viernes, 27 de diciembre de 2019

“Diego Rivera, artista universal”.
Desnudo con girasoles, 1946
En la calle Alberto Aguilera de Madrid está la Casa de México en España, que quiere ampliar el conocimiento de las tradiciones y valores culturales de México con proyectos de calidad, con gran valor estético y significado histórico, como esta exposición sobre Diego Rivera que pretende divulgar el arte mexicano.



Se trata de veinte obras del Museo de Arte del Estado de Veracruz que muestran la obra temprana de Rivera. Obtuvo una sólida formación en la Academia de San Carlos de la Ciudad de México, fundada en el s. XVIII, que contó con profesores nacionales y extranjeros que le introdujeron tanto en la tradición academicista del estudio de los géneros, como en el espíritu de la modernidad que ya imperaba en el régimen porfirista.


Retrato de Angelina Beloff, 1909
Este régimen promovió estímulos a los más destacados estudiantes de arte, pensionándolos para completar su formación en Europa. En 1907, Rivera se embarcó con una beca hacia Europa, donde estuvo hasta 1921, exceptuando el año 1910 en el que volvió a México para participar en las conmemoraciones del Centenario de la Independencia Mexicana.




Ferrocarril de Montparnasse, 1917
Tierras quemadas de Cataluña, 1911
Su primer destino fue España, donde estuvo hasta 1909, participando de la vanguardia en la que Zuloaga establecía la tendencia madrileña e integrándose en el taller del maestro Eduardo Chicharro y Agüera, representante del realismo académico. Rivera demostró ser un artista maduro, con técnica y estilo bien cimentados, lo que le valió el reconocimiento de Joaquín Sorolla. Pero se debatió entre tradición y modernidad, por lo que, en 1909, viajó a Bélgica, Alemania, Reino Unido y Francia.



En todo este tiempo entabló amistad con la comunidad intelectual, destacando su relación con la pintora María Blanchard y el literato Ramón Gómez de la Serna. Éste organizó en Madrid una exposición para ambos artistas, entre otros, titulada “Los pintores íntegros”, en 1915. En ella se exhibe la tendencia modernista de Rivera, con algunas obras en clave cubista, estilo que había comenzado a cultivar en París desde 1913, y en las que plasma su particular y personal visión de los modelos que retrata.


Retrato del escultor Oscar Miestchaninoff, 1913
París fue uno de sus lugares de residencia habituales. Estuvo en 1911-12 y 1915-20, siendo Montparnasse su centro habitual. En este mundo cosmopolita, que acogía a destacados artistas provenientes del mundo entero, Rivera vivió las tendencias pictóricas en busca de su propio lenguaje. Después estuvo en Italia, 1920-21.






Tras el retorno a su patria, inició uno de los movimientos pictóricos más relevantes del siglo XX mexicano, siendo uno de los mayores representantes del muralismo y la escuela mexicana de pintura. Precisamente la exposición finaliza con una representación escenificada del arte muralista.





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