Benito Pérez Galdós. La verdad humana
(Biblioteca Nacional)
La principal aportación de Galdós fue inventar una imagen
moderna del ser humano, que superaba los arquetipos mentales predominantes
desde el Renacimiento: razón y corazón, mente y emociones, espíritu y cuerpo. Galdós
ofreció un modelo de ser humano real sin renunciar a la herencia literaria del
siglo de Oro, pero sus quijotes ya no serán hidalgos, sino abogados, empleados,
médicos, comerciantes, mujeres admirables.
Nació en 1843 en Las Palmas de Gran Canaria, décimo hijo
de una familia de clase media acomodada. Se educó en el ambiente ilustrado de
la Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria y del Gabinete
Literario (Ateneo).
Inició los estudios de Derecho en la Universidad Central
pero los dejó para dedicarse al periodismo. Ya en Las Palmas había colaborado
en El Omnibus, 1862, y en Madrid amplió su espectro de intereses, trabajando en
las redacciones de La Nación, Las Cortes, etc., y fue director de la Revista de
España y de El Debate. En el Ateneo, donde acudía a escuchar a Castelar o
Cánovas del Castillo, conoció a Leopoldo Alas Clarín y escuchó por primera vez
a Emilia Pardo Bazán.
El Madrid galdosiano, uno de sus espacios preferidos,
conserva la riqueza de reacciones humanas de su tiempo, tanto en las facetas
íntimas de los personajes como en su perfil social. Las características
lingüísticas de éstos nos hablan de su educación. Desde un sentimiento laico,
habla del espíritu. Giner de los Ríos, fundador y director de la Institución
Libre de Enseñanza, vio un enorme potencial en su obra y lo consideraba el
mejor narrador de su tiempo.
Sus primeras obras –La Fontana de oro, 1870, La sombra,
1870 y El audaz, 1871- fueron tanteos que mezclaban los histórico, el efectismo
de las novelas por entregas y el pensamiento ilustrado. Alcanzaron un discreto
éxito y le dieron a conocer. La primera serie de los Episodios Nacionales
comienza con Trafalgar, 1873. Son novelas con argumento novelesco y personajes
ficticios, pero con un trasfondo histórico verificable. En las novelas de tesis
–Doña Perfecta, 1876- se critica la intransigencia y al clero.
La novedad del impresionismo de Joaquín Sorolla renovó la
pintura española y la amistad de Galdós con Aureliano Beruete y el mismo
Sorolla ejemplifica la riqueza del arte del siglo diecinueve, que se debatió
entre ofrecer una imagen exacta de la realidad (pintura histórica y novela
realista) y la representación de las nuevas experiencias del espíritu humano
(arte impresionista y novela espiritual).
En 1881, con La desheredada, comienza la segunda etapa,
que trata de asuntos contemporáneos y ocurren en el Madrid galdosiano. La
conducta de los personajes queda matizada por la conciencia individual, como El
amigo Manso, 1882, en quien se inspiró Unamuno para sus nivolas. Hay historias
de amor, celos, codicia, traiciones, etc. Con Lo prohibido, 1884, se llega a su
obra maestra, Fortunata y Jacinta, 1886-87, donde se cruzan escenarios,
personajes y clases sociales. En esta época le llega el reconocimiento –en 1883
tuvo un homenaje- y emprende la publicación de los Episodios Nacionales
Ilustrados, a la manera de los libros de Balzac ilustrados por Gustave Doré.
De ideología liberal, fue defensor de la democracia desde
1868, apostó por la monarquía constitucional de Amadeo I de Saboya, se afilió
al partido de Sagasta y fue diputado en varias ocasiones. En 1910, concurriendo
en la Conjunción Republicano-Socialista junto a Pablo Iglesias, fue el más
votado. En sus viajes por Inglaterra y Escocia pudo apreciar la riqueza de la
cultura civil, social y política y la eficiente manera de conducir los asuntos
públicos.
A partir de 1889, con las novelas de la tercera época, el
espacio preferido se traslada al Ensanche, el hoy barrio de Salamanca, entonces
en construcción. La ciudad se convierte en un espacio interior y los conflictos
personales y de conciencia sustituyen el mero contar los azares de las vidas.
Son las llamadas ficciones espiritualistas, con influencia de Tolstoi,
escritas, en algunos casos, para superar los problemas de su ruptura
sentimental. Los personajes dejan de ser unitarios y tienen muchas vertientes
psicológicas. Nazarín, 1895, fue llevada al cine por Luis Buñuel. La
culminación llega con Misericordia, 1897 y escribe la cuarta serie de los
Episodios.
Galdós mantuvo relación con varias mujeres: Emilia Pardo
Bazán, 1888-1889; Concepción Ruth Morell Nicolau, 1891-1900, a la que
representó en Tristana, 1892; Lorenza Cobián, con la que tuvo a María, su única
hija; Teodosia Gandarias, a quien conoció en 1907, el último amor.
Emilia Pardo Bazán en su palacete de la calle Princesa de Madrid, 1895 |
Desde 1874, tuvo como editor a su compatriota Miguel H.
Cámara, dueño de La Guirnalda, pero en 1896 le puso un pleito asistido por
Antonio Maura y, a partir de entonces, fue su propio editor.
Galdós leyendo las galeradas de su discurso de ingreso en la Real Academia Española en casa de su amigo el doctor Manuel Tolosa Latour, 1897 |
En 1892, con Realidad, se inició como dramaturgo, aunque
recibió críticas negativas a su empeño en abandonar el dramatismo melodramático
de Echegaray. Para el estreno de Electra, 1901, invitó al ensayo general a un
centenar de personalidades, que difundieron el tema candente de la obra.
Su cuarta etapa de novelista suele ser denominada
mitológica. Comienza con Casandra, 1905. Son obras cargadas de literatura, en
las que rompe con el realismo, como La razón de la sinrazón, 1915, su última
novela. Inició la quinta serie de los Episodios, pero su vista empieza a fallar
y necesita de alguien a quien dictar sus obras. En 1912 fue candidato al Premio
Nobel con el apoyo de Ramón Pérez de Ayala.
Tertulia de Galdós en su quinta de San Quintín, en
Santander, 1911, donde aparece Margarita Xirgú.
Murió en la casa de su sobrino, en la calle Hilarión
Eslava. El cortejo fúnebre fue despedido por miles de madrileños y los diarios
recogieron adioses llenos de aprecio de Miguel de Unamuno, José Ortega y
Gasset, Juan Ramón Jiménez, Ramón del Valle-Inclán.
Aunque durante el periodo franquista su obra fue
denigrada, después ejerció gran influencia en escritores como Arturo Pérez
Reverte, Fernando Aramburu, Almudena Grandes, Antonio Muñoz Molina, etc., y
directores como Luis Buñúel, Pedro Olea, Mario Camus, han hecho adaptaciones.
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