Mérida
La capital de
Extremadura (1983), situada en la provincia de Badajoz, es una población de
unos 60.000 habitantes que, al menos durante el Festival Internacional de
Teatro Clásico, hierve de animación. Y, sin embargo, sin rebajar la importancia
del Festival celebrado en un marco inigualable, tiene elementos suficientes
para engendrar un movimiento turístico permanente.
La zona situada
entre los cauces del Guadiana y del Albarregas fue un lugar conveniente para el
establecimiento humano, existiendo restos cercanos del Paleolítico, Neolítico y
Calcolítico. Pero, al parecer, su origen como ciudad se debe a su fundación
como colonia romana en el año 25 a.C., por orden del emperador Octavio Augusto,
para asentar a los soldados veteranos (eméritos) de las legiones V Alaudae y X
Gemina. Así se estableció Augusta
Emerita, gran urbe, capital de la provincia romana de Lusitania, capital de
alanos y suevos, importante ciudad del Reino Visigodo y capital de la Cora
durante la época musulmana hasta ser reconquistada en 1230 por Alfonso IX de
León. También fue sede metropolitana hasta 1119 en que se trasladó a Santiago
de Compostela.
El legado más
antiguo que permanece es el romano, amplísimo, especialmente lo relacionado con
el agua: puentes (río Guadiana, río Albarregas), embalses (Proserpina,
Cornalvo), acueductos (los Milagros, San Lázaro), termas (San Lázaro, Reyes
Huertas). También quedan casas (del Mitreo, del Anfiteatro, mosaicos), templos
(Diana), el foro, arco (Trajano) y lo relacionado con el ocio (circo,
anfiteatro, teatro). Un recorrido por la ciudad puede enlazar todos estos
elementos y concluir en el Museo. Además, hay restos visigodos (Museo) y la
Alcazaba árabe.
Los sillares de
época romana fueron reutilizados, como en tantos lugares, para construcciones
posteriores, como el Palacio de los Vera-Mendoza, del siglo XV, mezcla de
gótico final (alguna ventana) y renacimiento (patio porticado), que actualmente
es hotel. Otro palacio importante es el de los Corbo, dentro del Templo de
Diana cuya estructura ya había sido usada en los periodos visigodo y musulmán.
La Casa consistorial, en la plaza de España, es de estilo neoclásico y fue
construido en la segunda mitad del siglo XIX, y el Palacio de la China, de
1928, muestra un estilo ecléctico inspirado en el regionalismo andaluz.
El edificio causa
de esta visita es el teatro romano, construido bajo el cónsul Marco Vipsanio Agripa
e inaugurado hacia los años 16-15 a.C. Tras las remodelaciones del siglo I
(frente escénico actual) y IV fue abandonado al imponerse la religión
cristiana. Las excavaciones y parcial reconstrucción son del siglo XX. Aunque
el pueblo debía preferir las carreras de carros del circo o los combates entre
gladiadores y animales del anfiteatro, la autoridad hacía propaganda de sí
misma desde el teatro, lo que respondía a intereses políticos.
Caracteriza el
modelo típico romano, según las reglas del tratado “De architectura” de Marco
Vitruvio, y tenía un aforo de unos 6.000 espectadores. Estaba situado lejos del
centro de la ciudad, junto a las murallas, y las gradas aprovechan la pendiente
natural de un cerro para economizar materiales. La cávea está dividida en tres
sectores destinados a las diferentes clases sociales. A la orchestra, espacio
semicircular destinado al coro, se accede por los parodoi, galerías en ángulo
ubicadas en los laterales, bajo las gradas. Sobre las puertas hay inscripciones
referentes a Agripa.
La scaena, de gran
amplitud, queda resaltada por el efectista telón de fondo, de 17 m de altura y
gran riqueza decorativa, que tiene un gran dinamismo a base de combinar líneas
rectas y curvas. Las columnas y la estructura son de mármol de Macael (Almería).
La economía agrícola de la ciudad se pone de manifiesto en la serie de
esculturas de los intercolumnios, que, además de la diosa Ceres, relatan un
pasaje mitológico en el que Cora, raptada por Plutón, se convierte en la
infernal Proserpina.
Detrás está un
modificado postcaenium y, más allá, un peristilo, zona ajardinada de
esparcimiento con una estancia relacionada con el culto imperial, las letrinas
y la Casa del Teatro, con varias habitaciones con pinturas murales que
representan figuras humanas a tamaño natural.
Al lado del teatro
está el anfiteatro. Ambos fueron planificados juntos y se edificó poco después,
inaugurándose en el año 8 a.C. El conjunto formaba una gran área pública para
espectáculos, acorde con la capitalidad de la población, para el desarrollo de
las venatio, luchas entre gladiadores (se encomendaban a la diosa Némesis),
entre hombres y fieras, etc. Sufrió la misma suerte, siendo abandonado en el s.
IV y excavado en el XX.
Tiene forma
elíptica, con 126 x 102 m en los ejes máximos y 64 x 41 m en la arena. La cávea
también aprovecha el desnivel de la ladera del cerro, como el teatro. El
graderío se divide en tres sectores, prácticamente desaparecido el superior. En
los extremos del eje menor, sobre las primeras gradas, había dos tribunas
reservadas a las autoridades y en sus frentes estuvieron colocadas unas
inscripciones que han permitido conocer la fecha de la inauguración del
edificio.
Estas lápidas y
otras cornisas, muretes de mármol, pinturas murales, etc., pueden verse en el
cercano Museo Romano, también de obligada visita.
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