16 personajes y MIGUEL de CERVANTES.
Esta exposición en la Biblioteca Nacional debe ser la última
en este final del año dedicado a conmemorar el IV Centenario de la muerte de
Cervantes. El espacio se ha convertido en un lugar mágico y literario, pedagógico,
dedicado a los niños –aunque también los adultos pueden recrearse con ella-,
que cuentan con mesas de trabajo, juegos de espejos y con la posibilidad de
disfrazarse.
Está pensada en torno a dieciséis personajes, además del
propio Cervantes:
1.- Galatea, pastora desenamorada a orillas del Tajo, que no
atiende a sus enamorados sin esperanza. Su padre quiere casarla contra su
voluntad. Ella pide ayuda a sus amigos. No hay final, no acaba.
2.- Persiles y Sigismunda, dos enamorados que peregrinan hasta
Roma fingiéndose hermanos y atravesando mares exóticos y siendo testigos de las
pasiones humanas, como los celos, pero el amor vence al final en esta novela
bizantina.
3.- D. Quijote. Hidalgo tan aficionado a los libros de
caballerías que un día decidió tomar la profesión de los protagonistas. Todos
llevamos algo de D. Quijote en nuestro interior. Seamos por un momento como él:
ingeniosos, locos y libres.
4.- Sancho Panza. Labrador de una aldea, con mujer e hijos,
que un día decidió dejarlo todo para andar a la aventura como escudero de un
caballero andante. Seamos también como Sancho: sensatos, fieles y prácticos.
5.- Dorotea. El apuesto don Fernando la sedujo, bajo palabra
de ser su esposo, y la abandonó. Ahora lo busca vestida de labrador para
hacerle cumplir su palabra. En una venta, colabora en la devolución de D.
Quijote a su pueblo.
6.- El Caballero de la Blanca Luna. Antes fue llamado el
Caballero del Bosque o de los Espejos, pero realmente es el bachiller Sansón
Carrasco. Un juego de identidades múltiples, como la media luna de su escudo
que se convierte en mil reflejos.
7.- Los duques. Colman de halagos a D. Quijote y a Sancho a
la vez que se ríen de sus ocurrencias por detrás. Nada es lo que parece. A
pesar de vivir aventuras de libros de caballerías, al abandonar el castillo D.
Quijote alaba la libertad recobrada.
8.- Clavileño. Tampoco es lo que parece a primera vista. Un
simple caballo de madera sumerge a D. Quijote y Sancho en una inesperada
aventura que termina felizmente a pesar de quedar algo chamuscados en el
aterrizaje.
9.- El licenciado vidriera. Tomás Rodaja estudia en
Salamanca y viaja a Italia y Flandes. Una dama de rumbo se enamora de él y,
como no le hace caso, lo hechiza y cree que es de vidrio. Iba por las calles
diciendo verdades como puños hasta que un fraile jerónimo logró sanarlo.
10.- Rinconete y Cortadillo. Toda su vida gira en torno a
una baraja: buscando los oros con mil argucias; frecuentando las tabernas y las
copas y usando las espadas si hace falta, aunque se conformen con navajas; y
recibiendo a cada rato bastos. Un laberinto del que no pueden salir.
11.- Preciosa, la gitanilla, de quien se enamora un joven
caballero que tiene que pasar la prueba de convivir con los gitanos dos años.
Supera otras pruebas, se descubre quién es verdaderamente Preciosa y triunfa el
amor.
12.- Cipión y Berganza. Dos perros que hablan que se cuentan
su vida y que quizá sean hijos de la bruja la Montiela, según cuenta otra
bruja, la Cañizares, por lo que no sería extraño que tuvieran el don del habla.
13.- Doña Lorenza. Mujer joven y bella casada con un viejo
celoso y enfermo, por lo que no es feliz. La criada Cristina y la vecina
Ortigosa trazan un plan para meter un galán en su aposento a pesar de los mil
ojos del viejo celoso y de las siete puertas cerradas.
14.- Chanfalla. Es el maestro del engaño, pero sólo para el
que se deja engañar. Acompañado de su querida Chirinos lleva el Retablo de las
Maravillas, fabricado por el sabio Tontonelo, sencillo truco a través del que
se ve lo que es verdad y lo que es mentira.
15.- La Gran Sultana. Catalina de Oviedo, cautiva desde
niña, vive en el serrallo del Gran Turco. El sultán se enamora de ella y accede
a todo lo que le pide, descubre a su padre en un sastre y triunfa el amor, sin
barrera que se le resista.
16.- Pedro de Urdemalas. Alguien le profetizó una vez que
llegaría a ser rey, fraile, papa… Y lo consiguió finalmente a través del oficio
de actor. Múltiples máscaras para convertirse en cualquier personaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario