Sorbas (III/3).
La revista “El Afa” da mucho juego para rememorar hechos
pasados del pueblo desde todos los puntos de vista. Leonor Martínez Rodríguez
(“Gastronomía. Los andrajos”, El Afa, nº 2) explica la receta de ese preparado
de gran aporte calórico que puede tomarse como primer plato e incluso como
único plato. En una elaboración tradicional, lenta, se mezclan ingredientes
como garbanzos, carne (era más escasa, costillas de cerdo, perdiz o liebre),
tomates, cebolla, ajo, aceite, sal, pimiento rojo picado, harina.
Sobre las distintas categorías sociales existentes en el
pueblo, como en todos, puede leerse el Romance “El crimen de la Rondeña”, recuperado por Juan Cabezas Rodríguez (El
Afa, nº 3). “En la provincia de Almería / que es tan nombrada en España
/ hay un pueblo judicial / de defensas y de causas; / por nombre se llama
Sorbas, / pueblo de mucha importancia. / En el distrito del pueblo / existe una
barriada / algo corta de habitantes / que la Rondeña le llaman; / en el
referido barrio / o sea una cortijada / entre dos amantes novios / ha ocurrido
una desgracia, / tan horrible y tan fatal / que aterroriza y espanta, / y como
más adelante / se dará por detallada, / la cosa como pasó / sin equivocarse en
nada./”.
Imagen aérea, hacia 1955 (gentileza de Rafael Cazorla Fernández) |
El argumento, brevemente resumido, cuenta que una joven
honrada, Rogelia Flores Belmonte, hija de padres pobres, Benito y Lorenza,
llevaba más de tres años de relaciones con un joven labrador, Mariano Torres
Lara, hijo legitimado de Bernardo y Juliana, que despreciaban a los anteriores
por pobres y aconsejaban a su hijo que la abandonara y tomara relaciones con
una vecina rica. … Si el/la amable lector/a quiere saber cómo sigue y termina,
deberá leerlo por sí mismo/a en la citada revista.
Un problema muy importante en el pueblo ha sido
tradicionalmente el abastecimiento de agua. Rosa María Piqueras Valls (“La
traída de aguas, 1947-48: un deseo hecho realidad, El Afa, nº 3) cuenta que los
vecinos tenían que bajar hasta la rambla para abastecerse. El punto más
cercano, “Los Caños”, que eran seis, estaba a un kilómetro, pero en periodos de
sequía tenían que ir incluso hasta “Los Algarrobos”, a seis kilómetros o pedir
el favor a los dueños de cortijos que tuvieran noria o balsa. El trayecto lo
hacían en burra o a pie, era tarea principalmente femenina, que aprovechaban
para lavar –lavadero público al lado de la fuente “Los Caños”- y volvían con la
ropa mojada y cántaros. No había alcantarillado, produciéndose el fenómeno de
los chorreones, y la situación era insostenible en caso de incendio. El 1 de
julio de 1948 se inauguró el abastecimiento público en cinco fuentes en
distintos puntos del pueblo. De ellas quedan tres.
Dos literatos tuvieron relación con Sorbas. La
historiadora Rosa María Piqueras Valls, en el número 25 de El Afa (“José
Martínez Ruiz, “Azorín”. Diputado cunero a Cortes por Sorbas”), explica que, en
unas elecciones tan caciquiles, Azorín encontró acomodo en Almería gracias a
Antonio Maura. Almería elegía a 8 diputados, 3 por la capital y cinco distritos
uninominales: Berja, Purchena, Sorbas, Vélez-Rubio y Vera. En las elecciones de
1916 se presentó como candidato por la Circunscripción de Almería, Distrito de
Sorbas, Cristino Marcos Llovet, fracción política liberal. Hubo 12.262 electores y 7.107 votantes, de los que
el candidato obtuvo 5.362. El Tribunal Supremo anuló estas elecciones –las
únicas- y ordenó repetirlas, presentándose José Martínez Ruiz, abogado,
conservador, y ganándolas: electores 12.149, votantes 7.510, votos
obtenidos 4.654. Romanones le había
dicho a Dato por carta en 1914 que Almería era la provincia más cunera de
España y Sorbas era un distrito competitivo. Aunque Azorín no lo tuvo fácil,
volvió a ganar en 1918 y 1919.
El otro literato fue el poeta Gerardo Diego, que, según
cuenta Pedro Soler (“Gerardo Diego y el taller de Anica La Lanera, El Afa nº
7), estuvo en Sorbas dos fines de semana para visitar a Mª del Mar Fornoví, su
secretaria, que ejercía de maestra en el pueblo y se alojaba en casa de Anica
La Lanera, su amiga. Una anécdota cuenta que Gerardo Diego estaba ya delicado
de salud y que habiéndole hecho la Tía Anica La Genara –que llamaba al poeta
“Don Geranio”- unas migas con muchos tropezones, se quejó él diciendo que su
estómago no lo soportaría, por lo que se le hizo una sopa de verduras.
Otros asuntos del pueblo.
Ana Mª Rodríguez Agüero.
Rambla de Sorbas, en primer plano el cortijo de los
Caños, al fondo El Zocá. La rambla de Góchar había “salido” con fuerza aquel
año, arrasando casi por completo la fuente de los Caños y el bancal inmediato
(1935)
Tajo Oeste de Sorbas. Abajo, humeando los hornos de las
Alfarerías y la Cuesta de los Caños con los burros acarreando el agua al pueblo
(1935)
Mulo y burros en la Calle Calvario, allí se celebraba el
mercado de ganado semanal (1935)
(Las fotografías corresponden a la revista "El Afa", nº 14, verano 2006)
Sorbas es un pueblo pequeño, ha perdido población. A mediados
del siglo XIX fue aumentando hasta llegar a los 8.081 habitantes en 1920. Desde
entonces ha ido en descenso hasta los 2.463 que tenía en el año 2017. El futuro
no puede ser muy esperanzador. En la revista El Afa nº 2 hay unos tristes
datos, tomados del Ayuntamiento de Sorbas, Juzgado de Paz, que explican el
movimiento demográfico en el año 2000: hubo 11 nacimientos y 40 defunciones,
por lo que el crecimiento vegetativo es muy negativo.
La tierra es infiel a sus hijos: pasan las generaciones y
nada significa, se olvida. Por el camino de la emigración, en el amanecer del
éxodo, partieron muchos peones de la historia buscando el pan del trabajo en
otras tierras menos duras y más fáciles de andar y trabajar, marcharon camino
del olvido por la senda de la dispersión y aquí dejaron enterrada su memoria
para poder volver un día. Quizá un día regresen, cuando la edad y el recuerdo
empiecen a llenarles de nostalgia el corazón, porque no se vuelve a plantar un
árbol viejo fuera de su tierra.
Esas personas mayores, esos abuelos, son como el
paleolítico de nuestra generación, son los hombres-memoria, los archivos del
pueblo, los que guardan el fuego sagrado de las esencias de una época pasada.
Pasamos como las aguas del río, pero antes nos han enseñado a amar el pasado y
la cultura. Por eso es una desgracia que una revista tan entrañable como El Afa
haya desaparecido. A nadie le gusta ser cronista del crepúsculo. Esperemos su
resurrección.
La revista EL AFA no ha desaparecido. Está más viva que nunca y se puede observar porque hemos ampliado el número de artículos y el de páginas. En agosto publicamos el número 37. Pueden obtener más información en www.amigosdesorbas.com
ResponderEliminarLe rogaría constatara la información antes de publicarla
Hago mías las palabras de mi compañera del Consejo de redacción y le invito a entrar en el siguiente enlace: www.amigosdesorbas.com/publicaciones_afa.html Saludos desde Sorbas.
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