San Adrián de Sásabe
La carretera asciende desde Jaca (Huesca) hacia Canfranc.
Pasado el pueblo Castiello y antes de llegar a Villanúa hay un desvío a la
izquierda en dirección a Aratorés. Después se llega a Borau, pueblo al
que pertenece esta iglesia, se sigue en dirección a Aísa y se toma una pista a
la derecha. Finalmente, el paso podía ser difícil, por medio de unas piedras y
maderas, pero ahora hay construido un puente.
El lugar donde se ubica la ermita produce incomprensión. No está sobre un estrato de piedra firme, sino en la intersección de dos barrancos, el Calcil y el Lupán, que juntos originan el río Lubierre, afluente por la derecha del Aragón. Es un terreno húmedo, con materiales de arrastre. La cimentación se hizo a base de puntales de madera, lo que ha supuesto que el drenaje lo tuviera en cuenta para que no se secasen. Se ignora qué pudo sugerir la construcción en este lugar. Con el paso del tiempo, la iglesia quedó sepultada por los derrubios de los barrancos, quedando visible sólo la parte superior, accediendo por el vano sobre la portada. Se recuperó en 1962.
Lo anormal es que no se trata de cualquier templo, sino que era la iglesia de un desaparecido monasterio del siglo X, sede de los obispos de Aragón antes de que hubiera obispado en Jaca. Fue catedral por ser la sede del obispo Ferriolo, consagrado por el obispo Galindo de Pamplona. En las campañas de reconquista, los monasterios se encargaron de organizar los territorios de sus valles, como éste, San Pedro de Siresa y Ciella. No hay mención de obispos antes del año 992 y desde esa fecha aparecen Ferriolo, Fortuño, Atón y Oriol. En una lápida se citan tres que aquí descansan. La sede de Huesca, destruida por los musulmanes, fue trasladada a esta iglesia hasta que Ramiro I la llevó a Jaca. En varios lugares se da como cierta la estancia en Sásabe del Santo Grial, previo a su traslado a Jaca y a San Juan de la Peña.
Quizá hubo aquí un monasterio de repoblación anterior, sobre el que se edificó el templo que vemos, consagrado en 1104 por el obispo Esteban de Huesca y dado a su abad Sancho de Larrosa, que figura en documentos de los años del cambio de siglo y firmaba con una carita sonriente. En 1122 fue nombrado obispo de Pamplona.
Es un templo de nave única, acabado en ábside semicircular orientado al este. Es una mezcla de lo lombardo y de las nuevas corrientes que irradian desde Jaca. Su gran altura de la nave y la portada jaquesa incrustada en un templo lombardo lo relacionan con Iguácel, más antiguo. La hechura es de sillares al estilo jaqués, y no con aparejo de sillarejo lombardo como se inició Jaca. El acabado parece lombardo, pero la escultura integrada es del románico pleno. La fachada de poniente aloja en cuerpo adelantado la bella portada jaquesa con una pareja de interesantes capiteles. Como Iguácel, tiene una segunda portada en el muro sur y una torre adosada en el lado norte, comunicada con la nave, que en la actualidad alcanza el nivel del alero. Las dos portadas están bajo el nivel del suelo y necesitan de unas escaleras. En un sillar cercano a la portada sur aparece una inscripción “HIC REQVIESCVNT TRES EPISCOPI”, que recuerda que aquí descansan los restos de tres obispos.El ábside está decorado al exterior con arcuaciones lombardas, dos lesenas marginales y otras dos mediales que configuran tres segmentos centrados por sus respectivos ventanales. Los últimos dos metros de esta cabecera permanecen bajo el nivel del suelo, lo que se comprueba mirando el interior con la referencia de los vanos, así como del motivo de que siga filtrando agua por los mechinales interiores más bajos. Los ventanales absidales, ocluidos con placas de alabastro, aparecen rehundidos y con doble derrama, sin motivos ornamentales. Los arquillos ciegos lombardos apean en sus respectivas lesenas y en doce ménsulas -cuatro por lienzo- de las que ocho se decoraron con escultura o trazos incisos y cuatro son lisas.
La primera ménsula del lado norte del ábside muestra una cabecita imberbe delicadamente tallada, que se ha relacionado como "signum" de Sancho de Larrosa, que firmaba sus escritos con una carita sonriente y que fue abad en este lugar en el momento de su consagración en 1104.
En el lienzo central, al lado sur sobre la ventana, hallamos una ménsula decorada con una cruz de brazos redondeados e iguales sujetada por una mano izquierda. Sobre ella, a cada lado del vástago superior hay sendos bezantes o perlas.
Otras ménsulas lucen motivos de simetría hexagonal radial como la hexapétala o la rueda solar de seis radios que pueden ser labradas a partir de un mismo esquema común geométrico.
Alguna de las ménsulas está inacabada, como la que muestra cinco parejas de semicírculos concéntricos o la que se compone de líneas diagonales paralelas entrecruzadas.
Otras dos ménsulas, una a cada lado de la lesena medial norte, muestran el mismo motivo, la margarita, sola o en grupo de cuatro. Margarita en griego describe el concepto de perla y es un motivo eucarístico que aparece también en la catedral jaquesa y en Santa Cruz de la Serós. En estas dos ménsulas aparece una “W” como marca de cantero.
La portada de poniente está en cuerpo adelantado al muro. Se compone de un guardapolvo de ajedrezado jaqués y tres arquivoltas, rectas las de los extremos y decorada con baquetón la central, que apean en imposta corrida que se prolonga por los laterales y que se decoran a base de palmetas muy elaboradas. Quizá hubo un tejaroz protegiendo la portada, con canecillos al modo de Iguácel.
La arquivolta central apea en capiteles labrados, con
columnas -fustes largos- y basas. El del lado norte es magnífico, con
decoración de sogueado, hojas vegetales, pitones jaqueses en las esquinas,
bolas, palmetas, en la esencia del estilo jaqués.
El capitel de la derecha, más deteriorado, es menor, por lo que se le añadió un collarino sogueado, como los capiteles con suplemento de la catedral de Jaca. Presenta una figura que sujeta con ambas manos un elemento que hace ondas, que se repite en Jaca, Iguácel y Loarre y que puede significar el ciclo muerte y resurrección por medio del agua que limpia y purifica, el bautismo.
En el interior se aprecia la cabecera compuesta del cilindro absidal cubierto por bóveda de cuarto de esfera, con tres alargados vanos rehundidos y de doble derrama, y presbiterio corto de tradición lombarda cubierto por medio cañón. Una imposta con ligera decoración delimita las bóvedas. El espacio sagrado está elevado por tres escalones. Un pequeño canalillo perimetral encauza el agua al exterior. Puede apreciarse bien la pila bautismal cuadrada.
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