sábado, 21 de marzo de 2015

Sigüenza.

Hemos pasado muchas veces por Sigüenza, pero en esta ocasión vamos a detenernos aquí. Aparcamos en la vega del Henares, pasamos por el neoclásico Parque de la Alameda y paramos ante la fachada manierista de la Ermita del Humilladero. Seguimos hacia el Sur, en subida, y, dejando a
nuestra derecha el Palacio Episcopal, llegamos a la Calle de Valencia por donde iba la muralla del s. XIV que separaba la ciudad bajomedieval del barrio del Arrabal, donde vivían los moriscos, labradores. Aquí está uno de los cubos que tenía la muralla.

Más arriba está el Portal Mayor, también de la ampliación del s. XIV, bello rincón lleno de palacetes, que daba paso, a ambos lados, a la morería y a la judería. Al Este queda la Puerta del Hierro, del s. XII modificada en el s. XIII. Es el final de la Travesaña Alta, lugar de acceso de los mercaderes que venían al mercado semanal (soportales enfrente) y donde se cobraban los principales impuestos.  En la parte más alta está el
castillo, comenzado en el s. XII para ser residencia de los obispos. Su reconstrucción como Parador le ha dejado un aspecto de fortaleza, un recinto amurallado con torres en las esquinas. En la planta baja está el Salón del Trono, donde administraban justicia los obispos, y el Salón de Dª Blanca de Borbón.

A partir de aquí es descenso. Bajamos por la calle Mayor, paralela a la muralla oriental y ocupada principalmente por eclesiásticos al servicio de la catedral. Su primer tramo hasta la Travesaña Alta existía en el s. XII. El segundo tramo, que enlaza las dos Travesañas, es de los ss. XII-XIII; entonces se edificó  la iglesia de Santiago y se abrió el callejón de la Puerta del Sol. El último tramo, ss. XIII-XIV, unió la Travesaña Baja con una

puerta desaparecida de la muralla gótica que se abrió ante la Catedral. Se empedró por primera vez en el s. XVI. Actualmente es una calle dedicada al turismo, con restaurantes y tiendas.

Giramos a la izquierda por la Travesaña Alta, trazada en el s. XII, paralela al castillo y al lienzo Norte de la primera muralla, que fue residencia de artesanos y comerciantes y en la que, a pesar de su estrechez, se abren dos plazas. En la primera vemos la casa solariega de la familia Vázquez de Arce y Sosa, padres del Doncel, con fachada de tres cuerpos rematada con terraza almenada. Al interior, artesonados de madera, salas mudéjares e inscripciones árabes. Enfrente está la iglesia de San Vicente Mártir, románica del s. XII, de portada con arquivoltas de estilo mudéjar y una escultura gótica de la Virgen encima. En el interior, de una nave, hay una talla de la Crucifixión, de estilo
protogótico, de los ss. XII-XIII. Siguiendo la calle y antes de llegar  a la Puerta de Hierro está la Plazuela de la Cárcel, abierta en el s. XV para atraer el mercado semanal que ya no cabía en la plaza vieja y punto neurálgico del poder civil, al concentrar la cárcel, la casa consistorial y el archivo municipal, además de la Posada del Sol.

Volvemos a la calle Mayor y vemos la Iglesia de Santiago, románica, con portada abocinada, un medallón con Santiago y el blasón del obispo Fadrique de Portugal. El interior no se visita. Saliendo por la Puerta del Sol puede verse un torreón encajado en la muralla que contiene su ábside. Aquí se reunían los vecinos en concejo abierto, a “campana tañida”, en los ss. XIV-XVI; antes lo
habían hecho en San Vicente y después en el Ayuntamiento de la Plazuela de la Cárcel. Sobre la Puerta del Sol (antes Puerta del Portalejo), abierta en el s. XIII, dice la tradición oral que permanecía abierta por la noche para que los familiares depositasen alimentos y ropas a los enfermos de peste negra que eran aislados extramuros.

La calle Mayor acaba en la renacentista Plaza Mayor, ordenada por el Cardenal Mendoza a fines del s. XV. A la derecha queda el Ayuntamiento, antes Palacio de los Deanes, unos soportales y las casas de los canónigos con la
Puerta de la Cañadilla o del Toril. A la izquierda la casa de la Tesorería y las casas del Mirador, y enfrente la Catedral, con la puerta de la Cadena o del Mercado y la Torre del Gallo, herida por disparos durante la Guerra Civil.

Rodeando la Catedral (ver otro artículo), pasamos por el barrio barroco de San Roque, de finales del s. XVIII, que consta de 40 casas de elegante diseño en dos plantas y con un trazado arquitectónico perfecto: dos calles paralelas, amplias, San Roque y Paseo de la Alameda, que se cruzan con la calle Medina en la Plaza de las Ocho Esquinas. Volvemos hacia el coche cruzando la Alameda y viendo, por último, la iglesia de Ntra. Sra. De los Huertos, del s. XVI, con portada plateresca de arco rebajado. En el atrio hay restos de una calzada romana y del primer cementerio de la Sigüenza castellana, ss. XII-XIII.

Sigüenza da mucho de sí. Hay lugares que hemos visto muy superficialmente y otros que no hemos visitado. Así estamos obligados a volver.


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