Río Arlanza.
La exposición de “Las Edades del Hombre” este año en Lerma
sirve de inmejorable pretexto para una visita al valle del río Arlanza, el río
mitológico por excelencia de Castilla, que ha nacido en Fuente Sanza -en la
sierra de Neila, cerca de Quintanar de la Sierra-, provincia de Burgos, y que
atraviesa poblaciones importantes como Salas de los Infantes, Covarrubias y
Lerma, antes de tributar en el río Pisuerga tras unos 160 km de recorrido. En
los documentos medievales, hasta el siglo XII, aparece como Aslanza, quizá “río largo o alargado”. También nos
interesa uno de los numerosos afluentes en sus 5.338 km2 de cuenca,
el río Mataviejas. Es una comarca importantísima, cargada de historia, donde se
forjó el nacimiento de Castilla.
Antes de Covarrubias, en un bello paraje, están las
ruinas del Monasterio de San Pedro de
Arlanza, que tiene un recortado horizonte de bosque de sabina albar y cantiles
calizos, hábitat de los buitres leonados. Parece ser que lo fundó el conde
Fernán González -que logró la independencia del condado de Castilla- en el año
912, cerca de un eremitorio ya existente.
Las ruinas corresponden al conjunto de finales del siglo XI que estuvo
activo hasta 1835, desamortización de Mendizábal. Después, nunca más fue ocupado
y se entregó al expolio y la ruina. El románico y el gótico se mezclan en sus
ruinas, siendo visibles los tres ábsides semicirculares con amplios
presbiterios de la iglesia, la torre del siglo XII, parte del claustro y de la sala
capitular. La portada se trasladó a finales del s. XIX al Museo Arqueológico
Nacional y sus frescos están repartidos por varios museos estadounidenses y el
Museo Nacional de Arte de Cataluña.
Muy cerca del Monasterio de San Pedro de Arlanza se alza
sobre un espolón rocoso la ermita de San
Pelayo, ligada a la leyenda de Fernán González, “el Buen Conde”, que,
estando de cacería, se empecinó en perseguir a un jabalí y se perdió en la
espesura de Vasquevanas. El jabalí se introdujo en la ermita, aislada en la
espesura, y cuando el conde entró para capturarlo, se escondió tras el altar.
El conde se puso a orar. Cerca vivía un eremita llamado Pelayo que, al ver su
piadosa actitud, le vaticinó grandes batallas victoriosas y su triunfo sobre
Almanzor.
El río nos lleva, poco después, a uno de los pueblos más
bonitos, Covarrubias. Su joya es el
llamado Torreón de Fernán González, torre defensiva del siglo X, muy próximo a
la plaza mayor, que domina el caserío y da idea del pasado medieval de la
villa. Mandado edificar por el Conde, formaba parte de una línea de
fortificaciones a lo largo de la cuenca fluvial del río para proteger la
naciente Castilla. Es una de las pocas muestras de la arquitectura militar
prerrománica que quedan.
Frente a la Colegiata de San Cosme y San Damián hay una
escultura que representa a la Princesa Kristina de Noruega, hija del Rey Haakon
IV, que vino a España para desposarse con el infante Felipe de Castilla,
hermano del Rey Alfonso X el Sabio. Ambos reyes fraguaron el matrimonio como
una oportunidad de establecer relaciones comerciales. Se establecieron en
Sevilla, pero el matrimonio duró poco puesto que la princesa murió en 1262, sin
dejar descendencia. Parece que el infante había prometido a la princesa levantar
una capilla en honor de un santo escandinavo, San Olav, pero no lo cumplió
aunque volvió a repetir la promesa en el momento de la muerte. Enterró a su
esposa en el claustro de la Colegiata de San Cosme y San Damián de Covarrubias,
en un bello sepulcro gótico. La Comunidad de Castilla y León está hermanada con
Noruega y en los veranos se celebra un festival hispano-noruego. En 2011 se
construyó, por fin, en el Valle de los Lobos, muy próximo a Covarrubias, la
iglesia dedicada a San Olav, patrono de Noruega.
En esta ocasión no vamos, pero a nuestra derecha queda la
apartada pero interesantísima ermita visigótica del siglo VII de Santa María Quintanilla de las Viñas, a los pies de
los restos del Castillo de Lara, lugar de nacimiento del Conde Fernán González.
De lo que fue un gran templo, asentado al parecer sobre una antigua villa
romana, queda la cabecera y parte del crucero. Los muros son de gran espesor,
cuyos robustos sillares soportan el peso de las bóvedas sin necesidad de
contrafuertes. En el exterior destacan tres frisos superpuestos, con fina
decoración de motivos vegetales en forma de vid, que recorren los muros. Muy
cercanos están el Dolmen de Cubillejo de
Lara y el yacimiento de icnitas Las
Sereas 7.
Hacia la izquierda, en el afluente Mataviejas, está Santo Domingo de Silos, con calles de
sabor medieval, abadía benedictina con el claustro románico presidido por su
altivo ciprés, antigua botica, museo, etc. Durante la misa puede escucharse en
directo el canto gregoriano, antigua plegaria en latín, cantada a cappella, y
que sólo tiene una línea melódica que se ajusta al texto, anónimo, originado en
los comienzos de la liturgia del rito romano.
Este río Mataviejas, que pasa por Silos, tiene, entre las
localidades de Ura y Castroceniza, un desfiladero formado por la acción erosiva
del río en las paredes rocosas, hábitat de rapaces. El nombre del río tiene un
origen legendario que se remonta al Cid Campeador, engañado por dos extrañas
ancianas con aspecto de hechiceras para que pasase la noche con sus huestes en
un bello paraje. En la calma del crepúsculo, los cristianos fueron atacados por
los musulmanes en número muy superior. Cuando todo parecía perdido para ellos,
de la estrechez del desfiladero surgió una luz cegadora que infundió temor en los
infieles y los hizo huir, volviendo entonces la oscuridad. Las hechiceras
huyeron sin darse cuenta que iban a precipitarse al río, donde encontraron su
fin. De ahí el nombre del río.
Muy cercano, en la carretera hacia Aranda, está el Desfiladero de la Yecla, estrecha garganta
excavada en las espesas calizas de las Peñas de Cervera.
Toda esta zona es un Espacio natural protegido, de 26.055
hectáreas, que comprende el desfiladero
de la Yecla, el valle medio del Arlanza, las Peñas de Cervera, el Cañón del Mataviejas,
la Meseta de Carazo, la Peña Gayubar y la Sierra de las Mamblas. En él están
los Sabinares de Arlanza, los mejor conservados. Los valles y las montañas de
roca caliza están cubiertos de bosques mixtos de sabinas, encinas, enebros,
quejigos y rebollos, siendo también interesantes los bosques de ribera y los
quejigales y rebollares de las sierras de San Cristóbal y las Mamblas. Estos
cañones formados en la roca caliza tienen espectaculares cortados, zonas de
nidificación de buitres, águilas, alimoches, etc., y de actividades
espeleológicas.
Después de este triángulo irrepetible –San Pedro de
Arlanza, Covarrubias y Santo Domingo de Silos-, finalmente, queda Lerma, bañada
también por el río Arlanza. Es una pequeña población de unos 2.500 habitantes,
pero muy importante por el turismo, especialmente desde la recuperación del
Palacio del Duque de Lerma como Parador de Turismo. Este año tiene el aliciente
añadido de la celebración de “Las Edades del Hombre”, “Angeli”.
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