Sad Hill (“El bueno, el feo y el malo”).
En el tramo medio del río Arlanza, además del inigualable
triángulo formado por San Pedro de Arlanza, Covarrubias y Santo Domingo de
Silos, pueden encontrarse otros elementos visitables, turísticos, que si no son
tan artísticos e históricos, sí son curiosos e interesantes. Una localización
cinematográfica importante es el cementerio ficticio de Sad Hill, ubicado entre
los términos municipales de Contreras y Santo Domingo de Silos, provincia de
Burgos, en la pista sin asfaltar pero en no mal estado que une ambas
localidades, a unos tres kilómetros del primero y a unos cuatro del segundo.
Sergio Leone eligió, además de éste, otros tres
escenarios en unos 30 kilómetros: el Monasterio de San Pedro de Arlanza
(hospital de la Misión San Antonio, donde Rubio se recupera de sus quemaduras),
el río Arlanza (Puente de Langstone, río Grande), cercanías de Carazo (Campo de
Concentración de Betterville. Tuco y Rubio son hechos prisioneros).
El director quiso rodar su “Trilogía del dólar” (“La
muerte tenía un precio”, “Por un puñado de dólares”) en Almería, desierto de
Tabernas, y en Madrid, pero decidió ambientar esta última película de la
trilogía en un paisaje “más verde” de lo acostumbrado y algo debió ver en esta
zona del río Arlanza.
Esta obra arquitectónica cinematográfica se llevó a cabo
en el verano de 1966 para el rodaje de las últimas escenas de “El bueno, el feo
y el malo”, obra antológica del spaghetti western. Para construir este
gigantesco cementerio circular de 5.000 tumbas –concebido como un coliseo romano, definido como “el circo
del destino”- contó con la ayuda de mil soldados del Ejército español que
construían decorados, escenificaban las batallas y se hacían los muertos,
cobrando cada día de rodaje en el verano abrasador 250 pesetas los soldados rasos
y hasta 900 pesetas los mandos.
Durante el rodaje se produjo una anécdota bochornosa. El
Ejército construyó un puente de troncos y piedras para recrear la batalla entre
confederados y unionistas. Debía saltar por los aires durante el combate, a
manos de los artificieros españoles, pero por error fue volado cuando ninguna
cámara estaba grabando. Fueron necesarias dos semanas para reconstruir la
infraestructura y repetir la explosión.
El argumento (Luciano Vicenzoni y Sergio Leone) está
ambientado en Nuevo México en plena Guerra de Secesión (1861-65), durante la
campaña del General Henry Hopkins Sibley de 1862 y “habla de diversos estereotipos históricos, mediante la historia de tres
personajes errabundos que son una amalgama de todos los defectos humanos”
(Sergio Leone). Los tres, muy diferentes entre sí, buscan un botín de guerra
que ninguno puede localizar sin ayuda de los otros dos. Leone hace una crítica
antibelicista bien argumentada y reforzada por algunos diálogos memorables. La
interpretación de los actores es magistral, destacando algunas secuencias
cumbre: cuando Tuco descubre el cementerio y el “triello”, el duelo a tres en
el cementerio, escena de clímax, de duelo de miradas, montada al ritmo de la
banda sonora de Ennio Morricone que va “in crescendo” hasta el final, y que ha
pasado a la historia como un monumento a las emociones humanas. En conjunto es
una visión crítica de una guerra civil.
Después del rodaje el lugar permaneció abandonado durante
49 años hasta que, en el 2015, los voluntarios de la Asociación Cultural Sad
Hill iniciaron los trabajos de recuperación desenterrando el empedrado central
y financiando la colocación de las cruces mediante una campaña de crowdfunding.
Si sorprendente es que aparezcan legados arqueológicos de este calibre, también
lo es que se intente recuperar, e incluso se intente su declaración como Bien
de Interés Cultural.
Todo el proceso de reconstrucción, que ha contado con
muchas manos voluntarias del entorno, fue registrado en el documental
“Desenterrando Sad Hill” (“Sad Hill Unearthed”), de Guillermo de Oliveira,
nominado a los Premios Goya 2019 en la categoría de Mejor Película Documental,
y en la que participan Clint Eastwood, único protagonista vivo, James Hetfield,
vocalista de Metallica, que lleva 30 años empezando sus conciertos con El
éxtasis del oro, la música de Morricone, que también interviene. El modesto
documental del inicio acabó convirtiéndose en un filme de 83 minutos que va
narrando la exhumación del cementerio del Far West burgalés.
“Desenterrando Sad Hill” es una historia de amor por un
mito, de perseguirlo hasta alcanzarlo. Voluntarios de varios países
desenterraron las piedras de la plaza central, del círculo mágico, cubiertas
por 15 centímetros de tierra y raíces. Ha cosechado varios premios como el de
Mejor Película en la sección Noves Visions de Sitges y el de Mejor Contribución
Técnico-Artística al género western en el festival de Almería.
El cementerio está abierto a los visitantes sin coste
alguno. Pero si se quiere ayudar, puede apadrinarse una tumba por 15 euros. El
cementerio original tenía más cruces de las actuales, pero se necesita
financiación y manos voluntarias. Después del éxito del documental parece que
la Asociación está colapsada de peticiones, así que hay que tener paciencia
para ver el propio nombre en una tumba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario