jueves, 30 de junio de 2016

Caravaggio (I)

CARAVAGGIO Y LOS PINTORES DEL NORTE.

EL Museo Thyssen-Bornemisza presenta esta exposición centrada en Caravaggio y en su influencia en los pintores del  norte de Europa que difundieron su estilo. En ella se exhiben doce obras del maestro lombardo, que abarcan su carrera desde el periodo romano hasta las pinturas oscuras y emotivas de sus últimos años, y, completando hasta cincuenta y tres en total, las de sus seguidores más destacados en Holanda, Flandes y Francia, que asumieron su uso del color, el esquema de composición, la observación realista, la representación de figuras en primer plano así como de personas ordinarias y el uso del impresionante claroscuro. Es de destacar lo meritorio de la exposición habida cuenta de la dificultad de los préstamos de las obras de Caravaggio.

Santa Catalina de Alejandría
La exposición se articula en torno a seis módulos. El primero, “Caravaggio en Roma”, pone de manifiesto la novedad y la honda impresión que en los ambientes artísticos romanos causó su acentuado realismo y la utilización de un intenso claroscuro, que incluso creó una fuerte oposición y un ambiente hostil, propiciado por una alegada falta de decoro y por sus constantes problemas con la justicia. “Muchacho pelando fruta” y el ya algo provocador “Muchacho mordido por un lagarto” son obras tempranas, para el mercado del arte. Después realizó composiciones más ambiciosas como “La buenaventura” y para el cardenal Del Monte pintó “Los músicos” y “Santa Catalina de Alejandría” (1598, óleo sobre lienzo).

"La figura de Santa Catalina destaca por su naturalismo y la modelo ha sido identificada con Fillide Melandroni, una célebre cortesana de la época. Vestida ricamente como corresponde a una princesa y arrodillada sobre un cojín, mira al espectador. Santa Catalina aparece con todos los atributos que aluden a su martirio: la rueda con
El sacrificio de Isaac
los cuchillos, la espada con la que fue decapitada y la palma. La luz ilumina de forma dramática 
la escena creando unos claroscuros típicos del pintor. La interpretación que Caravaggio hizo de la luz y el volumen, presentes en este lienzo, tuvo una enorme repercusión tanto en Italia como en el resto de Europa". 

Después, una evolución técnica muy rápida le llevó por “San Juan Bautista en el desierto”, “El sacrificio de Isaac”, de intenso dramatismo combinado con sensibilidad poética, hasta “San Francisco en meditación”, de factura más suelta y paleta más apagada.

Judith y Holofernes
El segundo módulo, “Los primeros admiradores en Roma”, presenta cuadros de Adam Elsheimer (especialista en cuadros de gabinete de gran refinamiento, tiene una bella versión de la historia bíblica de Judith y Holofernes y consigue combinar dos aspectos del arte de Caravaggio, la fuerte teatralidad y la representación naturalista de los objetos, dramatismo a la par que serenidad) y Peter Paul Rubens que, atraído por el potente claroscuro, quiso experimentar el mayor número posible de impresiones visuales.






El entierro de Cristo
“Artistas y amantes de arte”, el tercer módulo, destaca a los mecenas Benedetto y Vincenzo Giustiniani, que tomaron a su servicio a Gerard van Honthorst y Nicolas Régnier, mientras que el holandés Dirck van Baburen (“El entierro de Cristo”) gozó de la protección del diplomático español Pietro Cussida.

En “Escuela de Utrecht” pueden verse obras de Hendrick ter Brugghen, que había ido a Roma antes que sus colegas y que, de vuelta, introdujo asuntos y fórmulas estilísticas que procedían de Caravaggio en “La cena de Emaús” o “La vocación de san Mateo”.

Los “Pintores franceses en Roma” fueron tantos que merecen un módulo exclusivo. Claude Vignon, Simon Vouet y Valentin de Boulogne, presentan versiones del naturalismo, obras religiosas de gran elegancia, apareciendo nuevas vías en las escenas de género con tipos populares en la obra de Nicolas Tournier.

El martirio de santa Úrsula
En 1606, con motivo de un serio incidente, fue condenado a muerte y su vida se convirtió en una constante huida. Marchó a Nápoles, Malta, Sicilia, y regresó a Nápoles, donde murió. Este último bloque, “Nápoles y el sur de Italia”, muestra unos cuadros más sombríos, como “El martirio de santa Úrsula, dramática escena que incluye su autorretrato. Asombran sus sombras. El flamenco Louis Finson copió algunas de sus obras, “La Magdalena en éxtasis”.

Aunque Caravaggio no tuvo discípulos directos, contó, sin embargo, con muchos seguidores que propagaron su estilo por el resto de Europa, llegando los ecos de su pintura a artistas de la talla de Rembrandt o Velázquez. 
La Magdalena en éxtasis

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