domingo, 28 de mayo de 2017

Eduardo Mendoza.




El Premio Cervantes 2017 ha recaído en el escritor barcelonés Eduardo Mendoza, que, en su discurso, dijo que había leído El Quijote cuatro veces a lo largo de su vida. El humor que detectó en su tercera lectura está presente en la obra de este autor que, a la entrada de la Universidad, dijo haber traído a la familia para que le criticasen y a los amigos para que le hicieran la ola.

El encanto del estilo sencillo y claro de Cervantes  admiró en su primera lectura a quien ya sabía que quería escribir, aunque “las vocaciones tempranas son árboles con muchas hojas, poco tronco y ninguna raíz”. La segunda le llevó a la identificación con el Caballero de la Triste Figura, en cuanto ser de “idealismo desencaminado” porque, según explicó, “un héroe épico se vuelve un pelma cuando ya ha hecho lo suyo. En cambio, un héroe trágico nunca deja de ser un héroe, porque es un héroe que se equivoca. Y en eso a don Quijote, como a mí, no nos ganaba nadie”.

Finalmente, en la cuarta lectura se preguntó por la locura de don Quijote, respondiendo afirmativamente, lo mismo que por la suya, aunque después de todo, después del premio, quiere seguir siendo el que siempre ha sido: “Eduardo Mendoza, de profesión, sus labores”.



La Universidad de Alcalá de Henares ha homenajeado al escritor con una exposición titulada “Eduardo Mendoza y la ciudad de los prodigios”, que puede visitarse en el Museo Luis González Robles (Edificio del Rectorado, primera planta) y que consta de una serie de textos entresacados de “La ciudad de los prodigios” y algunos de “La verdad sobre el caso Savolta” - dos de sus obras más importantes, con un amplio y detallado fondo histórico de la ciudad- acompañados por magníficas fotografías antiguas pertenecientes al Arxiu Fotogràfic de Barcelona.

Las dos Exposiciones Universales celebradas en la ciudad, 1888 y 1929, que demostraban su pujanza económica, enmarcan el periodo temporal tratado en esta muestra, que comienza con los planos de la ciudad en ambas fechas para poder observar las diferencias de su urbanismo. Tras la geografía general del emplazamiento de la ciudad, se pasa a su ampliación con el derribo de las murallas como sucedió en muchas otras ciudades. El trabajo proporcionado por las obras origina una fuerte emigración rural y la aparición de zonas de barracas, como el barrio de Pekín, que complementan las calles estrechas, con charcos y basura, de los barrios viejos.

Las grandes obras modificaron la fisonomía de la ciudad atendiendo al transporte -como en la Vía Laietana-, a su ampliación –urbanización de la montaña de Montjuich por impulso de Primo de Rivera, que apartó a los que se opusieron-, y a edificios emblemáticos –estadio de Montjuich, exaltación del deporte; Palau Nacional de Montjuich; Palau de la Música; Pueblo Español, etc.-. La culminación fue la inauguración de las dos Exposiciones.

El mundo del trabajo aparece en las obras de las Exposiciones Universales, en empresas importantes como La Maquinaria Terrestre y Marítima, y en situaciones conflictivas como la huelga del Mercado de San Antonio. Los parones en las obras y su terminación suponían el paro para muchos trabajadores.



No podía faltar el aspecto político, en el que se muestran graves conflictos como la Semana Trágica y las barricadas, mítines, atentados, la muerte de María Cristina –que había inaugurado la Exposición de 1888- poco antes de inaugurarse la de 1929, y un banquete homenaje a Francesc Cambó, celebrado en el Parque Güell.

A pesar de todos los problemas y de las situaciones penosas, también hay textos e imágenes más amables como el paseo por el bulevar La Rambla, la generalización de la electricidad, el tranvía –que posibilita, además, ir más fácilmente a la playa-, el tranvía descubierto, etc. La existencia de clases sociales de nivel económico alto –aristocracia, burguesía- se plasma en la visión de las uniformadas niñeras de paseo y de entretenimientos como el cine –Borrás-, el Palau de la Música, el Hipódromo, etc.


En unos momentos en los que algunos pretenden una diferenciación explícita de Cataluña y lo catalán, bueno es leer –es bueno siempre- las desmitificadoras palabras que Eduardo Mendoza dice, hablando de la historia de la ciudad, en la primera página de “La ciudad de los prodigios”: “… A los fenicios siguieron los griegos y los layetanos. Los primeros dejaron de su paso residuos artesanales; a los segundos debemos dos rasgos distintivos de la raza, según los etnólogos: la tendencia de los catalanes a ladear la cabeza hacia la izquierda cuando hacen como que escuchan y la propensión de los hombres a criar pelos largos en los orificios nasales … .”


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