Camino de Santiago 2024.
Hornillos del Camino –
Castrojeriz.
Esta noche ha helado y el campo está cubierto de escarcha. El viento sopla ligeramente y la sensación térmica es baja cuando empezamos nuestra segunda etapa, que terminará en Castrojeriz tras veinte kilómetros de recorrido. La primera parte del trayecto, hasta Hontanas, transcurre por el páramo amesetado, mientras la segunda parte es más baja.
La luz va creciendo mientras salimos de Hornillos y
avanzamos por el monte en ligera subida hacia la meseta. Un tiempo después, el
sol, que sale tras unos cerros, estiliza nuestras siluetas con sus rayos
horizontales mientras caminamos sobre nuestras propias sombras.
En la parte alta se nota más el viento, lo que debe ser una constante en la zona puesto que en lontananza se ven muchos molinos.
La meseta está dividida en dos por un pequeño arroyo, de modo que descendemos hasta él y después tenemos que recuperar la altitud. Desde el arroyo parte un camino hacia el sur que lleva al albergue de San Bol, que queda a la vista. Fue una antigua casa de los antonianos dependiente del convento de San Antón, el monasterio de San Boal, San Baudilio. Este albergue depende de Iglesias, poco más allá, pero fuera de la vista.
Desde Hontanas sigue el descenso hasta el fondo del valle por el que discurre el arroyo Garbanzuelo. En el camino hay ruinas como la escueta de San Miguel, un trozo de pared convertido en monolito, una escena borrada del tiempo y la memoria de los vivos. En el arroyo quedan los restos del antiguo molino del Cubo. Hemos avanzado dos kilómetros más, con un andar muy fácil.
El tercer símbolo de los antonianos era una cruz en forma de “tau” (la t del alfabeto griego) que llevaban bordada en sus hábitos y que se ve en los parteluces de las ventanas. Dejamos correr la imaginación tras el eco de los pensamientos y actividades de aquellos monjes.
Lo mejor conservado es un doble arco por debajo del que
pasa el camino -pasa bajo su propia historia-, la portada de la iglesia y la
alacena en la que dejaban comida para los peregrinos que llegaban tarde.
Llevamos caminados dieciséis kilómetros y se acerca el final.
El monasterio estuvo bajo protección real, por lo que hay
escudos reales en la portada de la iglesia y en las claves de las bóvedas. Lo
fundó Alfonso VII en 1146. Las ruinas actuales son del siglo XIV. Eran famosas
las ceremonias que hacían los monjes antonianos para bendecir diversos objetos:
la Tau (usada por el fundador de la orden en memoria de la liberación de los
primogénitos de los hebreos, los cuales tenían sus puertas marcadas con este
símbolo; esta Tau libraba de pestilencias a todo el que la llevaba), el pan de
san Antonio (elaborado contra enfermedades y peligros, se daba a los
peregrinos, se signaba con la Tau), el vino santo (remedio del fuego), etc.
El edificio que destaca por su tamaño es la Colegiata de la Virgen del Manzano, gótica, con una talla del siglo XIII cantada por Alfonso X en las Cantigas. También tiene un Santiago Peregrino.
Al final de la larga calle se llega a la plaza Mayor, en el edificio donde estuvo la antigua iglesia de san Esteban, se encuentra el colorista albergue municipal, nuestro destino, al que llegamos con mucha mejor temperatura que a la salida. Como es habitual, en el albergue se entablan amistades efímeras de las que abundan en el Camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario