martes, 12 de julio de 2016

Sigüenza: jornadas medievales.

En un fin de semana a principios del mes de julio se celebran en Sigüenza unas jornadas medievales en un magnífico escenario compuesto por la Plaza Mayor, la Calle Mayor, la Travesaña Alta y la Plaza del Castillo, donde se desarrolla la mayor parte de la fiesta. La Plaza Mayor y la Calle Mayor albergan un gran mercado medieval, uno más de los muchos que se celebran en tantas localidades, que quieren significar un remanente arcaico de una vida artesanal, y por aquí discurren en varias ocasiones a lo largo de cada jornada pasacalles y representaciones a cargo de varios grupos.

El sábado por la tarde, en otro escenario, el Parque de las Eras del Castillo, se presentan varias actuaciones seguidas, muy variadas y entretenidas, bajo un sol inclemente escasamente matizado por alguna nube que, estratégicamente situada, sombrea por breve tiempo el palenque. La primera de estas actuaciones consiste en una serie de justas y juegos medievales a caballo por los jinetes y amazonas seguntinos, según dice el programa. Todos los caballistas,
ataviados más o menos medievalmente y atendidos por unos auxiliares que colocan el material, reparten las lanzas, etc., realizan las mismas actividades: ataque con lanza a un escudo evitando la maza del otro lado, corte con la espada de unas coles situadas en lo alto de postes, lanzamiento de lanzas a una diana y ataque con lanza a dos escudos simultáneamente por dos caballeros. El público premia, alentado por la megafonía, con sus aplausos las distintas cabalgadas y en los breves intermedios puede admirarse la belleza imponente de los caballos.

La segunda actuación, que se repite en varios momentos a lo largo del día, es un espectáculo de vuelo libre de aves rapaces ilustrado con breves charlas de concienciación medioambiental. Los ambientalistas presentan las distintas rapaces realizando diversos ejercicios que demuestran sus habilidades. El público participa, por ejemplo, poniendo el brazo estirado para que se pose el ave en él, aunque también se posan en el hombro y en la cabeza. El espacio
abierto es idóneo para este tipo de espectáculos. También aparecen rapaces nocturnas, córvidos e incluso un gato. Los comentarios sobre estos extraordinarios animales, ejemplificados con casos reales, sirven de enseñanza, especialmente,  para los niños que los contemplan con unos ojos más abiertos que las aves.



Por fin, la tercera actuación es la que puede considerarse el plato fuerte del día: se trata del asalto al castillo. Como dice el Cronista Oficial de la Ciudad, se trata de una recreación festiva de un episodio del histórico pasado medieval de la ciudad. A mediados del siglo XIV, Doña Blanca de Borbón, hija del Duque de Borbón y sobrina del rey de Francia, fue repudiada por el rey D. Pedro I de Castilla y León, el Cruel o el Justiciero, según el bando, al tercer día de su boda en Valladolid quizá por no aportar la dote prometida.
Los amoríos del rey le llevan a la excomunión y los nobles castellanos, reunidos en Toro, se sublevan tomando a Doña Blanca como bandera. Doña Blanca pidió amparo en la catedral de Toledo, lo que obligó al rey a asaltar la ciudad, y, finalmente, fue confinada en el alcázar episcopal de Sigüenza, donde pasó cuatro años de su destierro.

Por la mañana, en la plaza de armas del castillo, se ha leído un Manifiesto de Dª Blanca y ahora vamos a asistir a la tentativa de
algunos de sus partidarios de asaltar el castillo para intentar liberarla. Desde las almenas de estas altísimas e impresionantes murallas –con signos de desgaste debido al continuo roce de los invisibles dedos del tiempo- se han descolgado unas cuerdas hasta la base y por ellas trepan, en varias oleadas, los asaltantes. Sin embargo, no logran sorprender a los defensores que entablan batalla, luchan con ellos y, arrojándoles piedras y aceite hirviendo, como mandan los cánones, les obligan a retroceder y a descolgarse por los almenados muros. El ocaso asiste al desarrollo de la acción y los últimos rayos del sol doran las piedras de la muralla con una desmayada luz crepuscular. Al terminar el intento de asalto el sol se ha puesto completamente y es bastante tarde aunque todavía se ve bien.

Ya de noche, se encienden algunas velas y antorchas en las calles antiguas, tratando de recuperar el encanto de estas calles medievales y, en una noche de embrujo, templada, se produce el recorrido de las brujas y sus maleficios, acompañadas por grupos musicales, por el casco histórico hasta la Plaza del Castillo.

Hacia la medianoche, en la Plaza Mayor, el baile de las ánimas trata de transportarnos en el tiempo en esta noche mágica. El día finaliza con la actuación del Grupo de Dulzainas de Alcalá y de otros grupos de música y baile, y, antes del concierto final de música, el relato de Dª Blanca de Borbón, “Lamento de una reina”, pone la nota sentimental.

La historia de Dª Blanca continúa el domingo. D. Pedro había ido matando a varios de sus hermanastros y como la guerra fratricida tomaba mayor incremento y D. Enrique, unido al rey de Aragón, luchaba ya cerca de Sigüenza, tomó la decisión de trasladarla a la lejana Andalucía, primero a Jerez de la Frontera y finalmente a Medina Sidonia, donde murió de forma misteriosa. El final definitivo se desarrolla en el patio de armas del castillo, con el combate fratricida a muerte entre el rey Don Pedro y su hermano bastardo Enrique de Trastámara.

Ha sido otro motivo más para volver a Sigüenza y compartir, con muchísima gente, estas jornadas, bulliciosas, animadas, que tanta vida cultural y económica dan a esta población que se ha adaptado muy bien a los nuevos tiempos, porque el tiempo no está ahí sentado a la espera.


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