jueves, 17 de octubre de 2019


Río Arlanza.


La exposición de Las Edades del Hombre” este año en Lerma sirve de inmejorable pretexto para una visita al valle del río Arlanza, el río mitológico por excelencia de Castilla, que ha nacido en Fuente Sanza -en la sierra de Neila, cerca de Quintanar de la Sierra-, provincia de Burgos, y que atraviesa poblaciones importantes como Salas de los Infantes, Covarrubias y Lerma, antes de tributar en el río Pisuerga tras unos 160 km de recorrido. En los documentos medievales, hasta el siglo XII, aparece como Aslanza, quizá “río largo o alargado”. También nos interesa uno de los numerosos afluentes en sus 5.338 km2 de cuenca, el río Mataviejas. Es una comarca importantísima, cargada de historia, donde se forjó el nacimiento de Castilla.



Antes de Covarrubias, en un bello paraje, están las ruinas del Monasterio de San Pedro de Arlanza, que tiene un recortado horizonte de bosque de sabina albar y cantiles calizos, hábitat de los buitres leonados. Parece ser que lo fundó el conde Fernán González -que logró la independencia del condado de Castilla- en el año 912, cerca de un eremitorio ya existente.  Las ruinas corresponden al conjunto de finales del siglo XI que estuvo activo hasta 1835, desamortización de Mendizábal. Después, nunca más fue ocupado y se entregó al expolio y la ruina. El románico y el gótico se mezclan en sus ruinas, siendo visibles los tres ábsides semicirculares con amplios presbiterios de la iglesia, la torre del siglo XII, parte del claustro y de la sala capitular. La portada se trasladó a finales del s. XIX al Museo Arqueológico Nacional y sus frescos están repartidos por varios museos estadounidenses y el Museo Nacional de Arte de Cataluña.



Muy cerca del Monasterio de San Pedro de Arlanza se alza sobre un espolón rocoso la ermita de San Pelayo, ligada a la leyenda de Fernán González, “el Buen Conde”, que, estando de cacería, se empecinó en perseguir a un jabalí y se perdió en la espesura de Vasquevanas. El jabalí se introdujo en la ermita, aislada en la espesura, y cuando el conde entró para capturarlo, se escondió tras el altar. El conde se puso a orar. Cerca vivía un eremita llamado Pelayo que, al ver su piadosa actitud, le vaticinó grandes batallas victoriosas y su triunfo sobre Almanzor.

El río nos lleva, poco después, a uno de los pueblos más bonitos, Covarrubias. Su joya es el llamado Torreón de Fernán González, torre defensiva del siglo X, muy próximo a la plaza mayor, que domina el caserío y da idea del pasado medieval de la villa. Mandado edificar por el Conde, formaba parte de una línea de fortificaciones a lo largo de la cuenca fluvial del río para proteger la naciente Castilla. Es una de las pocas muestras de la arquitectura militar prerrománica que quedan.



Frente a la Colegiata de San Cosme y San Damián hay una escultura que representa a la Princesa Kristina de Noruega, hija del Rey Haakon IV, que vino a España para desposarse con el infante Felipe de Castilla, hermano del Rey Alfonso X el Sabio. Ambos reyes fraguaron el matrimonio como una oportunidad de establecer relaciones comerciales. Se establecieron en Sevilla, pero el matrimonio duró poco puesto que la princesa murió en 1262, sin dejar descendencia. Parece que el infante había prometido a la princesa levantar una capilla en honor de un santo escandinavo, San Olav, pero no lo cumplió aunque volvió a repetir la promesa en el momento de la muerte. Enterró a su esposa en el claustro de la Colegiata de San Cosme y San Damián de Covarrubias, en un bello sepulcro gótico. La Comunidad de Castilla y León está hermanada con Noruega y en los veranos se celebra un festival hispano-noruego. En 2011 se construyó, por fin, en el Valle de los Lobos, muy próximo a Covarrubias, la iglesia dedicada a San Olav, patrono de Noruega.

En esta ocasión no vamos, pero a nuestra derecha queda la apartada pero interesantísima ermita visigótica del siglo VII de Santa María Quintanilla de las Viñas, a los pies de los restos del Castillo de Lara, lugar de nacimiento del Conde Fernán González. De lo que fue un gran templo, asentado al parecer sobre una antigua villa romana, queda la cabecera y parte del crucero. Los muros son de gran espesor, cuyos robustos sillares soportan el peso de las bóvedas sin necesidad de contrafuertes. En el exterior destacan tres frisos superpuestos, con fina decoración de motivos vegetales en forma de vid, que recorren los muros. Muy cercanos están el Dolmen de Cubillejo de Lara y el yacimiento de icnitas Las Sereas 7.



Hacia la izquierda, en el afluente Mataviejas, está Santo Domingo de Silos, con calles de sabor medieval, abadía benedictina con el claustro románico presidido por su altivo ciprés, antigua botica, museo, etc. Durante la misa puede escucharse en directo el canto gregoriano, antigua plegaria en latín, cantada a cappella, y que sólo tiene una línea melódica que se ajusta al texto, anónimo, originado en los comienzos de la liturgia del rito romano.


Este río Mataviejas, que pasa por Silos, tiene, entre las localidades de Ura y Castroceniza, un desfiladero formado por la acción erosiva del río en las paredes rocosas, hábitat de rapaces. El nombre del río tiene un origen legendario que se remonta al Cid Campeador, engañado por dos extrañas ancianas con aspecto de hechiceras para que pasase la noche con sus huestes en un bello paraje. En la calma del crepúsculo, los cristianos fueron atacados por los musulmanes en número muy superior. Cuando todo parecía perdido para ellos, de la estrechez del desfiladero surgió una luz cegadora que infundió temor en los infieles y los hizo huir, volviendo entonces la oscuridad. Las hechiceras huyeron sin darse cuenta que iban a precipitarse al río, donde encontraron su fin. De ahí el nombre del río.

Muy cercano, en la carretera hacia Aranda, está el Desfiladero de la Yecla, estrecha garganta excavada en las espesas calizas de las Peñas de Cervera.

Toda esta zona es un Espacio natural protegido, de 26.055 hectáreas, que comprende el  desfiladero de la Yecla, el valle medio del Arlanza, las Peñas de Cervera, el Cañón del Mataviejas, la Meseta de Carazo, la Peña Gayubar y la Sierra de las Mamblas. En él están los Sabinares de Arlanza, los mejor conservados. Los valles y las montañas de roca caliza están cubiertos de bosques mixtos de sabinas, encinas, enebros, quejigos y rebollos, siendo también interesantes los bosques de ribera y los quejigales y rebollares de las sierras de San Cristóbal y las Mamblas. Estos cañones formados en la roca caliza tienen espectaculares cortados, zonas de nidificación de buitres, águilas, alimoches, etc., y de actividades espeleológicas.

Después de este triángulo irrepetible –San Pedro de Arlanza, Covarrubias y Santo Domingo de Silos-, finalmente, queda Lerma, bañada también por el río Arlanza. Es una pequeña población de unos 2.500 habitantes, pero muy importante por el turismo, especialmente desde la recuperación del Palacio del Duque de Lerma como Parador de Turismo. Este año tiene el aliciente añadido de la celebración de “Las Edades del Hombre”, “Angeli”.

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