lunes, 17 de febrero de 2020


El exilio republicano de 1939 (Biblioteca Nacional).




1.-La caída de Barcelona el 26 de enero de 1939 precipitó la Retirada y, entre finales de enero y el mes de febrero de aquel duro y frío invierno, medio millón de españoles republicanos, de todas las clases sociales y edades, desarmados y ligeros de equipaje, atravesaron la frontera francesa.




Despacio, muy despacio, gozando del dolor del último contacto con la Patria, avanzamos los dos hacia la línea divisoria. Unos pasos no más… Y, estrechamente juntos y abrazados, latiéndonos de angustia el corazón, arrasados en lágrimas los ojos, penetramos los dos en la ignorada senda del Exilio. ¡España, nuestra España, se ha quedado allí atrás!” (Álvaro de Orriols, Las hogueras del Pertús. Diario de la evacuación de Cataluña (1939), 1995.


La avalancha de refugiados que cruzó la frontera constituyó el éxodo representativo de todo un pueblo, compuesto por civiles y militares del Ejército Popular, pero también por familias enteras, ancianos, hombres y mujeres, milicianos y milicianas, niños.





En medio de aquel invierno especialmente gélido de 1939, la mayoría de los republicanos españoles atravesó la frontera francesa a pie, cargados con maletas, sacos y bultos que contenían los objetos más imprescindibles. Se consumaba así un éxodo de unas proporciones y naturaleza inéditas hasta entonces en la historia de España.” (“Manuel Moros”, Mémorial du Camp d´Argelès-sur-Mer. Fondo Jean Peneff, 2019)

A su paso por la frontera, los soldados del Ejército republicano, bajo el control de la autoridad militar francesa, tuvieron que depositar sus armas. El 27 de febrero de 1939, en consonancia con el pacto de no intervención que había desamparado durante la guerra a la legalidad republicana, Francia y Gran Bretaña reconocieron a la España franquista.



Desde los puertos de Alicante y Valencia salieron unos 12.000 hacia el Norte de África, en barcos como el Stanbrook. El 27 de febrero de 1939, franceses y británicos reconocieron a la España franquista, convirtiendo la muerte de Antonio Machado en Collioure, de Federico García Lorca, asesinado en 1936, y Miguel Hernández, muerto en la cárcel, en símbolos de los valores republicanos.




2.-Campos de concentración.
Milicianos dirigiéndose a Argèles
Los campos de concentración constituyeron la primera experiencia para la mayoría de republicanos. Desde febrero, cientos de miles de refugiados habitaban en pésimas condiciones de salubridad tanto las playas inhóspitas de Argelès-sur-Mer, Barcarès, Saint Cyprien y Agde como las frías tierras del interior de Bram, Gurs, Prats de Molló, Sept-fonds y Le Vernet d´Ariège.” (“Manuel Moros”, Mémorial du Camp d´Argelès-sur-Mer. Fondo Jean Peneff, 2019)


A pesar de la movilización de organizaciones e intelectuales antifascistas como Louis Aragon, Julien Benda, André Malraux, etc., la acogida en Francia quedó lejos de las expectativas de los refugiados. Desde 1938, el gobierno de Édouard Daladier promovió medidas legislativas para controlar la presencia de extranjeros. A la construcción de los primeros campos de Argelès-sur-Mer (80.000 internados), Saint-Cyprien (100.000) y Barcarés (20.000), seguirían Agde (16.000), Bram (16.000), Gurs (16.000), Septfonds (15.000), incluidos los de castigo como Vernet d´Ariège (13.000), utilizado después por el régimen de Vichi para los judíos. Debido a las pésimas condiciones de salubridad, al menos 15.000 españoles murieron en los primeros meses y en junio de 1939, todavía quedaban más de 170.000 internados. Esta penosa experiencia estuvo acompañada de actividades culturales promovidas por las organizaciones políticas, sindicales y estudiantiles, incluidas precarias publicaciones.

El internamiento en los campos supuso la dispersión familiar de la mayoría de los refugiados republicanos. Tras el paso por la frontera, el Gobierno francés separó a los hombres de las mujeres y a los oficiales de la tropa. Así, muchas familias fueron separadas y ubicadas en diversos campos de concentración y albergues”. (“Manuel Moros”, Mémorial du Camp d´Argelès-sur-Mer. Fondo Jean Peneff, 2019)


Elogio de los republicanos vencidos. “Estos que ves ahora deshechos, maltrechos, furiosos, aplanados, sin afeitar, sin lavar, cochinos, sucios, cansados, mordiéndose, hechos un asco, destrozados, son, sin embargo, no lo olvides nunca pase lo que pase, son lo mejor de España, los únicos que, de verdad, se han alzado, sin nada, con sus manos, contra el fascismo, contra los militares, contra los poderosos, por la sola justicia; cada uno a su modo, a su manera, como han podido, sin que les importara su comodidad, su familia, su dinero. Estos que ves, españoles rotos, derrotados, hacinados, heridos, soñolientos, medio muertos, esperanzados todavía en escapar, son, no lo olvides, lo mejor del mundo. No es hermoso. Pero es lo mejor del mundo. No lo olvides nunca, hijo, no lo olvides”. (Max Aub, Campo de los almendros, 1968).

Los republicanos internos en los campos sintieron un estremecimiento colectivo al conocer la noticia de que el 22 de febrero había muerto en Collioure, desnudo y ligero de equipaje, el exiliado Antonio Machado, quien quiso ser enterrado envuelto en la bandera tricolor. La amargura y desolación por la derrota quedaban reflejadas en su última fotografía.









3.-La nueva condición de exiliados de miles de republicanos incrementó la escritura epistolar. La correspondencia se convirtió en el único medio a su alcance para combatir el aislamiento y conectar con familiares y amigos eliminando la distancia geográfica. Son crónicas de la intimidad y la difícil vida cotidiana, de un sentimiento solidario y de conciencia de pertenencia a una causa ideológica y política común, a pesar de los desacuerdos personales y políticos.

Si cada refugiado español narrase simplemente lo que ha vivido, se levantaría el más extraordinario y conmovedor de los monumentos humanos, ante el que palidecería cuanto hasta hoy ha producido la imaginación de los hombres […]. Arrojados de nuestros hogares, arrojados de nuestro país, arrancados a nuestra tierra, jamás volverá a existir hogar, patrio ni reposo para nosotros”. (Federica Montseny, Cien días de la vida de una mujer, 1949)



4.-Barcos a América.
La primera experiencia fue la de los campos de concentración: Argelès, Saint-Cyprien, etc. Muchos exiliados convirtieron Francia en su residencia definitiva, pero otros prefirieron marchar a América en barcos de nombres míticos: Veendam, Winnipeg, Sinaia, Ipanema, Massilia, Mexique. Los mejores artistas, escritores e intelectuales viajaron en ellos.


Reflejo de las profundas disensiones, dos organizaciones capitalizaron el flujo de ayudas a los exiliados: el Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles (SERE), dependiente del gobierno de Juan Negrín y que realizó la labor más importante, y la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE), dependiente de Indalecio Prieto. SERE abrió delegaciones en otros países, especialmente en México, promoviendo empresas industriales, colonias agrícolas e instituciones pedagógicas y culturales. Desde Francia se organizaron expediciones a tierras americanas. Se financió parte de la expedición del Winnipeg, promovida por Pablo Neruda, a Chile. Igualmente, barcos como el Flandre, el Cuba o el LaSalle llegaron a República Dominicana; el Massilia a Buenos Aires.


5.-Junta de Cultura Española.
Se creó en Paris pocos días antes de la caída de Madrid, dependiente del SERE y presidida por José Bergamín y con Juan Larrea como secretario. Su prioridad era garantizar la continuidad y unidad de la cultura española en el exilio. Después se trasladó a México y la embajada mexicana en París organizó el viaje del Veendam a Nueva York y, en autobús, hasta Ciudad de México, de miembros de la Junta, artistas e intelectuales. En 1940 apareció el primer número de la revista España Peregrina, publicación mensual.

6.-México, país de acogida.
El Gobierno del presidente mexicano Lázaro Cárdenas siempre mantuvo lazos de hermandad con el Gobierno republicano español. En 1939, los barcos Sinaia, Mexique e Ipanema trasladaron a México a 4.660 exiliados, que se sumaron a los 1.400 llegados antes. El poema “Entre España y México” de Pedro Garfias, escrito a bordo del Sinaia, sintetiza las aspiraciones de la comunidad exiliada. Instalados en los distintos países de acogida, con la solidaridad del México de Lázaro Cárdenas como ejemplo mayor, y creadas nuevas instituciones como la Junta de Cultura Española, fundada en París en marzo de 1939, los intelectuales republicanos exiliados pudieron editar revistas, publicar libros, exponer cuadros, dar cursos, etc. Esta exposición, en la Biblioteca Nacional, pretende reconstruir la actividad cultural del exilio en aquel año de 1939.

7.-La casa de España en México.
Fue promovida por el presidente Lázaro Cárdenas para acoger a los intelectuales españoles y permitirles continuar su actividad. La institución agrupó a destacados representantes de todo tipo de disciplinas académicas y protagonizó una fructífera actividad en la que sobresale su excepcional catálogo de publicaciones que distribuía el Fondo de Cultura.

“Si escribo gratitud, si escribo amor,
solo ofrezco unos signos. Signos. Nada.
Puedo escribir también pan, libertad,
y acaso se me quiebren las palabras.
 Yo escribo en mis adentros hombre y pueblo,
y algún sentido tiene ya la fábula.
Lo más profundo siempre está en el nombre:
México, Cárdenas.”
Ruan Rejano, El libro de los homenajes, 1961.

8.-El exilio en América.
A excepción de Francia y la Unión Soviética, la presencia exiliada en el resto de Europa fue escasa. Latinoamérica constituyó el destino mayoritario, a lo que contribuyeron los programas selectivos de acogida en esos países para científicos e intelectuales, especialmente en México, República Dominicana y Colombia. Después llegarían a Argentina, Uruguay, Venezuela.



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