viernes, 30 de septiembre de 2016

II Camino de Cervantes. Ruta 2: Ajalvir-Paracuellos de Jarama.




Vuelvo al Camino de Cervantes que acaba de empezar su segundo año. Esta es la segunda etapa, de Ajalvir a Paracuellos de Jarama. Una etapa corta, de ocho kilómetros, sencilla, sin dificultad, como lo prueba el que se ven niños e incluso padres empujando carritos con bebés. El objetivo es un simple paseo, un día de fiesta compartida, en un día muy bueno, con sol pero sin excesivo calor, muy agradable para caminar.

Tras algunos problemas para aparcar, llegamos a la hora justa. Hay muchísima gente, de todos los pelos y edades, y el color que predomina es el azul de la sencilla mochila que han regalado este año. Con exquisita puntualidad se pone en marcha el gentío que forma una línea multicolor. Al principio se camina mal, el pelotón es muy numeroso y se forma un tapón en la calle en bajada a la salida de Ajalvir. Abajo hay un paseo con farolas hasta el cementerio, cuyos altos cipreses, que sobresalen de las blancas paredes, ven pasar impávidos la larga fila de caminantes.

Los primeros están caminando deprisa, porque se ven ya en lo alto de las lomas lejos de nosotros. Es una zona de pequeñas colinas redondeadas, un territorio ondulado, seco, sin vegetación, de estepa, con colores amarillos, ocres y marrones. Entre estas ligeras ondulaciones, el marrón más oscuro de los campos arados pone una nota de color en el amarillo del rastrojo del cereal cosechado. Al llegar a lo alto empiezan a aparecer encinas achaparradas, de poco porte. Sólo alguna nube que flota en el cielo tapa el azul.

En el estrecho camino se forma otro tapón. Ciclistas que vienen en sentido contrario se tienen que bajar de la bici porque no pueden pasar y nosotros no podemos adelantar. Algo después, nos salimos del camino y avanzamos por el margen. El pelotón se va estirando. Llegamos a una zona más arbolada de encinas, cuyo verde oscuro, intenso, pone otra nota diferente de color. Al fondo se ven los aviones que continuamente despegan de Barajas, muy cerca.

El paseo es muy relajado y relajante. Se nota que la gente está disfrutando. Grupos, parejas, familias enteras, compartiendo la agradable mañana dominguera. El pelotón se estira más, se abren huecos entre los senderistas, aunque la marcha sigue siendo tranquila, sosegada, para disfrutar del día.

Los árboles van raleando. El camino es una línea marrón claro entre el marrón oscuro de los campos arados, cuyos surcos van en paralelo a nosotros. En un ligero ascenso, con giro a la izquierda en lo alto, se ve la fila perfilándose en la cima, como en las películas. Es una zona desarbolada y se ve bien a lo lejos, destacando las cuatro torres de Madrid. Aumenta la panorámica, no es extraño que, en Paracuellos, al “Mirador de El Picón del Cura” lo llamen “El balcón de Madrid”.

Lo que antes ha sido ligera subida, ahora es ligera bajada, pero el paisaje no cambia. En un momento había árboles alrededor, pero han vuelto a desaparecer. Seguimos descendiendo suavemente y nos acercamos a una gran infraestructura que el camino cruza sin ningún problema por un puente. Después, unas zonas de chalets, urbanizaciones exteriores, nos indican que ya podemos estar cerca, aunque no llegamos todavía, son las afueras.

Tras cruzar unas instalaciones deportivas, iniciamos la bajada hacia el pueblo cruzando otra zona con muchos chalets adosados, algunos debajo del camino, abiertos a nuestras miradas. Ha habido una época en que se vendía todo lo que se construía. Cruzamos el pueblo hasta llegar a la iglesia de San Vicente Mártir y la plaza, donde está situado el sellado de los pasaportes. Hay tres mesas, con varias personas en cada una, y este proceso se hace con mucha agilidad y rapidez. Viendo la cola que había daban ganas de no quedarse, pero ha sido muy breve.


Después del sellado vemos que la gente hace cola en la plaza, pero esta cola está parada, no avanza. No sabemos qué pasa ni a qué se espera. La fiesta debe seguir y la gente debe saberlo, pero ya no tenemos ánimos para más colas. Podríamos dar una vuelta por el pueblo y ver el Palacio de los Duques de Medinaceli, por ejemplo, pero mucha gente está retrocediendo hacia los alrededores del polideportivo, donde estacionan los autobuses que nos llevan a los conductores hasta Ajalvir, y hay que volver a recoger a los restantes pasajeros, así que nos vamos. 

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