instrumento de propaganda, era la de inspirar en las masas analfabetas un sentido solemne y religioso, simbólico. Se adaptó la plástica a la arquitectura y se integró la escultura con finalidad didáctica: en la entrada principal y en los capiteles hay relatos gráficos de historia sagrada. Los muros interiores se pintaban al fresco con escenas que recordaban a los fieles sus obligaciones. La arquitectura religiosa actuaba como una macroestructura impuesta e inamovible, símbolo de lo absoluto, mientras que la escultura y la pintura fueron los medios de comunicación. En la difusión de estas ideas y de este arte tuvieron mucho que ver los monasterios, unidades autárquicas, pero con relación con el exterior.

La manifestación estética de la primera gran corriente cultural del Occidente cristiano es el románico, con el que la península Ibérica se incorporó a Europa. La organización carolingia propició la gestación de la sociedad feudal y la implantación de un sistema de gobierno unitario en Europa, con la Iglesia como poder paralelo. La iglesia fue utilizada por el estamento religioso en alianza con las clases dominantes. Las iglesias románicas se construían orientadas al Este, a Jerusalén. La planta era de cruz latina rematada por ábsides en la cabecera y representaba a Cristo crucificado. Era un espacio dinámico dirigido hacia el ábside, lugar donde se manifiesta el poder de la divinidad y en el que convergen psicológicamente las líneas de fuerza de la construcción. Desde el punto de vista simbólico, la estructura de la iglesia respondía a la traslación material de la cristiandad: las naves eran la multitud de fieles, el crucero es el corazón y lo divino en el ábside.

En España triunfó un tipo de templo parroquial de proporciones modestas, al servicio de pequeñas comunidades. Son iglesias sencillas, pero de gran encanto, con pórticos en el muro meridional, espadaña triangular a poniente, ábsides semicirculares y poligonales, portadas con arquivoltas y bellos capiteles, canecillos decorados con temas iconográficos y claustros. La construcción de piedra y, en el románico mudéjar, de ladrillo. La parte más cuidada era la fachada, con pórtico abocinado, que contenía el soporte escultórico de mayor valor, que era atemporal. Al valle del Henares el románico llegó desde el norte, de las provincias de Soria (arte mozárabe o de repoblación, pórtico al sur) y Segovia (atrios porticados). No hay un románico de Guadalajara, sino uno del alfoz de Atienza, del señorío de Sigüenza, etc. No se hará de la iglesia un uso exclusivamente religioso, sino que será público: reuniones en los atrios, puestos de guardia en las torres, etc. Hay una fusión entre lo religioso y lo social, como las iglesias fortificadas como la catedral de Sigüenza. Es un arte beligerante.

Con la conquista de Toledo en 1085, la de Atienza y la de Sigüenza en 1124, se iniciará la repoblación de la zona con gentes del norte, lo que favorece la introducción del románico. En el reinado de Alfonso VIII se produce la pacificación territorial necesaria para el desarrollo poblacional, por eso el románico será tardío, con muchos edificios del siglo XIII, protogóticos. El establecimiento de la Orden del Cister hará que su influencia estilística libere al románico de la fuerte carga de mudejarismo con la que había realizado los primeros edificios de la serranía de Atienza como Villacadima, Albendiego (Sta Coloma) y Campisábalos, o de edificios posteriores como las iglesias de Utande, Muduex, etc.

El modelo más extendido es el que corresponde a las iglesias con ábside semicircular y nave única: Aldeanueva, la santísima Trinidad y San Gil en Atienza, Campisábalos, Jodra del Pinar. Es usual que presente un estrechamiento del presbiterio respecto a la nave, dando lugar a resaltes en el exterior: Pozancos, Pelegrina, Campisábalos, San Gil en Atienza, Jodra del Pinar, Castilblanco de Henares. El presbiterio, al exterior, como prolongación de la nave puede apreciarse en Hijes, San Bartolomé y Santísima Trinidad en Atienza y Cubillas del Pinar. Según las relaciones de medida entre ábside y presbiterio, la distancia entre el arco triunfal y el extremo este del ábside es tres veces el radio en Jodra del Pinar, Castilblanco de Henares, Cubillas del Pinar y Campisábalos; cuatro veces el radio en Santísima Trinidad de Atienza; entre dos y tres, en Valdeavellano, San Bartolomé y San Gil en Atienza, Pozancos.

Naves en general de tres tramos y longitud de seis radios hay en Hijes, Jodra del Pinar, Castilblanco de Henares, Santísima Trinidad y San Bartolomé en Atienza, Valdeavellano, Pozancos. La excepción es San Bartolomé de Atienza, con ábside semicircular inscrito, al exterior en cuerpo cuadrado. Ábside de planta cuadrada hay en Saúca, Carabias, Pinilla de Jadraque, Santiago y San Vicente de Sigüenza, Sta María del Rey en Atienza. Cabeceras cuadradas en Castilblanco de Henares, La Miñosa, Almiruete, Villacadima, Baides y Palazuelos. Ábside poligonal en Alcuneza, Ntra Señora del Val en Atienza, Romanillos de Atienza y Beleña de Sorbe.

Acceso generalizado por el sur. Por el norte, Baides (desaparecido); por el norte y el sur, Stª María del Rey en Atienza; por los pies, Santiago de Sigüenza (adecuación urbana). En el siglo XII se extiende por Castilla la tipología de iglesia de una nave con galería porticada adosada al muro meridional. En la zona entraría por Campisábalos y podemos verla en Jodra del Pinar, Beleña de Sorbe, Valdeavellano, San Bartolomé de Atienza, Tamajón. Reformas posteriores han modificado algunas. Al sur y oeste, formando ángulo como en los modelos segovianos, en Carabias, Saúca, Pinilla de Jadraque. En algunos casos la portada aparece resguardada por un porche exterior sobre columnas de piedra (San Gil de Atienza, Bañuelos, Cincovillas, Guijosa, Las Inviernas, La Toba, Naharros, Hijes), estructura de madera (La Miñosa, Palazuelos, Cincovillas, Alboreca), porches cerrados de época posterior (Alcolea de las Peñas, Santísima Trinidad de Atienza, Rienda, Olmedillas, Gascueña de Bornova, Casillas, Villaseca de Henares.

La construcción se caracteriza por la irregularidad y descompensación de espacios. El aprendizaje era práctico, se carecía de estudio inicial y se hacía sobre el terreno. Se pensó que se construía de este a oeste, pero quizá se hacía uniformemente. Los materiales iban desde la popular mampostería con sillarejo hasta el sillar, que, dependiendo de la riqueza, aparecía en las partes nobles o en todo como en Campisábalos (San Bartolomé, capilla de San Galindo). Construidas con piedra arenisca de tonos rojizos y ocres en la zona de Sigüenza, en caliza blanca en la Alcarria, en cuarcitas y pizarras (arquitectura negra) en las sierras de Atienza y del Ocejón, con canto rodado o ladrillo en las cercanías del Henares. Manteniéndose el modelo de iglesia, las variaciones venían por los materiales utilizados.

A partir del siglo XV, debido a las nuevas necesidades de espacio, los atrios comenzaron a cerrarse. Se usaron como sacristía o capilla, adosados en los tramos rectos del presbiterio ocupando el extremo más próximo a la cabecera: Valdeavellano, San Bartolomé de Atienza, Congostrina, Pelegrina, Cubillas del Pinar y el singular ejemplo de la capilla de San Galindo en Campisábalos. Otra solución fue el cerramiento total conservando un pequeño vestíbulo para el acceso principal: Castilblanco de Henares, Jodra del Pinar, Carabias. También se usó como segunda nave: Baides, Romanillos de Atienza, Alcuneza.

La portada tenía una significación simbólica fundamental. El umbral era el lugar que marcaba el paso de lo profano-exterior a lo sagrado-interior. En el umbral y al exterior se sitúan escenas como la de los saltimbanquis de Stª María del Val de Atienza o el menologio de Beleña de Sorbe. Las portadas más simples se resuelven mediante uno o dos arcos lisos apoyando en pilastras: La Miñosa, Cubillas del Pinar, Castilblanco de Henares. El tipo más generalizado usa varias arquivoltas decoradas. Por Villacadima y Campisábalos también penetró el mudejarismo en iglesias románicas, con arcos polilobulados, celosías, motivos geométricos: San Vicente y Santiago en Sigüenza, Valdeavellano. Decoración historiada con ejemplos importantes como la arquivolta decorada con contorsionistas, con tocados y ropajes de gusto mudéjar, en Ntra Sra del Val de Atienza, el mensuario de la portada en Beleña de Sorbe, el friso de San Galindo de Campisábalos.

En estos dos últimos se representa el calendario agrícola de los doce meses del año, siendo la figuración de junio y julio idéntica en ambos. En Beleña de Sorbe aparece a la izquierda el pecado original y la condena a los réprobos, continuando con las faenas agrícolas, castigo tras la expulsión del Paraíso. Era el ciclo inmutable hasta la muerte, por lo que, en la derecha, el ángel se aparece a las Marías para anunciarles la Resurrección de Cristo. En la literatura se ofrecen estos trabajos descritos con gran realismo: “Estaba don Enero a dos partes mirando /rodeado de encinas, cepas arreando/ a unas gruesas gallinas las estaba asando /estaba en una percha longanizas colgando. /Estaba don Febrero sus manos calentando /ora brillaba el sol, ora estaba nevando /el verano e invierno los iba separando /porque era el más chico se iba querellando”.

En los atrios porticados la decoración estaba en los capiteles: Pinilla de Jadraque, Saúca, Carabias, Beleña de Sorbe. En el de Pinilla destacan los dos capiteles de la arquería de poniente. El primero presenta en sus cuatro caras el Cristo en Majestad con mandorla (el tetramorfos o símbolos de los evangelistas en las esquinas), Descendimiento de la Cruz, Adoración de los Magos y Nacimiento. El segundo con el ictiomorfo, dentro del mundo mítico de las nereidas, náyades, tritones y sirenas, de un hombre coronado, con dos colas, dando peces a dos figuras, de hombre y mujer, que se sitúan a cada lado y que se visten y tocan con ropajes rayados, a la manera de las dos figuras de hombre de un capitel de Saúca, podrían ser de tradición romana o visigótica.


La decoración también aparece en los arcos, de medio punto o apuntados, en los capiteles y hasta en las pilas bautismales, normalmente situadas en cuerpos adosados destinados a baptisterio: Pelegrina. Eran de piedra, de una pieza en forma de copa, apoyadas en pedestales o basas: Carabias, Campisábalos, Romanillos de Atienza. Otras estaban decoradas con gajos: Castilblanco de Henares, Ures, Pinilla de Jadraque. Decoración de bandas, cenefas, molduras o cordones tienen las de Cubillas del Pinar, Aldeanueva de Guadalajara, Guijosa. Decoración de arquerías: Aragosa, Saúca (réplica del atrio). Decoración combinada: La Cabrera, Valdeavellano, San Bartolomé, Santísima Trinidad y San Gil de Atienza.

 


En resumen, puede decirse que, de los tres grandes focos que existen en Guadalajara (Sigüenza, Atienza y Molina de Aragón), dos pertenecen al valle del Henares. A Sigüenza pertenecen, además de San Vicente y Santiago en la propia población, las de Carabias, Pozancos, Pelegrina y Cubillas del Pinar. Al de Atienza, las iglesias de San Gil, Santísima Trinidad, San Bartolomé, Stª María del Rey y Ntra Sra del Val, en esa población. En el bajo Henares, en Camarma de Esteruelas, hay una magnífica iglesia románico-mudéjar.

 

Desde el siglo XII aparece un arte de transición que desembocará en el gótico en el siglo XIII. Aporta como novedad las bóvedas de ojiva, decoración vegetal en los capiteles y un nuevo espacio interior de mayor luminosidad. La que propaga estas nuevas fórmulas es la Orden del Cister, por lo que este arte recibe el apelativo de cisterciense, a cuyas características pertenece el crucero y cabecera de la catedral de Sigüenza.

 

 

 

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