lunes, 25 de noviembre de 2024

 Ciudadela de Jaca (Huesca)

La Ciudadela de Jaca, también conocida como Castillo de San Pedro, es una fortificación militar comenzada en 1592 y concluida en el siglo XVII, dentro del programa de defensa de los puntos estratégicos fronterizos ante Francia, en el marco de las guerras de religión entre protestantes y católicos. Tiene planta pentagonal, con un baluarte en forma de flecha en cada ángulo, comunicados todos por un camino de ronda cubierto. Su construcción fue encomendada a Tiburcio Spanochi, ingeniero de origen italiano al servicio de Felipe II. Para la construcción se eligió un terreno extramuros, conocido como el Burnao. El modelo para el castillo de San Pedro corresponde ya a los esquemas de arquitectura militar derivados del uso de la artillería, en la que predominaban los muros más bajos y gruesos, con taludes y emplazamientos específicos para cañones y otras bocas de fuego.

Las vicisitudes bélicas que lo acompañan son escasas, siendo la más destacada la ocurrida durante la guerra de la Independencia. El 21 de marzo de 1809 era tomado por las tropas francesas ante la capitulación de la ciudad y el escasísimo número de tropas que la defendían. Mientras el castillo era entregado, 200 de los 250 hombres que lo defendían se descolgaron por sus muros para huir e incorporarse a la lucha en otros puntos. Uno de los huidos era Francisco Espoz Illundain, que fue a Navarra donde actuaba su sobrino Francisco Xavier Mina, “Mina, el mozo”, al que sustituyó cuando fue apresado, añadiendo su apellido y pasando a la historia con el nombre de Francisco Espoz y Mina. Al mando de sus tropas, consiguió tomar la Ciudadela el 17 de febrero de 1814. A partir de entonces el castillo fue perdiendo importancia militar. Sus muros y edificios fueron magníficamente restaurados en 1968 siendo merecedora del premio “Europa Nostra”.



Entrada y puente levadizo.

La única entrada al castillo presenta en su exterior una “plaza de armas” con muros defensivos aspillerados que custodiaban dos puertas que precedían al puente, hoy ya desaparecidas. Desde aquí se accede a un puente fijo que salva parte del espacio del foso y al puente levadizo que se manejaba desde el interior mediante contrapesos y cadenas. Sobre la puerta se alza el escudo en piedra de la Casa de Austria y, sobre la entrada, una espadaña sujeta una campana que se usaba como medio de comunicación con las tropas. En el túnel inmediatamente posterior, se encuentra un cuerpo de guardia defensivo, hoy ambientado con armas y uniformes del siglo XVII.




Casamatas.

Por cada uno de los baluartes del castillo se construyeron dos casamatas, cuya función principal es el asentamiento de las piezas de artillería y puestos de tirador que debían defender los muros contiguos a ellos y el muro lateral del baluarte siguiente. Esto permitía una total defensa y vigilancia de todos y cada uno de los muros del castillo y sus proximidades, como el foso y los glacis que lo rodean. Pueden contemplarse aún las hornacinas donde se apilaban las municiones y la pólvora de uso inmediato. 



Espadaña.

Este elemento constructivo, tan característico e identificativo de la Ciudadela, se encuentra situado exactamente encima de la puerta de acceso al castillo. De planta rectangular, asoma mediante cuatro balcones con arco de medio punto al puente del foso y a la única entrada a la fortaleza para darles protección a los soldados que hacían guardia. La portada, junto con la espadaña, fue diseñada en 1613 por Jorge Sorbis y en el plano que se conserva de su diseño se indica que está inspirado en el de la puerta de la ciudadela de Pamplona. Está instalada una campana construida en 1703, que originalmente se utilizaba como medio de comunicación con los habitantes del castillo.


Baluartes.

La aparición de baluartes en las fortificaciones del Renacimiento, ya en el siglo XVI, obedece a la necesidad de adelantar las defensas y los asentamientos de artillería para la protección de cada uno de los muros del propio castillo y el correcto y eficaz alcance de los disparos al exterior del mismo, contrarrestando la evidente disminución de altura con respecto a los altos muros de los castillos medievales, que se demostraron ineficaces ante las nuevas piezas de artillería de mayor alcance y mayor efecto destructivo. Cinco son los baluartes de esta fortaleza pentagonal, recibiendo los nombres de Santa Bárbara, España, San Francisco, Santa Orosia y San Pedro.


Polvorines.

Formaban una parte importante de las instalaciones que debían contener todo lo necesario para resistir un largo asedio de fuerzas enemigas: agua, alimentos, armas, municiones y pólvora. Están construidos al abrigo de los disparos del enemigo, en la pared norte del castillo, entre la muralla principal y los cuarteles, en una plaza de particular encanto. Su interior está revestido con un tipo de piedra especialmente porosa que absorbe la humedad y mantiene una temperatura estable para la correcta conservación de la pólvora; una cámara de ventilación trasera facilita esta función y, eventualmente, previene la destrucción del muro exterior en caso de explosión accidental.

Patio de armas.

En torno a él se disponen los distintos cuarteles o edificios (originalmente se encontraban separados entre sí para evitar la propagación de eventuales incendios) y era el punto de encuentro de las tropas y el escenario ideal donde se realizan todo tipo de ceremonias y eventos de carácter militar y civil. Siendo originalmente un piso de tierra, fue empedrado en la restauración que tuvo lugar en 1968, año en el que se decidió colocar en el centro geométrico la escultura de Felipe II, rey que mandó construirla. La talla fue realizada por el escultor Ramón Casadevall durante el cumplimiento de su servicio militar.



Iglesia.

La obra, realizada ya durante el siglo XVII, fue consagrada el 12 de enero de 1675. Presenta una portada de estilo barroco con frontón partido, una escultura de San Pedro (bajo cuya advocación se construyó) y columnas salomónicas. En su interior destaca la pila bautismal de estilo románico, que posiblemente perteneciera a la iglesia de Santa María del Burnao, el sepulcro del Maestre de Campo Juan de Velasco, que lo fue del castillo hasta 1597, y el retablo del altar mayor también barroco que presenta un lienzo con la imagen de la Inmaculada (patrona del arma de Infantería) realizado en 1985.


Museo de Miniaturas Militares.

Museo singular y único en su género, que amplía la oferta cultural y de ocio de la ciudad, con su colección de más de 32.000 figuras de soldados de plomo como atractivo principal, que enseña en 24 escenarios, dispuestos en forma cronológica y serpenteante, la evolución de las armas, los uniformes, las tácticas de combate y la historia de los conflictos armados, desde la época de los faraones hasta los albores del siglo XXI y, sobre todo, el camino hacia la paz.

Foso

Varias son las defensas exteriores del castillo: el foso, la contraescarpa, un camino cubierto, las plazas de armas y el glacis. Todas ellas debían poner impedimento y dificultad de avance a los soldados enemigos que intentasen asaltarlo. El foso de este castillo que lo rodea en su totalidad cuenta con un recorrido de 1.060 m y nunca ha contenido agua. El acceso al mismo desde el interior de la fortificación se hace a través de tres poternas, una de ellas destinada al acceso de jinetes a caballo, construida con la finalidad de que los defensores pudiesen despejar el foso de tropas enemigas en caso de necesidad. Actualmente, los moradores del foso son los ciervos. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario