Ruta ciclista: río Henares. Etapa 1: Horna-Sigüenza.
Sierra Ministra |
Son los últimos días del verano. Una vez pasados los
calores africanos que hemos padecido, retomo mi proyecto de recorrer en
bicicleta la cuenca del Henares siguiendo sus ríos y arroyos, ahora de una
forma más metódica, más sistematizada. Quiero seguir el río, pero sin que eso
me impida ver el valle, las poblaciones. Voy hasta Sigüenza. Es temprano. Hace
frío. Tomo un café. Saco la bici del coche y pedaleo, por el camino Calle Real,
sin parar, hasta el nacimiento del Henares, pasando por los pueblos pero sin
encontrarme a nadie, excepto a la salida de Alcuneza donde un mañanero paseante
de perro me indica un camino para ir a Alboreca. Ya veré si le hago caso.
En el nacimiento me espera una agradable sorpresa. El año
pasado la vegetación estaba alta y no se veía el cauce; este año la han cortado,
está limpio y se ve manar el agua cristalina perfectamente. La certificación
del nacimiento viene dada por un pequeño monolito con la inscripción “1877
Origen del Henares” y por un cartelón del Ayuntamiento de Sigüenza –al que le
han borrado “exce”, quedando en lentísimo- que indica que es espacio natural
protegido. Me recreo en esta Fuente del Jardín, como parece que lo
llaman en
Horna, debajo de dos grandes nogales que todavía no están otoñales como el año
pasado, viendo manar mansamente el agua, escasa pero más abundante de lo que yo
imaginaba. Se está muy bien. La mañana es fresca y azul, sin ninguna nube.
Magnífico espectáculo con algunas frondosas que ya empiezan a amarillear. Subo
por la ladera contraria para ver mejor la zona. Detrás hay una gran zona espesa
de encinas que capta el agua, ésta descarga subterráneamente por las calizas
del Jurásico hasta llegar a las arcillas del Keuper, impermeables, que la hacen
aflorar a la superficie. Imagen de libro.Horna |
El Henares recién nacido se protege escondiéndose entre
árboles muy altos y se pierde de vista. De vuelta, paso por un puente sobre el
antiguo trazado de la vía férrea, una trinchera abandonada. A la izquierda,
Sierra Ministra con molinos de viento en lo alto. Subo a Horna, que fue
descrita por José Ortega y Gasset. Vivos sólo encuentro a muchísimos gatos
tomando el sol en la plaza. Veo la iglesia con gran espadaña de tres vanos en
sillería, la fuente bajo un gran tilo y la curiosa torre del reloj, pero no veo
a ninguna persona.
Río Henares en Horna |
Vuelvo al camino y giro en la renacentista y ruinosa
ermita de la Soledad. Al lado, el mínimo Henares ya está siendo aprovechado
para el riego de unas huertas. Ahora se va a la izquierda y yo sigo por el
camino, a media ladera de la margen derecha, por lo que lo veo más lejos. Una
bajada que antes ha sido subida. El camino transcurre casi pegado al monte, a
la derecha, con campos a la izquierda. Gran contraste cromático entre el azul
del cielo, el verde oscuro, intenso, de las encinas, el amarillo del rastrojo
del cereal cortado, el marrón oscuro, rojizo, de las tierras aradas y no
sembradas. Algunos campos tienen las pacas de paja sin recoger. Una máquina de
tren, sola, sube. En medio de un campo, un solitario árbol testigo de lo que
fue. El valle se estrecha algo. La temperatura ha subido, aunque un ligero
viento impide el calor.
Mojares. Casas estupendas, restos de un pequeño castillo,
cartel de “Pozo” en la parte de abajo, rara iglesia de San Pascual con rara
Mojares |
Alcuneza |
Asciendo el pequeño valle hasta Alboreca, sobre un cerro
como Horna. Calles bien arregladas, como los otros pueblos, fuente con dos
caños, iglesia con espadaña de dos cuerpos que no es hito visual, gran frontón.
Un señor me cuenta que la plantación que he visto sirve para sacar gasolina o
biomasa, que ya se cultiva desde
Alboreca |
Vuelvo al camino y ya estoy en Alcuneza. Lo primero que
se ve son los restos de una antigua fábrica de ladrillos, con todos los
edificios ruinosos, siendo una alta chimenea que se alza contra el azul lo
único que se mantiene en pie de todo el entramado fabril.
Subiendo hacia el
pueblo, a la izquierda, una fuente de dos caños que alimenta a un lavadero
abandonado, bonito rincón que transporta a otras épocas. Estos pueblos están
situados a media ladera, en la zona donde surge el agua debajo de la caliza de
los altos y a cierta altura y distancia sobre el río. Sigüenza ya se ve más
cerca. Baja otro tren de mercancías. Las calles son empinadas. Bajo la roca
caliza hay lo que pueden ser unas bodegas y, al lado, una fuente, sin agua, de
1924. Un señor me cuenta que de aquella plantación se saca aceite, pero que no sabe cómo se llama la planta, que se cultiva en forma experimental desde hace poco. En lo alto la iglesia de San Pedro de Antioquía, en sillería excepto el ábside poligonal, más alto, en sillarejo. La estructura, los canecillos –aunque sin labrar-, dan idea de románico. Tiene buen aspecto y una espadaña de dos vanos. Los tres pueblos están en cuesta, apoyados sobre la ladera y mirando al valle.
Poco después se encuentran los restos de unas salinas,
las únicas fuera del valle del Salado. Se conserva bien la estructura, pero los
edificios están derrumbados. En algunas hay agua y otras están secas, dejando
ver su suelo empedrado. Una señora senderista me dice que los restos de
edificios eran de las casas de las salinas, que aquí no había ninguna ermita. Terrible
destino, las ruinas. Y ya vale por hoy. Aquí se ha acabado el paseo. Vuelvo a
Sigüenza. A mi
izquierda, la vía del ferrocarril me separa de la finca de los
Maristas –de fuerte muralla y gran puerta-, y del molino El Charpa, cuyos
dueños, los amigables Alejandro y Santiago, me acogieron muy bien en una
ocasión. Al fondo, la ciudad mitrada aparece en todo su esplendor, con las
moles de la catedral y el castillo destacando. A la entrada, el Henares niño
sigue tan mínimo como lo he visto en Horna.
Antes de volver a Alcalá voy a ver a mi amigo Martín -que
está con su primo, el director de Correos de Sigüenza- para recuperar líquidos.
Aunque han sido unos 37 kms los recorridos, incluyendo las vueltas por los
pueblos, sólo han sido trece de río. Me va a costar mucho hacer el recorrido
completo, pero no hay prisa. Otro día, más.
Río Henares en Sigúenza |
No hay comentarios:
Publicar un comentario