Escher
El palacio del Marqués de Gaviria, en la calle del Arenal
de Madrid, fue construido en 1846-47 por el arquitecto Aníbal Álvarez Bouquel
al estilo de los palacios renacentistas italianos y con influencias
neoclásicas, siendo uno de los más lujosos de su época, famoso por las fiestas
que en él se celebraban. Destacan los frescos de los salones, obra de Joaquín
Espalter y Rull. Fue discoteca, estuvo años cerrado y todavía tiene tiendas en
la parte baja.
En este palacio puede verse una exposición sobre Maurits
Cornelis Escher (Países Bajos, 1898-1972), cuyas surrealistas creaciones han
seducido a científicos, matemáticos y diseñadores, además de haber ejercido
influencia en el arte, siendo conocido especialmente por sus “construcciones
imposibles”. Obras importantes como Mano
con esfera reflectante, Relatividad y Belvedere permiten profundizar en la
trayectoria de este artista zurdo –como Miguel Angel, Leonardo da Vinci,
Durero-. La muestra está dividida en seis grandes secciones, que incluyen su
segunda visita a La Alhambra, en 1936, donde estudió sus patrones decorativos y
encontró la solución a cómo encajar figuras congruentes en la división regular
del plano, la teselación, que había sido estudiada por Kepler.
En las doscientas obras que se presentan puede apreciarse
la fascinación por las superficies reflectantes, la obsesión por llenar el
plano, por la división regular del espacio, por los espejos convexos, por
perspectivas imposibles, por universos aparentemente irreconciliables, por
obras desconcertantes a través de los engaños de la percepción: escaleras que
suben a la vez que bajan, techos que son suelos al mismo tiempo, etc. Pero se
dedica más espacio que en otras exposiciones a su influencia en la cultura
popular, puesto que ilustró libros, diseñó tapices, sellos postales, murales,
etc. Aquí aparece en portas de discos (Pink Floyd), películas (Dentro del
laberinto, David Bowie), publicidad (Ikea) o prendas de ropa. La exposición
también incluye experimentos científicos, áreas de juego y recursos educativos.
Hand with a
Reflecting Sphere (Mano con esfera reflejante), 1935, es su autorretrato
más famoso. La curvatura de la superficie permite reflejar no sólo a Escher
sino también su estudio. El punto situado entre sus ojos es el centro del
reflejo. Es un trabajo anterior y similar a Tres Esferas II.
Relativity
(Relatividad), 1953, es una compleja construcción arquitectónica que
perturba apaciblemente la gravedad y sus distintos centros. Hay tres fuentes
gravitatorias, cada una de ellas con relación ortogonal con las otras, y cada
personaje tiene uno de esos núcleos de gravedad asignado. El cuadro se complica
con las siete escaleras que no tienen un centro gravitatorio asignado.
Belvedere,
1958, es una de sus arquitecturas imposibles aunque aparentemente realista.
Usando como truco los ángulos que determinan la perspectiva, que no tienen
sentido entre sí, combina los pilares, el techo y las cúpulas de forma que
resulta un dentro-fuera alocado. El cubo del hombre a los pies de la escalera y
las rejas de la ventana también son imposibles de construir.
Waterfall (Cascada),
1961, es uno de sus trampantojos más sencillos, pero, a la vez, más
conseguidos. El curso del agua fluyendo por los canales en declive y
desembocando de nuevo en el borde de la cascada forma un increíble efecto
visual. También son significativas las construcciones sobre las torres, tres
cubos enlazados a la izquierda y tres octaedros irregulares a la derecha.
Eye (Ojo),
1946, es una obra inusual, de estilo simbólico o alegórico, que lanza una
reflexión sobre la muerte, al dibujar su propio ojo reflejado en un espejo,
pero en vez de autorretratarse como en otros cuadros, coloca un cráneo para
advertirnos de que todos acabamos frente a la muerte.
Ascending and
Descending (Escalera arriba y escalera abajo), 1960. Obra maestra por su
precisión ejecutora en la que unas escaleras suben y bajan al mismo tiempo,
independientemente del sentido en el que se recorran, en un extraordinario
trabajo arquitectónico que recuerda un templo o monasterio. Excepto dos
rebeldes, los monjes de las escaleras hacen un paseo continuo como inacabable
tarea de meditación.
Bond of Union
(Banda sin fin), 1956. Obra inusual. Combina un retrato de sí mismo y de su
mujer con el dibujo de formas tridimensionales. La impresión de corporeidad se
refuerza por unas esferas que flotan enfrente, detrás y dentro de los huecos
rostros, que están unidos por las frentes en representación de lo dual.
Day and Night (Día
y noche), 1938. Prueba del dominio de Escher de la partición regular de la
superficie, influenciado por su visita a la Alhambra, aunque introduce figuras
reconocibles, lo que los artistas del Islam tenían prohibido. Dos campos de
cultivo simétricos, uno diurno y otro nocturno, que se convierten en aves
blancas y negras que los sobrevuelan en formaciones contrarias. Los huecos
entre las perfectas bandadas se difuminan y se convierten en los pájaros de
signo contrario y en los campos del lado opuesto.
Fue un artista anómalo, infravalorado por artistas y
científicos a pesar de su preocupación matemático-geométrica por los poliedros
regulares, que representaban la aspiración humana a la armonía y al orden. Decía
que siempre estaba cruzando la frontera entre matemáticas y arte. Mientras nos
observa desde el reflejo del espejo curvo, nos deja esta sentencia: “Sólo
quienes intentan lo absurdo alcanzan lo imposible. Creo que lo que necesito
está en el sótano …, déjame subir a comprobarlo”.
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