viernes, 20 de marzo de 2015

Catedral de Sigüenza.

Volvemos a Sigüenza para ver la exposición de tapices de la Catedral de Santa María la Mayor, que
forma parte de la visita guiada. Antes de entrar admiramos la potencia de las torres de su fachada, muestra del aspecto de fortaleza defensiva en el que fue iniciada en el s. XII, en estilo románico como puede verse en las puertas y parte baja. Entramos en el atrio para ver de cerca la magnífica reja del s. XVIII, las ventanas platerescas de la fachada de la contaduría del cabildo y la puerta de la nave del Evangelio, la mejor de las tres.

Como se acerca la hora –las 12 - vamos al lugar de comienzo de la visita guiada, que es la Capilla de Santa Catalina, en el lado de la Epístola del crucero. Desde fuera se ve en escorzo el sepulcro del Doncel, pero, al conjuro mágico, al ábrete sésamo de 5 € por persona se abre la magnífica reja del s. XVI, obra de Juan Francés, y
penetramos en la capilla por la portada plateresca de Francisco de Baeza. Uno a cada lado de la portada están los sepulcros de los abuelos; en el centro, el mausoleo renacentista de los padres, Fernando de Arce y Catalina de Sosa, con sus estatuas yacentes, apoyada la cabeza de ella sobre cojín, y la de él sobre laureles (murió guerreando). A la izquierda, el sepulcro del Doncel, D. Martín Vázquez de Arce, de finales del s. XV, una de las joyas de la catedral, y el sepulcro plateresco de Fernando Vázquez de Arce, su hermano, obispo de Canarias y consejero de Fernando el Católico. Es difícil reunir tanta belleza en tan poco espacio.

Al salir, vemos las bóvedas del crucero y del presbiterio y paramos delante de la Capilla Mayor. El
retablo manierista, de principios del s. XVII, queda protegido por la reja plateresca de Domingo de Zialceta, de 1633. Delante de ella, dos púlpitos: el del lado de la Epístola, gótico, de fin del s. XV, obra de Rodrigo Alemán; el del lado del Evangelio, plateresco, segunda mitad s. XVI, obra de Martín de Vandoma. Enfrente está el coro, con sillería de nogal de 84 asientos, fin s. XV, coronado por un órgano churrigueresco con balaustrada plateresca y cerrado por una reja renacentista.

Continuamos por la parte Norte del crucero, en la nave del Evangelio, donde, haciendo esquina, se encuentra el retablo plateresco de Santa Librada, conjunción
entre arquitectura, escultura y pintura, y el mausoleo plateresco de Fadrique de Portugal. Los dos son del primer tercio del s. XVI, fueron trazados por Alonso de Covarrubias y ejecutados por Francisco de Baeza.

Seguimos en el lado del Evangelio, pero en la girola, para ver la Sacristía Mayor o de las Cabezas, con portada plateresca y puertas de nogal, con catorce relieves de santas mártires, talladas por Martín de Vandoma, que también hizo el mobiliario de cajonería, igualmente en madera de nogal. Es del s. XVI, con bóveda de medio cañón, presenta más de 300 cabezas con toda clase de personajes y es obra de Alonso de
Covarrubias, Nicolás de Durango y Martín de Vandoma. Una reja plateresca la separa de la capilla del Espíritu Santo.

Volviendo atrás por la nave del Evangelio, vemos el órgano, la Capilla de la Anunciación (portada decorada al “estilo Cisneros con pilastras platerescas, elementos mudéjares geométricos y una hornacina con Santiago) y el trascoro barroco (semeja la fachada de la catedral y contiene la talla románica, s. XII, de Santa María la Mayor) antes de visitar el claustro tardo gótico, s. XVI.  

En una sala del claustro -con arcadas góticas que sostienen vigas de madera-, restaurada por el Instituto del Patrimonio de Cultura de España, se encuentra la serie de tapices flamencos “Las Alegorías de Palas Atenea”, restaurados en la Real
Fábrica de Tapices de Madrid bajo la supervisión del mismo Instituto. Fue diseñada por un artista flamenco y ejecutada en Bruselas, principal centro manufacturero junto con Amberes. El obispo D. Andrés Bravo de Salamanca los donó a la catedral en el s. XVII. El regalo de tapices, por su elevado coste, representaba la más alta expresión de mecenazgo artístico y clara manifestación de afecto de los prelados por sus catedrales. Destacan las virtudes cívicas de la diosa, amiga de la Paz y modelo del buen gobernante que logra el desarrollo de las artes y alcanza la mayor prosperidad
en su reino manteniendo la paz y premiando la laboriosidad.

La visita termina en la capilla de la Concepción, restaurada por el mismo organismo, en la que se aúnan las formas gótico-mudéjares de la bóveda de crucería estrellada con las renacentistas de la portada, retablo, tribunas y pinturas murales de Francisco de Pelegrina (representación de la Jerusalén celestial). La capilla es un inmejorable marco para la Anunciación, obra de El Greco, de principios del s. XVII, que representa el momento de la Encarnación, a diferencia de otras obras del mismo tema y del mismo autor.


Han sido 90´ muy intensos. No cabe más belleza en nuestros ojos. La catedral posee otra serie de tapices que está en restauración, la “Historia de Rómulo y Remo” –del mismo diseño y ejecución que la de Palas Atenea-, y que nos hará volver cuando se exponga.

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