Abizanda
Pequeña población (151 habitantes en 2022) en la comarca
de Sobrarbe (Huesca), situada a 636 m de altitud, en las estribaciones de la
sierra de Arbe, margen derecha del río Cinca, junto al embalse de El Grado. El
nombre es musulmán y se ha considerado, erróneamente, que era la población
Abinyunas. Su significado puede ser “la que tiene espesura de árboles y
brotes”.
El lugar estratégico en el que se halla hizo que ya los
musulmanes construyeran un edificio defensivo, junto con las poblaciones de
Laguarres, Capella y Perarrúa. En 1017, Sancho III el Mayor inició una campaña
por tierras de Sobrarbe para anexionarse definitivamente el antiguo condado. La
fortaleza de Abizanda debió ser conquistada entonces y, reconstruida,
constituyó su punta de lanza en el valle del Cinca. A su vez, pasaba a formar
parte de una línea defensiva que atravesaba tierras aragonesas de oeste a este,
formada por fortificaciones y atalayas comunicadas visualmente, que protegían
caminos, campos, pastos y refugios. El objetivo era controlar el valle del
Cinca y la cuenca del río Isábena. Desde el castillo de Abizanda se divisan los
de Escanilla y Samitier, al norte, y los de Clamosa y Pano, al este.
En 1035, al morir Sancho III, quedó en los dominios de su
hijo Gonzalo y en 1044, a la muerte de éste, Sobrarbe y Ribagorza se unen al
condado de Aragón, donde reinaba su hermano Ramiro I, creándose así una línea
definida de expansión aragonesa. La primera mención escrita es de época de
Ramiro I de Aragón, cuando se cita al tenente Ato Galíndez. Al alejarse la
frontera, tras la conquista de Graus, Alquézar y Monzón, fue perdiendo
importancia, pero en 1413, perteneciendo al Conde de Urgel Jaime II, fue sitiada
y rendida por el gobernador de Aragón puesto que el Conde se había levantado en
armas al no haber sido elegido -lo fue Fernando I de Aragón- como sucesor de la
Corona de Aragón en el Compromiso de Caspe. Entonces pasó a depender del obispo
Diego Gómez de Fuensalida y, poco después, a Domingo de la Noya o de la Maza,
en el s. XV. De esta familia, el linaje de los Maza de Lizana, era la casa
conocida hoy como Casa Carlos.
Su torre, elevada sobre un peñón calizo, en el
desfiladero del barranco El Río, es un monumento emblemático. A su espalda, el
caserío se apoya en la sierra. Al otro lado del barranco se formó la aldea de
Solanilla, a la que se llega por un sendero que tiene un puente de piedra
colgado en el acantilado, un espectacular paso para una sencilla obra de
mampostería, con gruesos estribos, un ojo en arco de medio punto y tablero
plano, sin pretil. El conjunto defensivo (torre y recinto amurallado) se alza
para dominar y vigilar un amplio territorio desde los 24 m de altura de la
torre. Todo el conjunto se componía de dos recintos amurallados, una torre del
homenaje exenta, y una capilla cuyo ábside se alojaba en uno de los cubos de la
muralla.
Lo más espectacular y lo que mejor se conserva es la
torre. El basamento del recinto y la torre (unos
tres metros de sillar más claro y grande) se comenzaron a mediados del siglo X,
siendo obra de musulmanes. En el siglo XI, ya bajo dominio cristiano, se
construyó la torre con las técnicas de los maestros venidos de Lombardía, en el
más antiguo románico, con un aparejo de sillarejo más pequeño y oscuro asentado
con argamasa de gran calidad. La ausencia de mechinales hace pensar que el
andamiaje se habría realizado por la parte interna. Tiene planta rectangular de
13,5 x 8 m, orientada en sentido este-oeste, y 2,10 m de espesor de muros. La
puerta de acceso se sitúa a siete metros de altura y contaba con una escalera
de madera que se quitaba en caso de ataque. Tiene arco de medio punto, pequeñas
dovelas y dintel. En lo alto hay otro elemento característico, el cadalso que
recorre todo su perímetro en su quinta planta.
La mayoría de las torres defensivas románicas que se
conservan en Aragón contaban con un primer piso de almacén, otro de acceso con
la puerta en alto, uno o dos pisos de habitación y otros tantos de defensa. En
el caso de Abizanda la torre tiene cinco pisos, con acceso elevado a la altura
del segundo en el muro sur. El acceso, al que se llegaría por medio de una
escalera de madera y estaría precedido por un balcón tipo cadalso (lo indican
los mechinales a ambos lados), se realiza a través de un vano adintelado sobre
el que se dispone un arco ciego de medio punto doblado y al interior forma una
pequeña bóveda de cañón salvando el grosor del muro, también con dobladura.
Este segundo nivel, iluminado por medio de cuatro aspilleras abocinadas al
interior en cada uno de sus muros, tiene una superficie en planta de unos 40 m
2,
que va aumentando a medida que ascienden los pisos por el retranqueo de los
muros. Éstos se separaban por medio de suelos de madera que apoyaban en vigas
sobre dicho retranqueo.
El primer piso, bajo el de acceso, tendría la función de
almacén, por lo que cuenta con dos pequeños vanos de ventilación en cada uno de
los muros que dan al Norte y al Sur y otro más en cada uno de los que dan al
Este y al Oeste, todos ellos situados a gran altura. Actualmente se encuentra
colmatado.
Siguen dos pisos de habitación. El piso tercero, posee
comodidades propias de una estancia habitada. Tiene dos aspilleras abocinadas
al interior en el muro sur y sendos ventanales geminados en arcos de medio
punto separados por columnillas con capitel en forma de zapata en los muros este
y oeste, los cortos. La ventana del muro este se cegó formando una hornacina
cubierta por bóveda de cañón a modo de pequeña capilla. En el muro este se
dispone también un espacio intramural reservado al retrete, cubierto por bóveda
de medio punto e iluminado por un pequeño vano. El acceso a este espacio se
realiza mediante arco de medio punto con dintel y tímpano ciego.
El cuarto piso, cuya techumbre se asienta sobre dos
grandes arcos de medio punto, posee otro ventanal geminado, esta vez en el muro
sur, y tres ventanas aspilleradas abocinadas al interior en los muros sur, este
y oeste. Los arcos solucionaron el problema de la exigencia de maderos de mayor
longitud.
Por último, el quinto piso, dedicado a la defensa, cuenta
también con dos grandes arcos de medio punto bajo la techumbre -las torres no
acababan en terrazas almenadas- y posee cuatro accesos al cadalso exterior en
arcos de medio punto en la parte central de cada muro. La torre no posee
aljibe, la recogida de agua se realizaría mediante canalizaciones que
conducirían el agua de lluvia a un recipiente ubicado en el último piso, quizá
tinajas. Trampillas en el suelo del cadalso posibilitaban el lanzamiento de objetos
pesados, líquidos ardientes, saetas, etc.
(http://www.romanicoaragones.com y romanicodigital.com)
Al exterior, su lado menor este presenta vanos
aspillerados en las plantas 1, 2 y 4. En la planta 3, la noble, vemos una
ventana geminada cegada y reconvertida en capilla, canónicamente orientada, lateralizada
al lado norte al compartir espacio con el retrete. A su izquierda el vano
aspillerado de ventilación del retrete; y en un nivel inferior el desagüe del
mismo. La hechura de la pared es a base de sillarejos y de algún sillar
toscamente trabajado, de alturas desiguales y con algunos a tizón. En el muro
norte hay dos ventanas aspilleradas en la 1ª planta y una en la 2ª. Los vanos
de la planta 1ª, que se usaba como almacén, están altísimos; justo bajo el
nivel del suelo de la planta de acceso puesto que su función era tan solo de
ventilación. En el muro de poniente se aprecia centrada una ventana aspillerada
por planta, a excepción de la planta tercera en la que abre un bonito ventanal
geminado lombardo de hechura similar a los de la Torre de la Reina, de Loarre.
Al lado de la primitiva capilla se aprecia la cimentación
de la
muralla que rodeaba a la torre. En el muro
oriental se ve una hilera de pequeños orificios de trayecto descendente
diseñados como sistema defensivo para verter líquidos inflamables o hirvientes,
como los del arranque norte de la muralla de Loarre. El ábside de la iglesia
también presenta estas aperturas defensivas y el discreto espesor de sus muros
habla de una cubierta de madera, como la primitiva de Loarre. También aparecen
esas aperturas en el sector oeste del muro.
De la torre del homenaje, exenta en medio del primer
recinto amurallado, no ha quedado nada. Del segundo recinto se conserva el
arranque de los muros sur y oeste, con sendos cubos en la parte central, y gran
parte del muro este, adosado a la casa abacial. En el cubo ubicado en la parte
central de ese muro se aloja el ábside de planta semicircular de la capilla del
castillo, con una ventana central abocinada al interior, cubierto por bóveda de
cuarto de esfera y seguido por un estrecho presbiterio cubierto por bóveda de cañón.
Se conserva la planta del templo, muy sencillo de una sola nave.
Esta obra fue realizada entre 1030 y 1040 por maestros
lombardos, primer Románico. El castillo se levantó sobre restos islámicos que
se aprecian en la parte inferior del torreón, donde los sillares de granito son
muy diferentes. La proporción de sus caras mayores (el doble de altas que de
anchas, proporciona armonía), la calidad del aparejo, los arcos de medio punto
doblados que cobijan un dintel, las ventanas geminadas con arcos de medio punto
que apoyan en una columnita central con capitel sin decoración, son elementos
característicos.
En el siglo XVI se construyó la actual
parroquial de la Asunción y
la abadía, adosada, en la parte superior del cerro. Es una iglesia de una nave,
de planta rectangular de tres tramos, con capillas laterales, cabecera
poligonal orientada al este y sacristía y pórtico adosados. Está realizada en
su mayor parte en sillería, salvo la parte superior -sobrado de ventilación de
la bóveda- donde se abre una galería de vanos de medio punto en ladrillo.
La portada se abre en el lado sur, casi a los pies, con pórtico
cuadrangular cubierto con bóveda de lunetos. Es arco de medio punto con
decoración clasicista, de cordón en la rosca, casetones con motivos florales en
el intradós y cabezas de angelotes en las enjutas. Flanquean dos columnas
acanaladas con capiteles compuestos que sostienen un friso y un frontón
triangular.
La nave está dividida en tres tramos, cubiertos por
bóvedas de crucería estrellada cuyos nervios presentan diseño diferente. A ella
abren cinco capillas laterales, dos en el lado del Evangelio (arco de medio
punto y bóveda de medio cañón) y tres en el de la Epístola (crucería las dos
primeras y medio cañón la tercera, baptisterio)
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Bóveda del primer tramo de la nave |
A los pies, bajo la
torre, hay un espacio destinado a coro originalmente. La sacristía se abre a la
cabecera por puerta adintelada, delimitada por dos pequeñas pilastrillas que
sostienen un entablamento. La torre se alza a los pies, compuesta por tres
cuerpos y coronada por remate hemiesférico rodeado de cuatro pináculos. Al
interior tiene tres pisos abovedados, comunicados por escalera de caracol
alojada en un ángulo.
El tercer edificio de ese conjunto, adosado a los pies de la iglesia, es
la popular
Casa Abadía, que ha sido
reconvertida en
Museo de Creencias y Religiosidad. Seguía las pautas
habituales en el núcleo, aunque ha sido muy modificada para la instalación del
Museo. La cultura montañesa del Alto Aragón tenía multitud de prácticas
mágico-religiosas destinadas a proteger la casa, sus habitantes y el patrimonio
familiar. El museo tiene tres plantas. El sótano era la antigua Sala de Diezmos
y Primicias. Se conserva un fragmento de tímpano, quizá de la portada del
templo, con un cuadrúpedo sosteniendo un crismón por un lado y una estrella de
cinco puntas por el otro. También se conserva un fragmento de piedra en el que
se lee una antífona incompleta en latín: [rex] gloriae ve / [rvs] devs homo / +
et verbvm / [caro factv]m est + xps vin / [cit + xps reg]nat + xps impe / [rat
+ a]b omni malo / [cvsto]d(i)at + / [animam tvam dominvs].
La arquitectura popular estaba ligada a la vida
cotidiana. La
casa fuerte era abundante en Sobrarbe, defendidas por un torreón
en uno de los laterales. Como ejemplos, Casa Carlos ( Casa Maza de Linaza, en
el centro del pueblo, con torre cuadrada que tiene aspilleras defensivas con
forma de gota en el muro que da a la puerta dovelada de entrada a la casa) o Casa
La Mora (principios del s. XVII, robusto matacán defensivo en la parte superior
de la fachada, justo encima de la puerta). Elementos de disuasión y protección
eran las patas de jabalí clavadas sobre la puerta, que indican que el
propietario posee armas y buena puntería. Las casas contaban con cobertizos abovedados para las
herramientas y aleros avanzados para proteger la construcción de las
inclemencias climatológicas. Las viviendas se acompañan con otras
construcciones relacionadas con la actividad agrícola, como pajares, almacenes,
corrales.
En todos los pueblos se cultivaba cereal, que luego había
que trillar y aventar para separar el grano de la paja. Estas tareas se
realizaban en las eras, al aire libre. En el Sobrarbe meridional, junto a los
pajares y eras hay unas peculiares construcciones que servían para realizar en
su interior el aventado, por lo que se les llamaba
aventaderos
o aventadores. Son edificios de planta rectangular, abiertos por dos de sus
lados para permitir circular el aire entre sus arcadas espectaculares. También
permitían realizar la tarea a la sombra. El aventador de casa Lueza se sitúa
ante la fachada de la casa. Estaba realizado en mampostería, aunque está muy
desvirtuado. Tiene un gran arco de tres centros que abarca casi toda su fachada
y un arco de medio punto en la parte trasera. El interior se divide en dos
tramos por un arco de medio punto. La parte trasera supera el talud apoyando en
sólida obra de mampostería horadada por un paso cubierto con bóveda de cañón
que alberga el camino de la fuente.
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(Sipca) |
Para sacralizar el territorio se construían
ermitas. Lo normal es que hubiera varias, como
aquí. Al sur está la de San Salvador, siglo XVIII, a la que se iba el día de la
Ascensión para bendecir los términos. Al este la de San Miguel, s. XVII. En
dirección norte la de Santiago, s. XVIII. La más popular es la de San
Victorián, bajomedieval. Se sube en romería el día del santo, 12 de enero, y tiene
lugar el “augurio de los langostos”. Bajo una encina, consideradas sagradas, se
extiende un mantel blanco en el suelo con las tortas de caridad distribuidas en
las cuatro esquinas y el centro. Se bendicen y se espera a que aparezcan los
diminutos insectos que son de tres colores. Según predominen los blancos,
verdes o negros, la cosecha será buena en cereal, olivas o uva. En caso de no
salir, sería mal presagio, pues las langostas salen incluso con nieve. También
se acude el 9 de mayo, San Gregorio. Existía otra ermita románica, en una
terraza sobre el Cinca, dedicada a los santos Justo y Pastor, que fue volada en
el año 1977 durante unas maniobras militares. Allí se realizaba una romería con
la ofrenda de un ramo de uva de casa Carlos para asegurar una buena cosecha de
vino. Después de la misa, el sacerdote tenía el privilegio de comerse el
racimo.
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Pozo-fuente de origen islámico |
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