jueves, 25 de julio de 2019


Mérida

La capital de Extremadura (1983), situada en la provincia de Badajoz, es una población de unos 60.000 habitantes que, al menos durante el Festival Internacional de Teatro Clásico, hierve de animación. Y, sin embargo, sin rebajar la importancia del Festival celebrado en un marco inigualable, tiene elementos suficientes para engendrar un movimiento turístico permanente.

Concatedral Metropolitana de Santa María la Mayor
Conventual de Santiago. Presidencia de la Junta de Extremadura
Asamblea. Antiguo Hospital de San Juan de Dios


La zona situada entre los cauces del Guadiana y del Albarregas fue un lugar conveniente para el establecimiento humano, existiendo restos cercanos del Paleolítico, Neolítico y Calcolítico. Pero, al parecer, su origen como ciudad se debe a su fundación como colonia romana en el año 25 a.C., por orden del emperador Octavio Augusto, para asentar a los soldados veteranos (eméritos) de las legiones V Alaudae y X Gemina. Así se estableció Augusta Emerita, gran urbe, capital de la provincia romana de Lusitania, capital de alanos y suevos, importante ciudad del Reino Visigodo y capital de la Cora durante la época musulmana hasta ser reconquistada en 1230 por Alfonso IX de León. También fue sede metropolitana hasta 1119 en que se trasladó a Santiago de Compostela.



El legado más antiguo que permanece es el romano, amplísimo, especialmente lo relacionado con el agua: puentes (río Guadiana, río Albarregas), embalses (Proserpina, Cornalvo), acueductos (los Milagros, San Lázaro), termas (San Lázaro, Reyes Huertas). También quedan casas (del Mitreo, del Anfiteatro, mosaicos), templos (Diana), el foro, arco (Trajano) y lo relacionado con el ocio (circo, anfiteatro, teatro). Un recorrido por la ciudad puede enlazar todos estos elementos y concluir en el Museo. Además, hay restos visigodos (Museo) y la Alcazaba árabe.


Arte Visigodo. Iglesia de Santa Clara


Los sillares de época romana fueron reutilizados, como en tantos lugares, para construcciones posteriores, como el Palacio de los Vera-Mendoza, del siglo XV, mezcla de gótico final (alguna ventana) y renacimiento (patio porticado), que actualmente es hotel. Otro palacio importante es el de los Corbo, dentro del Templo de Diana cuya estructura ya había sido usada en los periodos visigodo y musulmán. La Casa consistorial, en la plaza de España, es de estilo neoclásico y fue construido en la segunda mitad del siglo XIX, y el Palacio de la China, de 1928, muestra un estilo ecléctico inspirado en el regionalismo andaluz.



El edificio causa de esta visita es el teatro romano, construido bajo el cónsul Marco Vipsanio Agripa e inaugurado hacia los años 16-15 a.C. Tras las remodelaciones del siglo I (frente escénico actual) y IV fue abandonado al imponerse la religión cristiana. Las excavaciones y parcial reconstrucción son del siglo XX. Aunque el pueblo debía preferir las carreras de carros del circo o los combates entre gladiadores y animales del anfiteatro, la autoridad hacía propaganda de sí misma desde el teatro, lo que respondía a intereses políticos.




Caracteriza el modelo típico romano, según las reglas del tratado “De architectura” de Marco Vitruvio, y tenía un aforo de unos 6.000 espectadores. Estaba situado lejos del centro de la ciudad, junto a las murallas, y las gradas aprovechan la pendiente natural de un cerro para economizar materiales. La cávea está dividida en tres sectores destinados a las diferentes clases sociales. A la orchestra, espacio semicircular destinado al coro, se accede por los parodoi, galerías en ángulo ubicadas en los laterales, bajo las gradas. Sobre las puertas hay inscripciones referentes a Agripa.

La scaena, de gran amplitud, queda resaltada por el efectista telón de fondo, de 17 m de altura y gran riqueza decorativa, que tiene un gran dinamismo a base de combinar líneas rectas y curvas. Las columnas y la estructura son de mármol de Macael (Almería). La economía agrícola de la ciudad se pone de manifiesto en la serie de esculturas de los intercolumnios, que, además de la diosa Ceres, relatan un pasaje mitológico en el que Cora, raptada por Plutón, se convierte en la infernal Proserpina.

Detrás está un modificado postcaenium y, más allá, un peristilo, zona ajardinada de esparcimiento con una estancia relacionada con el culto imperial, las letrinas y la Casa del Teatro, con varias habitaciones con pinturas murales que representan figuras humanas a tamaño natural.


Al lado del teatro está el anfiteatro. Ambos fueron planificados juntos y se edificó poco después, inaugurándose en el año 8 a.C. El conjunto formaba una gran área pública para espectáculos, acorde con la capitalidad de la población, para el desarrollo de las venatio, luchas entre gladiadores (se encomendaban a la diosa Némesis), entre hombres y fieras, etc. Sufrió la misma suerte, siendo abandonado en el s. IV y excavado en el XX.

Tiene forma elíptica, con 126 x 102 m en los ejes máximos y 64 x 41 m en la arena. La cávea también aprovecha el desnivel de la ladera del cerro, como el teatro. El graderío se divide en tres sectores, prácticamente desaparecido el superior. En los extremos del eje menor, sobre las primeras gradas, había dos tribunas reservadas a las autoridades y en sus frentes estuvieron colocadas unas inscripciones que han permitido conocer la fecha de la inauguración del edificio.

Estas lápidas y otras cornisas, muretes de mármol, pinturas murales, etc., pueden verse en el cercano Museo Romano, también de obligada visita.

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