lunes, 3 de abril de 2017

BEATO.  El misterio de los siete sellos.

La Sala de las Musas es el santuario del Museo de la Biblioteca Nacional. Aquí se muestra una selección de piezas originales, obras únicas, tesoros conservados a través del tiempo, que se custodian en sus depósitos. El origen del nombre se remonta al siglo III a.C. cuando se construyó en Alejandría el Museion, santuario consagrado a las Musas -diosas de la memoria, las artes y las ciencias, inspiradoras de artistas y poetas- y dedicado al estudio, la enseñanza y la investigación. El Museion albergaba la famosa biblioteca, conocida en todo el mundo antiguo por su grandeza y excepcionalidad, que se mantuvo en pie hasta el incendio del año 48 a.C.

Desaparecido el Museion, la palabra fue rescatada en el Renacimiento por Lorenzo de Medici, que denominó Museum a su colección de arte y códices. Desde entonces se mantuvo ligada a las colecciones privadas de reyes y mecenas, hasta que tras la Revolución francesa los museos pasaron a ser nacionales.

Fue en la isla de Patmos donde el apóstol Juan tuvo una visión de la que nació el texto del Apocalipsis. Beato de Liébana fue presbítero (posiblemente abad) del Monasterio de San Martín de Turieno (después, Santo Toribio) en la Cantabria del siglo VIII. Tuvo relación con la protomonarquía astur. Teólogo, fue famoso en su época por su enfrentamiento a la herejía adopcionista mantenida por el arzobispo primado Elipando de Toledo, que sostenía que Jesucristo era hijo adoptivo de Dios. En el 786 escribió unos Comentarios al Apocalipsis de San Juan, cuyas copias se conocen con el nombre genérico de beatos. Es la obra más famosa de Beato de Liébana, aunque no la única, pues fue autor de otras como Adversus Elipandum o Apologético o Dei Verbum.

Su popularidad se acrecentó durante el siglo X, coincidiendo con la más lamentable situación de los cristianos, como consecuencia de la grandeza del Califato cordobés. Los Comentarios circularon como anónimos, ya que ninguno de los manuscritos conservados afirma la autoría de Beato. Se presentan como una mera compilación y extracto de otros autores, como San Isidoro de Sevilla, Apringio y Tyconio.

De estilo mozárabe con influencias carolingias, lo beatos constituyen la primera gran manifestación artística de la pintura española. Su contenido estudia las misteriosas revelaciones del evangelista San Juan a la luz de los escritos de autores cristianos como San Ambrosio, San Jerónimo, San Fulgencio, San Gregorio, Ticonio e Ireneo. Lo más llamativo de los beatos son sus maravillosas ilustraciones cuya fuerza expresiva tuvo gran influencia en todo el arte medieval.

El beato más espléndido, el de Fernando I y doña Sancha, datado en el siglo XI, forma parte de los fondos de la Biblioteca Nacional, es uno de los dos que posee, y ha sido incluido por la UNESCO en el Registro de la Memoria del Mundo. También se le conoce como Beato de Facundo, en atención al autor de sus ilustraciones o miniaturas.

Esta exposición surge de un proyecto docente llevado a cabo por los alumnos de la especialidad de diseño gráfico de la Escuela Superior de Diseño de Madrid en colaboración con la B.N. Los alumnos de 2º curso, como nuevos beatos y copistas del s. XXI, retoman su imaginario, intentando descifrar los mensajes contenidos en el Beato a través de un minucioso estudio de sus imágenes y textos, y construyen nuevos mensajes y miradas que intentan reconstruir la memoria, miedos, utopías, imágenes, lugares, vacíos y relatos de nuestro contemporáneo apocalipsis por medio de herramientas gráficas contemporáneas. Los siete sellos serán revelados a través de fotolibros, videojuegos, carteles, estampas y proyectos gráficos en diversos soportes.

Mapa. El mundo, creado como un mapa, se convierte en un libro abierto para ser recorrido, donde cada movimiento o cada señal se transforma en un signo; y en el centro, el hombre. La creencia en una tierra plana, rodeada de océanos con forma de ríos, invita a un recorrido por ese mundo imaginario para adentrarnos en su oculto interior.

Imagen. El color, la composición y el simbolismo místico de las ilustraciones del Beato de Facundo son enfocados hacia un trabajo de simplificación y contemporaneidad. A través de fragmentos de algunas ilustraciones, se confirma que en el pequeño detalle hay un mundo de sugerencias que desvelan nuevos conceptos.

Utopía. El anhelo contemporáneo de un futuro imaginado, pero donde los sueños pueden convertirse en pesadillas al igual que las promesas y castigos narrados en el relato del Apocalipsis.

Memoria. La memoria siempre infiel y subjetiva. Nuestro imaginario interior transforma los datos en narraciones y relatos, donde la identidad de un pueblo o una nación a veces queda tan solo supeditada a aquellos lugares donde textos e imágenes son compartidos.

Escritura. La escritura, entendida como un laberinto de signos opacos y misteriosos, se enfrenta a esta nueva forma de nombrar a través de la imagen fotográfica, donde la realidad queda escrita como una nueva iluminación para un beato contemporáneo.

Miedo. El miedo a un futuro incierto en un mundo actual donde todo es posible y en el que el ser humano se ve inmerso en inagotables pruebas a superar, tras las cuales el paraíso es posible.

Silencio. El séptimo sello, abierto en la nube, transforma la realidad en un inmenso big data, información cuyo código solo unos pocos conocen y donde lo sensible ha desaparecido para dar paso al silencio.


La muestra termina con unos esclarecedores versos de Pedro Calderón de la Barca:  
“En fin, inquieto y violento
por donde quiera que voy.
Soy todo y nada, pues soy
el humano pensamiento.
Mira si bien me describe
variedad tan singular,
pues quien vive sin pensar

no puede decir que vive.” 

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