Camuñas.

Adrián Peño

Hacemos una visita rápida a Consuegra, la población más importante de las cercanías, para ver un molino y el castillo. Después pasamos por Villafranca de los Caballeros para visitar el alfar de los hermanos Peño –vemos a Gregorio y Adrián-, que lleva el nombre del padre y del hermano mayor, Gregorio. Los vemos en su elemento, trabajando, nos enseñan los hornos antiguos, unas tinajas

Gregorio Peño

grandísimas y la sala de exposición, donde está el modelo para el busto de Francisquete en Camuñas, realizado por Gregorio. Y por fin vamos al objetivo de este viaje, a Camuñas.

Está situada al SO de la provincia de Toledo, en la margen izquierda del río Amarguillo, en un promontorio –con el caserío en la solana- entre Madridejos y Villafranca de los Caballeros, cerca de vías de comunicación antiguas. Su topónimo parece derivar del árabe Kammuniya y tendría relación con el comino. Fue repoblada en el siglo XIII por la Orden de San Juan de Jerusalén o del Hospital, con cabeza en Consuegra, y era uno de sus catorce lugares hasta que en el siglo XVI compró la categoría de villa. Aunque es muy conocida por su celebración del Corpus, ahora venimos a hacer otro viaje en el tiempo hasta principios del siglo XIX: se trata de la evocación histórica de un suceso de la Guerra de la Independencia que se realiza en el primer fin de semana de agosto.

La historia, muy resumida, es la siguiente: Francisco Sánchez

Segundo Mariblanca y José Fernández

Fernández, había nacido en Camuñas en 1762 y fue un famoso guerrillero (Tío Camuñas o Francisquete) de la Mancha conocido por su agilidad a caballo y su conocimiento de la zona que se debían, según se cree, a su profesión de correo, aunque Fernando Santacruz, uno de los creadores del acto, me advierte que, según datos más recientes, vivía de la agricultura y de la caza, que no era correo. Su hermano, Juan Pedro, debió ser un personaje notorio. Los franceses asaltaron su casa, en la calle del Pozo Nuevo, y cogieron al hermano, logrando huir Francisco. Juan Pedro fue ajusticiado y colgado en una de las aspas del Molino

Pepe Almansa y Merce Cano

Viejo (hoy de la Unión). Francisco juró venganza, recorrió los pueblos vecinos y reunió un grupo de buenos jinetes y hábiles tiradores para luchar contra los franceses. Tras muchos éxitos, fue sorprendido estando en Belmonte, donde, tras heroica resistencia, fue herido, hecho prisionero, fusilado y enterrado el 13-11-1811. Desde 2008, bicentenario de los hechos, se celebra esta fiesta recordatorio, “Francisquete”.

El viernes ya ha dado comienzo la fiesta, aunque lo más importante

se desarrolla los días siguientes. Había leído la página web, pero el amable señor de la gasolinera me da un programa impreso. (Ver el artículo "Francisquete"). El sábado, a lo largo del día, el programa incluye el desfile, salvas de armas antiguas, ofrenda floral al busto de Francisquete y juramento del guerrillero, y a las 22 h salen los participantes de la Plaza del Molino y se dirigen hasta la zona de Pozo Nuevo donde tiene lugar la representación de la captura y

muerte de Juan Pedro, el hermano de Francisquete, cuyo cadáver es llevado a la Plaza del Molino. El domingo a las 12 h., en la plaza de San Nicasio y el Camino de Cabeza Gorda se desarrolla la evocación de la muerte de Francisco en Belmonte mediante una espléndida batalla bajo un sol de justicia. Los guerrilleros son vencidos por los franceses y Francisco y otros son fusilados.

A un pueblo lo hacen sus gentes y su historia. La Historia, como memoria colectiva de los pueblos, es necesaria porque no se ama aquello que se desconoce, ni se respeta aquello que no se ama. Conocer y comprender, la doble tarea de la Historia. Esto es lo que se ha pretendido aquí. En conjunto, resulta una magnífica representación. Queda muy bien la escenografía, el vestuario y los efectos especiales. Parece bueno el texto, aunque es una pena que el ruido del público no permita escucharlo bien a pesar de la bondad de la megafonía. El director (Ángel Manzanaro) se esfuerza porque todo salga bien, por cuidar los detalles, y los actores, metidos en su rol, representan dignamente la historia. Todos los momentos de acción están muy logrados, pero los momentos pasivos (romances de ciego, proyección) resultan algo largos porque no puede escucharse bien.

Viendo este gran esfuerzo por parte de todos, me pregunto por la trascendencia que tendrá esta fiesta fuera del pueblo y la respuesta la veo esa misma noche en la cadena 1 de TVE, que da la noticia –con imágenes- en el telediario. Esto cambia el panorama. La fiesta es del pueblo y para el pueblo, y siempre será así, pero ha trascendido esa situación primigenia; siempre será del pueblo, pero ya no es sólo de él. Si es tan conocida fuera, si va a venir a verla gente de otras partes, hay que seguir mejorando y hay que implicar a fondo a las distintas administraciones e instituciones –en el

programa no aparece citada ninguna-, aunque “en la historia que merece festejo oficial nada es completamente humano y limpio” (Fernando Savater).

Al momento de marchar, Nuria me presenta a Florentino Caballero (autor del texto), a Pedro Gallego (guerrillero, que se ofrece a facilitarme el texto completo), a Claudio Quiñones, que nació en este molino y  que, como es uno de los que mejor lo conocen, nos lo explica como

complemento real de una fiesta histórica extraordinaria, ejemplo de empuje de un pueblo y del trabajo de muchos de sus vecinos. No es casualidad que sepan organizar esta fiesta ya que también organizan y celebran la del Corpus y habría que buscar el modo de que los beneficios económicos de estas fiestas pudieran quedarse en mayor medida en el pueblo.