miércoles, 2 de octubre de 2019


Las pasarelas de Alquézar.


La población de Alquézar es el centro de una amplia serie de rutas senderistas, a cual más interesante. En otras ocasiones hemos recorrido las balsas de Basacol, San Pelegrín y las primitivas pasarelas, que terminaban en el camino de ascenso al pueblo. Ahora volvemos de nuevo para ver la ampliación, la segunda parte, que, partiendo del camino por un sendero indicado con el letrero Mirador, sale al Camino Natural del Somontano por el que remontar la pendiente hasta el pueblo que se ofrece en lo alto.






Se trata de un recorrido circular de montaña, exclusivamente senderista, de unos tres kilómetros de longitud y 180 m de desnivel acumulado, en un rincón mágico y espectacular esculpido por el río Vero en las calizas de la zona. En un mundo de inmejorables valores paisajísticos, culturales y naturales, podemos disfrutar de sensaciones únicas, en unas dos horas de trayecto de dificultad media, admirando la agraciada combinación de agua y roca, y los trabajos del hombre para aprovechar la fuerza del agua del río. Es un resumen de las esencias paisajísticas, culturales y medioambientales del Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara.



Se puede obtener el billete de entrada por internet para evitar colas y para asegurarse el acceso en determinadas fechas que resulten conflictivas. El punto de partida es, desde la plaza Rafael Ayerbe –antigua Plaza Mayor-, al lado del Ayuntamiento, la calle Iglesia, que desciende hacia la Colegiata. Aquí también puede adquirirse el billete y desde los aparcamientos, el recorrido hasta aquí, atravesando el pueblo, está señalizado.

En el primer desvío a la izquierda nos colocamos el casco protector y se comienza el primer tramo del recorrido, la bajada al río Vero por el Barranco de la Fuente, encajonado entre altas paredes calizas, con la elevada Colegiata en lo alto a la derecha y la Peña Castibián a la izquierda, lugar de escalada entre las oquedades. Esta bajada está acondicionada en algunos tramos con pasarelas de madera, siete tramos, pero hay zonas rocosas que pueden resultar resbaladizas en días de lluvia. También hay tramos muy frondosos, con plantas rupícolas, que alivian el calor de algunos días con su sombra y humedad. En conjunto, puede admirarse el trabajo erosivo del agua y el viento a lo largo del tiempo, mientras, en silencio, pueden verse las rapaces sobrevolando la zona.



El segundo tramo es el río Vero. Al llegar al cauce, se va unos cien metros a la izquierda para ver una curiosa oquedad formada por la erosión del agua, la cueva de Picamartillo. Retrocediendo un poco se toma el primer tramo de pasarelas aéreas, que atraviesan un cortado vertical, para bajar de nuevo al cauce del río, siempre por su orilla derecha. Se continúa un poco por la orilla del agua hasta el estruendo del salto de agua en el Azud. Es una zona muy agreste y bonita –caos de bloques rocosos, oquedades, pozas, agua-, que se inicia en el azud, que tomaba el agua que se derivaba por un canal a la Central, situada más abajo, para generar electricidad. Las pasarelas servían de comunicación entre los tres elementos, azud, canal y central, para los operarios de mantenimiento de la infraestructura, al igual que en el Caminito del Rey.



Desde la antigua central se asciende por un sendero hacia el pueblo. Este era el recorrido de las primitivas pasarelas, pero ahora se ha ampliado. Hay que seguir el letrero que indica Mirador, a la izquierda, que nos dirige al nuevo trayecto, otro tramo de pasarelas más moderno y más aéreo, con espectaculares vistas sobre el río, barrancos y, pasando bajo la Colegiata, Alquézar en lo alto. En este tramo, aún sin llegar a la espectacularidad del Caminito del Rey o de Montrebei y Montfalcó, ya puede empezar a notarse las contradictorias sensaciones que produce la altura. Así se llega al Mirador, desde el que puede contemplarse una espectacular panorámica del último cañón del Vero.



Desde aquí se sale al camino empinado, pesado en días calurosos, que, entre almendros y olivos, nos devuelve a Alquézar, a la plaza del frontón, donde dejamos el casco y nos refrescamos en las terrazas de los bares, próximos a la Oficina de Turismo. A la sombra y con alguna bebida fresca, el pensamiento vuelve al río, a los restos de presas, acequias, molinos y demás infraestructuras que nos hablan de su intenso aprovechamiento histórico, del uso del agua para obtener energía.



También se piensa en continuar la ruta. Desde el Mirador, se sale al camino y, en lugar de subir al pueblo, se baja hasta el puente de Fuentebaños, donde tanto el GR como el Camino Natural del Somontano, que comparten trazado, nos llevan hasta Asque, subiendo por un sendero equipado con barandillas, escalones, etc., y, unos 500 m más adelante, por la ancha pista en que se ha convertido la senda, en dos kilómetros de recorrido. Desde Asque queda a la derecha el puente del Diablo y Colungo, y hacia la izquierda el regreso a Alquézar por el puente de Villacantal. Es una buena ruta circular punteada de puentes, que queda para otra ocasión.


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