lunes, 15 de enero de 2024

Galería de las Colecciones Reales.

3.- La planta -3.


La última planta se dedica a la sala de Exposiciones Temporales y a la sala de proyecciones El Cubo. Como exposición temporal se presenta “En movimiento. Vehículos y carruajes de Patrimonio Nacional”, que hace un recorrido por la historia del carruaje en España y su papel en la representación exterior de la monarquía desde el siglo XVI hasta el XX. Se exhiben carrozas, vehículos pequeños y dos automóviles. Está estructurada en cuatro secciones.



 

Viajando con comodidad.

Durante el siglo XVI se consolidaron en Europa los estados modernos, cumpliendo la monarquía un papel central en el ejercicio del poder político, lo que les obligaba a viajar frecuentemente. Se utilizaron los medios de transporte ya existentes, literas para las damas y reinas, y los hombres siguieron montando a caballo. Entre los siglos XVI y XVII se produjo el desarrollo del carruaje, como medio de transporte más cómodo y como consecuencia de las transformaciones que se estaban produciendo en la etiqueta, como diferenciación ante los súbditos.


Anónimo alemán, Litera del emperador Carlos V, hacia 1500-1550.

Las literas eran muy adecuadas para viajar por terrenos accidentados, aunque se utilizaban para todo tipo de trayectos, incluso dentro de los núcleos urbanos. Por lo general las usaban las mujeres de la nobleza y de la realeza, aunque también eran utilizadas por los que no podían montar a caballo, como niños, ancianos o enfermos. Mediante dos varales se enganchaban a dos mulas, una delante y otra detrás. Esta litera perteneció al emperador Carlos V que la trajo de Alemania en 1552 cuando tuvo que salir de la ciudad de Innsbruck enfermo de gota.

 

Carruajes para el ceremonial cortesano.

El papel de las carrozas en la representación simbólica del poder de los monarcas tuvo su momento de esplendor en el marco de las cortes del Barroco. La corte ha de entenderse como realidad política, pero también como construcción cultural y social. Era un espacio creado en torno a las necesidades de los reyes para el mantenimiento de su posición de poder. Pero era un espacio compartido con otros grupos sociales, con diversos intereses y funciones: la alta nobleza, ministros, eclesiásticos, gentileshombres, criados, secretarios, embajadores, etc. Existían protocolos estrictos y una estructura social muy jerarquizada.

En el aspecto espacial, los edificios, plazas y avenidas configuraban una escenografía ideada para servir a las necesidades de representación de la monarquía. Se desarrollaban ceremonias, fiestas, entradas solemnes en las que los carruajes tenían gran visibilidad como reflejo del poder y estatus de sus propietarios. La mayor expansión se produjo a partir de la segunda mitad del siglo XVII.

Taller español, Berlina Dorada, hacia 1730-1760.


Durante el siglo XVIII la carroza de gala que tuvo mayor éxito entre la nobleza fue la berlina, desarrollada en París en el último tercio del siglo XVII. Es un tipo de coche de caballos que se caracteriza por tener, en lugar de una viga, dos varas que unen los ejes y largas sopandas de cuero como elemento de suspensión. Esto aporta mayor estabilidad permitiendo un desarrollo de la caja en altura, lo que le otorga una apariencia de gran ligereza. Las berlinas estaban ricamente decoradas. Este ejemplo presenta las curvas y abombamientos propios del gusto rococó. La caja está completamente dorada y los tableros y puertas tienen una profusa decoración pintada. La madera de la caja, varas y juegos delantero y posterior está tallada con motivos vegetales y mascarones.

El siglo XIX: la aceleración de la innovación tecnológica.

Al final del siglo XVIII se produjeron innovaciones técnicas en Inglaterra: mejora de la suspensión mediante la introducción de ballestas de acero y lanzas de acero que aumentaban la resistencia. La difusión de estas innovaciones impulsó el desarrollo de la industria del coche durante el siglo XIX, en que se introducirán los resortes de muelles o las ruedas con una llanta de una sola pieza. Los coches más antiguos se fueron sustituyendo, adaptándose al gusto y aumentando la seguridad y comodidad.

M. Gautier, maestro carrocero (activo a finales del siglo XVIII) (atribuido), según diseño de Jean-Démosthène Dugourc (Versalles, 1749-París, 1825) (atribuido), Coche de Concha, hacia 1790-1800.

Esta berlina realizada en París para los reyes Carlos IV y María Luisa de Parma se atribuye al maestro de coches Gautier. La caja está pintada imitando concha de tortuga. Su suntuosidad está realzada por sus ocho vidrios, el uso del bronce dorado, el correaje con decoración y la rica decoración pintada. El diseño decorativo se inspira en el arte grecorromano y egipcio y combina motivos vegetales estilizados, como palmetas y roleos, con seres fantásticos como grifos, angelotes y mujeres aladas, y otros elementos arqueológicos como mascarones o figuras egipcias. En el friso bajo las ventanas se representan escenas dionisiacas.

Jean-Jacques Arreiter, maestro carrocero (activo en París a finales del siglo XVIII) según diseño de Jean-Démosthène Dugourg (Versalles, 1749-París, 1825) (atribuido), Coche de Cifras, hacia 1799.

Esta berlina de gala destaca por su decoración de vidrio eglomizado con temas mitológicos que se inscriben en medallones circulares y cartuchos hexagonales dispuestos en un friso. Combina diversas fuentes de inspiración, el arte clásico grecorromano y el egipcio. El nombre deriva de las iniciales del nombre de la reina, María Luisa Teresa, que aparecen en ambas puertas, inscritas en sendos medallones de vidrio. 

Fernando Rodríguez, maestro carrocero (1770-h.1833), J.R. Garriages, hojalatero y farolero (activo hacia 1829), Coche de Caoba, 1829.

Destaca en esta berlina la belleza de la madera de caoba y la calidad de la decoración fundida en bronce dorado, a base de roleos y otros motivos vegetales y geométricos. Presenta alegorías de España y de las Indias, así como figuras de la mitología clásica. En el juego delantero tiene un conjunto escultórico con una alegoría de la Monarquía española. Se remodeló en 1877 y se usaba como coche de respeto en las comitivas, de manera que iba siempre vacío. 

Fernando Rodríguez, maestro carrocero (1770-h.1833) (atribuido), Landó de Bronces, 1829.

El landó es un coche de caballos descapotable que tiene la ventaja de permitir su uso tanto abierto como cerrado. El cuero negro aporta gran elegancia, a lo que se suma un fuerte y expresivo contraste del bronce dorado de la decoración. Recorre la caja una orla de palmetas caladas de bronce dorado. La faldilla es de metal dorado con motivos vegetales. En ambas puertas tiene un escudo real de bronce dorado. El juego tiene una flecha central que se curva y divide en dos en el tercio delantero. Presenta cuatro grandes ballestas de “C”. En las comitivas, esta berlina era la que iniciaba la marcha. 

Manuel Díaz Cervantes (atribuido), Carruaje infantil, 1831.

El primer carruaje de la futura reina Isabel II (1830-1904) fue encargado por los reyes Fernando VII y María Cristina a Manuel Díaz Cervantes en 1831, cuando la heredera no había cumplido un año. Es un coche descubierto, con capacidad para un único ocupante. La caja está decorada con pinturas que representan en sus carros a Apolo y Diana como alegorías del día y la noche, además de los blasones reales en los testeros. Debido a su pequeño tamaño estaba pensado para ser tirado por perros o carneros. Tiene un sistema de suspensión muy original y elaborado para un vehículo de estas dimensiones.

Tecnología de vanguardia en el siglo XX.

Durante el reinado de Alfonso XIII (1902-1931) las carrozas mantuvieron su papel de representación de la monarquía y se utilizaron en ceremonias como la boda del rey con victoria Eugenia de Battenberg en 1906. Además, se perpetuó el uso de carruajes en el protocolo de presentación de los embajadores, que aún hoy se realiza, siguiendo la etiqueta del siglo XVIII.

Progresivamente el automóvil se fue imponiendo. Alfonso XIII se mostró muy interesado como actividad deportiva y participó en el impulso de la industria con encargos a los talleres Elizalde o en la compañía Hispano-Suiza, que construyó en su honor un modelo entre 1911 y 1914.

Mercedes-Benz Especial todoterreno 540 G4 W 31, 1939.


Este vehículo fue entregado al dictador Francisco Franco en 1940, en plena Segunda Guerra Mundial, por el embajador alemán, en el Palacio de Oriente de Madrid. Es un hito en la historia del automóvil, cuya fabricación fue impulsada por la llegada al poder del partido nazi. Fue un instrumento de propaganda, un símbolo de la potencia militar e industrial alemana, destinado exclusivamente a los miembros del gobierno de Hitler. Con todas las comodidades y detales de diseño imaginables, con capacidad para siete ocupantes, tenía la potencia mejorada. La transmisión de la dirección está diferenciada para cada uno de los tres ejes, lo que facilita su conducción. Está dotado de un sistema hidráulico de frenado y un freno manual para el primer eje de ruedas trasero. Otra innovación importante fue la incorporación de dos bombas de gasolina eléctricas y una mecánica, así como un tanque de combustible que funcionaba por gravedad.

Mercedes-Benz 770 (Grosser Mercedes), 1941-1942.

Pocos años más tarde, en 1945, llegó a Madrid otro vehículo Mercedes-Benz, tipo Pullman, blindado. Quizá fue obsequio por parte de Hitler, como el anterior. Es un automóvil tipo Pullman Limousine para siete ocupantes con carrocería blindada en color negro con elementos cromados. Tiene un motor de gasolina Daimler-Benz M 250, con ocho cilindros en línea, 7.655 centímetros cúbicos y 155 caballos de vapor de potencia (230 caballos con compresor). De este modelo sólo se fabricaron ochenta y ocho unidades, de las cuales sólo dieciocho contaban con la carrocería Pullman Limousine y únicamente ocho fueron blindados.

 



La sala de proyecciones es como una ventana abierta hacia todos los Reales Sitios, como El Escorial, Aranjuez, La Granja, etc., cuyas imágenes aparecen en todas las paredes creando una situación inmersiva, muy habitual ya en todas las exposiciones.


 

La Granja

 

 


Palacio Real de Madrid

 


El Escorial

 

 

 

Palacio Real de Aranjuez

 

 

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