miércoles, 20 de diciembre de 2023

Abizanda

Pequeña población (151 habitantes en 2022) en la comarca de Sobrarbe (Huesca), situada a 636 m de altitud, en las estribaciones de la sierra de Arbe, margen derecha del río Cinca, junto al embalse de El Grado. El nombre es musulmán y se ha considerado, erróneamente, que era la población Abinyunas. Su significado puede ser “la que tiene espesura de árboles y brotes”.

El lugar estratégico en el que se halla hizo que ya los musulmanes construyeran un edificio defensivo, junto con las poblaciones de Laguarres, Capella y Perarrúa. En 1017, Sancho III el Mayor inició una campaña por tierras de Sobrarbe para anexionarse definitivamente el antiguo condado. La fortaleza de Abizanda debió ser conquistada entonces y, reconstruida, constituyó su punta de lanza en el valle del Cinca. A su vez, pasaba a formar parte de una línea defensiva que atravesaba tierras aragonesas de oeste a este, formada por fortificaciones y atalayas comunicadas visualmente, que protegían caminos, campos, pastos y refugios. El objetivo era controlar el valle del Cinca y la cuenca del río Isábena. Desde el castillo de Abizanda se divisan los de Escanilla y Samitier, al norte, y los de Clamosa y Pano, al este.

En 1035, al morir Sancho III, quedó en los dominios de su hijo Gonzalo y en 1044, a la muerte de éste, Sobrarbe y Ribagorza se unen al condado de Aragón, donde reinaba su hermano Ramiro I, creándose así una línea definida de expansión aragonesa. La primera mención escrita es de época de Ramiro I de Aragón, cuando se cita al tenente Ato Galíndez. Al alejarse la frontera, tras la conquista de Graus, Alquézar y Monzón, fue perdiendo importancia, pero en 1413, perteneciendo al Conde de Urgel Jaime II, fue sitiada y rendida por el gobernador de Aragón puesto que el Conde se había levantado en armas al no haber sido elegido -lo fue Fernando I de Aragón- como sucesor de la Corona de Aragón en el Compromiso de Caspe. Entonces pasó a depender del obispo Diego Gómez de Fuensalida y, poco después, a Domingo de la Noya o de la Maza, en el s. XV. De esta familia, el linaje de los Maza de Lizana, era la casa conocida hoy como Casa Carlos.

Su torre, elevada sobre un peñón calizo, en el desfiladero del barranco El Río, es un monumento emblemático. A su espalda, el caserío se apoya en la sierra. Al otro lado del barranco se formó la aldea de Solanilla, a la que se llega por un sendero que tiene un puente de piedra colgado en el acantilado, un espectacular paso para una sencilla obra de mampostería, con gruesos estribos, un ojo en arco de medio punto y tablero plano, sin pretil. El conjunto defensivo (torre y recinto amurallado) se alza para dominar y vigilar un amplio territorio desde los 24 m de altura de la torre. Todo el conjunto se componía de dos recintos amurallados, una torre del homenaje exenta, y una capilla cuyo ábside se alojaba en uno de los cubos de la muralla. 

Lo más espectacular y lo que mejor se conserva es la torre. El basamento del recinto y la torre (unos tres metros de sillar más claro y grande) se comenzaron a mediados del siglo X, siendo obra de musulmanes. En el siglo XI, ya bajo dominio cristiano, se construyó la torre con las técnicas de los maestros venidos de Lombardía, en el más antiguo románico, con un aparejo de sillarejo más pequeño y oscuro asentado con argamasa de gran calidad. La ausencia de mechinales hace pensar que el andamiaje se habría realizado por la parte interna. Tiene planta rectangular de 13,5 x 8 m, orientada en sentido este-oeste, y 2,10 m de espesor de muros. La puerta de acceso se sitúa a siete metros de altura y contaba con una escalera de madera que se quitaba en caso de ataque. Tiene arco de medio punto, pequeñas dovelas y dintel. En lo alto hay otro elemento característico, el cadalso que recorre todo su perímetro en su quinta planta.

La mayoría de las torres defensivas románicas que se conservan en Aragón contaban con un primer piso de almacén, otro de acceso con la puerta en alto, uno o dos pisos de habitación y otros tantos de defensa. En el caso de Abizanda la torre tiene cinco pisos, con acceso elevado a la altura del segundo en el muro sur. El acceso, al que se llegaría por medio de una escalera de madera y estaría precedido por un balcón tipo cadalso (lo indican los mechinales a ambos lados), se realiza a través de un vano adintelado sobre el que se dispone un arco ciego de medio punto doblado y al interior forma una pequeña bóveda de cañón salvando el grosor del muro, también con dobladura. Este segundo nivel, iluminado por medio de cuatro aspilleras abocinadas al interior en cada uno de sus muros, tiene una superficie en planta de unos 40 m2, que va aumentando a medida que ascienden los pisos por el retranqueo de los muros. Éstos se separaban por medio de suelos de madera que apoyaban en vigas sobre dicho retranqueo. 


 



El primer piso, bajo el de acceso, tendría la función de almacén, por lo que cuenta con dos pequeños vanos de ventilación en cada uno de los muros que dan al Norte y al Sur y otro más en cada uno de los que dan al Este y al Oeste, todos ellos situados a gran altura. Actualmente se encuentra colmatado.


 

Siguen dos pisos de habitación. El piso tercero, posee comodidades propias de una estancia habitada. Tiene dos aspilleras abocinadas al interior en el muro sur y sendos ventanales geminados en arcos de medio punto separados por columnillas con capitel en forma de zapata en los muros este y oeste, los cortos. La ventana del muro este se cegó formando una hornacina cubierta por bóveda de cañón a modo de pequeña capilla. En el muro este se dispone también un espacio intramural reservado al retrete, cubierto por bóveda de medio punto e iluminado por un pequeño vano. El acceso a este espacio se realiza mediante arco de medio punto con dintel y tímpano ciego.

 

 

 


El cuarto piso, cuya techumbre se asienta sobre dos grandes arcos de medio punto, posee otro ventanal geminado, esta vez en el muro sur, y tres ventanas aspilleradas abocinadas al interior en los muros sur, este y oeste. Los arcos solucionaron el problema de la exigencia de maderos de mayor longitud.

 

Por último, el quinto piso, dedicado a la defensa, cuenta también con dos grandes arcos de medio punto bajo la techumbre -las torres no acababan en terrazas almenadas- y posee cuatro accesos al cadalso exterior en arcos de medio punto en la parte central de cada muro. La torre no posee aljibe, la recogida de agua se realizaría mediante canalizaciones que conducirían el agua de lluvia a un recipiente ubicado en el último piso, quizá tinajas. Trampillas en el suelo del cadalso posibilitaban el lanzamiento de objetos pesados, líquidos ardientes, saetas, etc.

 

 



 (http://www.romanicoaragones.com y romanicodigital.com)

Al exterior, su lado menor este presenta vanos aspillerados en las plantas 1, 2 y 4. En la planta 3, la noble, vemos una ventana geminada cegada y reconvertida en capilla, canónicamente orientada, lateralizada al lado norte al compartir espacio con el retrete. A su izquierda el vano aspillerado de ventilación del retrete; y en un nivel inferior el desagüe del mismo. La hechura de la pared es a base de sillarejos y de algún sillar toscamente trabajado, de alturas desiguales y con algunos a tizón. En el muro norte hay dos ventanas aspilleradas en la 1ª planta y una en la 2ª. Los vanos de la planta 1ª, que se usaba como almacén, están altísimos; justo bajo el nivel del suelo de la planta de acceso puesto que su función era tan solo de ventilación. En el muro de poniente se aprecia centrada una ventana aspillerada por planta, a excepción de la planta tercera en la que abre un bonito ventanal geminado lombardo de hechura similar a los de la Torre de la Reina, de Loarre.

Al lado de la primitiva capilla se aprecia la cimentación de la muralla que rodeaba a la torre. En el muro oriental se ve una hilera de pequeños orificios de trayecto descendente diseñados como sistema defensivo para verter líquidos inflamables o hirvientes, como los del arranque norte de la muralla de Loarre. El ábside de la iglesia también presenta estas aperturas defensivas y el discreto espesor de sus muros habla de una cubierta de madera, como la primitiva de Loarre. También aparecen esas aperturas en el sector oeste del muro.

De la torre del homenaje, exenta en medio del primer recinto amurallado, no ha quedado nada. Del segundo recinto se conserva el arranque de los muros sur y oeste, con sendos cubos en la parte central, y gran parte del muro este, adosado a la casa abacial. En el cubo ubicado en la parte central de ese muro se aloja el ábside de planta semicircular de la capilla del castillo, con una ventana central abocinada al interior, cubierto por bóveda de cuarto de esfera y seguido por un estrecho presbiterio cubierto por bóveda de cañón. Se conserva la planta del templo, muy sencillo de una sola nave.

Esta obra fue realizada entre 1030 y 1040 por maestros lombardos, primer Románico. El castillo se levantó sobre restos islámicos que se aprecian en la parte inferior del torreón, donde los sillares de granito son muy diferentes. La proporción de sus caras mayores (el doble de altas que de anchas, proporciona armonía), la calidad del aparejo, los arcos de medio punto doblados que cobijan un dintel, las ventanas geminadas con arcos de medio punto que apoyan en una columnita central con capitel sin decoración, son elementos característicos.  


En el siglo XVI se construyó la actual parroquial de la Asunción y la abadía, adosada, en la parte superior del cerro. Es una iglesia de una nave, de planta rectangular de tres tramos, con capillas laterales, cabecera poligonal orientada al este y sacristía y pórtico adosados. Está realizada en su mayor parte en sillería, salvo la parte superior -sobrado de ventilación de la bóveda- donde se abre una galería de vanos de medio punto en ladrillo. 



La portada se abre en el lado sur, casi a los pies, con pórtico cuadrangular cubierto con bóveda de lunetos. Es arco de medio punto con decoración clasicista, de cordón en la rosca, casetones con motivos florales en el intradós y cabezas de angelotes en las enjutas. Flanquean dos columnas acanaladas con capiteles compuestos que sostienen un friso y un frontón triangular.


 



La nave está dividida en tres tramos, cubiertos por bóvedas de crucería estrellada cuyos nervios presentan diseño diferente. A ella abren cinco capillas laterales, dos en el lado del Evangelio (arco de medio punto y bóveda de medio cañón) y tres en el de la Epístola (crucería las dos primeras y medio cañón la tercera, baptisterio)



Bóveda del primer tramo de la nave

A los pies, bajo la torre, hay un espacio destinado a coro originalmente. La sacristía se abre a la cabecera por puerta adintelada, delimitada por dos pequeñas pilastrillas que sostienen un entablamento. La torre se alza a los pies, compuesta por tres cuerpos y coronada por remate hemiesférico rodeado de cuatro pináculos. Al interior tiene tres pisos abovedados, comunicados por escalera de caracol alojada en un ángulo.


El tercer edificio de ese conjunto, adosado a los pies de la iglesia, es la popular Casa Abadía, que ha sido reconvertida en Museo de Creencias y Religiosidad. Seguía las pautas habituales en el núcleo, aunque ha sido muy modificada para la instalación del Museo. La cultura montañesa del Alto Aragón tenía multitud de prácticas mágico-religiosas destinadas a proteger la casa, sus habitantes y el patrimonio familiar. El museo tiene tres plantas. El sótano era la antigua Sala de Diezmos y Primicias. Se conserva un fragmento de tímpano, quizá de la portada del templo, con un cuadrúpedo sosteniendo un crismón por un lado y una estrella de cinco puntas por el otro. También se conserva un fragmento de piedra en el que se lee una antífona incompleta en latín: [rex] gloriae ve / [rvs] devs homo / + et verbvm / [caro factv]m est + xps vin / [cit + xps reg]nat + xps impe / [rat + a]b omni malo / [cvsto]d(i)at + / [animam tvam dominvs].

La arquitectura popular estaba ligada a la vida cotidiana. La casa fuerte era abundante en Sobrarbe, defendidas por un torreón en uno de los laterales. Como ejemplos, Casa Carlos ( Casa Maza de Linaza, en el centro del pueblo, con torre cuadrada que tiene aspilleras defensivas con forma de gota en el muro que da a la puerta dovelada de entrada a la casa) o Casa La Mora (principios del s. XVII, robusto matacán defensivo en la parte superior de la fachada, justo encima de la puerta). Elementos de disuasión y protección eran las patas de jabalí clavadas sobre la puerta, que indican que el propietario posee armas y buena puntería. Las casas contaban con cobertizos abovedados para las herramientas y aleros avanzados para proteger la construcción de las inclemencias climatológicas. Las viviendas se acompañan con otras construcciones relacionadas con la actividad agrícola, como pajares, almacenes, corrales.

En todos los pueblos se cultivaba cereal, que luego había que trillar y aventar para separar el grano de la paja. Estas tareas se realizaban en las eras, al aire libre. En el Sobrarbe meridional, junto a los pajares y eras hay unas peculiares construcciones que servían para realizar en su interior el aventado, por lo que se les llamaba aventaderos o aventadores. Son edificios de planta rectangular, abiertos por dos de sus lados para permitir circular el aire entre sus arcadas espectaculares. También permitían realizar la tarea a la sombra. El aventador de casa Lueza se sitúa ante la fachada de la casa. Estaba realizado en mampostería, aunque está muy desvirtuado. Tiene un gran arco de tres centros que abarca casi toda su fachada y un arco de medio punto en la parte trasera. El interior se divide en dos tramos por un arco de medio punto. La parte trasera supera el talud apoyando en sólida obra de mampostería horadada por un paso cubierto con bóveda de cañón que alberga el camino de la fuente.

(Sipca)
Para sacralizar el territorio se construían ermitas. Lo normal es que hubiera varias, como aquí. Al sur está la de San Salvador, siglo XVIII, a la que se iba el día de la Ascensión para bendecir los términos. Al este la de San Miguel, s. XVII. En dirección norte la de Santiago, s. XVIII. La más popular es la de San Victorián, bajomedieval. Se sube en romería el día del santo, 12 de enero, y tiene lugar el “augurio de los langostos”. Bajo una encina, consideradas sagradas, se extiende un mantel blanco en el suelo con las tortas de caridad distribuidas en las cuatro esquinas y el centro. Se bendicen y se espera a que aparezcan los diminutos insectos que son de tres colores. Según predominen los blancos, verdes o negros, la cosecha será buena en cereal, olivas o uva. En caso de no salir, sería mal presagio, pues las langostas salen incluso con nieve. También se acude el 9 de mayo, San Gregorio. Existía otra ermita románica, en una terraza sobre el Cinca, dedicada a los santos Justo y Pastor, que fue volada en el año 1977 durante unas maniobras militares. Allí se realizaba una romería con la ofrenda de un ramo de uva de casa Carlos para asegurar una buena cosecha de vino. Después de la misa, el sacerdote tenía el privilegio de comerse el racimo.

Pozo-fuente de origen islámico


 

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