Toro. Las Edades del Hombre 2016.
Estamos en Toro, ciudad a la que un verraco celtibérico,
de la segunda Edad del Hierro, dio nombre y determinó su blasón. Es un sábado
otoñal, con muy buen tiempo y hemos venido a ver la exposición “Las Edades del
Hombre”, que este año se dedica al AQVA, y esta espléndida población. Tras
aparcar, entramos al recinto viejo por debajo de la Torre del Reloj, del siglo
XVIII, que está sobre la Puerta del Mercado, la puerta principal del segundo
recinto amurallado. Al fondo, a lo lejos, ya se ve el cimborrio de la
Colegiata, nuestro primer objetivo. En la Plaza Mayor, entramos en la Oficina
de Turismo y conseguimos unos pases para una visita guiada a las bodegas del
Ayuntamiento.
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Ahora vamos directamente a la Colegiata de Santa María la
Mayor, del siglo XII, románica y gótica, cuyo maravilloso cimborrio es un
importante hito visual. La exposición se compone de seis capítulos, pudiéndose
visitar aquí los cuatro primeros: I. Agua de vida (perspectivas natural y
antropológica) frente a la Portada de la Majestad, donde quedamos extasiados
durante unos largos momentos, II. Preparando Caminos (el agua en la creación
hasta San Juan Bautista), III. Los cielos se abrieron (San Juan Bautista), IV.
Cristo, fuente de agua viva (relación de Cristo con el agua).
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Volvemos a la Plaza Mayor y, en la Iglesia del Santo
Sepulcro, vemos los otros dos capítulos: V. El bautismo que nos salva, VI.
Renacidos por el agua y el espíritu. En las dos sedes hay mucha gente, muchos
grupos muy numerosos. El paso es difícil y lento y no es posible, como pasa en
todas las exposiciones, acercarse a una obra con detenimiento. En cualquier
caso, y aunque hay obras importantes de Pedro Berruguete, Francisco de
Zurbarán, Juan de Juni y Gregorio Fernández, nos ha parecido algo menor que
otras ocasiones. Impresiona más el continente que el contenido.
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Salimos a la plaza y vamos al Ayuntamiento, de estilo
barroco clasicista, construido en 1778 por Ventura Rodríguez, arquitecto de la
corte del rey Carlos III, sobre el Ayuntamiento del siglo XVI que se incendió
en 1761. Tiene dos plantas, con un soportal de cinco arcos en la baja y un
balcón corrido, enmarcado por doce columnas emparejadas en grupos de dos, en el
superior. Una joven guía nos enseña las bodegas, curiosa construcción muy común
aquí, muy bien acondicionada, que cuenta con una gran
cuba de 8.000 litros de
capacidad. Antes de salir aprovechamos para ver el Salón de Plenos.
Tenemos prevista una visita guiada en el Monasterio de
Sancti Spiritus “el Real”, pero hacemos tiempo pasando por el Arco del Postigo
(uno de los postigos del segundo recinto amurallado, en el que aparece el
relieve de la Anunciación) y la Iglesia museo de San Salvador de los Caballeros
(mudéjar, s. XIII, perteneció a la Orden
de los Caballeros del Temple). Pasando
por el mercado, alrededor del cual está instalado el mercadillo, vamos
directamente al Monasterio, que está separado de la población.
Fue fundado por la infanta portuguesa doña Teresa Gil en
el siglo XIV y actualmente está habitado por monjas dominicas contemplativas y es
Museo Comarcal de Arte Sacro. La visita es amplia y vemos el coro (separado con
rejas forjadas de la iglesia,
con tres sepulcros importantes, el de la
fundadora –en piedra, con pinturas góticas del s. XIV-, el de la priora doña
Leonor de Castilla -en el suelo, cubierto de azulejos policromados-, y el de la
Reina Beatriz de Portugal –en alabastro, s. XV, gótico borgoñón-, sillería del
s. XVI y órgano barroco), la iglesia (una nave, artesonado mudéjar con la
policromía original del s. XIV, retablo churrigueresco de finales del s. XVII),
el claustro (cuadrangular, cuatro crujías sobre columnas sin decoración), sala
capitular (cuadrangular, gótica, dos grandes sargas –su tema es La Pasión,
policromía original, estilo flamenco s. XVI-, capilla anterior con artesonado
del s. XIV, quizá sinagoga judía), museo (pinturas esculturas, etc., ajuar
funerario de doña Teresa), refectorio (cuadrangular, artesonado s. XV, suelo
original, colección de sargas, mesas de nogal originales, azulejería s. XVI) y,
saliendo, el portal enchinarrado (cuadrangular, entrada primitiva, arco
apuntado en herradura).
Ya en la calle, en un jardín, tenemos una vista de Toro
desde la orilla de un profundo barranco, con la Colegiata y la Torre del Reloj destacando
sobre el caserío. Tanta visita cultural nos ha abierto el apetito, así que
vamos al centro, abarrotado de gente y finalmente, aunque está todo lleno,
encontramos sitio para comer. Hoy es un buen día de negocio en la restauración.
Falta mucho tiempo para las visitas de la tarde, por lo que vamos a tomar café
a un bar situado en un paseo nuevo frente al río. La temperatura ha ido
subiendo y el sol pega fuerte, pero a la sombra se está muy bien. Desde aquí
contemplamos la suavidad con la que, cien metros por debajo, el Duero pasa bajo
el Puente Mayor, quizá de origen romano pero románico tardío en su traza
actual.
La primera visita de la tarde es al Alcázar, al lado de
donde nos encontramos. Es la edificación más antigua de la ciudad junto con los
restos de la primera cerca. Es una arquitectura fortificada, del siglo X, en
cal y canto rodado con caras de piedra caliza, forma rectangular con siete
cubos macizos situados en las esquinas y en la parte central de cada lienzo. Tuvo
una torre del homenaje demolida en el s. XIX y muchos usos, entre ellos cárcel.
Aunque su configuración actual corresponde a la época de la “Señora de Toro”,
la reina María de Molina, formó parte del primer recinto amurallado y es el
símbolo de la importancia estratégico-militar de Toro en el Medievo.
Todavía queremos ver la curiosa y original plaza de toros
y a ella nos dirigimos pasando por la Iglesia de San Lorenzo el Real (mudéjar,
s. XII, con importantes enterramientos), por la Casa Reja Dorada (historia
explicada en otro artículo) y por numerosas casonas muestra de su importante
pasado; pero cuando llegamos nos indican que ya no hay visita. Hemos llegado
tarde por lo que queda para otra ocasión. Ha sido un día muy aprovechado,
consecuencia de haber madrugado. Volvemos a casa aunque todavía haremos una
pequeña parada en Arévalo.
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