viernes, 16 de agosto de 2019


“Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines” 




Esta exposición, dedicada a la pintura holandesa y española de finales del siglo XVI y del siglo XVII y en colaboración con el Rijksmuseum de Ámsterdam, se enmarca en la celebración del Bicentenario del Museo del Prado. Se compone de 72 obras que suponen una reflexión sobre las tradiciones pictóricas de España y los Países Bajos, consideradas como divergentes, señalando los numerosos rasgos que las unen. No se trata sólo de disfrutar de unas obras muy relevantes, de los pintores más admirados, sino de establecer puntos de comparación entre ellas.

El geógrafo, Johannes Vermeer, 1669

El nacionalismo de los siglos XIX y XX incidió en la forma de entender el arte y en conceder importancia a lo que cada nación tenía de diferente, minimizando los rasgos comunes que compartían los artistas europeos. En el caso de España y Holanda, separadas por una guerra, esto se acentuó, a pesar de que, por ejemplo, se interpretase en los dos países de forma similar el legado de la pintura flamenca e italiana, en una estética alejada del idealismo e interesada por la apariencia real.

El sitio de Breda, Jacques Callot, 1626-1628

Las obras de esta exposición no expresan ideas nacionales, sino ideas y planteamientos que compartían una comunidad supranacional de creadores, lo que hizo pensar a José Ortega y Gasset que “La unidad de la pintura de Occidente es uno de los grandes hechos que hacen manifiesta la unidad de la cultura europea”.




Retrato de un médico, El Greco, 1582-1585

Caballero anciano, El Greco, 1587-1600

El contexto histórico en el que trabajaron los pintores aquí reunidos es el de la confrontación entre España y los Baíses Bajos, en rebelión dirigida por Guillermo de Orange que dio origen a la Guerra de los Ochenta Años (1568-1648), de la que surgieron dos territorios, dos países, Bélgica y los Países Bajos u Holanda, el presente en la exposición. Este conflicto quedó tratado en cuadros como “La rendición de Breda” de Velázquez o “La ronda de noche” de Rembrandt.


Nicolás Omazur, Bartolomé Esteban Murillo, 1672
Francisco Pacheco, Diego Velázquez, 1620
Retrato de hombre, Diego Velázquez, 1623


La aparición de un nuevo país no significa que fuese excepcional y diferente, ni que eso se pudiera manifestar en su pintura. Aceptando, naturalmente, sus peculiaridades, la pintura holandesa comparte rasgos fundamentales con la realizada en otros territorios de la Monarquía española.




Mujer bañándose en un arroyo, Rembrandt, 1654


Autorretrato como el apóstol San Pablo, Rembrandt, 1661

Autorretrato, Carel Fabritius, 1645
Jerónimo de Cevallos, El Greco, 1613
Ámbito 1. Imagen, moda y pintura en España y los Países Bajos.
Igualdad en la vestimenta de las élites de ambos países, con el color negro, herencia del gusto de la casa ducal de Borgoña (Felipe el Hermoso, Carlos V, Felipe II), como color preferente, que perduró más que en otros países. Además de la ropa, en los retratos de los dos países son similares las posiciones de las figuras, los gestos y los complementos, debido a que se basaban en modelos comunes creados en los siglos XV y XVI en Italia y en Flandes (Bélgica).

Felipe II, Antonio Moro, 1555-1558


Demócrito, Hendrick ter Brugghen, 1628
Demócrito, José de Ribera, 1630 
Ámbito 2. Ficciones realistas.
La humanización de los asuntos, tanto de los pintores españoles como holandeses del siglo XVII, llevó a que los dioses, santos, sabios, etc., que aparecen son personas de rasgos comunes, que visten con humildad y habitan en espacios cotidianos. Como alternativa al idealismo renacentista había surgido esta corriente realista a finales del siglo XVI, y, mientras en otros países cedió pronto, en España y Holanda pervivió más tiempo, siendo uno de los motivos de la afinidad entre pintores de ambos países. Hay que advertir que el término realismo es equívoco, puesto que las pinturas no son una transcripción de la realidad sino una transformación, que no representa sencillamente lo que los artistas veían.

Marte, Diego Velázquez
Retrato de un orfebre, Werner van den Valckert, 1617

Cuatro figuras en escalón, Bartolomé Murillo, 


Bodegón con cardo, francolín, uvas y lirios
Felipe Ramírez, 1628
Ámbito 3. Pintura de naturalezas muertas.
Las naturalezas muertas o bodegones de, por ejemplo, Zurbarán, causaron admiración en teóricos de este género pictórico que surgió a finales del siglo XVI a partir de un sustrato común a toda Europa y se desarrolló simultáneamente en muchos países. Aunque hay características locales, no es el origen geográfico sino el interés por diferentes corrientes estéticas lo que las diferencia, existiendo elementos comunes como la austeridad y el cuidado en la ejecución que caracteriza a las holandesas, pero también a otras.

Bodegón con alcachofas, flores y recipientes de vidrio.
                 Juan van der Hamen y León, 1627


Ámbito 4. Contactos directos entre artistas y mecenas.
Además de la cultura artística que compartieron los pintores holandeses y españoles del siglo XVII, también hubo casos de contactos directos entre artistas y coleccionistas. Gerard Ter Borch viajó a España y retrató a Felipe IV. Bartolomé Esteban Murillo pintó jóvenes humildes y traviesos influido por cuadros holandeses que conoció gracias a comerciantes de ese origen que residían en Sevilla. El rey Felipe IV encargó un conjunto de paisajes para decorar el palacio del Buen Retiro de Madrid a artistas que trabajaban en Roma, entre ellos varios holandeses.

La salida al campo con el ganado, Jan Both, 1639-41

Retrato de un hombre, Frans Hals, 1635
El bufón el Primo, Diego Velázquez,  1644
Ámbito 5. “Pintar a golpes de pincel groseros”.
La técnica de pincelada suelta y aspecto abocetado, que deja a la vista las huellas de su creación, es compartida por muchos artistas de ambos países. Es una forma de trabajar heredera de Tiziano y otros venecianos del siglo XVI y se sobrepone a la técnica anterior, de aspecto más suave y pulido. Esta influencia veneciana  perduró en España y Holanda mucho más que en otros centros artísticos, lo que supone una más de las afinidades.



Vista del jardín de la Villa Medici, Velázquez

Vistas de casas en Delft, Vermeer

Menipo, Velázquez
Autorretrato, Rembrandt



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