Estación de Canfranc.
Ntra Sra del Pilar, Miguel Fisac |
Esta excursión tiene motivación literaria. Había leído los
libros de Ramón Javier Campo “El oro de Canfranc” y “La estación espía” cuando
cayó en mis manos el de Rosario Raro, “Volver a Canfranc”. Y eso fue lo que
pensé: Había que volver a Canfranc para hacer una visita guiada a la estación. Llegamos
a Canfranc-Estación, a 1.194 m de altitud, y, aunque se puede hacer la reserva
por teléfono, vamos a la Oficina de Información, en los bajos del Ayuntamiento
y nos aseguramos plaza para la visita de las 11 h.
Estamos en Los Arañones, poblado medieval al pie de la
calzada real a Francia, cuyas “décimas” fueron donadas al hospital de Santa
Cristina de Somport por Alfonso I el Batallador en 1116. Cobró nueva vida con
la estación y tras el incendio de Canfranc en 1944 se trasladó aquí el
Ayuntamiento y parte de la población. Como nos sobra tiempo, paseamos hasta la
espectacular entrada al túnel de Somport y recordamos el proceso. La Real
Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País demandaba ya en 1853 la
construcción de una línea de ferrocarril entre Zaragoza y Pau a través de
Canfranc. En 1882 se puso en Zaragoza la primera piedra del nuevo ferrocarril
que llegó a Jaca en 1893. Entre 1908 y 1914 se perforó el túnel de 7.875 m de
longitud, de los que España perforó 3.805.
Volvemos hacia el río Aragón, recordando la bajada por aquí haciendo el Camino de Santiago Aragonés, desde Somport, paso natural utilizado
desde la antigüedad (invasiones celtas, Camino de Santiago), el mejor en el
Pirineo Central. El cielo está completamente despejado y hace mucho calor, pero
a la sombra se está bien. Esperamos delante de la estación, abandonada,
escuchando el rumor del río en un tramo escalonado a pesar de que lleva poca
agua y recordando. Hasta 1907 no se decidió construir aquí la estación. Antes
se había pensado en otros lugares de Francia –Forges d´Abel- y de España
–Villanúa-.
Los trabajos comenzaron en 1915 con movimientos de tierras,
desvío y encauzamiento del río, red de saneamiento para los torrentes, etc.,
para lograr una explanada de 1.200 x 170 m. Fue un ejemplo de cuidado medioambiental,
puesto que se utilizó, además de los desmontes, la roca que se extrajo del
túnel y se hizo un importante trabajo de reforestación para evitar los aludes. Además
hubo que construir un pueblo puesto que Canfranc está a cuatro km. En 1921 se
adjudicaron los trabajos de construcción del edificio principal, de 241 m de
longitud, 12 m de anchura, 75 puertas por cada lado y 365 ventanas, tantas como
días tiene el año. En la planta baja se
ubicaron las dependencias de mayor categoría y bajo la cúpula central se
encontraba el vestíbulo, amplio espacio donde estaban las taquillas y las
ventanillas de información. Próximo se encontraba el restaurante del Hotel
Internacional (cerrado en 1982), las
oficinas de Ferrocarriles del Norte y del
Midi, los servicios aduaneros y las dependencias auxiliares, telégrafos,
correos y servicios técnicos. Una gran escalera daba acceso a las habitaciones
del Hotel Internacional, dependencias administrativas de las compañías y viviendas
de los empleados.
El 18-7-1928, el rey Alfonso XIII (“los Pirineos ya no existirán más”) y el
Presidente Gastón Doumergue la inauguraron, pero el “Titanic de la montaña” no tuvo
suerte: depresión económica mundial de 1929, periodo de entreguerras, Guerra
Civil, II Guerra Mundial, depresión, hundimientos, falta de mantenimiento, etc.
En 1970, el descarrilamiento de un tren de mercancías que destrozó el puente de
L´Estanguet, provocó su clausura.
La misma guía que nos ha atendido en la Oficina nos abre la
puerta. Nos ponemos una redecilla desechable y un casco y entramos por el paso
subterráneo que usaban los viajeros para cruzar las vías –restaurado, suelos de
mármol blanco, baldosas “de metro” blancas-, que sale directamente al vestíbulo
de la estación. Está restaurada la techumbre y una pared con un escudo francés,
pero el resto está desconchado y con las lámparas incompletas. Quedan las
taquillas, parte de la balaustrada y el suelo originales. Nos detenemos en el
cuadro de luces que aparece en la novela de Rosario Raro, que también hizo esta
visita, y en unos paneles informativos. Por las
altas ventanas se ven los altos
picos, con el roquedo gris blanquecino en la cima y el espeso bosque, verde
oscuro, debajo. Salimos al lado francés de las vías, entre la estación y los
almacenes, y la guía nos hace notar que el tejado está nuevo, con algún
elemento cambiado. Al fondo, hacia el N, se ve en un alto el fuerte Coll de Ladrones,
estratégico enclave defensivo, cárcel de los equipos que construyeron la Línea
P. Volvemos al vestíbulo y fin de la visita.
En la Oficina de Información nos han dado el folleto de un
arboreto recién abierto. El sendero, bajo la sombra espesa del bosque, parte al
lado de las piscinas municipales y la señalización conforma un agradable paseo
de 15´en el que se contempla impresionantes ejemplares de abeto blanco, abeto
rojo, alerce, pino albar, acebo, avellano, haya, fresno, boj, arce, espino
albar, serbal de los cazadores y mostajo, identificados por una tablilla
coloreada atada al árbol. Además se ven dos ejemplos de “casas de falsa
cúpula”, refugios en piedra sin mortero. El camino sigue hasta la Fuente del
Burro y la Cola de Caballo en una ruta circular, marcada como PR, que llega a
los tres diques vacíos situados en la mitad inferior del barranco de
Estiviellas y a las obras de protección pasiva frente a los aludes de nieve
atravesando bosques especialmente frondosos de pinar, hayedo y monte mixto de
frondosas. Tiene 4,6 km de longitud, 554 m de desnivel acumulado y puede
hacerse en menos de dos horas.
Nos vamos pensando en los personajes que realizaron
meritorias labores para la red británica de espionaje, como Albert Le Lay, “el Rey de Canfranc”, Juan
Astier Echave, Mariano Marraco (su
fonda fue como el Café de Rick de Casablanca,
había una habitación para los fugitivos; era republicano de izquierdas y lo
llevaban a la cárcel de Torrero cada vez que Franco iba por el Pirineo), el
ferroviario Francisco Ruiz, el guardia civil Salvador García, el sacerdote
Planillo, etc. Su obra consistió en que muchas personas pudieran huir de los
alemanes que ocupaban Francia, como Marc Chagall, Joséphine Baker, Max Ernst,
Alma Mahler, el hermano de Thomas Mann, la actriz belga de cine Berta Delaroyore (Litta-Clery), el escritor alemán Richard Moering (Peter Gun), el productor de cine alemán Mez Heilbronner, la artista lírica francesa Lusanne Laure Sibellas (Sylvia Staile), etc., y lo que es más importante, los cientos de judíos y aviadores de muchas nacionalidades, anónimos. Finalmente, hasta alemanes derrotados huyeron por aquí.
Nuestro amigo y guía José Luis no ha podido venir, pero mañana hará una marcha por esta zona precisamente, por la Casita Blanca y la Fuente de los Ingenieros.
José Luis, gracias por contar tan bien los numerosos motivos que hacen que siempre queramos volver a Canfranc :)
ResponderEliminarRosario: muchas gracias por su amable comentario y felicidades por su espléndida novela que me ha gustado mucho.
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