jueves, 16 de abril de 2015

Estambul-Ankara-Capadocia.

Hoy es día de viaje. Salimos temprano por la mañana, cuando todavía no ha amanecido. Pasamos por debajo de un acueducto y vamos por la carretera cercana al mar atravesando la ciudad que despierta. Vemos la bonita portada del Palacio de Dolmabahçe, en la costa europea del Bósforo, que fue centro administrativo del Imperio Otomano desde la mitad del s. XIX hasta 1922. Los sultanes trasladaron su residencia a este palacio porque el antiguo Topkapi carecía de los modernos lujos. Fue el primer palacio de estilo europeo, neobarroco, con una gran colección de cristal de Bohemia –araña y candelabros-. Aquí murió Mustafa Kemal Atatürk en 1938. Dejamos Estambul mientras un amanecer de color malva se levanta en el horizonte.

Cruzamos el Bósforo por un magnífico y elevado puente y recordamos de nuevo la Canción del Pirata de José de Espronceda: “… Asia a un lado, al otro Europa, / y allá a su frente Estambul; …”.
La costa se ve punteada de luces mientras algunos grandes barcos navegan con lentitud. Va amaneciendo. El cielo está despejado por el viento y sigue haciendo frío, pero conforme nos alejamos del mar y ascendemos a la meseta de Anatolia, aumenta el frío, el cielo se cubre de densos nubarrones muy bajos, como una espesa niebla, y poco más adelante empezamos a ver nieve al borde de la carretera. Finalmente todo el paisaje está muy nevado y hay que disminuir la velocidad. Paramos en un área de servicio totalmente nevada, con un gran espesor fuera de la calzada. El invierno empuña el cetro sobre las tierras montañosas, el mundo se ha cubierto con un manto de nieve que apaga todos los ruidos y un viento helado azota la ladera de la montaña.

Seguimos este paisaje blanco, kilómetros de vacío atormentado por el frío, con el oscuro color de los árboles medio cubiertos destacando. Vamos deprisa pero no le ganamos la carrera al invierno y se
sabe que un paisaje invernal de árboles cubiertos con mantos de nieve será irreconocible a la primavera siguiente. Así llegamos a Ankara, la capital del país. Paramos para comer en la zona vieja, al lado del castillo, en alto, desde donde vemos toda la ciudad nevada, inmensa. El restaurante es muy bonito pero está vacío. No sabemos qué pedir y nos arriesgamos con algunos platos, uno de los cuales va a resultar demasiado fuerte y picante. En las cercanías compramos algo de cerámica.

Seguimos viaje con el mismo frío, pero con el cielo despejando paulatinamente, y volvemos a parar en en Tuz Gölü, “lago salado”, -una gran extensión de agua de 80 x 50 km, unos 1.500 km2,  de tan poca profundidad que en verano se evapora el agua y queda la sal-, con las orillas llenas de nieve,
aunque menos que antes. Sigue el viento pero, al menos, hay algo de sol, el brillo tímido del sol de invierno que finalmente ha salido de detrás de las nubes. Ha sido la última parada.

Llegamos a nuestro cálido alojamiento en Nevsehir tras todo un día de viaje. Ya estamos en Capadocia -que quizá signifique “tierra de bellos caballos”-, nuestro segundo objetivo tras Estambul. Es una región histórica, donde floreció la civilización hitita, no una demarcación política y tiene unos 50 km de diámetro. Su paisaje se describe como “lunar”, lleno de cavernas naturales y artificiales, debido a las características geológicas de la tierra, toba calcárea, erosionada en formas caprichosas y excavada fácilmente para construir casas en lugar de erigir edificios.

El paisaje es el resultado de la acción de las fuerzas naturales a través del tiempo. La formación de
los Montes Tauro en Anatolia meridional, al mismo tiempo que la cadena alpina en Europa, cuando la Tierra era joven, provocó numerosos barrancos y depresiones en Anatolia central que fueron rellenadas por magma y otros elementos volcánicos, transformando la región en un altiplano. La acción de vientos, lluvias, ríos, etc., la erosión, esculpió los nuevos valles en los que hay lugares que sobresalen como el museo al aire libre de Göreme, Peribacalar vadisi (valle de las chimeneas de hada), etc. Su situación geográfica la hizo encrucijada de rutas comerciales y de invasiones, por lo que sus habitantes construyeron refugios subterráneos, ciudades en varios niveles completamente equipadas para miles de personas. Son famosas las de Kaymakli, Derinkuyu, Özkonak, Tatlarin, etc. Mañana empezaremos a ver todo esto.

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