Abierto por obras: Monasterio de San Bernardo (“las Bernardas”) de Alcalá de Henares.
Con el objetivo de conocer la arquitectura barroca
madrileña se han organizado visitas, para los meses de julio y agosto (www.madrid.org/abiertoporobras),
a este monasterio cisterciense, Monumento Nacional desde 1924 y ahora Bien de
Interés Cultural.
Desde el año 2000 se han realizado obras de restauración:
las cubiertas de teja y espadaña, las pinturas, la Casa de la Demandadera en
2011 y el claustro menor y las cubiertas del chapitel de la iglesia en 2012.
Este año, 2016, la Dirección General de Patrimonio Cultural de la CAM está restaurando la iglesia para recuperar la traza y espacialidad del
proyecto de Juan Gómez de Mora -que ya había trabajado en Alcalá en el colegio Mayor de San Ildefonso y en el colegio de Málaga-, interviniéndose el solado, paramentos, bóvedas,
fachadas, cubiertas, rejas y una nueva estructura de vigas de madera y
refuerzo
del forjado. Es una obra viva porque se sigue trabajando mientras se visita;
por eso, a finales de agosto habrá visibles detalles que no lo están ahora. El
final de las obras está previsto para agosto de 2017.Nos reunimos en la plaza y los dos guías explican la historia del convento y la fachada. Después, divididos en dos grupos, entramos. Como no se puede pasar a la iglesia, subimos las escaleras y llegamos al antiguo museo, inaugurado en 1997, que está vacío.
Algunos elementos están protegidos, pero las vitrinas vacías y otros elementos guardados. Nos asomamos por los balcones para ver el suelo desfondado, sin el piso de mármol de la restauración de los años 50 del pasado siglo que sustituyó a las baldosas de barro anteriores. El guía nos cuenta –elevando la voz, obligado por el ruido de dos pequeñas excavadoras- que se hicieron dos catas, de las que queda un agujero. En la iglesia se han encontrado restos humanos, incluso de niños, pero no el barrio árabe. Como advierte
el guía, lo normal es que estuviera hacia atrás, en la huerta y no pegado al palacio arzobispal, por motivos de seguridad.
En la primera capilla del lado del evangelio, una de las
cuatro ovaladas, se ha descubierto una cripta con algunos enterramientos,
restos humanos, restos de la restauración de los años 50, basura, e incluso
algún resto de la guerra civil. Los cuadros de Angelo Nardi -uno de los mejores conjuntos de pintura barroca de un mismo artista- han sido retirados
y el altar-baldaquino, que será restaurado igualmente, está cubierto y protegido.
También se restaurará la cúpula, deshaciendo lo hecho en los años 50, para que
se intuyan los dibujos de Angelo Nardi que se perdieron al desprenderse debido
al incendio del Palacio Arzobispal tras la Guerra Civil.
Pero si la iglesia está en proceso de restauración, hay
otros espacios ya terminados. Son los espacios de relación exterior (zaguán de
entrada y casa de la demandadera) y las zonas de servicio ubicadas en el
perímetro del claustro menor. La comunidad religiosa abandonó el monasterio en
el año 2000, pero ahora lo habitan, temporalmente, unas monjas que han venido
de fuera.
Salimos de nuevo a la plaza y esperamos a que nos abran las monjas. El
guía comenta cuáles -han sido los tres objetivos principales de la intervención
en esta área:
-En primer lugar, la recuperación de las fábricas
originales del palacio Arzobispal, que habían quedado congeladas en el tiempo
por la construcción del monasterio de San Bernardo, especialmente una ventana
plateresca del palacio.
-La rehabilitación de los espacios interiores eliminando
todos los elementos añadidos a través del tiempo que impedían la apreciación de
los espacios originales.
-Y, por último, la recuperación de los espacios de
relación del monasterio con el exterior: el zaguán de entrada, el locutorio y
el torreón de las vistas.
Por fin nos abren y entramos en la Casa de la demandadera,
espacio de gran complejidad formal, donde se ubican superpuestos y conectados
elementos diversos de carácter diferente, que relacionan la vida monástica con
el exterior y con el adyacente palacio Arzobispal, y que se organiza en torno a
un patio central de características semejantes a las del resto de patios
domésticos de la ciudad. Una primera escalera de doble tramo comunica con la
planta principal y una segunda escalera, que no continúa la anterior, da acceso
a la planta superior y a la ventana plateresca. En el zaguán está el torno y
por el pasillo a la izquierda vamos a un pequeño patio donde puede verse la
magnífica ventana plateresca. Al igual que en la plaza, puede compararse la
construcción renacentista, en piedra, más lujosa, y la barroca, en ladrillo,
más sencilla.
Volvemos al zaguán y nos detenemos en la gran puerta
claveteada que separa del claustro. Es el límite entre el mundo exterior y el
interior. En el claustro menor, la escala de los espacios de esta zona contrasta
con la de la Casa de la demandadera, porque, a pesar de tratarse de
dependencias de servicio, conserva unas proporciones y
una elegancia que
remiten a los mejores ejemplos de la arquitectura barroca madrileña.
La restauración ha permitido recuperar los espacios tal
como originariamente fueron concebidos. Así, las galerías han sido liberadas
–habían sido tabicadas anteriormente- y se han destabicado los arcos,
recuperando su traza original a la vez que se permite la lectura de la historia
del edificio. La antigua cocina y el resto de dependencias han sido despojadas
de las tabiquerías y las
entreplantas que habían desvirtuado los espacios, posibilitando
que la traza de Juan Gómez de Mora vuelva a salir a la luz.
La selección de los materiales y acabados se ha realizado
con un criterio de austeridad monástica acorde con el carisma cisterciense de
la fundación original del monasterio. Aunque el claustro ha quedado
perfectamente, muy luminoso, ya se aprecian deficiencias en los tejadillos, con
mucha vegetación y tejas hundidas.
Todavía quedará por restaurar la zona del claustro mayor
que, según el guía, está en peores condiciones que estaba el menor.
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