Tesoros de la Hispanic Society of America.
El Museo del Prado presenta esta magnífica exposición que
exhibe parte de la colección del gran filántropo Archer Milton Huntington, hijo
de una de las mayores fortunas de los Estados Unidos, que, debido a su gran pasión
coleccionista, formó, en 1908, una biblioteca y un museo para alentar el
estudio del arte hispánico, y desarrolló una importante labor editorial -poniendo
ediciones facsímiles de libros y manuscritos al alcance de los hispanistas- priorizando
la compra de obra fuera de España para no privar al país de sus tesoros
artísticos.
La naturaleza dual del proyecto, museo y biblioteca,
explica la idea de una aproximación integral a la historia de España a través
de este centro de investigación y difusión de la cultura española, con una
visión muy amplia, tanto geográfica como cronológicamente. La vocación
contemporánea con la que nació llevó a que trabajaran para él artistas de
vanguardia como Zuloaga y, especialmente, Sorolla.
La exposición está dividida en cuatro apartados: salas A
y B en la planta baja, y salas C y D en
la planta superior. La primera parte, salas A y B, propone un recorrido
cronológico y temático por la producción artística española y latinoamericana.
La Antigüedad está representada por un completo conjunto cerámico de la cultura
campaniforme (segundo milenio a.C.), metalistería celtíbera, brazaletes,
lucernas, mosaicos romanos, etc. Alguna de las piezas –quizá el busto de un
joven y el torso de Diana cazadora- proceden de excavaciones patrocinadas por
el propio Huntington, como en Itálica.
Loza de Manises, un arcón mudéjar y seda de la Alhambra
aluden a la España Medieval, una de las pasiones de Huntington, quien compaginó
el estudio del castellano y el árabe y que pensaba que la herencia islámica era
tan relevante como la cristiana, por lo que muestra piezas tanto musulmanas,
como híbridas, realizadas en territorios cristianos por artesanos musulmanes. En
la sala dedicada a los Reinos cristianos se refleja el esplendor gótico
(orfebrería e hilatura), la irrupción del gótico internacional en pintura, el
trabajo de escultores de origen noreuropeo como Gil de Siloé, una pila
bautismal, aldabas con motivos animales y antropomórficos (excelente ejemplo de
metalistería tardomedieval), dalmáticas y casullas.
El interés por la lengua y literatura españolas llevó a
Huntington a formar una excelente biblioteca mediante la adquisición de
bibliotecas particulares (la del marqués de Jerez de los Caballeros, la mejor
de fondo antiguo tras la Biblioteca Nacional) y recurriendo el mercado
especializado. El sorprendente resultado incluye miles de volúmenes (con
manuscritos e incunables), publicaciones periódicas, cartas autógrafas, etc.
Aquí pueden verse biblias, misales, privilegios, ejecutorias de hidalguía, etc.
El Siglo de Oro, quizá el periodo más conocido –especialmente
su pintura- está muy bien simbolizado en un amplio abanico de obras: El Duque
de Alba (A. Moro), San Jerónimo (El Greco), Santa Marta (Juan de Juni), Santa
Emerenciana (Zurbarán), Eclesiástico (A. Cano), Conde-Duque de Olivares
(Velázquez), Inmaculada (Carreño), Hijo pródigo (Murillo), Retrato de niña
(Velázquez), además de otras obras de Luis de Morales. Pero no sólo hay
pintura, también hay esculturas policromadas
(San Acisclo de Pedro de Mena y los Desposorios de santa Catalina de la
Roldana), una custodia de Cristóbal Becerril y cerámica de Talavera. El gran
lienzo de Sebastián Muñoz, con la exposición en 1689 del cadáver de la reina
María Luisa de Orleans, esposa de Carlos II, cierra esta sección.
Una sala especial es
la dedicada a la cartografía, testigo de la ampliación de los horizontes
vitales y geográficos de los europeos en el paso del siglo XV al XVI. Son
objetos útiles, e incluso lujosos, y, siendo artísticos, compendian la
sabiduría científica de la época. Pueden verse portulanos mediterráneos o el
Mapamundi de Giovanni Vespucci, cuya mirada europea contrasta con la distinta
cosmovisión indígena del Mapa de Tequaltiche.
La historia y cultura
españolas posteriores al siglo XV eran indisociables de América, según
Huntington. Por eso incluyó en su colección el arte colonial, representado en
pinturas, esculturas y, especialmente, artes decorativas, donde mejor se
aprecia el genio creativo de los artesanos indígenas, que adaptaron las formas
europeas a sus materiales y técnicas tradicionales y asimilaron motivos y
materias procedentes de Asia. La consolidación de las élites criollas, que
culminó en los movimientos emancipadores, se traduce en las pinturas de castas.
La invasión
napoleónica puso fin a un largo siglo XVIII. Las independencias americanas y la
muerte de Fernando VII marcaron el comienzo de planes de modernización del país
como puede apreciarse en las artes decorativas, con las piezas de porcelana de
Alcora y del Buen Retiro o de vidrio de La Granja, aunque siguen existiendo
obras tradicionales sobre San Sebastián, Las Bodas de Caná, Santiago Matamoros,
etc., e incluso se dan reacciones castizas, como el “majismo”, representado por
Goya en su retrato de la duquesa de Alba. Todo esto pone fin al Antiguo
Régimen.
En el piso superior,
la gran sala dedicada a la España Moderna presenta una espléndida colección de obras
de artistas destacados ya fallecidos, como Federico de Madrazo o Mariano
Fortuny, de obra de artistas vivos como los retratos de J. Sorolla (Beruete, A.
Machado, Galdós, Azorín, etc.), los paisajes de Beruete (Puente de Alcántara,
Segovia, Guadarrama), y obras de Zuloaga (Familia del torero gitano, Lucien
Breval, Carmen), Hermenegildo Anglada Camarasa (Muchachas de Burriana -falleras-) e I. Nonell (La Roser).
Finalmente, la sala D
ofrece un documental de unos 20´de duración, rodado entre Nueva York y el Museo
del Prado, que enseña la historia de la Hispanic Society desde principios de
siglo XX, incidiendo en la temprana vocación coleccionista de Huntington, la
sede de su colección, sus relaciones con los intelectuales españoles, la
amistad con Sorolla, y la filantropía anónima del mecenas.
Archer Milton Huntington José María López Mezquita |
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