miércoles, 2 de noviembre de 2016

Heras de Ayuso


En otra ocasión ya hice una excursión senderista hasta Tórtola de Henares. Su escudo –gules, torre de oro sobre ondas, corona real- es muy parecido al de Alcalá –azur, castillo de oro sobre ondas, corona de Infantes de Castilla-. Aunque hay restos poblacionales más antiguos, el origen etimológico de su nombre parece aludir a la existencia de una torre medieval. El paisaje de alrededor, ondulado de campos de secano, se divisa bien desde la iglesia de la Asunción. Para evitar la fugacidad de los días vacíos, hoy venimos, cuando ya se ha levantado la mañana, con Pepe y Ana, la que nos ha avisado. Saludamos a Félix, de Heras de Ayuso, que es el organizador de estas salidas del grupo “Ande andarás” y que ha colocado en la carretera unos indicadores de las rutas.

Tras unas fotos de inicio, ascendemos ligeramente de salida, seguimos un poco la carretera y pronto tomamos un camino a la derecha que, en ligero descenso, nos lleva al Arroyo de los Valles, señalizado por los altos chopos que ya empiezan a desnudarse. La temperatura, fresca todavía pero subiendo, y el cielo, azul y sin nubes, anuncian un día espléndido. En el campo predominan los marrones de los campos arados. Seguimos el curso del arroyo en su mismo sentido, pasando por una zona muy frondosa y, para contraste, por otra con los árboles quemados. Vamos hablando con José y nos cuenta lo que pasó. En el cauce, juncos, carrizos y eneas. Salimos a la carretera y cruzamos el Henares por el puente, frente a Fontanar. Los chopos de la ribera se copian en el río.  

Giramos a la derecha por la Vereda de la Senda Galiana, camino asfaltado. Vamos, por su margen derecha, en paralelo al Henares que se adivina por la abundante vegetación de ribera, atrapada por el otoño que ha acudido puntual, que se ha hecho dueño del valle. A la derecha hay muchos campos de maíz y a la izquierda campos de labor, arados la mayoría. Nos acercamos a Yunquera, de cuya iglesia de San Pedro Apóstol -primera mitad del siglo XVI, entre el gótico tardío y el plateresco- destaca, con su estética de pasado atemporal, la majestuosa torre que se levanta sobre el caserío lanzada hacia el cielo y detrás, combinando su color violeta con el azul del cielo, el imperturbable Ocejón.

A la altura de Yunquera de Henares giramos a la derecha, cruzamos de nuevo el Henares por un sencillo puente y hacemos una parada técnica. Seguimos, ahora en su margen izquierda, por un camino que va pegado, a veces hundido en la vegetación de ribera, mientras el Henares consigue pasar desapercibido. Los campos arados le van comiendo el terreno a las colinas de la derecha, excepto en las zonas de cortados arcillosos verticales, cantiles con posibilidad de desprendimientos, interrumpidos por unos cultivos extensos que, según Pepe, son espárragos.

Al llegar a la finca del Palacio nos espera el historiador José Luis Gómez Recio, que nos comenta los hechos que poblaron este espacio. Seguimos un poco y paramos delante de la bodega del palacio, en un cerro horadado. José Luis hace una pausa, destinada a crear expectativas, y de nuevo nos cuenta anécdotas como que aquí se refugió gente en un bombardeo durante la guerra, o el arroyo y camino del muerto –el cadáver de un soldado francés que quedó olvidado-, o sobre el Palacio de Heras, en la vega del Badiel,
utilizado por los Mendoza para su recreo y para agasajar a sus huéspedes –aquí pernoctaron los Reyes Católicos en 1487, camino de Aragón- y que se utilizó como burdel durante la Guerra Civil. Este sitio, de paso, acumuló calzada romana, camino militar, camino Real de Aragón o de Navarra. En 1081 pasó Alvar Fáñez camino de Guadalajara y Alcalá.


Cuando continuamos, entre más campos de espárragos y plantaciones de perales, nos quedan a la izquierda la Muela y el Colmillo de Alarilla, y casi de frente el cerro cónico sobre el que se
acuesta Hita. Mientras hablamos con Ana, pasamos por Heras, cruzamos el Badiel y llegamos a la capilla gótica de Sopetrán. Un coche está lleno de garrafas de agua de la fuente. Aquí José Luis nos habla de las aguas medicinales, los baños, los milagros que están en la literatura, etc.

La ermita está sobre una de las cañadas o cordeles que comunican Extremadura con Soria, en el valle de Solanillos, sobre la fuente, aunque a extramuros hay otra donde la gente coge agua. José Luis sigue explicando. Aunque aquí debió haber una capilla desde el siglo V, la milagrera virgen de Sopetrán parece que surgió en el siglo XI, cuando Ali Maymon, hijo del rey moro de Toledo, volvía de una batalla contra los cristianos trayendo muchos cautivos y asolando la comarca. Paró aquí y sufrió una conversión cuando la virgen, apiadándose de los cautivos, apareció, le cegó, le devolvió la vista y le bautizó con el agua de la fuente, llamándole Petrán y ordenándole ir a Roma. Después volvió aquí. Fray Antonio de Heredia, que fue dos veces Abad de Sopetrán, lo cuenta en sus libros.

Llegamos al cercano y ruinoso monasterio, que fue parada obligada en el antiguo Camino Real de Navarra. Fundado en el siglo VII, visigodo, y destruido. En agradecimiento por haberle salvado la vida cuando le atacó un oso, Alfonso VI hizo una nueva fundación a finales del siglo XI, pero fue abandonado a finales del siglo XII. En el siglo XIV quedó fundado definitivamente el Monasterio de Nuestra Señora de Sopetrán, como se llamaba el pueblo, Torre de Sopetrán. Llegaron monjes, de la Orden de San Benito, de San Millán de Suso, que contaron desde el principio con muchas riquezas y ayudas, y con el especial apoyo de los Mendoza, señores de Hita y su alfoz. En el Museo del Prado hay unas tablas hispano-flamencas del siglo XVI, originarias de aquí, en las que aparece un retrato del propio Marqués de Santillana.

Las ruinas, terrible destino, engloban parte de los muros exteriores, los escasos restos de la iglesia y dos arquerías superpuestas, herrerianas, del claustro, siglo XVII. José Luis abre espacio para una pausa y sigue con sus relatos que fluyen como el río: intentos de restauración en los años 70; donación a una congregación religiosa; Proyecto Hombre en los años 90 y rechazo de los pueblos, que lo compraron formando una Coordinadora; declaración de Bien de Interés Cultural en 1993, etc. Finalmente, venta. Es una historia de crepúsculos que pueblan su mirada. El tiempo no se cansa nunca y pasa como crecen los árboles, sin que nadie se dé cuenta, pero el silencio pétreo de estas ruinas nos hablan de los tiempos idos. Las piedras hablan una lengua que no siempre se entiende, por eso ahora es tiempo de silencio. Quedan abandonadas al fluir de los siglos, porque el río del tiempo no pasa en vano. Consecuencia de haber encontrado un esqueleto en una excavación, y de que no se sabe a ciencia cierta dónde están los restos de Colón, José Luis se aventura en una imaginativa idea preguntándose qué hizo aquí tanto tiempo Hernando Colón, en su trabajo como cosmógrafo. Hubiera sido quizá una exitosa novela.

Desandamos el camino, hablando con Félix, y volvemos a Heras que tiene un escudo curioso, en plata, río de azur, una barca con San Juan, timbrado con corona real.  Esta población, en el Camino Real de Aragón, punto de vadeo del Henares, estuvo vinculada a los Mendoza quedando las ruinas del palacio de los duques del Infantado y de los duques de Osuna, del siglo XVII. Se sitúa en terrazas aluviales erosionadas en barrancos y cárcavas, entre los ríos Henares y Badiel. Sus límites fueron más grandes, de forma que la barca de Maluque –que también era propiedad de la casa del Infantado- estaba en su término y actualmente en el de Mohernando. Es uno de los pueblos que están aumentando su población, que parecen renacer aunque su hoy ya no es exactamente su ayer. Han sido 22,5 km, llanos.

Toda esta historia está muy bien, pero el paseo ha abierto el apetito. Es la hora de comer. El menú consiste en entrantes fríos, paella recién hecha por Rosi -la mujer de Félix-, dulces, rosquillas, café y licores. Insuperable. Mientras tanto hablamos con Ana y enfrente tenemos, entre otras, a  Julia, Mercedes y Mª Carmen, de Tórtola. Al lado tenemos a Juan José, también de Tórtola, que tiene un blog llamado JoseVideos.


Unas fotos en la plaza, frente a la iglesia de San Miguel, mientras la tarde declina, dan paso a la obligada despedida. Félix, llevando su amabilidad hasta el final, nos lleva en su coche a Tórtola, donde también nos despedimos de su hijo Juanma. Ha sido un día completo. La organización de Félix y Rosi ha sido impecable. Hemos ido saltando de un pueblo a otro, pintando de otoño la mirada. Nos arrastra el río que, parece lento, pero jamás se para. 

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