Sigüenza.
Hemos pasado muchas veces por Sigüenza, pero en esta ocasión
vamos a detenernos aquí. Aparcamos en la vega del Henares, pasamos por el neoclásico
Parque de la Alameda y paramos ante la fachada manierista de la Ermita del
Humilladero. Seguimos hacia el Sur, en subida, y, dejando a
nuestra derecha el
Palacio Episcopal, llegamos a la Calle de Valencia por donde iba la muralla del
s. XIV que separaba la ciudad bajomedieval del barrio del Arrabal, donde vivían
los moriscos, labradores. Aquí está uno de los cubos que tenía la muralla.
Más arriba está el Portal Mayor, también de la ampliación
del s. XIV, bello rincón lleno de palacetes, que daba paso, a ambos lados, a la
morería y a la judería. Al Este queda la Puerta del Hierro, del s. XII
modificada en el s. XIII. Es el final de la Travesaña Alta, lugar de acceso de
los mercaderes que venían al mercado semanal (soportales enfrente) y donde se
cobraban los principales impuestos. En
la parte más alta está el
castillo, comenzado en el s. XII para ser residencia
de los obispos. Su reconstrucción como Parador le ha dejado un aspecto de
fortaleza, un recinto amurallado con torres en las esquinas. En la planta baja
está el Salón del Trono, donde administraban justicia los obispos, y el Salón
de Dª Blanca de Borbón.
A partir de aquí es descenso. Bajamos por la calle Mayor,
paralela a la muralla oriental y ocupada principalmente por eclesiásticos al
servicio de la catedral. Su primer tramo hasta la Travesaña Alta existía en el
s. XII. El segundo tramo, que enlaza las dos Travesañas, es de los ss.
XII-XIII; entonces se edificó la iglesia
de Santiago y se abrió el callejón de la Puerta del Sol. El último tramo, ss.
XIII-XIV, unió la Travesaña Baja con una
puerta desaparecida de la muralla gótica que se abrió ante la Catedral. Se empedró por primera vez en el s. XVI. Actualmente es una calle dedicada al turismo, con restaurantes y tiendas.
Giramos a la izquierda por la Travesaña Alta, trazada en el
s. XII, paralela al castillo y al lienzo Norte de la primera muralla, que fue
residencia de artesanos y comerciantes y en la que, a pesar de su estrechez, se
abren dos plazas. En la primera vemos la casa solariega de la familia Vázquez
de Arce y Sosa, padres del Doncel, con fachada de tres cuerpos rematada con
terraza almenada. Al interior, artesonados de madera, salas mudéjares e
inscripciones árabes. Enfrente está la iglesia de San Vicente Mártir, románica
del s. XII, de portada con arquivoltas de estilo mudéjar y una escultura gótica
de la Virgen encima. En el interior, de una nave, hay una talla de la
Crucifixión, de estilo
protogótico, de los ss. XII-XIII. Siguiendo la calle y
antes de llegar a la Puerta de Hierro
está la Plazuela de la Cárcel, abierta en el s. XV para atraer el mercado
semanal que ya no cabía en la plaza vieja y punto neurálgico del poder civil,
al concentrar la cárcel, la casa consistorial y el archivo municipal, además de
la Posada del Sol.
Volvemos a la calle Mayor y vemos la Iglesia de Santiago,
románica, con portada abocinada, un medallón con Santiago y el blasón del
obispo Fadrique de Portugal. El interior no se visita. Saliendo por la Puerta
del Sol puede verse un torreón encajado en la muralla que contiene su ábside.
Aquí se reunían los vecinos en concejo abierto, a “campana tañida”, en los ss.
XIV-XVI; antes lo
habían hecho en San Vicente y después en el Ayuntamiento de
la Plazuela de la Cárcel. Sobre la Puerta del Sol (antes Puerta del Portalejo),
abierta en el s. XIII, dice la tradición oral que permanecía abierta por la
noche para que los familiares depositasen alimentos y ropas a los enfermos de
peste negra que eran aislados extramuros.
La calle Mayor acaba en la renacentista Plaza Mayor,
ordenada por el Cardenal Mendoza a fines del s. XV. A la derecha queda el
Ayuntamiento, antes Palacio de los Deanes, unos soportales y las casas de los
canónigos con la
Rodeando la Catedral (ver otro artículo), pasamos por el barrio barroco de
San Roque, de finales del s. XVIII, que consta de 40 casas de elegante diseño
en dos plantas y con un trazado arquitectónico perfecto: dos calles paralelas,
amplias, San Roque y Paseo de la Alameda, que se cruzan con la calle Medina en
la Plaza de las Ocho Esquinas. Volvemos hacia el coche cruzando la Alameda y
viendo, por último, la iglesia de Ntra. Sra. De los Huertos, del s. XVI, con
portada plateresca de arco rebajado. En el atrio hay restos de una calzada
romana y del primer cementerio de la Sigüenza castellana, ss. XII-XIII.
Sigüenza da mucho de sí. Hay lugares que hemos visto muy
superficialmente y otros que no hemos visitado. Así estamos obligados a volver.
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