viernes, 11 de octubre de 2019


Lerma. Las Edades del Hombre, 2019.

Las Edades del Hombre, 2019, vigésimo cuarta edición, se exponen en Lerma, localidad burgalesa a orillas del Arlanza. Con este arte sacro abierto a todas las creencias, el arte y la espiritualidad quieren trascender las convicciones religiosas. Es una buena ocasión para disfrutar del inmenso patrimonio sacro de Castilla y León y para homenajear a los campesinos que lo hicieron posible con sus diezmos. 



Esta edición gira en torno a la figura de los ángeles, siempre presentes en las artes plásticas, aunque sea como personajes secundarios. El concepto de ángel es exclusivo de religiones monoteístas, pero seres semejantes hay también en otras. Tienen aspecto y conductas humanas y forman parte de nuestro acervo cultural.


Significa “mensajero”, pero la palabra ha ido evolucionando hacia acepciones que denotan inocencia, candor o bondad, hacia la descripción de rasgos bellos o dulces, como los que traza el artista Eduardo Palacios en el cartel anunciador, que “transmite una imagen real y cercana de un ser que bien pudiera formar parte de nuestras vidas”.


Hay más de trescientos ángeles representados en pinturas, tapices o esculturas, en las 90 obras expuestas, 15 de las cuales son de artistas contemporáneos. La mayoría son ángeles buenos, pero también hay algunos malos. La exposición se estructura en cinco capítulos y en tres sedes expositivas, la Ermita de Nuestra Señora de la Piedad, la iglesia de San Pedro y el Monasterio de la Ascensión de Nuestro Señor.

El recorrido se inicia en la Ermita de la Piedad, antigua iglesia de San Juan Bautista, que fue la parroquia de la villa hasta que esa función pasó a San Pedro. Su origen puede estar en el siglo IX y es el único edificio de Lerma anterior a la remodelación urbanística del Duque, junto con el arco de la cárcel. Tiene tres naves, la central cubierta con sencillo artesonado del siglo XV en los pies y con armadura mudéjar en la cabecera. Como piezas artísticas destacan una imagen gótica del crucificado, del siglo XIV, y un sencillo púlpito de hierro del siglo XVI. Desde el año 2009 se utiliza como espacio escénico para actividades culturales. Aquí se proyecta un video que sirve de introducción a la exposición.



La siguiente estación es la iglesia de San Pedro, 1613-1617, que el poder del duque de Lerma hizo que fuera consagrada como colegiata en 1617, teniendo un estatus diferente. Es barroca con influencia herreriana, obra de Fray Alberto de la Madre de Dios. La fachada destaca por la monumentalidad de la portada principal, con dos columnas dóricas sujetando un entablamento decorado con los escudos ducales. En el centro, una hornacina con frontón semicircular y la imagen de San Pedro. En este exterior, sencillo, también destaca la hermosa torre campanario construida en el mismo estilo que las del palacio ducal.


El interior presenta una planta de tres naves con girola, trascoro y sin crucero. El retablo mayor, barroco, tiene abundante decoración dorada y columnas salomónicas, siendo las tallas de Juan de Ávila, y trazadas por Juan Gómez de Mora la cajonería de la sacristía y la sillería del coro, cuya amplitud da idea de la cantidad de personas que estaban al servicio de la Colegiata. La pila bautismal, uno de los elementos más antiguos, es de principios del siglo XIII y su estilo románico refleja el Árbol de la Vida recogido en la Biblia. Hay una gran solemnidad en la estatua orante, en bronce, de Don Cristóbal de Rojas y Sandoval, Arzobispo de Sevilla y tío del duque de Lerma, que fue trasladada desde Sevilla. Fue comenzada por Pompeo Leoni y acabada por Juan de Arfe, en la línea de las esculturas regias de El Escorial. También son importantes dos magníficos órganos de 1616, de sonido espectacular, referencia de la música barroca, y la mesa taraceada, paños y ornamentos regalo del Duque, en la sacristía.



En esta iglesia se desarrollan los cuatro primeros capítulos de la exposición.

I. Los ángeles como servidores, como ángeles buenos que velan por los hombres. Se centra en el Antiguo Testamento. Destaca un tapiz.


II. Los ángeles vinculados a la vida terrena de Cristo según los relatos evangélicos. Varias obras de influencia flamenca que hablan de la anunciación y el Nacimiento. Pila bautismal.


III. Los ángeles en la vida de la iglesia y de los fieles, en la existencia humana. Ángel de la Guarda de la congregación de las Dominicas de Lerma.


IV. Los ángeles que eligieron libremente rechazar a Dios y  que se saben condenados. Obra de Salvador Carmona que representa a un ángel, entre el Cielo y la Tierra, venciendo al demonio.


Por último, la exposición concluye en el Monasterio de la Ascensión de Nuestro Señor, fundado por doña Mariana de Padilla y su esposo, el duque de Cea, hijo del duque de Lerma, en 1604 para las hermanas Clarisas, por lo que también se llama Convento de Santa Clara. La sobriedad exterior esconde una iglesia de planta de cruz latina, con una nave y crucero. Cobija cuadros de Bartolomé Carducho, del siglo XVII, y un magnífico cristo yacente de Gregorio Fernández. En 1610 se bautizó a la infanta Margarita Francisca, hija del Rey Felipe III.


Aquí puede admirarse el quinto y último capítulo de la exposición.
V. La Jerusalén celeste como mensaje de despedida.


Para conocer la comarca, la Fundación Las Edades del Hombre propone dos rutas:
Ruta 1. Arte y Silencio.
Santo Domingo de Silos, San Pedro de Arlanza, Covarrubias, Lerma, Villamayor de los Montes.
Ruta 2. Campo de Catedrales.
Lerma, Villahoz, Mahamud, Santa María del Campo, Pampliega.

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