Meco: conciertos de órgano.
Al cercano pueblo de Meco voy muchas veces, alguna
andando, pero sobre todo con la bici, recorriendo la Cañada Real Galiana o
Riojana, que pasa al lado, o después de haber transitado el Canal del Henares,
que aquí muere. En cualquier caso, se
recorren las suaves ondulaciones del relieve de estas extensiones cerealistas
de amplios horizontes, de estas estepas de gran valor ornitológico, de la
Campiña del Henares, en una de cuyas terrazas se sitúa el pueblo, cerca del
límite con Guadalajara, a una altitud de 669 m.
Meco tiene un origen antiguo atestiguado por los restos
prehistóricos encontrados, pasando después posiblemente por las etapas de
poblado celtíbero, villa romana, poblado árabe. Formó parte del alfoz de Alcalá
de Henares y del Arzobispado de Toledo, hasta que en el siglo XV pasó a la
familia Mendoza, perteneciendo a la jurisdicción de Alcalá al abolirse los
señoríos. De ese pasado quedan unas casonas en el casco antiguo, en la calle
Mayor, pero en la actualidad ha crecido mucho, construyéndose varias
urbanizaciones aledañas e incrementándose la población hasta más de 13.000
mequeros en 2015.
En la parte alta, en la plaza del Ayuntamiento, se
encuentra la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, al nivel de la plaza por
delante pero sobreelevada sobre una formidable barbacana y grandes
contrafuertes por detrás. Los cuatro primeros tramos son de cantería caliza y
el de la cúpula, altar mayor y torre, de ladrillo con piedra en los ángulos. Su
planta es de salón, de tres naves, con cubierta tardogótica soportada por
impresionantes columnas y una gran cúpula tardía en el crucero, sobre pechinas
decoradas con óvalos al fresco. En el lado Norte hay una portada de granito en
estilo herreriano. El edificio actual es del siglo XVI, pero la cúpula y la
torre son del siglo XVIII. Impresiona por su calidad y dimensiones y constituye
un hito visual de primera magnitud en toda la comarca, teniendo en cuenta que,
por ejemplo, Alcalá de Henares está a 588 m de altitud.
Parece ser que en 2006, tras una visita de la entonces
Presidenta de la C.A.M., Esperanza Aguirre, se pensó en dotar de un órgano a la
iglesia. La Fundación que financió la operación, con dinero público, está
siendo investigada y ha desaparecido, pero más que eso importa en este caso la
infravaloración musical del instrumento, que ha llegado a estar estos diez años
en silencio. Al parecer, uno de los problemas es que no hay muchos organistas,
lo que significa que sólo podrá sonar en determinados días en los que haya
algún evento especial.
Aquí entra en acción la Fundación Più Mosso (más vivo,
más rápido), una organización sin ánimo de lucro, dirigida por Ana Benedicto,
que tiene tres objetivos fundamentales: generar afición hacia la música en
directo en los niños, promocionar a los artistas jóvenes con talento y
organizar ciclos y conciertos. Y cumpliendo directamente con este tercer
objetivo, ha organizado la I Edición Ciclo de Órgano en Meco, durante los meses
de julio y agosto de 2016, en la que se interpretarán piezas de música antigua,
especialmente de los siglos XVI y XVIII, y de música española de los siglos XIX
y XX.
El esfuerzo realizado ha merecido la pena porque el
plantel de organistas es impresionante. En los cuatro conciertos programados
intervienen Roberto Fresco (organista
titular de la catedral de La Almudena; obras de J.S.Bach, Guimant, etc.),
Miguel Bernal (catedrático de órgano del
Real Conservatorio Superior de Madrid; obras de J.S.Bach, Hilarión Eslava,
Guridi, etc.), Pedro Alberto Sánchez (organista
de la basílica de San Lorenzo de El Escorial, junto al trompetista Marcos
Quesada; obras de Haendel, Telemann, Banchieri, etc.) y Felipe López (organista de la Real Iglesia de San Ginés;
obras de J.S.Bach, Liszt, Reger, etc.).
El impresionante interior de la iglesia acoge este Ciclo
y podría acoger a muchas más personas. A pesar de que la entrada es barata, no
hay mucha gente. El retablo de la Capilla mayor, del siglo XVIII, barroco, coronado
por una Trinidad, dorado, refleja sus brillos de recién restaurado y contrasta
con el blanco de la piedra caliza y de la pintura de los muros creando un
ambiente muy adecuado. El órgano, situado en el coro, debía estar deseando una
ocasión así y lo manifiesta lanzando sus potentes chorros de sonido a las altas
bóvedas que lo reparten por toda la iglesia en una audición majestuosa. Toda la
gama de los sonidos, desde los cortantes agudos hasta los potentes graves,
desfilan ante los oídos de los privilegiados que asistimos al concierto creando
una turbadora arquitectura de sonidos (Beethoven) y envolviéndonos en una
sensación de irrealidad, de elevación, que no se romperá hasta el final.
El caso es que el órgano está en la iglesia de Meco, ya
está desde hace años. El que pudiera ser quizá una adquisición precipitada y
poco pensada no hace al caso; ahora lo que interesa es usarlo. Uno de los
concertistas ha dicho que es un órgano complejo que hay que estudiar antes del
concierto, quizá indicando su bondad. Pues hay que aprovecharlo. Se necesita
que se estructuren más ciclos y, por lo menos, agradeciendo a la Fundación Più
Mosso la organización del de este año, esperamos también, sin ir más lejos, la
del próximo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario