Fachada del Colegio Mayor de San Ildefonso.
Con motivo de la restauración de esta fachada, la Universidad de Alcalá de Henares ha
organizado unas visitas guiadas y gratuitas a las obras, que permiten apreciar
más de cerca tanto las actuaciones como los elementos escultóricos que la configuran.
Como el aforo es limitado ha habido que inscribirse previamente. A la hora
fijada nos presentamos en la tienda, donde firmamos la aceptación de las
condiciones para la realización de la visita “Abierto por obras” y se nos
provee de un casco.
Se presenta Alexandra, nuestra guía, que nos explica brevemente,
desde la plaza, la historia de la fundación de la Universidad, la personalidad
de Cisneros y la distribución de esta fachada retablo en tres pisos y cinco
calles verticales, siendo la central la más rica en decoración y la que
concentra la mayor atención de toda la armoniosa composición, debida al
adecuado criterio de proporciones del conjunto de esculturas.
Parece ser que el hecho de que no estuviera disponible
ningún arquitecto de más renombre, como Alonso de Covarrubias, obligó al rector
a recurrir a Rodrigo Gil de Hontañón, que había trazado la torre de la
Magistral y que realizó aquí una obra singular, en piedra caliza de Tamajón
(Guadalajara) y estilo plateresco, que sustituyó a la sencilla obra en ladrillo
original. Está cargada con un programa iconográfico dotado de
simbología, con múltiples lecturas en torno al pensamiento del mundo
renacentista. Puede suponerse que la intención sería la de plantear la razón de
ser de la propia Universidad, siendo la fachada un pórtico, un lugar simbólico
de esta institución con un Colegio Mayor, cuarenta Colegios Menores, cárcel
para estudiantes, etc., una verdadera ciudad universitaria trazada por el
complutense Pedro Gumiel siguiendo la remodelación urbanística planeada por
Cisneros.
Presenta tres programas, de forma armonizada: la
Filosofía de Platón, la Teología de San Agustín y las ciencias universitarias.
Platón, en La República, dice que la ciudad ideal sigue el esquema del alma
humana, es decir, el gobierno de los sabios en la cúspide de la sociedad, la
aristocracia guerrera que mantiene el orden por debajo y el pueblo en la base.
Como se refiere a una Universidad, aquí el pueblo está representado por los
cuatro ventanales con los padres de la Iglesia. Según San Agustín, la jerarquía
eclesiástica es el gobierno ideal de la ciudad de Dios, y los reyes gobiernan
mientras se someten a los postulados de la Iglesia. Por eso en la fachada vemos
el escudo de Carlos V en la cabeza y junto a él escudos de Cisneros, regente.
Debajo la aristocracia eclesiástica, San Pedro y San Pablo y el arzobispo de
Toledo (San Ildefonso, escudos de Cisneros). En la base, el pueblo. El cordón
franciscano, que enmarca el cuerpo principal, simboliza la caridad que es la que
armoniza todos los grupos sociales y sus nudos representan los votos de
pobreza, obediencia y castidad.
La fachada representa la jerarquía, en la que sólo Dios
está por encima del emperador y en la que el tiempo está por encima del
estudio, de los hombres de iglesia y de los reyes, pero junto al Creador; pero
mientras en la Baja Edad Media no se podía diferenciar entre la Fe y el Saber,
aquí vemos que a través de la puerta de estudio se llega a Dios.
Concluido este preámbulo general, comenzamos a subir en
fila por
la gran arquitectura del andamio, abriendo camino Alexandra y
cerrándolo David. Por un tramo de escaleras que no presenta ninguna dificultad
ascendemos hasta el primer piso. Una fuerte tela dificulta la visión general y
el gran andamiaje tapa parte de las figuras, por lo que sólo pueden apreciarse
detalles. Hay que llegar a una zona con un gran plástico transparente para
poder ver mejor las figuras, aunque el agua pulverizada para limpiar la fachada
produce una especie de niebla. Vislumbramos, más que vemos, la entrada que todo
estudiante cruzaba como ingreso en el saber, con una hermosa clave obra de uno
de los grandes escultores de la fachada, Claudio de Arciniega, vecino de Alcalá.
A ambos lados están las cuatro ventanas en cuyos frontones aparecen San
Ambrosio, San Gregorio, San Jerónimo y San Agustín, los padres de la Iglesia.
Cuando Alexandra termina su explicación, subimos al
segundo piso. Sobre la puerta de entrada hay una ventana suntuosamente decorada
con San Ildefonso en el medallón, santo al que está consagrado el Colegio Mayor
y emblema de los arzobispos de Toledo, flanqueado por dos bellos blasones de
Cisneros, escudo que tomó la universidad como propio. La custodian dos
alabarderos, soldados de Carlos V esculpidos por Hans de Sevilla. Esta ventana,
la más importante, guarda el símbolo del saber: la biblioteca. Los libros eran sumamente
valiosos. Enmarcando el conjunto dos pares de columnas exentas con capiteles
renacentistas, sujetadas por las esculturas mayores de la fachada, dos atlantes
–representaciones herácleas-, obra de Claudio de Arciniega. Las ventanas
laterales presentan dos medallones con las figuras de San Pedro y San Pablo que
sujetan las llaves y la espada, sus símbolos iconográficos. La excelente obra
de rejería es debida a los maestros toledanos Juan de Villalpando y Ruiz Díaz
del Corral.
Otro tramo de escaleras, tras la explicación, hasta el tercer
piso, para ver el águila bicéfala timbrada con la corona imperial en el impresionante
blasón de Carlos V, con el interior cuarteado donde aparecen sus reinos,
rodeado por la orden del Toisón de Oro del que cuelga el Bellocino de Oro. A
los lados sendas columnas de Hércules con la leyenda Plus Ultra y, sobre ellas,
dos cruces borgoñesas tildadas con las coronas imperial y real. Bordeando, dos
pares de pilares exentos angulados apoyados sobre plintos. Entre ellos dos
figuras mitológicas, sujetas a interpretación: la de la izquierda sostiene en
su mano la cabeza de una mujer, mito de Perseo y Medusa; a la derecha puede ser
Andrómeda, aunque su atuendo guerrero puede referirse a Minerva (Atenea) o a la
Victoria-Paz. Éste es uno de los últimos edificios con figuras mitológicas ya
que el Concilio de Trento 1545-1563 las prohibió. Finalmente, diez ventanales
superiores que sugieren las tablas de la ley, con las gárgolas esculpidas por
Juan de Miera encima.
Tras el último tramo de escaleras, llegamos al frontón
triangular con la figura de Dios Padre, obra, junto con el escudo, del
salmantino Juan Guerra. Rematando el frontón, cuatro figuras humanas unidas por
guirnaldas de frutas. Las de la izquierda son varones, uno joven y otro viejo,
las de la derecha mujeres, de igual edad que los hombres. Es la representación
del paso del tiempo. En el vértice, la custodia con el símbolo de Cristo, el crismón
con las iniciales griegas del nombre. El remate consiste en una balaustrada de doce
antorchas que sugieren las lenguas de fuego de Pentecostés, símbolos del
Espíritu Santo.
Hemos subido por el lado izquierdo y bajamos por el
derecho, viendo a algunos operarios cómo realizan su labor. Observando la
fachada de cerca se aprecia bien el deterioro de la piedra y, como Alexandra ha
dicho que acabarán el trabajo a finales de febrero, da la impresión de que la
rehabilitación no va a poder ser completa. Una pena, pensando además en lo
costoso que debe ser simplemente la instalación del andamio.
Para profundizar en el conocimiento de Alcalá en general
y de esta fachada en particular, es interesante consultar la guía “Alcalá de
Henares. Guía histórico artística” de los autores Juan Carlos Palacios Gonzalo,
Julián Pérez Galán y Enrique Mario Pérez Martínez, de la que están tomados los
anteriores comentarios.
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