martes, 7 de mayo de 2024

A orillas del Henares.

3.HISTORIA (XIII, Siglo XX, III).

La batalla por Madrid había empezado con la batalla del Jarama (5-2-1937/23-2-1937) que no evolucionó como Franco pensaba. Ante la difícil situación de las tropas de Varela se pensó en la ayuda de los italianos que iniciarían la operación desde Sigüenza con la División de Soria (Moscardó) cubriéndole el flanco derecho; las tropas del Jarama irán más tarde a su encuentro. Las fases de la operación eran: 1ª rompimiento del frente, 2ª marcha motorizada hasta Guadalajara-Alcalá, y, 3ª ataque de las tropas del Jarama cortando la carretera de Valencia y llegando por Arganda y Loeches a Alcalá, con lo que Madrid quedaría sitiado y copadas las tropas republicanas del Jarama. Una brigada de la División de Soria atacaría a la derecha de los italianos, colaborando una compañía de carros y un batallón especial. La 2ª División italiana marcharía por la N-II, la brigada española lo haría por la secundaria Jadraque-Miralrío-Torre del Burgo y, a la izquierda, otra columna italiana avanzaría por Almadrones-Brihuega-Torija. En el plan de operaciones que el propio Franco remitió a Mola el 23 de febrero se exponía muy claramente que el objetivo fundamental de la operación era el enlace con las fuerzas del Jarama al SE de Alcalá de Henares.

El plan, preparado por el general Faldella, jefe del Estado Mayor de este Cuerpo italiano, era brillante y moderno. Todo el éxito residía en la velocidad de las unidades con cobertura aérea, despreciando la seguridad y la protección de los flancos, era la guerra relámpago que preparaban los alemanes y que a ellos les había dado buenos resultados en Málaga. Las dificultades con las que se encontraban eran la poca potencia de los blindados, la imposibilidad de combatir fuera de las carreteras (eran vehículos de ruedas) y la discutible calidad de los voluntarios italianos. Se suponía que se podía romper el frente republicano en el primer día utilizando la II División y los dos Grupos de Banderas Independientes. Lograda esta ruptura, al segundo día debía lanzarse hacia delante la III División tratando de alcanzar Brihuega y Torija. El tercer día se emplearía en aproximar las dos restantes divisiones, la I y la Littorio, para atravesar el Tajuña y alcanzar el Tajo el cuarto día, volviendo hacia Guadalajara y tomando por la retaguardia del enemigo.

Mientras se preparaban estos planes se produjo la reorganización republicana tras la batalla del Jarama: el 27 de febrero se transformó el Ejército del Centro, con cuartel general en Alcalá de Henares; el general era Miaja y Rojo, jefe del Estado Mayor. Lo formaban dos ejércitos bajo el mando de los coroneles Moriones y Alzugaray y dos divisiones independientes. La 12 División del Ejército del Centro defendía el frente contra el que se planeaba el ataque italiano. Había participado en la ofensiva de enero en Sigüenza, pero era débil: 15 cañones para 10.000 hombres. Frente a esta escasez de tropas republicanas, el Cuerpo de Ejército Legionario italiano que operó en Guadalajara a las órdenes del general Mario Roatta, recién ascendido tras la batalla de Málaga, estaba compuesto por cuatro pequeñas divisiones de infantería, bastante artillería (unas 70 piezas, más antiaéreas y antitanques) y una serie de pequeñas unidades especializadas como cuatro compañías de tanquetas y una de moto-ametralladoras. En total más de 42.000 hombres. Dada la superioridad italiana, su inhábil manejo fue una de las causas del fracaso.

Así se planeaba la Batalla de Guadalajara que se desarrolló del 8 al 21-3-1937. El frente el 7-3-1937 iba desde Abánades, en el Tajuña, por debajo de Algora a Alcorlo. Los dispositivos republicanos eran los siguientes: la División 12 cubría Cogolludo, Espinosa e Hita; la Brigada 50, Hita y Torre del Burgo; y la División 11, Trijueque, Torija, etc. Con esta situación de partida se desarrollarían los ataques nacionalistas del 8 al 13 de marzo. La División hispano-marroquí de Soria avanzaría de Veguillas hacia Cogolludo; la línea iba hacia Jadraque, bifurcándose hacia la derecha por Espinosa de Henares a Cogolludo, y otra a Hita, y por la izquierda a Miralrío y Gajanejos. Otra línea venía de Algora a Almadrones, Argecilla, Ledanca, Gajanejos y Trijueque, con divisiones italianas. Los contraataques republicanos, 13 y 14 de marzo, fueron uno rechazado por Hita, Padilla, Miralrío y Jadraque, y otro por Trijueque, que se consiguió tomar y avanzar un poco más.

 

El ataque era para el 8 de marzo. La noche anterior llovió y nevó. El campo era un barrizal y los aviones no podían despegar. Roatta no quiso aplazarla y comenzó la preparación artillera. La clave era que al romper el frente la III División italiana “Penne Nere” del general Nuvoloni, en camiones, rebasaría a la vanguardia y avanzaría hasta Torija. Esta III División estaba compuesta por tres Grupos de Banderas (Regimientos) con más de 6.000 hombres. Al llegar al cruce de Almadrones, dos de los Grupos (el 10º del console Marino Marini y el 11º del console Liuzzi) debían seguir en tanto que el restante (el 9º del console Bulgarelli) se dirigiría hacia Brihuega. Estos 6.000 hombres iban a afrontar toda la lucha mientras quedaban inactivas las tres restantes divisiones. Roto el frente, con medio día de retraso sobre el plan previsto, la III División inició el avance el 9 de marzo. En vanguardia iba el 10º Grupo Martini, compuesto por tres banderas (Batallones) que completaban unos 450 hombres como máximo. Les acompañaba la 1ª Compañía de Carros (15 tanquetas) y un pelotón de moto-ametralladoras. Por la carretera nacional llegaron, desde el km 104 (puente volado) hasta el km 84. Algo más tarde salió el 11º Grupo del console Liuzzi y la 2ª Compañía de Carros. Un poco más atrás quedó una bandera desgajada de su Grupo, al que no siguió hacia Brihuega. En total, siete banderas, con algo más de 3.000 hombres, que no fueron atacadas por la aviación, por lo que en el combate del día siguiente estaban al completo.

El general Miaja, jefe republicano del Ejército del Centro, envió refuerzos con prudencia, pendiente de un ataque en otro sector o de la continuación de la batalla del Jarama, quedando desplegados en el km 80. Eran las Brigadas Internacionales XI y XII (veteranas de la defensa de Madrid), las fuerzas de El Campesino (llamada Brigada Móvil de Choque), que quedaría en Guadalajara como reserva y la Brigada de Carros del general soviético Pavlov. Al atardecer, la XI Brigada quedaba desplegada en el mismo km 80 con sus cinco batallones (dos alemanes, uno francés y dos españoles). La 12 Brigada internacional, al mando de Lukacs, se instalaría en Brihuega. A esta línea también se estaban incorporando las unidades republicanas en retirada, entre ellas el batallón “Espartaco” casi al completo. Los últimos en llegar manifestaban que los italianos estaban a apenas tres km al norte. La disposición táctica de los republicanos era mejor, con sus reservas centradas en los alrededores de Madrid, desde donde podrían llegar a cualquier punto del frente en pocas horas. Al terminar el día reinaba la confusión.

Antes del amanecer del día 10, el 5º Grupo de Banderas del ejército italiano, CTU, tomó Brihuega por sorpresa e hizo prisionera a la guarnición. En sentido contrario avanzaban los italianos del batallón Garibaldi de la 12 Internacional que les gritaban con altavoces. Moscardó conquistó Miralrío y Jadraque. Cuando, al amanecer, los camisas negras del 10º Grupo Martini estaban ya en los camiones para proseguir el avance, fueron contraatacados fuertemente por los carros republicanos, debiendo echar pie a tierra y combatir con la tenaz defensa de la XI Brigada Internacional. La situación era confusa por el mal tiempo. Los aviones italianos no podían volar. Los republicanos sí, porque en sus bases hacía mejor tiempo y las pistas eran de cemento. Se ensañaron con las caravanas de camiones atascadas. Los carros rusos T-26 y BT-5 eran invulnerables a las ametralladoras de los Fiat y Lanzia del CTV. Era preciso adelantar los contracarros o colocar en batería los cañones, pero fue imposible por la carretera embotellada y el campo intransitable. Los blindados soviéticos, cometieron el mismo error que en el Jarama y no pasaron a la ofensiva, que habría sido definitiva. El empleo de medios acorazados estaba en estudio. Se comprobó el fracaso de los que contaban únicamente con ametralladoras frente a los armados con cañón.

Los italianos habían estado apoyados únicamente por su batería de acompañamiento hasta que ya en la tarde se situaron cerca dos baterías del X Grupo y otra del I Grupo. La artillería republicana, bien dispuesta en el bosque y en las inmediaciones de Torija, se mostró muy eficaz, al igual que los carros dedicados a misiones defensivas, pero no pudieron evitar que la XI Brigada Internacional sufriera una dura prueba, quedando al anochecer el frente prácticamente roto, logrando los italianos llegar hasta el km 80, ya casi a la vista de Trijueque. Este éxito no fue aprovechado por el mando italiano pendiente de un hipotético paso del Tajuña. Durante la noche retiraron los camiones a Sigüenza. Habían avanzado, pero tenían desprotegidos los flancos, el tiempo era muy malo y estaban batidos por la artillería.

El día 11, la 3ª División italiana recibió orden de atacar hasta Trijueque. La 2ª División debía continuar desde Brihuega a Torija para envolver Trijueque. Al no poder contar con el apoyo de la aviación y la artillería, el combate se redujo al choque de los inexpertos camisas negras con los fogueados internacionales. Por la N-II los italianos del 10º Grupo Martini rompieron el frente y, a media mañana, ocuparon Trijueque en dura lucha y persiguieron por la tarde a sus adversarios hasta el km 78. El avance había sido importante y parecía haberles abierto las puertas de Torija, pero esta cuña de vanguardia italiana cada vez era más larga y estrecha y tenía sus flancos al aire, quedando convertida en una ratonera de unos 15 km de largo por 2 de ancho, donde estaban metidos los dos Grupos de Banderas y las tres baterías de artillería, tras haber sido retiradas las dos compañías de carros que habían sufrido bastantes pérdidas. Por esta estrecha cuña de terreno llano y sin abrigo debía transcurrir todo el aprovisionamiento y municionamiento, en camiones, por una carretera batida por la artillería. Además, pendientes sólo de avanzar, no se construían fortificaciones, ni siquiera abrigos para las baterías, quedando todo expuesto al fuego adversario; y el tiempo era muy malo (el 10% de las bajas fue por congelamiento o enfermedad) lo que motivó fallos en la intendencia (los soldados llevaban tres días sin rancho caliente). Por todo esto, la vanguardia estaba muy desgastada. Otro tanto le ocurría el 11ª Grupo Liuzzi, más a la izquierda, afrontando el bosque, aunque al haber batido a la XI Brigada Internacional y demás fuerzas acompañantes, no tenían enemigo. Aquella noche llegó a Torija Enrique Líster. 

Realmente no sabía con qué fuerzas contaba. Su eficaz comisario Santiago Álvarez pudo enviarle, aquella misma noche, la 9ª Brigada Mixta, desdoblada de la 1ª Brigada Mixta. Para enfrentarse a lo que suponía la mayor parte del CTV, aunque en realidad sólo eran los dos Grupos de Martini y Liuzzi, disponía de su 9ª Brigada, los restos de la XI Brigada Internacional, el batallón “Pasionaria” de la 50ª Brigada y los tanques de Pavlov; también tenía bastante artillería y contaba con poder utilizar la aviación. A pesar de que su situación no era muy clara, Líster prefirió pasar al contraataque. En la mañana del 12 de marzo, los republicanos, saliendo del bosque, atacaron al Grupo Liuzzi, con gran empleo de la artillería y la aviación, desde los aeropuertos de Alcalá de Henares y Barajas. Una de las banderas del Grupo Liuzzi, ante la presión de los contraataques, recibió la orden de reforzar las líneas de Trijueque. Poco después, el console Liuzzi se acercó a la capilla de Trijueque, puesto de mando, para cambiar impresiones con Martini y fue sorprendido en dos coches con sus oficiales por un ataque aéreo, muriendo a consecuencia de la explosión de una bomba en el km 79,5.

La actuación conjunta de la artillería y la aviación republicanas debilitaron mucho a las tropas de vanguardia italiana, que perdieron a muchos oficiales y tuvieron muchas bajas entre los soldados. A media tarde, algunos grupos de hombres, aislados y sin oficiales, comenzaron a rendirse. Esta primera desbandada fue contenida por otros oficiales, pero estaban agotados, desatendidos por la intendencia y por sus jefes superiores (el general Nuvoloni no se había acercado a más de 20 km del frente), desmoralizados y pendientes del relevo, puesto que se decía que la División “Littorio” había salido de Ariza y Santa María de Huerta. La noche del 12 al 13 fue crucial. El mando se decidió a relevar a esas tropas italianas de la III División, tanto en el bosque de Brihuega como en la carretera de Francia, empleando a sus dos últimas divisiones, quedándose sin reservas y renunciando por tanto a sus planes de cruzar el Tajuña y avanzar hacia el Tajo. En ese momento ya no tenía sentido mantener la precaria situación de la vanguardia y hubiera sido aconsejable un pequeño repliegue hasta posiciones más cómodas, pero no se hizo. Durante la noche, la división “Littorio”, con sus dos regimientos de infantería, sobre camiones, fue avanzando por la carretera, pero su comandante, el general Bergonzoli, ordenó parar el avance y desplegar a sus hombres a ambos lados de la carretera cuando estaban el km 82, a unos 5 km de las líneas de vanguardia. La desilusión de los 10ª y 11ª Grupos y los ataques artilleros y aéreos republicanos, hicieron que, tras combatir parte de la mañana, se retirasen sin ser atacados, abandonando todo el armamento pesado para llegar a donde estaba la división “Littorio”. Por la tarde, carros soviéticos junto a la brigada de El Campesino entraron en Trijueque.

Entre el 14 y el 17 la situación estuvo confusa. El palacio Ibarra, cercano a Brihuega, donde se parapetaban los camisas negras, fue tomado por los internacionales. La aviación arrojó hojas impresas con las fotos de los prisioneros, lo que hizo cundir el desánimo en la CTU. El mando italiano decidió relevar a su vanguardia. La 3ª División sería relevada por la Littorio y la 2ª por la 1ª. La operación fue otro desastre. El 15 se entrevistaron Franco y Roatta, éste deseaba retirar el CTU, pero Franco sólo le cedió una pausa hasta el 19 para rectificar la línea. Aunque el tiempo permitió desplegar la aviación italiana, la situación no mejoró. El 18, Roatta volvió a ver a Franco que no les dejaba abandonar el frente. Los republicanos se reorganizaban desde el día 11. El IV Cuerpo de Ejército (coronel Jurado) se hizo cargo de la batalla con tres divisiones (Lacalle, Líster y Mera) y dos batallones de carros (Pavlov). El 15 ya tenía Rojo preparada la contraofensiva. El 18, la artillería y aviación republicanas bombardearon a la División Littorio, que no cedió por la energía de su jefe, general Bergonzoli, hasta que, al anochecer, el general y parte de su Estado Mayor murieron en el bombardeo y se aflojó la resistencia. En cambio, el general Rossi, que mandaba la I División, se retiró pronto. Todo el CTV secundó la retirada.

La batalla de Guadalajara fue la más polémica de la guerra. Militarmente no era una gran victoria republicana, pero la repercusión moral fue enorme. El fascismo internacional había sido derrotado. Las bajas republicanas fueron mayores. El CTV perdió grandes cantidades de material. Estratégicamente fue victoria republicana, pero tácticamente el resultado fue poco aparatoso. La situación en el Centro quedó en empate y la capital dejó de ser el objetivo estratégico de la guerra. Políticamente fue una victoria de Franco sobre Mussolini. Franco no hizo nada por salvar el CTV y después pudo tratar a los italianos imponiéndoles condiciones. El frente, al finalizar la batalla, quedó con los republicanos conservando Hita, Trijueque, Gajanejos y Ledanca.


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