Los impresionistas y la fotografía.
Introducción.
La exposición Los
impresionistas y la fotografía, en el Museo Thyssen Madrid, quiere mostrar
la nueva forma de contemplar el mundo debido a la fotografía, a través de las
correspondencias entre los principales fotógrafos franceses del siglo XIX y los
artistas vinculados al grupo impresionista. Este diálogo entre impresionismo y
fotografía quiere poner de relieve sus analogías, afinidades e influencias en
aspectos temáticos y técnicos como la habilidad para detener el tiempo del
nuevo medio, su magia para suspender momentos del mundo real, el estudio de la
luz por parte de la fotografía y su influencia en el punto de vista pictórico,
etc. La fotografía, que nació como nueva especialidad artística, incorporó
algunos efectos pictóricos en cuando a iluminación y composición.
1.- El bosque.
Izquierda: Camille Pisarro, El bosque de Merly, 1871. Derecha: Eugène Cuvelier, Sendero en el bosque, 1850-60. |
El género del paisaje triunfa tanto en la pintura como en
la fotografía francesas a mediados del s. XIX. Los pintores impresionistas
heredaron la búsqueda de la verdad de la naturaleza que llevaron a cabo los
pintores naturalistas y los primeros fotógrafos. Los predecesores del
impresionismo, Gustave Courbet, Camille Corot, Théodore Rousseau o Charles
Daubigny se confrontan con las fotografías de
Gustave Le Gray, Eugène Cuvelier o Henri Le Secq. Camille Pissarro, “el
primer impresionista” según Paul Cézanne, adopta un encuadre y unos efectos de
luz muy cercanos a las imágenes fotográficas, sus pinturas no representan el
bosque en su inmensidad sino de forma fragmentada.
2. Figuras en el paisaje.
A lo largo del siglo XIX se impone la pintura al aire
libre, fórmula de trabajo primordial de los futuros impresionistas. En las
pinturas tempranas de Claude Monet el bosque se transforma en telón de fondo de
sus figuras, con un naturalismo muy próximo al de los fotógrafos. En cambio,
Édouard Manet trabajó en el interior del estudio y no le interesó el natural.
Sus esquemáticos fondos paisajísticos semejar decorados artificiales del
retrato fotográfico. También hay analogía entre los retratos fotográficos de
grupo de Édouard Baldus y los retratos de familiares y amigos de Frédéric
Bazille y Arie Bracquemond.
Claude
Monet Bazille y Camille (Estudio para "El almuerzo campestre"), 1865
Constant Puyo, Desnudo femenino en la naturaleza, 1900 Pierre-Auguste Renoir, Mujer con sombrilla en un jardín, 1875 |
3.- El agua.
Claude Monet, Olas rompiendo, 1881 |
El mar fue una inagotable fuente de inspiración y
experimentación para la modernidad. Gustave Le Gray inventa una nueva idea de
instantaneidad y de fragmentación visual con uno de sus mayores logros
estéticos y técnicos, los paisajes marinos, que servirán de referencia para
pinturas de mares y cielos de Eugène Boudin y Monet. Éste también detiene en
sus cuadros el agitado movimiento del mar, símbolo plástico del paso del
tiempo. Lo mismo los reflejos de los árboles en las tranquilas aguas fluviales
de las fotografías de Olympe Aguado o Camilla Silvy guardan semejanza con las
pinturas de Monet o Alfred Sisley, interesados en la representación cambiante
del agua y el estudio de los reflejos de los árboles.
Gustave Le Gray, La gran ola, Sète, hacia 1856-57. Eugène Boudin, Puerto de Brest, 1870 |
4.- En el campo.
Con los temas favoritos de los artistas impresionistas,
afueras de París, paseo en barca o por el campo, adoptaron una nueva forma para
observar su entorno al aire libre y plantearon una reflexión sobre la propia
naturaleza de la pintura que abrió el camino a la sensibilidad artística
moderna. La forma en que Pierre-Auguste Renoir, Claude Monet o Gustave
Caillebotte transformaron la representación del paisaje, ese modo de acercarse
de manera instantánea y fragmentaria, les empareja a fotógrafos como Achille
Quinet, Eugène Atget o Charles Marville. La pincelada suelta y rápida influirá
a finales de siglo en la estética de los fotógrafos denominados pictorialistas,
como Constant Puyo o Robert Demachy.
5.- Los monumentos.
Achille Quinet, Ruán, pórtico de la catedral, hacia 1865. |
La Comisión de Monumentos Históricos del gobierno
imperial contrató a mediados de siglo a varios fotógrafos, como Édouard Baldus,
Hippolyte Bayard, Gustave Le Gray o Henri Le Secq, para realizar un inventario
gráfico de los monumentos franceses. Además del fin documental, estas
fotografías son verdaderas obras maestras y despertaron el interés de los
impresionistas por los edificios históricos, góticos principalmente. La serie
de la fachada de la catedral de Ruán por Claude Monet, 1892-1893, es un ejemplo
paradigmático de la nueva mirada fotográfica. El interés por los nuevos
escenarios de la era de la industrialización hace que aparezcan puentes,
fábricas o ferrocarriles en los paisajes fotográficos de Édouard Baldus o
Eugène Atget, o en las pinturas de Claude Monet, Alfred Sisley o Gustave
Caillebotte.
Claude Monet, La catedral de Ruán: el pórtico (efecto de mañana), 1894 Bisson Frères, Fachada de la catedral de Ruán, hacia la década de 1850. |
6.- La ciudad.
Camille Pisarro, Pont Boieldieu, Ruán, efecto de niebla, 1898 |
El modelo establecido por Louis Daguerre de vistas
urbanas captados desde una ventana fue repetido por Le Gray, Charles Soulier y
Adolphe Braun o por los pintores Gustave Caillebotte, Berthe Morisot o Alfred
Sisley, siempre con imágenes tomadas desde lo alto en una visión del exterior
desde el interior. Los nuevos escenarios urbanos de París, de grandes avenidas
y amplios bulevares, diseñados durante el Segundo Impero por el barón
Haussmann, derivaron en nuevos modos de ver y vivir la ciudad y se convirtieron
en motivos de pintores y fotógrafos. Los capturaron las cámaras de Charles
Marville o Hippolyte Jouvin, y las pinturas de Camille Pissarro, que las
transformó en vistas impresionistas en escorzo, alejadas de la concepción
clásica basada en la horizontalidad.
Armand Guillaumin, El puente del Arzobispado y el ábside de Notre-Dame de París, Édouard Baldus, Vista posterior de Notre-Dame de París. |
Édouard Baldus, Viaducto del Ródano, Lyon, hacia 1861 Gustave Caillebotte, El puente de Argenteuil y el Sena, 1883 |
Charles Marville, Boulevard Saint-Germain, 1875-1877 Camille Pisarro, Boulevard Montmartre Mardi Gras, 1897 |
7.- El retrato.
Izquierda: Gustave Caillebotte, Retrato de Richard Gallo, 1878 Edgar Degas, Mallarmé y Renoir, 1895 |
Con la fotografía, el retrato pictórico cambió de
dirección. El daguerrotipo mostraba a los personajes estáticos y con posturas
poco naturales debido al dilatado tiempo de exposición, pero la moda de las
cartes-de-visite posibilitó un retrato más comercial. Nadar inmortalizó a toda
la intelectualidad y la bohemia del momento con gran introspección psicológica
y un nuevo realismo y simplicidad. Algunas de estas convenciones fueron
adoptadas por Édouard Manet, Edgar Degas y otros impresionistas, quienes
incluso se valieron de fotografías, y proliferaron los retratos de poses un
tanto descentradas, con fondos planos o escenográficos.
Olympe Aguado, Retrato de un dandy, hacia 1854. Édouard Manet, Retrato de Carolus-Duran, 1876 |
Félix Nadar, Madame Audouard, 1854-1870 Edgar Degas, Busto de mujer con sombrero de plumas, hacia 1887-1890 |
8.- El cuerpo.
Edgar Degas, Después del baño, mujer secándose, década 1890 Paul Berthier, Estudio del natural nº 1, hacia 1865. |
La exposición pública de la Olympia de Édouard Manet en
1865 desencadenó un escándalo por su analogía con las fotografías
pornográficas. El desnudo fotográfico varió desde modelos más académicos de
Félix-Jacques-Antoine Moulin, Eugène Durieu o Auguste Belloc a las poses
espontáneas más naturalistas de Gustave Le Gray o Paul Berthier. El interés por
las posturas desinhibidas contagió a los pintores impresionistas como Degas, el
más fotográfico de los pintores del grupo. Para él la danza y las cambiantes
actitudes de las bailarinas serían un vehículo fundamental para estudiar el
cuerpo en movimiento. Le interesaron especialmente las cronofotografías de
eadweard Muybridge, que representaban la fugacidad al congelar las figuras en
medio de la acción.
9. El archivo.
Eadweard Muybridge, "Mujer bailando", en Locomoción animal, lámina 187, 1887 |
Édouard Manet y Edgar Degas utilizaron documental y
archivísticamente la fotografía. La reproducción mecánica provocó que las
copias de obras de arte proliferaran y que los artistas descubrieran el poder
documental de su propia producción.
Manet encargó a Anatole-Louis Godet las fotografías de sus obras y es
curioso el uso que hizo de ellas, incluso coloreándolas con acuarela y gouache,
convirtiendo la fotografía en una obra original suya. Degas reunió una carpeta
de fotograbados con una selección de imágenes de toda su carrera, desde sus
primeras pinturas de historia, hasta sus bañistas y bailarinas.
Edgar Degas, Bailarina basculando (Bailarina verde), 1877-1879 |
Interesante descripción de tus visitas invernales a los museos, los que no podemos participar estamos informados y al día de las novedades artisticas.
ResponderEliminarGracias José Luis y siguenos ilustrando.
Juan