Valentín Carderera
El viaje constituye el hilo conductor que permite recorrer la vida del artista oscense, como se pone de manifiesto en esta exposición en la Biblioteca Nacional. Formado en los preceptos del academicismo, fue sin embargo uno de los introductores del gusto neogótico, y, mientras su Iconografía española es un verdadero panteón nacional de papel, sus dibujos de tipos populares reflejan el interés etnográfico por la esencia de lo español.
Su trayectoria vital estuvo marcada por los esfuerzos dedicados a la salvaguarda del patrimonio histórico español, del que dio testimonio a través del dibujo y acuarela de monumentos destacados, muchos en peligro de desaparición ante la fuerza de la modernización que impuso el nuevo orden liberal. Compartió con otros artistas el gusto por la mirada nostálgica del pasado y la necesidad de definir su posición en el complejo debate entre tradición y progreso.
Federico de Madrazo y Kuntz. Valentín Carderera, 1833-1879.
Madrazo representó a su amigo como un joven romántico que viste capa de viajero, con mirada intensa y cabello revuelto. Lo comenzó cuando el retratado tenía 37 años, pero no lo terminó hasta pocos meses antes de la muerte de Carderera.
♠ Formación y viaje a Italia.
Estudió Filosofía en la Universidad de Huesca, y se formó como pintor en Zaragoza y en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Completó su formación en Italia, 1822-1831, donde dibujó paisajes y monumentos, estudió a los grandes maestros y entró en contacto con el Romanticismo, del que fue uno de los impulsores a su regreso a España.
Venus en su carro, 1822-1831.
En Roma Carderera estudió los frescos de Rafael, referencia obligada y fuente de inspiración, tanto en las estancias del Palacio Apostólico Vaticano (La Justicia y Detalle de la Escuela de Atenas) como en la Galería de Psique de la Villa Farnesina (Venus en su carro).
♠ La generación romántica.
A su regreso a Madrid en 1831 se instaló en el palacio de su protector, el duque de Villahermosa. En 1832 fue admitido como académico de mérito en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y comenzó a recibir encargos de la Corona y de la aristocracia, retratos y algunas pinturas de historia. Fue uno de los introductores del gusto neogótico con el diseño del catafalco para las exequias de Fernando VII, en sintonía con la revalorización de la Edad Media que se estaba viviendo. Sus contribuciones para la prensa periódica fueron habituales.
Isabel II, 1854.
En diciembre de 1844, Isabel II, recién declarada mayor de edad a los trece años, nombró a Carderera pintor de cámara. Este dibujo, de una década después, parece ser el boceto de un retrato.
Doble retrato del duque de Villahermosa y del conde de Sinarcas. 1850?
Carderera retrató a los dos hermanos en el jardín del palacio de Villahermosa, en cuya planta primera tuvo su sede a partir de 1837 el Liceo Artístico y Literario, uno de los ejes culturales del Madrid romántico.
La reina gobernadora Dª María Cristina de Borbón como Isabel la Católica, 1842.
Este retrato, pintado en París, tiene su origen en una fiesta de disfraces en enero de 1942, pero es obvia su dimensión política al identificar a la reina madre, entonces en el exilio, con la monarquía de los Reyes Católicos.
♠ Viajes a París y Londres.
En París, 1841-43, se vinculó al grupo de políticos y artistas españoles que acompañaron a la reina María Cristina en su exilio, de los que recibió encargos artísticos y apoyo al regresar a España.
Sus otros viajes a París y Londres tuvieron como objeto lanzar la publicación de sus dibujos de monumentos españoles.
Juan Donoso Cortés, 1843.
Por encargo de María Cristina de Borbón, Carderera realizó estos retratos para formar un álbum de los que la acompañaban en su exilio parisino y colaboraron en el derribo de Espartero, tras cuya caída regresaron a Madrid y pasaron a ocupar puestos destacados.
♠ Viajes artísticos por España.
Catedral de Huesca desde detrás del Puente del Diablo, 1855 |
Viajó por el deseo de conocer el legado artístico de los antiguos reinos, en 1836 como comisionado de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando para recoger las obras de arte de los conventos desamortizados, pero la mayoría de las ocasiones por iniciativa propia. Le animaba el deseo de salvar la memoria de un patrimonio artístico en peligro, de cuya protección material se ocupó desde su puesto en la Comisión Central de Monumentos. Tuvo que sortear las dificultades de la guerra carlista y de las epidemias.
Volvía con la cartera llena de dibujos y notas, pero no logró editarlos por completo. Pérez Villamil publicó algunos dibujos en la España artística y monumental y otros salieron en las revistas ilustradas como Semanario Pintoresco Español.
José Lafuente, Jurado de Jaca, 1855 |
Benedictinas de Santa Cruz en la ciudad de Jaca, 1855 |
Federico de Madrazo y Kuntz, Valentín Carderera, 1846.
Madrazo volvió a retratar a su amigo en la madurez, luciendo en la solapa la divisa de la Orden de Carlos III que Isabel II le había concedido en 1844. Carderera quedó muy satisfecho y utilizó la reproducción fotográfica del cuadro como su carte de visite.
♠ Panteones de papel: la Iconografía española.
Carderera hizo del retrato de los personajes históricos un argumento central de su labor artística, de sus intereses eruditos y de su pasión como coleccionista.
En su Iconografía española recurrió a las más modernas técnicas de impresión, como la cromolitografía, para presentar una galería de hombres y mujeres ilustres de la historia de España.
Doña Elisenda de Moncada, esposa de Jaime II de Aragón, hacia 1851.
La tumba de Elisenda de Moncada (1292-1364), cuarta esposa de Jaime II de Aragón, se encuentra en el monasterio de Pedralbes (Barcelona), que ella fundó al enviudar. Según Carderera, “su semblante, sus delicadas formas, su nariz algo afilada, ofrecen cierto carácter de verdadero retrato, y el mismo alabastro o mármol amarillento, acrecientan la ilusión. Más bien que difunta, aparece sumergida en el sueño plácido del justo”.
Doña Sancha de Castilla, fundadora del monasterio de Sigena, hacia 1840.
Carderera copió un retrato ideal de la reina Sancha de Castilla (1154-1208), esposa de Alfonso II de Aragón, que se conservaba en la Sala Capitular del Real Monasterio de Sigena, fundado por ella en 1188.
♠ Coleccionista y bibliófilo.
Su habitación en el palacio de Villahermosa, su constante protector, era un verdadero museo lleno de retratos, pinturas, dibujos, grabados, manuscritos, etc.
El Estado adquirió su colección de dibujos y grabados en 1867, y, por legados testamentarios, también hay en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, el Museo del Prado o el Museo de Huesca, a cuya creación contribuyó en 1873.
Autorretrato, hacia 1870-1880.
En el único autorretrato conservado, Carderera se representó ya en su vejez, como artista por la paleta y el pincel, y por sus trabajos eruditos por los libros y las plumas.
Casa Lastanosa, Huesca, hacia 1855.
Este notable ejemplo de la arquitectura civil del Renacimiento fue la residencia de Vincencio Juan de Lastanosa (1607-1681), quien reunió allí uno de los gabinetes de curiosidades más célebres de la España del siglo XVII. Se encontraba frente al Colegio de la Compañía de Jesús, donde residió Baltasar Gracián.
♠ Salvaguarda del patrimonio histórico-artístico español.
“No nos cansaremos en llamar la atención del gobierno, como otras veces lo hemos hecho, para poner coto a estos actos del más refinado vandalismo. ¿No ha habido alguna real orden para exceptuar del anatema de demolición algunos monasterios célebres y brillantes monumentos del arte nacional? ¿No habría algún expediente para salvar algunas capillas, altares, sepulcros ricos de bellos mármoles y labrados con singular primor, y que los propietarios de ahora no los aprecian más que como un montón de piedra para construir una pared? […]
¡Así convertimos el oro en polvo! ¿Por qué la nación ha de renunciar a estas preciosidades que con el tiempo nos pueden atraer tesoros? ¿No vemos que todas estas obras son también trofeos y muy grandes testimonios del genio español?”
(“Sobre la demolición de los monumentos artísticos”, Semanario Pintoresco Español, 19 de julio de 1840, pp. 230-231).
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