lunes, 30 de enero de 2017

Fachada del Colegio Mayor de San Ildefonso.




Con motivo de la restauración de esta fachada, la Universidad de Alcalá de Henares ha organizado unas visitas guiadas y gratuitas a las obras, que permiten apreciar más de cerca tanto las actuaciones como los elementos escultóricos que la configuran. Como el aforo es limitado ha habido que inscribirse previamente. A la hora fijada nos presentamos en la tienda, donde firmamos la aceptación de las condiciones para la realización de la visita “Abierto por obras” y se nos provee de un casco.

Se presenta Alexandra, nuestra guía, que nos explica brevemente, desde la plaza, la historia de la fundación de la Universidad, la personalidad de Cisneros y la distribución de esta fachada retablo en tres pisos y cinco calles verticales, siendo la central la más rica en decoración y la que concentra la mayor atención de toda la armoniosa composición, debida al adecuado criterio de proporciones del conjunto de esculturas. 

Parece ser que el hecho de que no estuviera disponible ningún arquitecto de más renombre, como Alonso de Covarrubias, obligó al rector a recurrir a Rodrigo Gil de Hontañón, que había trazado la torre de la Magistral y que realizó aquí una obra singular, en piedra caliza de Tamajón (Guadalajara) y estilo plateresco, que sustituyó a la sencilla obra en ladrillo original. Está cargada con un programa iconográfico dotado de simbología, con múltiples lecturas en torno al pensamiento del mundo renacentista. Puede suponerse que la intención sería la de plantear la razón de ser de la propia Universidad, siendo la fachada un pórtico, un lugar simbólico de esta institución con un Colegio Mayor, cuarenta Colegios Menores, cárcel para estudiantes, etc., una verdadera ciudad universitaria trazada por el complutense Pedro Gumiel siguiendo la remodelación urbanística planeada por Cisneros.

Presenta tres programas, de forma armonizada: la Filosofía de Platón, la Teología de San Agustín y las ciencias universitarias. Platón, en La República, dice que la ciudad ideal sigue el esquema del alma humana, es decir, el gobierno de los sabios en la cúspide de la sociedad, la aristocracia guerrera que mantiene el orden por debajo y el pueblo en la base. Como se refiere a una Universidad, aquí el pueblo está representado por los cuatro ventanales con los padres de la Iglesia. Según San Agustín, la jerarquía eclesiástica es el gobierno ideal de la ciudad de Dios, y los reyes gobiernan mientras se someten a los postulados de la Iglesia. Por eso en la fachada vemos el escudo de Carlos V en la cabeza y junto a él escudos de Cisneros, regente. Debajo la aristocracia eclesiástica, San Pedro y San Pablo y el arzobispo de Toledo (San Ildefonso, escudos de Cisneros). En la base, el pueblo. El cordón franciscano, que enmarca el cuerpo principal, simboliza la caridad que es la que armoniza todos los grupos sociales y sus nudos representan los votos de pobreza, obediencia y castidad.

La fachada representa la jerarquía, en la que sólo Dios está por encima del emperador y en la que el tiempo está por encima del estudio, de los hombres de iglesia y de los reyes, pero junto al Creador; pero mientras en la Baja Edad Media no se podía diferenciar entre la Fe y el Saber, aquí vemos que a través de la puerta de estudio se llega a Dios.

Concluido este preámbulo general, comenzamos a subir en fila por
la gran arquitectura del andamio, abriendo camino Alexandra y cerrándolo David. Por un tramo de escaleras que no presenta ninguna dificultad ascendemos hasta el primer piso. Una fuerte tela dificulta la visión general y el gran andamiaje tapa parte de las figuras, por lo que sólo pueden apreciarse detalles. Hay que llegar a una zona con un gran plástico transparente para poder ver mejor las figuras, aunque el agua pulverizada para limpiar la fachada produce una especie de niebla. Vislumbramos, más que vemos, la entrada que todo estudiante cruzaba como ingreso en el saber, con una hermosa clave obra de uno de los grandes escultores de la fachada, Claudio de Arciniega, vecino de Alcalá. A ambos lados están las cuatro ventanas en cuyos frontones aparecen San Ambrosio, San Gregorio, San Jerónimo y San Agustín, los padres de la Iglesia.

Cuando Alexandra termina su explicación, subimos al segundo piso. Sobre la puerta de entrada hay una ventana suntuosamente decorada con San Ildefonso en el medallón, santo al que está consagrado el Colegio Mayor y emblema de los arzobispos de Toledo, flanqueado por dos bellos blasones de Cisneros, escudo que tomó la universidad como propio. La custodian dos alabarderos, soldados de Carlos V esculpidos por Hans de Sevilla. Esta ventana, la más importante, guarda el símbolo del saber: la biblioteca. Los libros eran sumamente valiosos. Enmarcando el conjunto dos pares de columnas exentas con capiteles renacentistas, sujetadas por las esculturas mayores de la fachada, dos atlantes –representaciones herácleas-, obra de Claudio de Arciniega. Las ventanas laterales presentan dos medallones con las figuras de San Pedro y San Pablo que sujetan las llaves y la espada, sus símbolos iconográficos. La excelente obra de rejería es debida a los maestros toledanos Juan de Villalpando y Ruiz Díaz del Corral.

Otro tramo de escaleras, tras la explicación, hasta el tercer piso, para ver el águila bicéfala timbrada con la corona imperial en el impresionante blasón de Carlos V, con el interior cuarteado donde aparecen sus reinos, rodeado por la orden del Toisón de Oro del que cuelga el Bellocino de Oro. A los lados sendas columnas de Hércules con la leyenda Plus Ultra y, sobre ellas, dos cruces borgoñesas tildadas con las coronas imperial y real. Bordeando, dos pares de pilares exentos angulados apoyados sobre plintos. Entre ellos dos figuras mitológicas, sujetas a interpretación: la de la izquierda sostiene en su mano la cabeza de una mujer, mito de Perseo y Medusa; a la derecha puede ser Andrómeda, aunque su atuendo guerrero puede referirse a Minerva (Atenea) o a la Victoria-Paz. Éste es uno de los últimos edificios con figuras mitológicas ya que el Concilio de Trento 1545-1563 las prohibió. Finalmente, diez ventanales superiores que sugieren las tablas de la ley, con las gárgolas esculpidas por Juan de Miera encima.

Tras el último tramo de escaleras, llegamos al frontón triangular con la figura de Dios Padre, obra, junto con el escudo, del salmantino Juan Guerra. Rematando el frontón, cuatro figuras humanas unidas por guirnaldas de frutas. Las de la izquierda son varones, uno joven y otro viejo, las de la derecha mujeres, de igual edad que los hombres. Es la representación del paso del tiempo. En el vértice, la custodia con el símbolo de Cristo, el crismón con las iniciales griegas del nombre. El remate consiste en una balaustrada de doce antorchas que sugieren las lenguas de fuego de Pentecostés, símbolos del Espíritu Santo.

Hemos subido por el lado izquierdo y bajamos por el derecho, viendo a algunos operarios cómo realizan su labor. Observando la fachada de cerca se aprecia bien el deterioro de la piedra y, como Alexandra ha dicho que acabarán el trabajo a finales de febrero, da la impresión de que la rehabilitación no va a poder ser completa. Una pena, pensando además en lo costoso que debe ser simplemente la instalación del andamio.


Para profundizar en el conocimiento de Alcalá en general y de esta fachada en particular, es interesante consultar la guía “Alcalá de Henares. Guía histórico artística” de los autores Juan Carlos Palacios Gonzalo, Julián Pérez Galán y Enrique Mario Pérez Martínez, de la que están tomados los anteriores comentarios.

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