Cisneros, de Gonzalo a Francisco.
Audema (Asociación Universitaria de Mayores, de Alcalá de
Henares), representada por la Vicepresidenta, Teresa, realiza la excursión y
comida de fin de curso. El objetivo es la exposición “Cisneros, de Gonzalo a
Francisco”, una exposición con Historia, comisariada por Mª Dolores Cabañas
(UAH) y organizada por la Diputación Provincial de Guadalajara, la Diócesis de
Sigüenza-Guadalajara, la Universidad de Alcalá y el Ayuntamiento de Sigüenza,
por lo que llegamos a esta población con Historia acariciados por el aire puro,
oxigenado y regenerador de una mañana primaveral.
Tras el café, el punto de reunión es la puerta de la
catedral, bajo la arquitectura del vacío del ojo-rosetón, en el centro de una
severa fachada de belleza ascética, de arquitectura angulosa e intransigente,
de líneas sobrias que, como una casa árabe, disimula el lujo del interior. En el
Museo Diocesano –antiguo palacio del obispo Luján, y donde vivió Juan López de
Medina, arcediano de Almazán, fundador en 1476 del Colegio de San Antonio de
Portaceli-, su director y comisario de la exposición, Miguel Ángel Ortega, nos
muestra un video introductorio y nos hace una exposición de las importantes obras
que encierra.
En la planta baja está la exposición sobre Cisneros, una
de las personalidades más notables de la España de los Reyes Católicos, que
vivió una época de contrastes caracterizada por profundos cambios de todo tipo.
En esos años críticos, de conflictos políticos, hambre, peste, división de la
Iglesia, etc., Cisneros supo dar respuesta a esos miedos y se ocupó en primer
plano de decisiones políticas como la reforma de la Iglesia, la salvación del
Estado moderno, la fundación de la Universidad de Alcalá y la edición de la
Biblia Políglota Complutense. Pero esta exposición no se ocupa de este
Cisneros, Francisco, sino de un periodo anterior de su vida, cuando era
Gonzalo.
Se graduó en Leyes en la Universidad de Salamanca en
1456, estuvo en Roma hacia 1460 y fue clérigo secular, lo que le permitió
aspirar a un puesto en la administración eclesiástica del arzobispado de
Toledo. Su toma de posesión del arciprestazgo de Uceda en 1471 le enfrentó al
arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo de Acuña, que lo encarceló en Santorcaz. Tuvo
su purgatorio aquí en la tierra, pero era hombre vacunado contra el desaliento.
Carrillo perteneció al bando que se opuso a Isabel I mientras que Pedro
González de Mendoza la apoyó. Cisneros apostó por Mendoza, obispo de Sigüenza
desde 1467, que se convirtió en su protector. Así quedó vinculado a esta
diócesis desde 1477, realizando una intensa labor como jurista, aprendiendo a
organizar una villa de señorío eclesiástico y ocupando los cargos de Capellán
Mayor de la Catedral, Vicario General de la diócesis, Provisor, Alcalde Mayor,
etc.
Enmarcando estos años hay algunas obras importantes. Una
es un Santo Entierro, gótico hispano-flamenco de finales s. XV, que se acompaña
de Adán y Eva, anónimo, en alabastro, del mismo estilo y fecha. Otra obra
importante es el retrato del Cardenal Mendoza rodeado de obispos, de Juan
Rodríguez de Segovia, Maestro de los Luna, hacia 1485, óleo sobre tabla.
En 1484, con casi cincuenta años, acudió a él otro
tiempo, cambió radicalmente de vida renunciando a todo tipo de cargos,
despreciando el atuendo y las vanidades del mundo e ingresando como simple
fraile franciscano. Para él, la religión no era algo mecánico. Es el cambio de
Gonzalo a Francisco. Hizo vida de eremita terminando en el convento alcarreño
de La Salceda. Su fama de santidad llegó a oídos de la reina que le nombró
confesor, por mediación del Cardenal Mendoza, en 1492. En 1494 fue nombrado
Vicario Provincial de los Franciscanos de Castilla y en 1495, al morir Pedro
González de Mendoza, Arzobispo de Toledo a propuesta de la reina Isabel. La Inmaculada
niña, de Francisco de Zurbarán, 1635, ejemplifica esta espiritualidad.
En ese momento se abrió una nueva etapa al servicio de la
corona de Castilla y pudo llevar a la práctica su ideario, llegando su
exaltación a terminar en arrebatos épicos. En 1498 solicitó al papa Alejandro
VI autorización para fundar un “colegio de escolares” bajo la advocación de san
Ildefonso, en Alcalá de Henares cuya jurisdicción tenía. El papa accedió por
bula del 13-4-1499. El 22-2-1509 presentó ante el concejo de Alcalá el Fuero
Nuevo, con la experiencia de las Ordenanzas de Sigüenza de 1484 y las de Alcalá
de 1504. En 1510 se dieron las Constituciones del colegio. Quiso hacer de
Alcalá “la ciudad de los libros” impulsando la imprenta y emprendió la
publicación de la Biblia Políglota Complutense entre 1514-1517.
La visita continúa en la Catedral, donde Cisneros fue
capellán mayor y provisor y quizá supervisó, durante la primera mitad de los
años 80, las obras encargadas por el obispo Pedro González de Mendoza entre
1477 y 1487. La famosa capilla de los Vázquez de Arce pertenecía entonces a la
familia de los De la Cerda y se llamaba de San Juan y Santa Catalina por el
retablo gótico que la presidía. Ahora se visita para ver la escultura funeraria
del Doncel, que murió en 1486. Convertido en piedra, reposa para siempre
ataviado en traje de guerrero, vestido de hierro, pero en una actitud nueva,
más moderna, porque, en su forzada quietud, en su interminable reposo, se
descubre la presencia del continuo paso del tiempo. Al lado, en penumbroso
ángulo, la puerta de la Cadena donde Cisneros ejerció su jurisdicción en nombre
del obispo, llamada, a partir de 1494, puerta del Mercado. En 1488 el cardenal
Mendoza ordenó el derribo de parte de la muralla del siglo XIV que iba ante
esta puerta.
Aquí se pueden parar las dos dimensiones cardinales,
espacio y tiempo. Aquí nos olvidamos que las horas corren y dejamos que nuestra
vista se recree, avanzando a medios pasos, entre estas venerables piedras, en
esta admirable decantación del paso de los siglos, donde cada lugar recuerda
una historia y cada piedra un siglo. El juego de volúmenes y de direcciones
otorgan al edificio un perfil dinámico y jalonamos nuestro recorrido en la
belleza hipnótica de los innumerables detalles del templo, coro, altar mayor,
púlpitos, sacristía de las cabezas, imagen románica y capilla de la Anunciación
–fundada por el arcediano de Almazán, Fernando de Montemayor, en 1515- que es
un buen exponente del llamado estilo Cisneros, fusión del gótico, renacimiento
y mudéjar. En el frescor interior de la catedral, nuestra mirada fluye hacia
estas obras de arte a las que el paso del tiempo da una nueva forma de belleza,
sin posible comparación con la vejez humana. El espíritu que duerme en el
interior de las piedras parece volver a la vida, por eso se utilizó el arte
como medio de exaltación del poder.
En el claustro, gótico, visitamos la sala capitular
antigua donde, alrededor de unas vestimentas de la época, se explica la
actuación de Cisneros tendente a la unidad territorial y religiosa apoyado en
numerosos e importantes cargos. La sala capitular nueva, con un magnífico
techado, exhibe igualmente vestidos de la época –serie “Isabel” de TVE, 2012-
mientras explica en unos carteles la situación de Cisneros, Isabel, arzobispo
Carrillo, etc.
Tanta cultura abre necesariamente el apetito y vamos a
dar cuenta de una suculenta y bien ganada comida, migas y cordero asado,
compartiendo mesa con María, Ángeles, Juanjo y Paco, a los que ahora tengo el
gusto de conocer y que resultan de fácil y amena conversación. Al final llega
Sara, la guía para la visita de la población.
La calle nos envuelve con sus ruidos mientras el sol
brilla sin piedad en el cielo y quiebra sus rayos contra las torres de la
catedral. Con un calor africano iniciamos la ascensión de la calle Mayor que
escala el empinado promontorio rocoso de la parte vieja donde se asienta el
castillo roquero, fundado en peñasco vivo, engastado en roca. Sara explica el
desarrollo de la ciudad y sus monumentos mientras pasamos por la puerta del
Sol, iglesia de Santiago, Travesañas, iglesia de San Vicente, casa del Doncel,
Plazuela de la Cárcel, puerta de Hierro y judería, Portal Mayor y morería,
muralla y antigua Universidad, actual Palacio Episcopal.
La tarde va huyendo. Siguiendo el aforismo de que “la
Historia siempre vuelve y la Geografía siempre está”, Cisneros ha vuelto a
Sigüenza y nosotros lo hemos visto, impregnándonos de eternidad en un día lleno
de ecos. Unas nubes de tormenta amenazan con dejar caer su carga, como si
quisieran cambiar el lamentable y penoso aspecto de nuestro querido Henares a
su paso por esta población. Nos vamos, en todos los sentidos. Ahora,
vacaciones. Pero volveremos, porque nuestro mapa sigue abierto.
Bonito trabajo Jose Luis, esperamos que hayas podido disfrutar de una bonita visita a Siguenza.
ResponderEliminarMuchas gracias
Saludos
AUDEMA