El exilio republicano de 1939 (Biblioteca Nacional).
1.-La caída de Barcelona el 26 de enero de 1939 precipitó
la Retirada y, entre finales de enero y el mes de febrero de aquel duro y frío
invierno, medio millón de españoles republicanos, de todas las clases sociales
y edades, desarmados y ligeros de equipaje, atravesaron la frontera francesa.
“Despacio, muy
despacio, gozando del dolor del último contacto con la Patria, avanzamos los
dos hacia la línea divisoria. Unos pasos no más… Y, estrechamente juntos y
abrazados, latiéndonos de angustia el corazón, arrasados en lágrimas los ojos,
penetramos los dos en la ignorada senda del Exilio. ¡España, nuestra España, se
ha quedado allí atrás!” (Álvaro de Orriols, Las hogueras del Pertús. Diario
de la evacuación de Cataluña (1939), 1995.
La avalancha de refugiados que cruzó la frontera
constituyó el éxodo representativo de todo un pueblo, compuesto por civiles y
militares del Ejército Popular, pero también por familias enteras, ancianos,
hombres y mujeres, milicianos y milicianas, niños.
“En medio de aquel
invierno especialmente gélido de 1939, la mayoría de los republicanos españoles
atravesó la frontera francesa a pie, cargados con maletas, sacos y bultos que
contenían los objetos más imprescindibles. Se consumaba así un éxodo de unas
proporciones y naturaleza inéditas hasta entonces en la historia de España.” (“Manuel
Moros”, Mémorial du Camp d´Argelès-sur-Mer. Fondo Jean Peneff, 2019)
A su paso por la frontera, los soldados del Ejército
republicano, bajo el control de la autoridad militar francesa, tuvieron que depositar
sus armas. El 27 de febrero de 1939, en consonancia con el pacto de no
intervención que había desamparado durante la guerra a la legalidad
republicana, Francia y Gran Bretaña reconocieron a la España franquista.
Desde los puertos de Alicante y Valencia salieron unos
12.000 hacia el Norte de África, en barcos como el Stanbrook. El 27 de febrero
de 1939, franceses y británicos reconocieron a la España franquista,
convirtiendo la muerte de Antonio Machado en Collioure, de Federico García
Lorca, asesinado en 1936, y Miguel Hernández, muerto en la cárcel, en símbolos
de los valores republicanos.
2.-Campos de concentración.
Milicianos dirigiéndose a Argèles |
“Los campos de
concentración constituyeron la primera experiencia para la mayoría de
republicanos. Desde febrero, cientos de miles de refugiados habitaban en
pésimas condiciones de salubridad tanto las playas inhóspitas de
Argelès-sur-Mer, Barcarès, Saint Cyprien y Agde como las frías tierras del
interior de Bram, Gurs, Prats de Molló, Sept-fonds y Le Vernet d´Ariège.” (“Manuel
Moros”, Mémorial du Camp d´Argelès-sur-Mer. Fondo Jean Peneff, 2019)
A pesar de la movilización de organizaciones e
intelectuales antifascistas como Louis Aragon, Julien Benda, André Malraux,
etc., la acogida en Francia quedó lejos de las expectativas de los refugiados.
Desde 1938, el gobierno de Édouard Daladier promovió medidas legislativas para
controlar la presencia de extranjeros. A la construcción de los primeros campos
de Argelès-sur-Mer (80.000 internados), Saint-Cyprien (100.000) y Barcarés
(20.000), seguirían Agde (16.000), Bram (16.000), Gurs (16.000), Septfonds
(15.000), incluidos los de castigo como Vernet d´Ariège (13.000), utilizado
después por el régimen de Vichi para los judíos. Debido a las pésimas
condiciones de salubridad, al menos 15.000 españoles murieron en los primeros
meses y en junio de 1939, todavía quedaban más de 170.000 internados. Esta
penosa experiencia estuvo acompañada de actividades culturales promovidas por
las organizaciones políticas, sindicales y estudiantiles, incluidas precarias
publicaciones.
“El internamiento
en los campos supuso la dispersión familiar de la mayoría de los refugiados
republicanos. Tras el paso por la frontera, el Gobierno francés separó a los
hombres de las mujeres y a los oficiales de la tropa. Así, muchas familias
fueron separadas y ubicadas en diversos campos de concentración y albergues”. (“Manuel
Moros”, Mémorial du Camp d´Argelès-sur-Mer. Fondo Jean Peneff, 2019)
Elogio de los republicanos vencidos. “Estos que ves ahora deshechos, maltrechos,
furiosos, aplanados, sin afeitar, sin lavar, cochinos, sucios, cansados,
mordiéndose, hechos un asco, destrozados, son, sin embargo, no lo olvides nunca
pase lo que pase, son lo mejor de España, los únicos que, de verdad, se han
alzado, sin nada, con sus manos, contra el fascismo, contra los militares,
contra los poderosos, por la sola justicia; cada uno a su modo, a su manera,
como han podido, sin que les importara su comodidad, su familia, su dinero.
Estos que ves, españoles rotos, derrotados, hacinados, heridos, soñolientos,
medio muertos, esperanzados todavía en escapar, son, no lo olvides, lo mejor
del mundo. No es hermoso. Pero es lo mejor del mundo. No lo olvides nunca,
hijo, no lo olvides”. (Max Aub, Campo de los almendros, 1968).
Los republicanos internos en los campos sintieron un
estremecimiento colectivo al conocer la noticia de que el 22 de febrero había
muerto en Collioure, desnudo y ligero de equipaje, el exiliado Antonio Machado,
quien quiso ser enterrado envuelto en la bandera tricolor. La amargura y
desolación por la derrota quedaban reflejadas en su última fotografía.
3.-La nueva condición de exiliados de miles de
republicanos incrementó la escritura epistolar. La correspondencia se convirtió
en el único medio a su alcance para combatir el aislamiento y conectar con
familiares y amigos eliminando la distancia geográfica. Son crónicas de la
intimidad y la difícil vida cotidiana, de un sentimiento solidario y de
conciencia de pertenencia a una causa ideológica y política común, a pesar de
los desacuerdos personales y políticos.
“Si cada refugiado
español narrase simplemente lo que ha vivido, se levantaría el más
extraordinario y conmovedor de los monumentos humanos, ante el que palidecería
cuanto hasta hoy ha producido la imaginación de los hombres […]. Arrojados de
nuestros hogares, arrojados de nuestro país, arrancados a nuestra tierra, jamás
volverá a existir hogar, patrio ni reposo para nosotros”. (Federica
Montseny, Cien días de la vida de una mujer, 1949)
4.-Barcos a América.
La primera experiencia fue la de los campos de
concentración: Argelès, Saint-Cyprien, etc. Muchos exiliados convirtieron
Francia en su residencia definitiva, pero otros prefirieron marchar a América
en barcos de nombres míticos: Veendam, Winnipeg, Sinaia, Ipanema, Massilia,
Mexique. Los mejores artistas, escritores e intelectuales viajaron en ellos.
Reflejo de las profundas disensiones, dos organizaciones
capitalizaron el flujo de ayudas a los exiliados: el Servicio de Evacuación de
Refugiados Españoles (SERE), dependiente del gobierno de Juan Negrín y que
realizó la labor más importante, y la Junta de Auxilio a los Republicanos
Españoles (JARE), dependiente de Indalecio Prieto. SERE abrió delegaciones en
otros países, especialmente en México, promoviendo empresas industriales,
colonias agrícolas e instituciones pedagógicas y culturales. Desde Francia se
organizaron expediciones a tierras americanas. Se financió parte de la
expedición del Winnipeg, promovida por Pablo Neruda, a Chile. Igualmente,
barcos como el Flandre, el Cuba o el LaSalle llegaron a República Dominicana;
el Massilia a Buenos Aires.
5.-Junta de Cultura Española.
Se creó en Paris pocos días antes de la caída de Madrid,
dependiente del SERE y presidida por José Bergamín y con Juan Larrea como
secretario. Su prioridad era garantizar la continuidad y unidad de la cultura
española en el exilio. Después se trasladó a México y la embajada mexicana en
París organizó el viaje del Veendam a Nueva York y, en autobús, hasta Ciudad de
México, de miembros de la Junta, artistas e intelectuales. En 1940 apareció el
primer número de la revista España Peregrina, publicación mensual.
6.-México, país de acogida.
El Gobierno del presidente mexicano Lázaro Cárdenas
siempre mantuvo lazos de hermandad con el Gobierno republicano español. En
1939, los barcos Sinaia, Mexique e Ipanema trasladaron a México a 4.660
exiliados, que se sumaron a los 1.400 llegados antes. El poema “Entre España y
México” de Pedro Garfias, escrito a bordo del Sinaia, sintetiza las aspiraciones
de la comunidad exiliada. Instalados en los distintos países de acogida, con la
solidaridad del México de Lázaro Cárdenas como ejemplo mayor, y creadas nuevas
instituciones como la Junta de Cultura Española, fundada en París en marzo de
1939, los intelectuales republicanos exiliados pudieron editar revistas,
publicar libros, exponer cuadros, dar cursos, etc. Esta exposición, en la
Biblioteca Nacional, pretende reconstruir la actividad cultural del exilio en
aquel año de 1939.
7.-La casa de España en México.
Fue promovida por el presidente Lázaro Cárdenas para
acoger a los intelectuales españoles y permitirles continuar su actividad. La
institución agrupó a destacados representantes de todo tipo de disciplinas
académicas y protagonizó una fructífera actividad en la que sobresale su
excepcional catálogo de publicaciones que distribuía el Fondo de Cultura.
“Si escribo
gratitud, si escribo amor,
solo ofrezco unos
signos. Signos. Nada.
Puedo escribir
también pan, libertad,
y acaso se me
quiebren las palabras.
Yo escribo en mis adentros hombre y pueblo,
y algún sentido
tiene ya la fábula.
Lo más profundo
siempre está en el nombre:
México, Cárdenas.”
Ruan Rejano, El libro de los homenajes, 1961.
8.-El exilio en América.
A excepción de Francia y la Unión Soviética, la presencia
exiliada en el resto de Europa fue escasa. Latinoamérica constituyó el destino
mayoritario, a lo que contribuyeron los programas selectivos de acogida en esos
países para científicos e intelectuales, especialmente en México, República Dominicana
y Colombia. Después llegarían a Argentina, Uruguay, Venezuela.
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