miércoles, 8 de julio de 2015

Estación de Canfranc.

Ntra Sra del Pilar, Miguel Fisac
Esta excursión tiene motivación literaria. Había leído los libros de Ramón Javier Campo “El oro de Canfranc” y “La estación espía” cuando cayó en mis manos el de Rosario Raro, “Volver a Canfranc”. Y eso fue lo que pensé: Había que volver a Canfranc para hacer una visita guiada a la estación. Llegamos a Canfranc-Estación, a 1.194 m de altitud, y, aunque se puede hacer la reserva por teléfono, vamos a la Oficina de Información, en los bajos del Ayuntamiento y nos aseguramos plaza para la visita de las 11 h.

Estamos en Los Arañones, poblado medieval al pie de la calzada real a Francia, cuyas “décimas” fueron donadas al hospital de Santa Cristina de Somport por Alfonso I el Batallador en 1116. Cobró nueva vida con la estación y tras el incendio de Canfranc en 1944 se trasladó aquí el Ayuntamiento y parte de la población. Como nos sobra tiempo, paseamos hasta la espectacular entrada al túnel de Somport y recordamos el proceso. La Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País demandaba ya en 1853 la construcción de una línea de ferrocarril entre Zaragoza y Pau a través de Canfranc. En 1882 se puso en Zaragoza la primera piedra del nuevo ferrocarril que llegó a Jaca en 1893. Entre 1908 y 1914 se perforó el túnel de 7.875 m de longitud, de los que España perforó 3.805.

Volvemos hacia el río Aragón, recordando la bajada por aquí haciendo el Camino de Santiago Aragonés, desde Somport, paso natural utilizado desde la antigüedad (invasiones celtas, Camino de Santiago), el mejor en el Pirineo Central. El cielo está completamente despejado y hace mucho calor, pero a la sombra se está bien. Esperamos delante de la estación, abandonada, escuchando el rumor del río en un tramo escalonado a pesar de que lleva poca agua y recordando. Hasta 1907 no se decidió construir aquí la estación. Antes se había pensado en otros lugares de Francia –Forges d´Abel- y de España –Villanúa-.

Los trabajos comenzaron en 1915 con movimientos de tierras, desvío y encauzamiento del río, red de saneamiento para los torrentes, etc., para lograr una explanada de 1.200 x 170 m. Fue un ejemplo de cuidado medioambiental, puesto que se utilizó, además de los desmontes, la roca que se extrajo del túnel y se hizo un importante trabajo de reforestación para evitar los aludes. Además hubo que construir un pueblo puesto que Canfranc está a cuatro km. En 1921 se adjudicaron los trabajos de construcción del edificio principal, de 241 m de longitud, 12 m de anchura, 75 puertas por cada lado y 365 ventanas, tantas como días tiene el año.  En la planta baja se ubicaron las dependencias de mayor categoría y bajo la cúpula central se encontraba el vestíbulo, amplio espacio donde estaban las taquillas y las ventanillas de información. Próximo se encontraba el restaurante del Hotel Internacional (cerrado en 1982), las
oficinas de Ferrocarriles del Norte y del Midi, los servicios aduaneros y las dependencias auxiliares, telégrafos, correos y servicios técnicos. Una gran escalera daba acceso a las habitaciones del Hotel Internacional, dependencias administrativas de las compañías y viviendas de los empleados.

El 18-7-1928, el rey Alfonso XIII  (“los Pirineos ya no existirán más”) y el Presidente Gastón Doumergue la inauguraron, pero el “Titanic de la montaña” no tuvo suerte: depresión económica mundial de 1929, periodo de entreguerras, Guerra Civil, II Guerra Mundial, depresión, hundimientos, falta de mantenimiento, etc. En 1970, el descarrilamiento de un tren de mercancías que destrozó el puente de L´Estanguet, provocó su clausura.

La misma guía que nos ha atendido en la Oficina nos abre la puerta. Nos ponemos una redecilla desechable y un casco y entramos por el paso subterráneo que usaban los viajeros para cruzar las vías –restaurado, suelos de mármol blanco, baldosas “de metro” blancas-, que sale directamente al vestíbulo de la estación. Está restaurada la techumbre y una pared con un escudo francés, pero el resto está desconchado y con las lámparas incompletas. Quedan las taquillas, parte de la balaustrada y el suelo originales. Nos detenemos en el cuadro de luces que aparece en la novela de Rosario Raro, que también hizo esta visita, y en unos paneles informativos. Por las
altas ventanas se ven los altos picos, con el roquedo gris blanquecino en la cima y el espeso bosque, verde oscuro, debajo. Salimos al lado francés de las vías, entre la estación y los almacenes, y la guía nos hace notar que el tejado está nuevo, con algún elemento cambiado. Al fondo, hacia el N, se ve en un alto el fuerte Coll de Ladrones, estratégico enclave defensivo, cárcel de los equipos que construyeron la Línea P. Volvemos al vestíbulo y fin de la visita.

En la Oficina de Información nos han dado el folleto de un arboreto recién abierto. El sendero, bajo la sombra espesa del bosque, parte al lado de las piscinas municipales y la señalización conforma un agradable paseo de 15´en el que se contempla impresionantes ejemplares de abeto blanco, abeto rojo, alerce, pino albar, acebo, avellano, haya, fresno, boj, arce, espino albar, serbal de los cazadores y mostajo, identificados por una tablilla coloreada atada al árbol. Además se ven dos ejemplos de “casas de falsa cúpula”, refugios en piedra sin mortero. El camino sigue hasta la Fuente del
Burro y la Cola de Caballo en una ruta circular, marcada como PR, que llega a los tres diques vacíos situados en la mitad inferior del barranco de Estiviellas y a las obras de protección pasiva frente a los aludes de nieve atravesando bosques especialmente frondosos de pinar, hayedo y monte mixto de frondosas. Tiene 4,6 km de longitud, 554 m de desnivel acumulado y puede hacerse en menos de dos horas.

Nos vamos pensando en los personajes que realizaron meritorias labores para la red británica de espionaje, como  Albert Le Lay, “el Rey de Canfranc”, Juan Astier Echave, Mariano Marraco (su
fonda fue como el Café de Rick de Casablanca, había una habitación para los fugitivos; era republicano de izquierdas y lo llevaban a la cárcel de Torrero cada vez que Franco iba por el Pirineo), el ferroviario Francisco Ruiz, el guardia civil Salvador García, el sacerdote Planillo, etc. Su obra consistió en que muchas personas pudieran huir de los alemanes que ocupaban Francia, como Marc Chagall, Joséphine Baker, Max Ernst, Alma Mahler, el
hermano de Thomas Mann, la actriz belga de cine Berta Delaroyore (Litta-Clery), el escritor alemán Richard Moering (Peter Gun), el productor de cine alemán Mez Heilbronner, la artista lírica francesa Lusanne Laure Sibellas (Sylvia Staile), etc., y lo que es más importante, los cientos de judíos y aviadores de muchas nacionalidades, anónimos. Finalmente, hasta alemanes derrotados huyeron por aquí.

Nuestro amigo y guía José Luis no ha podido venir, pero mañana hará una marcha por esta zona precisamente, por la Casita Blanca y la Fuente de los Ingenieros.

2 comentarios:

  1. José Luis, gracias por contar tan bien los numerosos motivos que hacen que siempre queramos volver a Canfranc :)

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    1. Rosario: muchas gracias por su amable comentario y felicidades por su espléndida novela que me ha gustado mucho.

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