lunes, 15 de agosto de 2016

Meco: conciertos de órgano.

Al cercano pueblo de Meco voy muchas veces, alguna andando, pero sobre todo con la bici, recorriendo la Cañada Real Galiana o Riojana, que pasa al lado, o después de haber transitado el Canal del Henares, que aquí muere.  En cualquier caso, se recorren las suaves ondulaciones del relieve de estas extensiones cerealistas de amplios horizontes, de estas estepas de gran valor ornitológico, de la Campiña del Henares, en una de cuyas terrazas se sitúa el pueblo, cerca del límite con Guadalajara, a una altitud de 669 m.

Meco tiene un origen antiguo atestiguado por los restos prehistóricos encontrados, pasando después posiblemente por las etapas de poblado celtíbero, villa romana, poblado árabe. Formó parte del alfoz de Alcalá de Henares y del Arzobispado de Toledo, hasta que en el siglo XV pasó a la familia Mendoza, perteneciendo a la jurisdicción de Alcalá al abolirse los señoríos. De ese pasado quedan unas casonas en el casco antiguo, en la calle Mayor, pero en la actualidad ha crecido mucho, construyéndose varias urbanizaciones aledañas e incrementándose la población hasta más de 13.000 mequeros en 2015.

En la parte alta, en la plaza del Ayuntamiento, se encuentra la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, al nivel de la plaza por delante pero sobreelevada sobre una formidable barbacana y grandes contrafuertes por detrás. Los cuatro primeros tramos son de cantería caliza y el de la cúpula, altar mayor y torre, de ladrillo con piedra en los ángulos. Su planta es de salón, de tres naves, con cubierta tardogótica soportada por impresionantes columnas y una gran cúpula tardía en el crucero, sobre pechinas decoradas con óvalos al fresco. En el lado Norte hay una portada de granito en estilo herreriano. El edificio actual es del siglo XVI, pero la cúpula y la torre son del siglo XVIII. Impresiona por su calidad y dimensiones y constituye un hito visual de primera magnitud en toda la comarca, teniendo en cuenta que, por ejemplo, Alcalá de Henares está a 588 m de altitud.

Parece ser que en 2006, tras una visita de la entonces Presidenta de la C.A.M., Esperanza Aguirre, se pensó en dotar de un órgano a la iglesia. La Fundación que financió la operación, con dinero público, está siendo investigada y ha desaparecido, pero más que eso importa en este caso la infravaloración musical del instrumento, que ha llegado a estar estos diez años en silencio. Al parecer, uno de los problemas es que no hay muchos organistas, lo que significa que sólo podrá sonar en determinados días en los que haya algún evento especial.

Aquí entra en acción la Fundación Più Mosso (más vivo, más rápido), una organización sin ánimo de lucro, dirigida por Ana Benedicto, que tiene tres objetivos fundamentales: generar afición hacia la música en directo en los niños, promocionar a los artistas jóvenes con talento y organizar ciclos y conciertos. Y cumpliendo directamente con este tercer objetivo, ha organizado la I Edición Ciclo de Órgano en Meco, durante los meses de julio y agosto de 2016, en la que se interpretarán piezas de música antigua, especialmente de los siglos XVI y XVIII, y de música española de los siglos XIX y XX.

El esfuerzo realizado ha merecido la pena porque el plantel de organistas es impresionante. En los cuatro conciertos programados intervienen Roberto Fresco (organista titular de la catedral de La Almudena; obras de J.S.Bach, Guimant, etc.), Miguel Bernal (catedrático de órgano del Real Conservatorio Superior de Madrid; obras de J.S.Bach, Hilarión Eslava, Guridi, etc.), Pedro Alberto Sánchez (organista de la basílica de San Lorenzo de El Escorial, junto al trompetista Marcos Quesada; obras de Haendel, Telemann, Banchieri, etc.) y Felipe López (organista de la Real Iglesia de San Ginés; obras de J.S.Bach, Liszt, Reger, etc.).

El impresionante interior de la iglesia acoge este Ciclo y podría acoger a muchas más personas. A pesar de que la entrada es barata, no hay mucha gente. El retablo de la Capilla mayor, del siglo XVIII, barroco, coronado por una Trinidad, dorado, refleja sus brillos de recién restaurado y contrasta con el blanco de la piedra caliza y de la pintura de los muros creando un ambiente muy adecuado. El órgano, situado en el coro, debía estar deseando una ocasión así y lo manifiesta lanzando sus potentes chorros de sonido a las altas bóvedas que lo reparten por toda la iglesia en una audición majestuosa. Toda la gama de los sonidos, desde los cortantes agudos hasta los potentes graves, desfilan ante los oídos de los privilegiados que asistimos al concierto creando una turbadora arquitectura de sonidos (Beethoven) y envolviéndonos en una sensación de irrealidad, de elevación, que no se romperá hasta el final.


El caso es que el órgano está en la iglesia de Meco, ya está desde hace años. El que pudiera ser quizá una adquisición precipitada y poco pensada no hace al caso; ahora lo que interesa es usarlo. Uno de los concertistas ha dicho que es un órgano complejo que hay que estudiar antes del concierto, quizá indicando su bondad. Pues hay que aprovecharlo. Se necesita que se estructuren más ciclos y, por lo menos, agradeciendo a la Fundación Più Mosso la organización del de este año, esperamos también, sin ir más lejos, la del próximo.

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