Sigüenza: jornadas medievales.
En un fin de semana a principios del mes de julio se
celebran en Sigüenza unas jornadas medievales en un magnífico escenario
compuesto por la Plaza Mayor, la Calle Mayor, la Travesaña Alta y la Plaza del
Castillo, donde se desarrolla la mayor parte de la fiesta. La Plaza Mayor y la
Calle Mayor albergan un gran mercado medieval, uno más de los muchos que se
celebran en tantas localidades, que quieren significar un remanente arcaico de
una vida artesanal, y por aquí discurren en varias ocasiones a lo largo de cada
jornada pasacalles y representaciones a cargo de varios grupos.
El sábado por la tarde, en otro escenario, el Parque de
las Eras del Castillo, se presentan varias actuaciones seguidas, muy variadas y
entretenidas, bajo un sol inclemente escasamente matizado por alguna nube que,
estratégicamente situada, sombrea por breve tiempo el palenque. La primera de
estas actuaciones consiste en una serie de justas y juegos medievales a caballo
por los jinetes y amazonas seguntinos, según dice el programa. Todos los
caballistas,
ataviados más o menos medievalmente y atendidos por unos
auxiliares que colocan el material, reparten las lanzas, etc., realizan las
mismas actividades: ataque con lanza a un escudo evitando la maza del otro
lado, corte con la espada de unas coles situadas en lo alto de postes,
lanzamiento de lanzas a una diana y ataque con lanza a dos escudos
simultáneamente por dos caballeros. El público premia, alentado por la
megafonía, con sus aplausos las distintas cabalgadas y en los breves intermedios
puede admirarse la belleza imponente de los caballos.
La segunda actuación, que se repite en varios momentos a
lo largo del día, es un espectáculo de vuelo libre de aves rapaces ilustrado
con breves charlas de concienciación medioambiental. Los ambientalistas
presentan las distintas rapaces realizando diversos ejercicios que demuestran
sus habilidades. El público participa, por ejemplo, poniendo el brazo estirado para
que se pose el ave en él, aunque también se posan en el hombro y en la cabeza.
El espacio
abierto es idóneo para este tipo de espectáculos. También aparecen
rapaces nocturnas, córvidos e incluso un gato. Los comentarios sobre estos
extraordinarios animales, ejemplificados con casos reales, sirven de enseñanza,
especialmente, para los niños que los
contemplan con unos ojos más abiertos que las aves.
Por fin, la tercera actuación es la que puede
considerarse el plato fuerte del día: se trata del asalto al castillo. Como
dice el Cronista Oficial de la Ciudad, se trata de una recreación festiva de un
episodio del histórico pasado medieval de la ciudad. A mediados del siglo XIV,
Doña Blanca de Borbón, hija del Duque de Borbón y sobrina del rey de Francia, fue
repudiada por el rey D. Pedro I de Castilla y León, el Cruel o el Justiciero, según
el bando, al tercer día de su boda en Valladolid quizá por no aportar la dote
prometida.
Los amoríos del rey le llevan a la excomunión y los nobles
castellanos, reunidos en Toro, se sublevan tomando a Doña Blanca como bandera.
Doña Blanca pidió amparo en la catedral de Toledo, lo que obligó al rey a
asaltar la ciudad, y, finalmente, fue confinada en el alcázar episcopal de
Sigüenza, donde pasó cuatro años de su destierro.
Por la mañana, en la plaza de armas del castillo, se ha
leído un Manifiesto de Dª Blanca y ahora vamos a asistir a la tentativa de
algunos
de sus partidarios de asaltar el castillo para intentar liberarla. Desde las
almenas de estas altísimas e impresionantes murallas –con signos de desgaste
debido al continuo roce de los invisibles dedos del tiempo- se han descolgado
unas cuerdas hasta la base y por ellas trepan, en varias oleadas, los
asaltantes. Sin embargo, no logran sorprender a los defensores que entablan
batalla, luchan con ellos y, arrojándoles piedras y aceite hirviendo, como
mandan los cánones, les obligan a retroceder y a descolgarse por los almenados
muros. El ocaso asiste al desarrollo de la acción y los últimos rayos del sol
doran las piedras de la muralla con una desmayada luz crepuscular. Al terminar
el intento de asalto el sol se ha puesto completamente y es bastante tarde
aunque todavía se ve bien.
Ya de noche, se encienden algunas velas y antorchas en
las calles antiguas, tratando de recuperar el encanto de estas calles
medievales y, en una noche de embrujo, templada, se produce el recorrido de las
brujas y sus maleficios, acompañadas por grupos musicales, por el casco
histórico hasta la Plaza del Castillo.
Hacia la medianoche, en la Plaza Mayor, el baile de las
ánimas trata de transportarnos en el tiempo en esta noche mágica. El día finaliza
con la actuación del Grupo de Dulzainas de Alcalá y de otros grupos de música y
baile, y, antes del concierto final de música, el relato de Dª Blanca de
Borbón, “Lamento de una reina”, pone la nota sentimental.
La historia de Dª Blanca continúa el domingo. D. Pedro
había ido matando a varios de sus hermanastros y como la guerra fratricida
tomaba mayor incremento y D. Enrique, unido al rey de Aragón, luchaba ya cerca
de Sigüenza, tomó la decisión de trasladarla a la lejana Andalucía, primero a
Jerez de la Frontera y finalmente a Medina Sidonia, donde murió de forma
misteriosa. El final definitivo se desarrolla en el patio de armas del
castillo, con el combate fratricida a muerte entre el rey Don Pedro y su
hermano bastardo Enrique de Trastámara.
Ha sido otro motivo más para volver a Sigüenza y
compartir, con muchísima gente, estas jornadas, bulliciosas, animadas, que
tanta vida cultural y económica dan a esta población que se ha adaptado muy
bien a los nuevos tiempos, porque el tiempo no está ahí sentado a la espera.
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