Las fuentes de la Granja de San Ildefonso (II)
Como estamos ante tantas calles, la gente se va marchando
por varias de ellas y no hemos visto al de la bandera. Seguimos a mucha gente
que baja, como el agua, hacia La Fama. Aquí esperamos mucho tiempo. No es
normal. Quizá hayan abierto otra fuente y no la vemos. Un tiempo después vemos
funcionando Los Baños de Diana y
vamos corriendo. Es un gran retablo de piedras de sillería, coronado por un
jarrón, con una hornacina en el cuerpo central y dos cascadas laterales sobre
cuatro tazas decrecientes en altura. En la base, una gradería de mármol que
sirve de cascada y el grupo escultórico formado por Diana saliendo del baño y
cinco ninfas que le ayudan. Por el estanque se reparten figuras de ninfas,
cisnes, perros, ciervos, etc., y dos leones laterales que arrojan el agua con
tal fuerza que sale fuera del estanque y moja al público. En la plaza hay otras
estatuas de ninfas y jarrones como complemento. Diana, hermana de Apolo, se dedicaba a la caza insensible a sus
pretendientes y fue adquiriendo un carácter inhumano. Acteón tenía por
aficiones la caza y tañer la flauta. Un caluroso día quiso refrescarse dándose
un baño y llegó a un remanso donde Diana se estaba bañando desnuda.
Sorprendida, lo convirtió en ciervo, siendo devorado por sus propios perros,
aunque la escena de la fuente es serena, Acteón tocando la flauta
tranquilamente y Diana, escuchando, bañándose plácidamente. Se dice que
representa los primeros momentos de una historia tomada de Las Metamorfosis de
Ovidio. Esta fuente funciona para visitas nocturnas algunos sábados.
Ahora sí que volvemos a La Fama, que ya está funcionando antes de llegar nosotros. El
altísimo chorro central ya hace las delicias de los asistentes. Es un estanque
circular con un gran peñasco en el centro, en cuya cima está Pegaso y, sentada
sobre él, la Fama toca su trompeta que es la que lanza el fortísimo chorro de
agua. Unos guerreros vencidos, que representan a la ignorancia, envidia,
maldad, etc., caen despeñados del risco. La
Fama, divinidad de griegos y romanos, se representaba como mujer alada que se
remonta por los aires tocando una trompeta y en esta ocasión, para hacerla más
ligera, está montada sobre Pegaso. Se decía que tenía cien ojos continuamente
abiertos y cien bocas incansables, y en continuo movimiento recorría la Tierra
divulgando lo que sabía o no, el bien y el mal, la verdad y la mentira, con el
único objetivo de sobresalir. Alrededor hay otros surtidores, ánforas,
geniecillos montados sobre delfines y númenes de río que completan el juego del
agua, aunque lo que el público prefiere es el gran chorro, el enhiesto
surtidor, al que aplaude cuando cesa.
El Nocturnal |
Aquí ha acabado el itinerario de las fuentes abiertas,
pero todavía tenemos tiempo hasta que cierren el parque, así que, pasando por
el bonito parterre de La Fama, vamos hacia el Palacio y hacia la primera
fuente, La Selva, ahora vacía de agua y de gente. Más adelante están los
jardines de El Nocturnal, con sencillo pero bonito estanque, y El Potosí, y al
final la Casa de las Flores. Girando a la derecha vamos al Laberinto que recorremos después de haber visto los caminos en el
mapa. Siguiendo hacia arriba el declive del monte subimos hasta la cota máxima
del jardín, hasta el gran estanque, El
Mar, cuyos 216.000 m3 de capacidad son llenados por varios
arroyos. Es el más grande, aunque existen otros estanques a diferentes cotas,
con lo que se consiguen diferentes presiones adecuadas a las fuentes. Las
tuberías son de hierro fundido y tienen una longitud de unos 13 kms, las
fuentes son de plomo para evitar la corrosión, aunque pintadas a imitación de
bronce para ennoblecerlas, y el agua se distribuía por gravedad. Hay 21 fuentes
con más de 300 surtidores –alguno alcanzaba los 40 m.-, que consumen unos 9.000
m3 por hora si funcionan a la vez, lo mismo que la ciudad de
Segovia. El depósito principal se consumiría en unas 13 h, por eso no funcionan
a la vez y sólo unos pocos días. Lo bordeamos viendo el Puente de los Suspiros,
la Gruta y la Casa de la Góndola, y nos sentamos un poco respirando la dulzura
del atardecer sin el agobio de la gente.
La Casa de las Flores |
Se acerca la hora de cierre y bajamos. Nos detenemos en
la fuente de Andrómeda, un estanque
en cuyo centro se alza un elevado peñasco al que está encadenada Andrómeda
mientras Perseo acuchilla al dragón enseñándole la cabeza de Medusa para
inmovilizarle. Minerva está detrás por si tuviera que ayudar a Perseo. De nuevo
aparece Perseo, al que ya vimos la noche de las Perseidas (ver el artículo). Había realizado difíciles misiones por
encargo de Polidecto, parecidas a los trabajos de Hércules: luchó contra las
Gorgonas y cortó la cabeza a una de ellas, Medusa; convirtió en montaña al
gigante Atlas que le negó acogida; salvó a Andrómeda, hija de Cefeo y Casiopea,
reyes de Etiopía. Andrómeda, disputó el premio de la belleza a Juno y la
venció. Juno, envidiosa, envió un monstruo que asolaba el reino hasta que le
entregaran a Andrómeda. Su madre dudó pero venció el bien de sus súbditos y las
nereidas la ataron a la roca. Perseo, que sobrevolaba Etiopía, lo vio y preguntó
si se la entregarían por esposa si la salvaba, y lo hizo. Es lo que
representa la fuente, que no vemos funcionando, pero el dragón lanza un chorro
de agua que sólo es superado en altura por La Fama. Por el Parterre de su
nombre seguimos adelante.
El Laberinto |
Subimos hasta el Cenador
de Mármoles, pequeño templete de planta octogonal y lados desiguales,
construido en piedra rosa de Sepúlveda, que corona una excepcional
escenografía. Sus chaflanes, los lados pequeños, se adornan con alegorías de
las cuatro partes del mundo y las claves de los arcos de entrada con máscaras
de las cuatro estaciones.
Estamos frente a la fachada principal del Palacio, en la Cascada Nueva formada por tres
elementos, tres fuentes. Al lado del Cenador está la Fuente de las Tres Gracias, estanque circular con un peñasco en el
centro y sobre él dos tazas circulares superpuestas. En la inferior cuatro
tritones sostienen la taza en la que están las Tres Gracias y arriba un niño
abraza a un delfín que arroja un chorro de agua, aunque no la vemos
funcionando. Las Gracias, hijas de
Júpiter, son divinidades que representan la belleza, el encanto y la alegría, y
siempre aparecen agrupadas. Presiden las buenas acciones y lo útil y atractivo
para la humanidad. Son compañeras de Venus y cupido y se llaman Aglae, Talía y
Eufrosina. Aprovechando el declive del terreno está la Cascada, estanques simulando escaleras, todo de mármol. En la parte
baja está la fuente de Anfítrite, la
esposa de Neptuno, que alude a la reina Isabel de Farnesio.
La Gruta |
La luz ha ido menguando y las sombras comienzan a
apoderarse del bosque. Por el Parterre de Palacio volvemos a la salida.
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