El arte de Clara Peeters
El Museo del Prado presenta su primera exposición
dedicada a una mujer pintora, Clara Peeters, una de las escasas mujeres que se
dedicaron a la pintura en Europa en el s. XVII, época en la que las mujeres
difícilmente podían desarrollar una actividad profesional. Fue contemporánea de
figuras tan importantes como Jan Brueghel el Viejo, Rubens o Van Dyck. Como las
mujeres tenían prohibido el dibujo anatómico, fue pionera y especialista en
naturalezas muertas, género que estaba en la vanguardia del arte en aquella
época, y la primera en pintar naturalezas muertas de pescados, tema que se
haría popular.
La exposición reúne las quince mejores de sus obras –de
las que
cuatro pertenecen al Prado-, una producción escasa cifrada en unas
cuarenta pinturas, situándola en el contexto cultural y artístico de Amberes y
atendiendo a la situación de las mujeres artistas a principios de la Europa
Moderna.
Prácticamente todos sus cuadros son bodegones, género que
se puso de moda en el s. XVI y que en los Países Bajos alcanzó gran éxito. Clara
Peeters fue una innovadora, pintando el primer bodegón con pescado, lo que
repitió en nueve cuadros. Debido a la prohibición
de comer carne durante los
días de ayuno que marcaba la religión, se consumía mucho pescado, fresco el de
agua dulce y en salazón los de agua salada. Pintó pocos animales vivos, algún
gato, halcones y gavilanes aludiendo al arte de la cetrería y, ejemplificando
el gusto por mascotas exóticas, un mono.
Los “bodegones dulces o de confitería”, donde aparecen
almendras, higos, pasas, dulces, etc., son una categoría específica, aunque
todos ofrecen una información detallada sobre los alimentos que se
consumían y
sobre la vajilla que se utilizaba. En varias de sus obras incluye el mismo
cuchillo, un regalo de esponsales, que quizá fuese suyo. En otras aparece el
queso, “el pan de Holanda”.
En la selección de los objetos que pintaba influyó el
auge del estudio de la naturaleza en Europa durante el Renacimiento, lo que
incrementó el interés por parte de la élite en coleccionar flores, conchas,
etc., exóticas, representadas en alguno de sus cuadros. Éstos insisten en la
apariencia real de las cosas, marcando un estilo
realista, un espíritu
innovador que la sitúa en la vanguardia del arte europeo.
En un elegante contraste entre objetos luminosos y fondos
oscuros, que produce impresión de sobriedad, aparecen aves y pescados listos
para ser cocinados, alimentos ya preparados y dispuestos sobre la mesa, y
vajillas y objetos diversos, la mayoría de lujo –porcelana, plata, vidrio
soplado-, todo ello caracterizado por una
minuciosa descripción de formas y
texturas. La aparición de productos importados –dulces, vinos, frutas, pescado-,
de animales dedicados a la caza –actividad asociada a la vida aristocrática-,
de conchas cuyo origen exótico las hacía valiosas, denota los gustos y
costumbres de las clases más prósperas.
Su dedicación a una profesión dominada por hombres le
llevó a una forma de afirmación representada en sus firmas y en los numerosos
autorretratos, apenas visibles, reflejados en las superficies de jarras
y
copas, que aparecen en al menos ocho de sus obras, seis en esta exposición. Su
diminuta escala demuestra su maestría y, al pintarse a sí misma, crea el efecto
de ilusionismo al tener la sensación de que la vemos mientras pinta.
No existen datos exactos sobre su vida. Pudo nacer hacia
1588-1590, sus obras fechadas más tempranamente son de 1607-1608 y su momento
de mayor actividad fue alrededor de 1611-1612. Su obra está ampliamente
distribuida –Roterdam, Amsterdam, Madrid- lo que sugiere que trabajaba de forma
profesional, exportando su arte por medio de marchantes para obtener
beneficios. Además, las diferentes calidades de su pintura sugieren que
trabajaba con ayuda de un taller.
Uno de sus cuadros importantes, que se ha elegido para el
anuncio de la exposición, es “Bodegón con
flores, copa de plata dorada, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de
peltre”. En él todos los objetos pueden verse de una forma clara y frontal, a
pesar de que el orden en el que aparecen es aparentemente aleatorio para
conseguir que la escena parezca real, a lo que contribuye el que uno de los
anillos o lazos está mordisqueado, como si alguien hubiera estado sentado a la
mesa. La relación entre los cuadros de bodegones y las primeras ilustraciones
científicas, existentes en el s. XVI en Amberes, está representada por las
flores. Otros detalles importantes son el desafío que suponía pintar reflejos y
los autorretratos, de los que aparecen tres en la copa y cuatro en la jarra.
Fotos de Internet |
Otro cuadro muy
importante es “Bodegón con gavilán, aves, porcelana y conchas”, uno de los
primeros bodegones dedicados a la caza. Debió realizarse para algún cliente de
élite, dadas la importancia del tema y su calidad, expresada en la exquisita
representación de las texturas y en la armonía de colores. Contiene gran
variedad de aves: gavilán euroasiático, ánade, becada, gallina, gallo, pichones
desplumados, tordo, camachuelo común–color rojo- y pinzones. La porcelana,
exportación china que llegó a Europa a finales del s. XVI a través de Portugal
y España, aparece en varios platos y cuencos apilados en la parte derecha. Junto
a ella hay cuatro conchas exóticas, originarias del Pácífico, África y Caribe,
que demuestran la afición popular entre las élites del s. XVI como consecuencia
de la fascinación que originó la exploración del mundo por parte de los
europeos.
Interesante artículo dando a conocer que existían pintoras entre los grandes. Puede que haya más que seguramente estén en el anonimato.
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