La Cascada del Purgatorio.
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En un frío pero soleado día vamos a darnos un paseo hasta la
Cascada del Purgatorio. Es una excursión señalizada en el municipio de
Rascafría, Valle del Paular, de unos 13 km entre la ida y la vuelta, con un desnivel
de 354 m, de unas 4 h de duración y de una dificultad media. Se deja el coche
en el aparcamiento del Monasterio del Paular, a 2 km de Rascafría en dirección
al puerto de Cotos. También puede usarse el aparcamiento del área recreativa de
las Presillas, de pago en temporada de verano, que nos ahorra un kilómetro de
ida y otro de vuelta.
Desde el aparcamiento se cruza la carretera y nos
encontramos con el puente del Perdón, del s. XVIII, paso del Monasterio al
molino de papel, el primero que existió en Castilla, de donde salió el papel
que se utilizó para imprimir la edición príncipe de la primera parte de El
Quijote. Este bonito puente está construido en sillería de granito, es de tres
arcos de medio punto iguales, con bóvedas de cañón y ligero abocinamiento, tiene
dos espacios semicirculares de acceso y dos descansaderos sobre los pilares centrales
–de planta semicircular y pequeños tajamares en la base- con bancos de piedra.
Desde el pretil, decorado con molduras lisas, se ve la zona arbustiva del río
de un color rojizo, como quemada por el frío.
La nebulosa de la Historia nos ha dejado
una leyenda sobre él. Parece ser que el nombre se remonta a
tiempos medievales,
cuando los señores de la zona, los Quiñones, tenían el privilegio de administrar
justicia sin acudir a la autoridad real, aunque el acusado gozaba del derecho
de apelar ante un tribunal compuesto por un miembro de cada Quiñón del Valle
del Lozoya y la sentencia era revisada en este puente, en el camino hacia la
casa de la Horca.
Después se continúa por la carretera asfaltada que atraviesa
la finca
de Los Batanes, dejando a la izquierda el albergue Los Batanes. A unos
500 m, al llegar a un camino a la derecha, seguimos por una portilla. El camino
nos lleva hasta el área recreativa de las Presillas, en el arroyo de la
Angostura, que será el río Lozoya. Desde aquí, la pista ya no es asfaltada. Es
la Ruta Verde 6, el Camino Viejo de Madrid, de Rascafría al Puerto de la
Morcuera. En un suelo muy verde, como un césped muy bien cortado, ganado vacuno
pace tranquilamente en la despejada mañana, en espacios abiertos rodeados de
robles sin hojas -a diferencia del verde intenso de las zonas de pinar- y de
nieve en las cumbres. La pista discurre
entre estos robledales y pinares mixtos hasta el momento – unos dos kilómetros más adelante- en que se adentra en la ribera del arroyo del Aguilón, a la izquierda, en un paraje de gran belleza con un puente de madera que lo cruza.
A partir de aquí el camino, reducido a sendero, se adentra
en el angosto valle que forma bellos rincones con la hierba hasta el borde del agua. Nos acompaña el murmullo de las cristalinas aguas del
arroyo, en sus pequeños saltos entre las piedras, donde esta agua clara se convierte en blanca de
espuma. La senda discurre en ocasiones por pinar de pino silvestre y por bosque
de ribera conformando, en los remansos de agua,
las torrenteras y la espesa
vegetación, un hábitat natural para numerosas especies de animales y plantas.
Es una de las zonas de mayor valor ecológico del valle.
Conforme ascendemos vamos viendo trozos de hielo cerca del
agua, en las ramas bajas y en las rocas de la orilla. La senda poco a poco se
va encajonando y la pendiente aumenta. La existencia de canchales y pedreras nos
habla de posibles desprendimientos. En el último tramo pasamos ante los
cortados de Majada Grande, de verticales paredes, que forma un rincón único.
Después de 1,5 km siguiendo el río Aguilón llegamos a la cascada del
Purgatorio, que se observa desde una plataforma de madera. Mantiene un caudal
importante todo el año, pero es impresionante en los meses lluviosos y durante
el deshielo. Pero la
cascada más espectacular está escondida detrás. Escuchamos
su bronco sonido y subimos por unas piedras a la izquierda. Este punto final
del itinerario es un magnífico lugar para observar la inmensa silueta en vuelo
del buitre negro, incluido en las cerca de 8.000 has de superficie que ocupa la
ZEPA Alto Lozoya, que congrega la mayor población nidificante de esta especie
en la CAM.
Regresamos por el mismo camino y paramos a comer el
bocadillo en uno de los sugerentes puntos al lado del arroyo, pero no nos
entretenemos mucho porque hace frío y la visita al Monasterio, que va a ser el
final de la jornada, es a las 17 h (excepto los jueves, que no hay visita).
La joya arquitectónica del valle es este Real Monasterio de
Nuestra Señora de Santa María de El Paular, monumento Histórico Artístico
Nacional, edificado en este espléndido marco natural. Fue la cartuja pionera de
Castilla cuando, a finales del s. XIV, comenzó a construirse. Juan I colocó la
primera piedra, llevando a la práctica el deseo de su padre, Enrique II, y en
su construcción intervinieron arquitectos como Juan Guas (Palacio del Infantado
–Guadalajara-, galería del castillo de los Mendoza -Manzanares el Real-,
castillos de Jadraque y Palazuelos -provincia de Guadalajara-), y Rodrigo Gil
de Hontañón (que había nacido aquí en Rascafría, fachada del Colegio Mayor de
San Ildefonso -Alcalá de Henares-), hasta terminar las otras a mediados del s.
XV, bajo el reinado de Juan II. Tras un importante esplendor económico y
cultural, fue afectado por las desamortizaciones, aunque revivió en 1954,
cuando se instaló en él una pequeña comunidad benedictina.
Por el patio de la Cadena, con crucero y fuente, llegamos a
la capilla de los Reyes (s. XIV, planta cuadrada, bóveda de crucería). Al lado
está la grandiosa puerta de acceso al patio del Ave María, donde daban las
dependencias de la comunidad, que ahora es hotel. Tiene un pilón con copa en el
centro y cuatro crujías adinteladas con columnas toscanas de granito y primera
planta de ladrillo. Se llega a la iglesia (atrio de planta cuadrada con bóveda
gótica, bonita puerta, una nave, estilo isabelino), que tiene la principal joya
del monasterio, el retablo mayor (gótico, finales s. XV, alabastro policromado,
16 escenas, sencillez estructural y abundante decoración). Detrás del ábside
está el Transparente (capilla barroca compuesta por dos estancias escalonadas,
recargada decoración). Otros elementos interesantes son el claustro s. XV,
refectorio, biblioteca, y, desde 2011, la serie de 52 pinturas barrocas, s.
XVII, de Vicente Carducho, que habían salido con la desamortización.
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