De Palacio a Casa de los Arqueólogos
Pasado y futuro del Palacio Arzobispal de Alcalá de
Henares.
El M.A.R. (Museo Arqueológico Regional) presenta con esta
exposición, en colaboración con la asociación ARPA (Asociación para la
Recuperación del Palacio Arzobispal), el proyecto de futuro que propone para
sus ruinas partiendo de un importante apartado histórico, con el que comienza.
Alfonso VII donó Alcalá, que había sido conquistada
definitivamente en 1118, al arzobispo en 1129 y la primera mención del Palacio
apareció en 1240, en el Fuero Viejo, atribuyéndose su construcción al arzobispo
Jiménez de Rada. De este Palacio medieval existen pocos datos, quedando
documentadas las primeras obras ya en el s. XIV, con los arzobispos Gómez
Manrique y Pedro Tenorio. El majestuoso gran Salón de Concilios, de magnífico
artesonado, ya es del s. XV.
Los arzobispos hicieron largas y frecuentes estancias en
el Palacio, reuniendo concilios y sínodos diocesanos y recibiendo la visita de
los reyes, para los que existía el “Cuarto Real”, que aquí convocaron asambleas
decisivas y Cortes, como las que promulgaron el Ordenamiento de Alcalá. Al ser
la sede del poder arzobispal sobre la villa, el Palacio radicaron el vicario
eclesiástico, el alcaide militar el contador de rentas y el corregidor.
El periodo de los Reyes Católicos es el de mayor
relevancia política. Aquí recibieron, príncipes aún, al legado pontificio
Rodrigo de Borja; aquí acabó sus días confinado el arzobispo Carrillo por
enfrentárseles; aquí nació la infanta Catalina, futura reina de Inglaterra y
Colón se entrevistó con ellos por primera vez; aquí nació el infante Fernando,
futuro Emperador Germánico.
De esta época son los arzobispos Alonso de Fonseca y
Acevedo y Juan Pardo de Tavera, que reformaron el alcázar medieval y lo
transformaron en un palacio del Renacimiento. El proyecto se encomendó a Diego
de Sagredo, primer teórico español de la arquitectura renacentista, y a Alonso
de Covarrubias, y consistió en galerías de arcos de dos alturas adosadas a los
edificios medievales y en la reestructuración de las fachadas, quedando
organizado alrededor de cuatro patios y un jardín al sur. Ya en la década de
1540 intervino Rodrigo Gil de Hontañón.
Los elementos más importantes eran el Patio de Fonseca o
de las Columnas y la escalera de Covarrubias, la pieza más espectacular
cubierta por artesonado mudéjar, “la
mejor escalera claustral de todo el renacimiento español” (Chueca Goitia).
Al sur del conjunto estaban las habitaciones personales de los arzobispos, en
la Galería del Vicario, trazada sobre la línea de la muralla medieval. También
había una huerta ornamental atestiguada desde el s. XV y un viaje de agua de
origen medieval.
Desde el establecimiento en 1561 de la capital en Madrid,
los arzobispos vivieron en la Corte y frecuentaron menos Alcalá y comenzó un
lento ocaso. Francisco Antonio de Lorenzana (1772-1800) fue el último arzobispo
que actuó como gobernante efectivo de Alcalá. El Palacio era oficina,
residencia de sacerdotes y empleados y acogió a clérigos franceses exiliados,
sufrió daños en la Guerra de la Independencia y fue desamortizado en 1841,
quedando en 1855 como escuela del arma de Caballería y pasando a ser importante
Archivo en 1861, tras las obras necesarias.
En abril de 1939, tras la Guerra Civil, un grave incendio
afectó a todo el palacio que quedó en ruinas y abandonado a la intemperie y la
rapiña, para ser finalmente demolido. No hubo ningún interés en recuperar
algunos restos, que fueron expoliados, y hasta los años 80 no comenzaron las
intervenciones arqueológicas. En el año 2016, la CAM presentó el proyecto de
Casa de los Arqueólogos, una extensión del M.A.R.
La exposición, siempre de agradecer, consta de una serie
de paneles explicativos e ilustrativas fotografías antiguas, pero lo mejor es
una gran maqueta, a escala 1:200, que permite ver el complejo en su totalidad,
y un magnífico video que reconstruye el mundo interior del Palacio, cuando
estuvo dedicado a Archivo, y que muestra la magnificencia del edificio.
En el debe hay que colocar unos intentos minimalistas de
reproducción de arcos sin piezas, cuando muchas de esas piezas se encuentran en
el claustro de la Catedral y no hubiese costado mucho traerlas, y el que se
pase de puntillas, con unos pocos lugares comunes, sobre la gran incógnita
relativa al Palacio, la causa del incendio que privó a la ciudad de esta joya
renacentista.
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