jueves, 16 de abril de 2015

Capadocia-Konya-Antalya.

Hoy, día de viaje. Desde Estambul hasta Capadocia, pasando por Ankara, fuimos al SE, pero hoy
vamos al SO, hacia nuestro último destino en Turquía, Antalya. El día sigue nublado, plomizo, y sigue haciendo frío. La primera parada es para ver un edificio que nos retrotrae hasta tiempos antiguos, a los viajes de las caravanas, a la ruta de la seda, etc. Se trata de un caravasar, el Aksaray – Sultanhani, cerca de Konya, que data de 1229 y es el más grande del país.

Un caravasar es un refugio, un albergue, para las caravanas comerciales o militares y está pensado para los viajeros y sus animales. Estaban situados a unos 30 km uno de otro y fueron piezas clave en el desarrollo de las rutas de comercio. Eran edificios rectangulares, con un solo acceso -grande como para permitir el paso de animales cargados-, que era el único elemento decorado. En el interior había un patio abierto, rodeado de establos, nichos y cámaras, y, en ocasiones, había baños y tiendas. Éste, en concreto,
sigue esas pautas: no tiene aberturas exteriores, lo rodea un muro alto de buena sillería con una especie de contrafuertes y torreones en las esquinas, tiene la portada exquisitamente labrada y se compone de dos secciones, una abierta para el verano y una cubierta para el invierno. En el patio hay una pequeña mezquita en el centro y, tras unas grandes arcadas, se accede a las salas abovedadas, con grandes columnas y arcos y una cúpula central. Es un edificio majestuoso.

La siguiente parada, naturalmente, es Konya, importante ciudad fundada por los romanos en el s. II a.C., la más importante de Anatolia Central después de Ankara, la capital y con un rico patrimonio
histórico, ejemplo de la arquitectura primitiva turco-islámica. El día ha ido despejando algo y hace menos frío, pero en el suelo todavía hay nieve. Pronto se ve el minarete de la pequeña mezquita de Selimiye, del Sultán Selim II, ejemplo de estilo otomano, s. XVI, que tiene una gran fuente central en el patio. Pero lo que más destaca el la cúpula cilíndrica de azulejos verdes, sobre la tumba de Yalal ad-Din Muhammad Rumi en el contiguo Museo de Mevlana, que significa “nuestro señor”. 

Este Museo es también un lugar sagrado y de peregrinación para los musulmanes porque Rumi –que significa originario de la Anatolia romana- es un santo. Fue un célebre poeta místico musulmán persa, del s. XIII, que murió aquí, pero su importancia trasciende lo nacional y étnico y ha tenido mucha influencia en los países vecinos porque la fe no se adapta a la
geografía. Fue un maestro de la tradición sufí, el aspecto místico del islam, interesado en las cuestiones del espíritu, la purificación del alma, la metafísica, etc. A través de la poesía, Rumí hablaba de la evolución de la conciencia del hombre: “Morí como mineral y fue una planta; / morí como planta y ascendí a animal; / morí como animal y fui hombre. / ¿Por qué tener miedo a la muerte? / Una vez más moriré como hombre / y ascenderé al mundo de los Ángeles. Señala que la muerte no significa destrucción, por lo que usa el verbo “emigrar” en vez de “morir”, para darle el sentido de abandonar el mundo, y no de dejar de existir.

Después de su muerte, sus seguidores fundaron la orden sufí Mevleví, aunque son más conocidos como los “Derviches Giróvagos”, ya que realizan una meditación en movimiento llamada “semá”, símbolo del baile de los planetas,  en la que los hombres
giran sobre sí mismos acompañados por flautas y tambores hasta alcanzar el éxtasis. Además de la tumba, realmente un cenotafio, pueden verse vitrinas con objetos personales, instrumentos personales derviches, alfombras, etc. En el convento se pueden visitar las celdas de los monjes y la sección dedicada a la etnografía.


Salimos de este santuario de paz, lleno de una serenidad que no se asocia comúnmente con el arte sino con lo sagrado, mientras en la calle la vida sigue su curso. Todavía queda atravesar los Montes Tauro, cubiertos de espesa nieve, para llegar a la costa, a la zona turística de Antalya, que equidista de Rodas y Chipre. Esta zona ya no es Turquía, es cualquier sitio. Como no es temporada, está todo abandonado en la playa, aunque en el estupendo complejo hotelero está todo muy cuidado, incluso los macizos de flores. 

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