martes, 3 de enero de 2017

RENOIR: Intimidad.





La Grenouillère, 1868 (Internet)
Esta exposición del Museo Thyssen-Bornemisza sobre Renoir –el pintor de la fluidez y los sentidos, que pensaba que éstos no les funcionaban a los intelectuales- pretende mostrar que no es sólo un pintor impresionista –el pintor de los tonos rosas, como decía, mordaz, el escritor Maupassant-, sino que quiere reflejar al pintor intimista, que ocupa gran parte de su producción a pesar de que se suele asociar a imágenes de diversión colectiva al aire libre, como La Grenouillère o el Moulin de la Galette. Esta intimidad es cercanía, puesto que cultiva la empatía con sus personajes, parece invitarnos a entrar en la escena y despierta la imaginación táctil del espectador, lo que se plasma en la realidad al final del recorrido con un cuadro en relieve.

Almuerzo en el Restaurant Fournaise, 1875 (Internet)
Se inicia con la diferenciación entre lo público y lo privado dentro del Impresionismo, que nació en 1869, cuando Renoir y Monet se citaron en un café flotante del Sena, la Grenouillère, realizando una imagen cada uno en términos muy similares. El cuadro de este título es una de las dos caras del impresionismo de Renoir, lo público, mientras que la otra cara, lo privado, está representado por Almuerzo en el Restaurant Fournaise. En los dos hay una gran variedad de recursos pictóricos, de estilo, interesados en captar la luz directamente del natural en una zona dominada por la sombra, al servicio de unos personajes indeterminados, sin historia, trazados con rápidos y seguros toques ante la pincelada corta de los reflejos del agua, en el primero, y el tono relajado, lánguido, del final del almuerzo en el segundo.

Dos hermanas, 1881 (Internet)
Cuando, a partir de 1882, se distancia del grupo impresionista, cuya radicalidad cree que le perjudica, busca a través de los retratos de encargo el éxito comercial y social, hasta el punto de que, en una carta de 1878, Pisarro lo llama irónicamente “retratista eminente”. Señoras y niños especialmente van a aparecer en sus lienzos. Dos hermanas, cuadro dominado por el cromatismo, es una composición de contrastes y colores vivos, donde la estructura piramidal que forman las dos figuras centra la atención a través del rojo puro que resalta sobre la rica naturaleza de colores intensos del fondo. Es un ejemplo de su opción estética de pintar lo bello.




La trenza, 1886-87 (Internet)
Renoir nos ofrece el placer de asomarnos a otro espacio intimista por medio de la pintura de género centrada en la mujer, habitualmente joven, en un interior, concentrada en alguna actividad –música, lectura, toilette- que absorbe su atención y la hace desentenderse del espectador. Esta obra, del periodo “seco”, se aleja del impresionismo empleando un cuidado dibujo, modelando de manera exacta las figuras y empleando tonalidades más suaves y frías. La figura resalta en primer plano buscando la armonía, careciendo de interés todo lo demás.






Paisaje en Normandía, 1895 (Internet)
El esfuerzo que le provocaba pintar cuadros de figuras lo sobrellevaba pintando paisajes, género al que siempre volvía, entre encargo y encargo, por placer. También le servía como modo de experimentar, por lo que suelen ser de pequeño formato. Por un lado están los paisajes de Normandía y, por otro, los de Italia, Provenza y Costa Azul, donde pasó temporadas para aliviar problemas de salud. En esta sección pueden apreciarse muchos puntos en común con los otros impresionistas, que incluso compartieron algún motivo concreto.


Jean Renoir, 1910 (Internet)
En 1885 nació su hijo Pierre y desde ese momento buena parte de su producción estará dedicada a la temática familiar. En sus telas vemos a sus tres hijos varones, incluyendo el retrato de Jean adolescente inspirado en El príncipe Baltasar Carlos, de Velázquez, que había admirado en el Museo del Prado durante su visita a Madrid en 1892. También aparecen modelos integradas en la familia como Gabrielle, que más tarde se casará con Jean.








Gran bañista (derecha), 1905, (Internet)
El desnudo es un tema muy importante en todas las épocas de Renoir, que fue el primero en abordarlo aunque se decía que este género no se prestaba al tratamiento impresionista. Se dice que quería la fusión del cuerpo femenino con la naturaleza, pero también tiene desnudos interiores; se ha destacado su atemporalidad, pero en algunos cuadros aparecen elementos –vestidos, sombreros- modernos. Estas figuras, de cálidas y sonrosadas redondeces,  son desproporcionadas y monumentales, homenaje a Miguel Angel, Tiziano y Rubens. Otros artistas posteriores le admiraron, como Picasso, que fue el propietario de Eurídice. Estas obras fueron una reacción ante la paulatina desaparición de la forma y, aunque sigue interesándose por las cuestiones lumínicas y el color, sus figuras recuperan la línea y el volumen haciendo una pintura más clasicista. 
Después del almuerzo, 1879 (Internet)

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