miércoles, 3 de febrero de 2016

Teatro.

En este otoño, en el que aprendemos que el árbol sigue en pie a pesar de que las hojas caigan, después de pasear por el recinto amurallado del Palacio Arzobispal siguiendo el itinerario de los diversos escenarios del Tenorio de este año, con actores profesionales en los que, a veces, es difícil observar el origen de la fama que tienen ("Es muy fácil obtener fama pero es muy difícil merecerla", Albert Camus. "Algunas personas obtienen fama, otras la merecen", Doris Lessing), aunque esa fama pueda ser provisional y perecedera ("Un actor es un señor que hoy come faisán y mañana se come las plumas", Fidel Pintos), recordamos varios grupos de teatro aficionado.

Uno es el T.I.A., Teatro Independiente Alcalaíno (tia@tiateatro.org), un grupo con mucho oficio, presidido por mi antiguo compañero Francisco Javier Blasco de Frutos (fjblasco@lacallemayor.net). Este grupo nació en 1979 y en 1988 se convirtió en asociación cultural sin ánimo de lucro. Han desarrollado su actividad principalmente en nuestra ciudad, pero no han descuidado su participación en certámenes, festivales, etc., de otras localidades. En 1989 incluyeron en su actividad la edición de obras de teatro con la colección Nuevos Autores en la que llevan publicados 33 volúmenes. Han montado 42 espectáculos, muchos de adaptación o elaboración propia, configurándose como un grupo estable y manteniendo varias obras en cartel permanentemente.

En esta ocasión vemos, en la Sala Margarita Xirgú, "Lo que el Quijote no cuenta", una comedia de 75 minutos de duración con textos de L. Alonso y Atilano Gómez y dirección de Luis Alonso, estructurada en un acto único que integra nueve piezas en verso introducidas por una presentadora, que se une a las celebraciones cervantinas que se preparan, que resulta muy ágil y entretenida y que gusta mucho al público. ("Un amigo me preguntó cuál era el placer que tengo de pasar toda mi vida como actor. Entonces dije: "Me gusta hacer feliz a una multitud".·, Buster Keaton). También tiene, entre el humor, algún punto de crítica social. ("El teatro no debe dejar de ser un hecho lúdico, pero sí se puede suponer que va a cubrir ese aspecto lúdico con una energía crítica y creadora", Alfonso Sastre). Como novedad tecnológica presenta unas proyecciones que sustituyen eficazmente a los decorados. Los actores responden a la máxima de Vittorio Gassman: "Un buen actor es un hombre -vale igual para las mujeres- que ofrece tan real la mentira que todos participan de ella".


El otro grupo es Catalejo Teatro -surgido del grupo cultural "2001 Odisea en la cultura", conjunto de artistas, poetas, pintores, músicos, escritores y actores-, dirigido por José Manuel Burgos Martín, a los que vemos en la Junta Municipal del Distrito IV de Alcalá de Henares -la semana pasada estuvieron en el Centro Cultural Las Fronteras de Torrejón de Ardoz- representando otro Tenorio. Han realizado lecturas teatralizadas del Tenorio en lugares públicos como "El Cafretín-Desván" de Torrejón o la Biblioteca Pública Pío Baroja de Alcalá, reivinedican la figura de Manuel Azaña como dramaturgo, preparan obras de Cervantes para el próximo año y su próximo estreno será la obra "Picnic", de Fernando Arrabal. El aviso nos ha llegado por parte de Maribel Domínguez -a quien conocí en el Grupo Cero de Poesía -"El teatro es poesía que se sale del libro para hacerse humana", Federico García Lorca- y de Gladys Zalazar, que se envuelven en los personajes de Brígida y Dª Inés, respectivamente.

A pesar de las pobres condiciones escenográficas del recinto –el representar casi es una fecha histórica grabada en el tiempo-, el grupo consigue sacar adelante una obra tan compleja. Las cortinas anaranjadas de los laterales del escenario envuelven las voces susurrantes tanto de los que interpretan con aire de arrobamiento como de los que dicen el texto sin mucho fuego y todos parecen asumir la máxima de Vittorio Gassman: “La mejor cualidad para un actor es ser mercurial, esto es, saber adaptarse a la temperatura de cada momento”. 

Todos estos momentos han sido muy intensos, placenteros y válidos por sí mismos. ("Si es absolutamente necesario que el arte o el teatro sirvan para algo, será para enseñar a la gente que hay actividades que no sirven para nada y que es indispensable que las haya", Eugène Ionesco).  Las situaciones que se han planteado son reales ("¿Sabe por qué triunfa el teatro, por qué ha vuelto la gente al teatro? Porque el teatro no trata de nada en concreto. Trata de la vida. Es la vida", Peter Brook). Los espectadores miramos a los actores y eso parece ser la vida. ("La vida es como el teatro, unos pocos son actores y la mayoría son espectadores que juzgan y critican a los que viven", Héctor Tassinari).

Resulta muy enriquecedora esta experiencia de ver cómo los actores dejan de ser ellos mismos para ser muchos otros ("Soy muy agradecido, como actor, no he vivido una vida, sino muchas", Charlton Heston). Al final de las representaciones todos son muy accesibles, no comparten el juicio de Marlon Brando: "Un actor es una persona que no te escucha a menos que estés hablando de él". En último término, nos vamos con el pensamiento de que, finalmente, "todos somos -o deberíamos ser- actores de nuestra propia vida" (Joël Dicker). 



No hay comentarios:

Publicar un comentario